Partida Rol por web

Escucho las palabras que Sir Galahad me dedica y luego la forma en que Vargad me muestra como el objeto de sus cuidados y precauciones. Ignoro sus palabras como las he ignorado durante todo el viaje. Me concentro en las palabras de mi examinador y le contesto, siendo lo más sincero posible:

 - "Para algunos es sumamente fácil juzgar a otros. Algunos lo hacen bien, pero otros ven solo lo que quieren ver antes de emitir un juicio en el que se empecinan. ¿Que puedo decir en mi defensa que les ayude a confiar de que puedo pertenecer en la Legión y que el admitirme no sería un error? Bueno, mis compañeros, aun los menos afines a mí, pueden dar Fe de que no abandono a nadie que no me haya abandonado. Nunca he juzgado a nadie por su raza y su clase, pues son cosas insignificantes para quien ha sido juzgado toda su vida. No creo deberle a nadie y es muy poco lo que doy a quienes no me han dado, pero pago mis deudas y devuelvo todo lo que se me da: Me dan odio, devuelvo odio. Me dan crueldad, devuelvo crueldad, me dan amistad, devuelvo amistad. Me dan lealtad, devuelvo lealtad. Aparte de eso, mi mentalidad no me llevará a una brutalidad sin sentido pues cualquier herramienta sin un propósito es inútil. Una de las razones por la que deseo pertenecer a la Legión del Trueno es para tener un propósito en el que enfocar mis capacidades. Finalmente no desprecio al Círculo especialmente más que a muchas otras cosas del mundo y por sobre todo, jamás ha nublado mi juicio ni jamás lo hará ningún aspecto existente. Mi juicio no se nubla y todo lo que hay en mí es efecto de un motivo anterior."

No deseo seguir hablando pero creo que debo decirlo. La voz en mi interior, esa que no quiero escuchar, me dice que si no hablo ahora, no podré hacerlo nunca y que quizás sea demasiado tarde en un futuro cuando no haya sido admitido en la Legión. Es el momento de decir las verdades, esas que pululan en el fondo del alma como un veneno que me debilita, pero que a la vez me mantiene despierto. Es por eso que debo hablar y lo hago mirando el suelo para evitar la vergüenza que las miradas conllevan en este momento:

 - "He oído las palabras de otros hablando de la búsqueda indiscriminada del poder. En mi corta vida, mi único amigo ha sido el poder. Unos piensan que por ser un humano, proveniente de una buena familia, de estás tierras y todo eso mi vida sería fácil. Que por no ser un elfo o un enano debería haber tenido un infancia buena y que entré en el Círculo como un mago más por ambición, pero no es así y es aun peor ser odiado porque se espera de ti algo que no eres. Lo único que el mundo me ha dado es el desprecio. El desprecio de un padre que temía a su hijo por sus poderes que él no entendía y que no pensó en él cuando se quitó la vida. El desprecio que me dio el Apóstata que me crió hasta la adolescencia mientras me usaba como esclavo y me instruía en las artes oscuras para luchar en contra del Círculo como un Mago de Sangre. El desprecio de los Templarios que le mataron y estuvieron a punto de hacerlo conmigo aunque solo tenía nueve años. El desprecio de mis compañeros del Círculo por no someterme a ellos y sus jerarquías estúpidas, por lo que me aislé y solo estudié para ser el mejor, habiéndome unido solo para sobrevivir. Solo el poder me ha hecho quien soy y me dado un lugar en el mundo. Sin magia y sin poder, no sería nadie, nada. Solo hay una cosa buena que recuerdo de mi vida y son las sensaciones de mi más temprana infancia, cuando ni siquiera sabía hablar para nombrar lo que sentía. Cuando mi madre estaba viva y mi padre nos amaba, cuando ambos servían al Rey Maric. Es por eso que de todas las opciones que tengo para continuar, las que incluyen volver al Círculo y organizar a los descontentos, que no son pocos y formar mi propio grupo de poder, elegí venir aquí. Es sirviendo al Rey como me imaginaba de pequeño y es así como quiero alcanzar todo lo que busco. No tengo miedo, nunca lo he tenido pues nunca he tenido más que perder que mi vida, la que para muchos no vale lo suficiente. Quizás mis palabras sean desagradables, quizás mis actos sean crueles y quizás mis métodos no sean los más ortodoxos, pero mi fin siempre será hacer lo que creo correcto y lo correcto para mí es pertenecer a la Legión del Trueno y serle leal para tener en ella lo más cercano a una familia que jamás tendré."

