Partida Rol por web

Por desgracia, mi precipitación al levantarme y lanzarme hacia el bandido hizo que le resultase sencillo esquivar mi torpe ataque, pero al menos ahora estaba de pie frente a él, y no le sería tan fácil. Por desgracia las cosas no eran tan sencillas, pues aunque estábamos aguantando, la emboscada había sido bien planeada.

Maldita sea, todo por mi culpa- pensé, pues había sido yo quien decidió que siguiésemos introduciéndonos en el bosque a pesar del peligro.

¡Aguanta Erackand!- le dije a mi compañero, pues aunque quería ir en su ayuda, no podía dejar solo a Maganyos, quien seguía derribado en el suelo. Por ello, y sabiendo que no me podía permitir demorarme demasiado, busque una apertura en la defensa de mi rival, y en cuanto creí verla, ataqué.

Algunos dirían que fue la súbita explosión de llamas que surgió de las manos de Vargad para envolver a los arqueros mientras otros dirían que fue un trabajo en conjunto; lo cierto es que súbitamente las cosas habían cambiado de curso, y justo cuando mas lo necesitaban.
Entre los enemigos abatidos por Amon y Cassandra, la proeza de Gareth y Erackand deteniendo a los bandidos de a pie  y la conmoción generada por Vargad en la línea de arqueros; el grupo había logrado tomar la ventaja del combate a su favor y ahora ser percibía que el combate podría ganarse.
Varios de sus atacantes estaban heridos, muchos en gran medida. En sus ojos se notaba un cierto aire de miedo y precaución, probablemente si seguían presionándolos acabarían intentando escapar.

Erackand comenzaba a hartarse de aquellos asaltantes. Además asumió finalmente que de momento nadie iba a ayudarle, el grito de Gareth había sido suficientemente esclarecedor. Tenía sus propios problemas.

Sus enemigos se esforzaban realmente y le impactaron, afortunadamente sin traspasar su armadura. Vio un hueco en la guardia y lo aprovechó. Sintió la reconfortante sensación de carne traspasada. Por primera vez conseguía herir a aquellos bastardos. Era momento de cobrarlas todas juntas.

Quizá dejase uno de ellos con vida, sería bueno adivinar quién les había contratado o porqué les habían emboscado. Lo que estaba claro es que no les iba a dejar escapar.

¡ Venga ! Gritó a aquellos idiotas que les atacaban, intentando hacer que se precipitaran.

Ahora entendía porque los magos eran tan perseguidos y temidos. Ellos solos habían cambiado las tornas del combate y por primera vez desde que comenzo parecía que tomábamos ventaja. Ahora era mi momento, el momento de contribuir en algo en la victoria, ya que hasta ahora había resultado inútil.

El combate entre Erackand y los bandidos era frenético, tajos, estocadas. Era difícil apuntar con precisión, pero había estudiado los movimientos del bandido y en cuanto vi que paraba a coger aire dispare mi ballesta.

Los enemigos comienzan a caer y yo ya me siento más revitalizado después de haber consumido la vida de dos objetivos. Levanto mi vara en dirección al arquero más cercano y la agito en un sutil movimiento que desprende de su extremo una energía proveniente de mí y que viaja con la intención de dañar la carne del enemigo.

Sonrío mientras la pequeña luz viaja hacía su objetivo pues espero matarle con ese clásico y simple truco de mago, capaz de compararse a las flechas y otros artefactos de destrucción que utilizan los hombres y que a mí no me costó nada más que un pequeño movimiento. Definitivamente me encanta ser un mago.

Debo mantener mis reservas mágicas - La elfa se relaja al ver que sus compañeros están dando vuelta la balanza y prefiere seguir atacando a los que se encuentren en melé con Gareth y Erackand - Si Gareth se libera podrá ayudar a Erackand.

Mantuvo aquellos segundos plenos en satisfacción al ver a su oponente abatido, jadeando presa del producto de su ira. Aquella sangrienta visión se aclaraba con el cálido tacto de Ciara, calmando el dolor y apagando el frenesí. Inmediatamente se giró observándola con seridad, de nuevo ruborizada y avergonzada por estarlo. Entre ese caótico mar de heridas cercenadas en busca del encuentro prematuro de la muerte, la bondad del génesis se transmitía por las yemas del elfo. Agarró su mano con suavidad y sonriendo con dificultad la besó con ternura.

Quiso agradecérselo, pero los gritos de Erackand le sacaron del dulce momento para regresar a la amarga batalla. Mordiéndose un labio arrancó sus pasos hacia uno de los bandidos que hostigaba al férreo guerrero con cierta dificultad por soltar esa mano cuyos dedos parecían haberse enredado. Lamento el retraso, parecía pan comido, ja... ¡AAAAAh! Y de nuevo con entusiasmo su espada surcaba el bosque en busca de un hueco entre las costillas del rufian.

Sonrío mientras interiormente me felicito y me enorgullezco de mi poder. Las ráfagas de fuego que he lanzado han provocado que el combate se torne a nuestro favor. Además los bandidos parecen estar tan asustados y aturdidos que no se atreven a dispararme.

Me dispongo a lanzar nuevamente un conjuro contra mis enemigos pero la vara está demasiado caliente y la magia se desvanece entre mis dedos.