He hablado con la verdad y he hablado desde el corazón. No me siento orgulloso de eso pues me sabe demasiado a debilidad, pero es el momento de no callar y de no omitir. Es el momento de que los presenten entiendan, aunque solo sea un poco, lo que yo siento y lo que creo. Que sepan de donde provengo y que entiendan que no todo lo que parece malo lo es. Que Sir Galahad tiene razón y quizás la brutalidad sería mi camino si no se interviene en este desde ahora y este es el momento, en el que esta hermandad me acoja y obtenga un miembro en mí como yo obtendré el apoyo que necesito de ellos.

Levanto la vista un poco avergonzado y miro a mis compañeros, a todos ellos. Muchos han sido buenos conmigo y aunque no lo he dicho, les seré siempre leal como ellos lo fueron conmigo: Quienes me acompañaron y apoyaron, quienes me protegieron, quienes no me dejaron y quienes me sacaron de la garras de la muerte cuando ya me tenían. Otros me desprecian, pero ahí está la verdad para que la saboreen. Si desean odiarme por mi camino, si desean despreciarme por tomar las opciones que he tenido, ahora pueden hacerlo pues saben quien soy y lo que he vivido, no desde una posición de ignorancia y prejuicio. Si desean señalarme con el dedo, ahora tienen el poder para hacerlo con propiedad de causa, pues prefiero ser juzgado justamente como el maldito que ser juzgado así injustamente.

-No somos sacerdotes Vargad, no pregonamos el bien o sentimientos similares, aun cuando muchos de nosotros seamos honorables en ciertos sentidos- respondió Galahad. –Cuando la legión se forjo esa misma discusión teníamos y yo estaba en tu postura, sin embargo con el tiempo he aprendido que hay ciertas personas que son necesarias para hacer un bien mayor pues hay actos que gente como tu o yo simplemente no podrían cometer-.

Mirando a Sir Kennard, el mago asintió sonriente para enseguida dirigirse de nuevo a Vargad –Tienes mi aprobación Vargad-.

-Puedes conservar tus cosas Erackand, nadie te exigirá jamás que niegues tu pasado, lo que nos importa es que reconozcas tu presente- le habló Balmung con firmeza para luego con una ligera sonrisa concluir –Por mi parte es todo, estoy seguro de que mereces ser un legionario-.

Arsil se veía molesta –No te he preguntado eso Ciara, no me interesa tu pasado y no me interesa la decisión que hayas tomado en cuanto a tu camino en la magia; te pregunte respecto a tu papel como un posible peligro para nosotros, una pregunta que le haría Galahad incluso a cualquier otro apostata- La mujer se tomó un respiro y luego respondió con firmeza –siento decir que tu corazón es mas duro de lo dulce que parece en la lejanía, y eso solo refleja resentimiento. No es en un motivo para rechazarte, pero me hace temer que tu fuerza de voluntad pueda fallarte en el uso de la magia. Por ello y dado que me siento influenciada por mi pasado, me abstengo de tomar decisión alguna en cuanto a tu incorporación a la legión-.

-Bien Gareth, no hay mas que decir al respecto, nadie dudará de tus capacidades y estoy seguro que con el tiempo serás uno de los miembros mas proliferas de la legión. Mi decisión esta tomada, para mi tu ya eres un legionario-. Respondió Balmung con cierta expresión de amistad.

La dama Arsil escucho con paciencia a Sondra aunque con un rostro que indicaba que no estaba convencida. –Tus palabras son sinceras, puedo leerlo en tu rostro. Sin embargo temo que aun buscas un destino y que las cosas pueden cambiar en tu corazón en el futuro. Aun así, para bien o para mal, a partir de ahora serás una mas en la legión del trueno, esperemos tengas la suerte de que tu destino llegue a converger con el nuestro-. Concluyó la maga dejando sentado que aprobaba la admisión de Sondra.

-En el pasado…- inicio Galahad su respuesta a Amon, - me habría abstenido de tener que ver con tu admisión, incluso muy en el pasado me habría negado y habría solicitado que te devolvieran inmediatamente a la torre con un informe detallado de tus actos y palabras. Pero he visto muchas cosas y aprendido otras tantas; he de reconocer que la torre necesita a alguien como tu y para bien o para mal  eso es algo a lo que no me puedo negar-. Galahad no parecía tan seguro de su decisión, aunque era claro que algo en su pasado lo impulsaba a no rechazar a Amon.
-Eres un hombre que puede perder su camino si se le deja solo y podrías acabar siendo un peligro para la legión mas que un bien. Por otro lado tu poder y tus deseos pueden ser un poderosa arma para las muchas difíciles tareas que debe enfrentar la legión, Shissmir entenderá a la perfección mi punto de vista. Por ello doy mi voto a favor de tu admisión a la legión del trueno, pero con la condición de que se te ponga bajo mi resguardo por un tiempo; si las cosas salen mal, la responsabilidad será mía-. Concluyó Galahad dejando un cierto aire de incomodidad en la sala del consejo.

-La decisión esta entonces tomada- dijo Sir Kennard rompiendo el silencio para enseguida mira a Arsil y solicitarle una vasija con agua que tenia ella, al parecer la había llamado el agua del trueno.

-Hínquense todos- indicó al tiempo que se acercaba a ellos y frente a cada uno de ellos llevo a cabo un ritual en el cual les formulaba la siguiente pregunta.

-Juras proteger al débil y castigar al mal, defender al reino de sus invasores, destruir a los demonios a toda bestia maligna que camine sobre el mundo, y sobre todo juras que desde hoy y hasta el final de tus días serás uno con la legión del trueno defendiendo con ello sus virtudes y pilares?-.

Hecho el juramento por cada uno de los allí reunidos, Sir Kennard procedió a mojar sus cabellaras con aquel extraño liquido que les generaba una cierta sensación de que un rayo recorría sus cuerpos.

Bajo la cabeza tras las palabras de Galahad pues su figura me infunde un gran respeto y se que tras ellas se esconde una gran verdad, aunque me da la sensación de que no es todo tan real como me cuenta y que él aún piensa en parte como yo, algo en lo que me reafirmo en parte tras escuchar las palabras que dirige al traidor, a Amon.

A continuación Sir Kennard nos presenta el juramento y no dudo en inclinarme con lentitud y seguridad, alargando este gran momento para mi, un acontecimiento único e irrepetible.

Lo juro. Esos son los objetivos para los que me he preparado toda la vida y para los que estoy dispuesto a morir-respondo ante las palabras de Sir Kennard.

Proteger al débil, castigar el mal, destruir a los demonios. Este es mi camino, mi lugar, rodeado de gente tan pura. Teniendo a Erackand y Gareth a mi lado los impuros y malvados temblarán. Se que en los próximos años Gareth se ganará un hueco en mi libro, será uno de mis hermanos, derramaremos más sangre juntos.

Tras recibir el juramento alzo la cabeza parcialmente y miro a Erackand Goldhammer, con una sonrisa en el rostro y asintiendo orgulloso. Lo hemos conseguido.

Arsil había aprobado mi admisión en la Legión con algunas reservas, pero eso no me importaba el momento por el que tanto había peleado estaba tan cerca...

Sir Kennard se coloco frente a mi cuando fue mi turno. Sin demora clavé una rodilla en el suelo y espere a que terminara de hablar.

-Lo juro por mi honor y por la memoria de mis padres, no les defraudare. Dije mirando hacia arriba donde se encontraba la imponente figura de Sir Kennard.

Con el cabello mojado me alce y lance un grito de alegría, abortado en el ultimo momento al ser consciente de que las celebraciones podían esperar.

No pude evitar hincharme de orgullo al escuchar las palabras de Balmung, pues para mí, la aceptación de alguien como él y la entrada en la Legión, eran hoy por hoy, lo más importante.

Gracias- pensé, agradeciéndole mentalmente sus palabras, mientras hincaba una rodilla en el suelo como nos había indicado Sir Kennard.

Lo juro- dije sin dudar cuando Sir Kennard me preguntó a mí.

No fallaré, defenderé a los que no pueden protegerse por sí mismos y castigare a los que abusan de ellos- pensé, mientras Sir Kennard mojaba mi cabeza.

Erackand se arrodillo ante Sir Kennard. Había hablado más aquellos días desde que se unió a la legión del trueno que en toda su vida. Pero al final lo dejaba todo atrás. Ya era legionario.

Lo juro.