¡Maldición! -exclamo enfadado mientras decido retirarme a una posición más segura, detrás del estúpido de Amon, usando a este como escudo.

saco la daga de mi cinturón y me lanzo sobre el bandido  que tengo enfrente.

Tal vez fuese a causa del cansancio acumulado por no haber descansado en todo el día, o tal vez el bandido fuese mejor de lo que esperaba, pero la cuestión es que no solo fue capaz de desviar mi ataque, sino que además, me devolvió el ataque, alcanzándome, aunque por suerte, no fue más que un arañazo.

Maldita sea, las cosas no va bien- pensé, pero un momento después, una súbita luz a mi espalda, seguida de gritos de dolor, me indico que uno de mis compañeros magos, había hecho gala de su poder -Bueno, espero que eso baste para igualar la situación- me dije, y con algo más de seguridad, y teniendo una idea ya de cómo se defendía, ataqué con todas mis fuerzas, y aprovechando la inercia del movimiento, y que mi oponente había quedado desequilibrado, lo termine de desequilibrar con un pequeño empujón, derribándolo, y una vez en el suelo, aprovechando que con la caída, había aflojado un poco la mano con la que sujetaba su espada, la enganché con un pie y la lancé hacia los arboles, lejos de su alcance.

¡Ríndete o muere!- le grite, esperando que viendo su situación, me hiciese caso.

La confianza en la victoria se había acentuado claramente en los legionarios, quienes veían el fin del combate cada vez mas cerca. Quizá en algún momento su confianza pudo haberles hecho perder el camino recorrido en el combate, sin embargo esto no fue así, el grupo empezaba a trabajar en cooperación con cierta eficacia.

Una clara y brutal muestra de lo bien que podían hacer las cosas trabajando juntos se gesto en el combate de Gareth contra uno de sus agresores al cual tras mucho intentarlo había impactado con una previa finta clavando su espada desde el riñón izquierdo hasta la axila derecha de su contrincante. Un estallido de sangre se gesto al momento en que al unísono Gareth retiraba su espada y el aparente bandido se precipitaba al suelo. Y como si estuvieran coordinados apenas aquel hombre azoto el suelo un halo de energía proveniente de Ciara le arranco lo poco que le quedaba de vida.

Ya solo 5 bandidos seguían en pie y no había uno solo que no se viera lo suficientemente maguyado como para pensar que representaba un amenaza. Por primera vez desde que iniciara el combate, lo que veían en los ojos de sus agresores era miedo.

Hola moza.

Erackand vio la llegada de su compañera como un torbellino. No hizo mucho daño pero fue muy efectiva. Ya se sentía mejor.

No lo haces mal

Lanzó su ataque con incierto efecto. Gracias a su armadura y a su determinación había aguantado hasta el momento. Había que terminar. Se movío un par de pasos hasta quedar de modo que si Gareth y Maganyos venían los enemigos diesen la espalda a alguien y atacó..

Una flecha me impacta en el hombro derecho, causándome un feo corte del que evito quejarme, cuando otra flecha más rápida de lo que soy capaz de ver se entierra en mi pierna derecha. La recojo instintivamente y maldigo por el dolor que me causa.

Agito mi vara hacía el mismo bandido al que ataqué antes, lanzándole una descarga de energía mágica dañina, esperando que sea lo suficiente para acabarle. No hago mi ataque muy concentrado pues veo como Vargad a mi lado ha sido herido por flechas y comienzo a sacar rápidamente el material de curandero que guardo. Mientras lo recojo le hablo al elfo:

 - "Intenta quedarte quieto."

Una vez lo tengo en mi mano, listo para usarlo, me dispongo a sanar sus heridas lo antes posible.

---JA, buen golpe- digo mientras avanzo hasta situarme junto a Cass ( mas concretamente a H8)- ¿necesitas ayuda?.

Sin esperar la resupuesta de Cassandra me lanzo sobre el bandido apuñalandolo aunque por lo que se ve no le he hecho mucho daño,  fruncio el ceño y me apunto mentalmente que debo comprobar la calibración de mi arma antes del proximo combate.

Sonrió al saludo y elogio del experimentado guerrero, ánimos que le sirvieron para fintar ante el bandido y utilizarlo como escudo con su espada buscando la parte descubierta del estómago, un movimiento arriesgado, pero ejecutado con elegancia, demostrando un potencial que no siempre sacaba a la luz. Tras encararlo con el oportuno Magányos, decidió que era buen momento para cambiar la estrategia. Era de agradecer la ayuda contra la línea frontal para derribar a los arqueros antes de que se dieran a la fuga. Todo tuyo, le comentó mientras envainaba su espada para recoger presta su arco, deseosa de realizarle alguna muescas más en la poco cuidada, pero resistente madera. ¡Os arrepentiréis! gritó con orgullo hacia los tres cobardes bandidos apostados sobre aquel montículo.

El bandido al que había alcanzado aun seguía en pie. Ese maldito es de lo más resistente, pero no durara mucho más. El virote se había clavado profundamente en su espalda produciendo una fea herida, que no paraba de sangrar.

Es el momento, si les presionamos un poco más huirán con el rabo entre las piernas. Han perdido todo su ímpetu. Pienso mientras vuelvo a cargar la ballesta.
-¡Ya son nuestros! Grito a la vez que abandono la protección del árbol donde me encontraba, saliendo despues a la carrera hasta situarme lo más cerca posible de arqueros apostados en la montaña.