Y al decirlo lo sentía. Luego, cuando se retiró no se preocupó en recoger el anillo. Quedó allí para quien lo quisiese recoger.

Ciara se arrodilló pero sin desviar la vista de los ojos de Sir Kennard.

- Lo juro. - Sólo dos palabras, pero con firmeza.

Escucho las palabras de Galahad con atención. Me apena saber que a pesar de que he contado mi verdad, siga infundiendo desconfianza y miedo. Luego viene esa parte de mi que está acostumbrada al desprecio y me enorgullezco de saber que hasta la Legión del Trueno me teme.

Sonrío del pensamiento de ser temido y respetado, pero me quedo pasmado ante la aprobación con la condición de ser supervisado en persona por él:

"Seré entrenado por el mismísimo Galahad Haldwin. Eso es un gran honor y es mucho lo que puedo obtener y ganar de esta "Precaución" que me han impuesto. Creo que soy más afortunado de lo que pensaba y esto realmente puede darme más de lo que esperaba."

Me arrodillo frente al consejo y pronuncio mis palabras con solemnidad y sinceridad:

- "Juro servir a la Legión del Trueno hasta el día de mi muerte o hasta que me libere de mi servicio."

Mirando el suelo y ocultando así el rostro de las miradas, sonrío de felicidad por lo que ha ocurrido y por como ahora soy un miembro de la famosa Legión del Trueno:

"Finalmente lo he conseguido. Finalmente se acabó el huir y el ser oprimido. Ya no habrá más miedo y no habrá más soledad. Ahora pertenezco y seré respetado como un miembro más. Ahora serviré al Rey y mi destino se iluminará para hacer de mí alguien de quien mi madre se sentiría orgulloso. Ya no habrán más sombras."

Me mantengo arrodillado mientras mis compañeros terminan de jurar y no me vuelvo a poner de pie hasta que sea el mismo consejo quienes me digan que puedo hacerlo. Ahora soy un Legionario y actuaré como tal hasta el último de mis días.

Todos habían jurado y ahora todos y cada uno de ellos eran legionarios, uno mas de los hermanos de la legión del trueno que velaban por la seguridad del reino. A partir de ahora eran guardianes encargados de proteger al débil y al reino.

-A partir de ahora y hasta el día de su muerte ustedes son y serán legionarios, levántense hermanos, ahora son uno mas de nosotros- habló Sir Kannard para luego levantar la voz y pronunciar una frase que ya alguna ver habían escuchado en rumores –Legionarios! El trueno os llama, levantaos y servidlo!-.

Tras sus palabras, estrepitosos truenos resonaron en el lugar haciendo que todo temblara con una intensa vibración, incluyendo sus propios cuerpos. Ellos ya conocían esto, había un dispositivo en la cima de la fortaleza que se usaba para momentos así, aunque realmente nunca lo habían visto y mucho menos sentido.

Sir Kennard regresando a su lugar, les habló de nuevo con una cordialidad que entrañaba en el un toque familiar. –Me alegra mucho que lo hayan conseguido y me alegra aun mas saber que ahora son uno mas de nosotros; pronto el sueño con el que todo esto inicio se verá cumplido y el camino estará forjado por ustedes, sean bienvenidos-.

La ceremonia terminó pocos momentos después, Arsil les entrego unos singulares medallones con una esfera que presuntamente contenía rayos encapsulados, aunque en realidad todos creían que era un truco mágico hecho por Galahad. Aun así, aquellos collares eran el símbolo que los validaba como uno mas de la legión del trueno ante los demás y ante el reino.

Afuera, una gran multitud de hermanos los esperaban entre vitoreos y gritos de alegría. El sonido del trueno se había sentido en toda la fortaleza y eso significaba que esa noche celebrarían la llegada de mas hermanos. La celebración y sus días como Legionarios apenas acababan de iniciar, muchas aventuras tenían aun por delante.

Epilogo

Muchas aventuras cruzaron aquellos que iniciaron como simples aventureros; los magos del circulo Vargad y Amon; la apostata Ciara; el enano de Orzammar Erackand, el guerrero del reino Gareth, la elfa de Antiva Cassandra y la ciudadana de las marcas libres Sondra.

Su historia se habría de forjar con el paso de los años, años en que la legión del trueno dejo marcado su nombre en todo Ferelden e incluso en tierras lejanas de Thedas. Y dicha historia esta plagadas de muchas aventuras aun por contar.