Partida Rol por web

Dios mio qué pesadez. pienso mientras Delfi ronda a mi alrededor con su cantinela de "pobre niñita".

Mi padre no aparecerá ya hasta el momento de irnos a la estación, lo cual me produce una leve sonrisa. Ambos estamos defraudados con el otro.

George se debate entre mi padre y yo, asi que al final le digo al oido:

-Me quedan algunas cosas por comprar en el callejón. ¿Te apetece venir?. Alli sólo hay magos.

No deja de ser un niño, se le iluminan los ojos y sale corriendo a terminar de prepararse.

Ultimo con Delfi y su cantinela la lista:

- Está bien, Delfi, no te preocupes más. Ya tengo la lista de los libros, tengo que comprar túnica nueva, tanto la normal como la de gala. Del dinero- vuelvo a esbozar media sonrisa- ya se ha ocupado mi padre.

Delfi se encoge al oir mencionarle, asi que me acerco y le acaricio la cabeza:

- No te apures. Al principio fue duro, pero ahora mismo soy feliz en el colegio. Y es cierto que soy un tejón ¿no crees?

Se rie timidamente y se va a ayudar a mi hermano. Mi madre entra, altiva y digna

- Encima estás orgullosa, ¿no?

Ya no me intimidan, ni ella ni él.

- Si madre, estoy orgullosa. Soy leal por encima de todo. Es más de lo que se puede decir en esta casa, ¿no crees?- y me giro para ponerme la chaqueta, recoger el dinero a George y a Delfi y salir para el callejón Diagon.

Este será tu tercer año en Hogwarts; los dos primeros han sido demasido duros debido a tu herencia familiar. Durante estos años has llevado bastante bien que tu familia te trate comi si fueras la mayor decepción del mundo mágico y has comprendido que no todos tus antiguos amigos ven con buenos ojos que ahora seas miembro de la casa del Tejón. Pero eso está superado.

Te preparas parar salir hacia el callejón Diagón cuando una lechuza picotea en la ventana de tu habitación. Parece una lechuza mensajera.

La lechuza hace gestos para que le abras la ventana y picotea el cristal de ella para llamar tu atención.

Me giro al oir el picoteo en el cristal, y sonrio a la bonita lechuza. Le abro la ventana, saludándola:

- Hola, ¿quén noticias me traes tú bonita?

Ves como la lechuza lleva algo atado en la pata; parece un trozo de pergamino pero muy pequeño para ser una carta. Te quedas realmente sorprendida por ellos.

Te das cuenta de que la lechuza debe de ser de una compañera tuya de Hufflepuff, Mary O'Donnell. Es una de tus mejores amigas en el colegio y de las que más te apoyan cuando tus antiguos amigos te miran por las escaleras de reojo y empiezan a murmurar a tu espalda.

Sigue teniendo el mensaje enrollado en la pata y te mira de forma curiosa.

-Anda, si eres la pequeña de Mary, ¿me traes noticias de ella?

, le digo arrascándole con cariño la cabeza. Desato la nota de su pata y antes de leerla le doy una golosina a la lechuza, que gorjea feliz.

Aún no oigo a mi hermano por el pasillo, asi que me siento en la cama a leer la nota, sonriendo ante la perspectiva de tener noticias de mi amiga.

Cuando abres la carta ves que está en blanco. Eso te parece raro; aunque si es algo importante es normal que no salga nada escrito. Tendrás que sacar el mensaje a la superficie o hacer que aparezca si quieres leerlo.

Recordando los mensajes secretos que hemos oido en viejas historias de muggles, decido pasarle la varita encendida por detrás, para ver si sale el mensaje.

Agarras la carta con cuidado y la abres. Nunca antes habías visto una así, completamente en blanco. Sin embargo no se te ha pasado ni por la cabeza que esté sin escribir, sino que al instante has deducido que su tinta es invisible.

Tras meditar un poco, pones la varita por detrás, pero no sucede nada. Además, la magia no está permitida fuera de la escuela. Tiene que haber un sistema más convencional, un sistema más... muggle.

Recuerdo algo que me dio uno de mis compañeros muggles, un mechero, mientras nos contaba el tema de los mensajes secretos. Busco en mi bolso de mano, y lo encuentro. Lo enciendo y lo paso por debajo del mensaje, confiando en que aparezcan las letras, como aquél chico nos enseñó.

Al poco rato ves como un mensaje empieza a vislumbrarse en la carta.

"Si odias a la casa de la serpiente...reúnete con nosotros en la torre de Astronomía el primer día de clase a medianoche"

No hay firma y aunque pasas más tiempo el mechero no aparece nada más.

La lechuza sigue espectante mirándote fijamente; es posible que tenga hambre antes de emprender el viaje de regreso  a donde sea que haya venido. Claramente no es la lechuza de tu amiga.

La carta es intrigante. Hombre,odiar, odiar.... alguno se salva, pero... La pobre lechuza me mira, asi que me acerco hasta la comida de mi pequeño Arnold, y le ofrezco a ella.

Oigo las voces de mi hermano, y de Delfi que vienen a buscarme. Aún hay que ir a por los libros. No creo que una carta así necesite respuesta clara, asi que cogiendo mi pluma me limito a escribir :Mensaje recibido. Quien la haya mandado sabrá que si estoy en la torre, estoy de acuerdo con su mensaje.

Ato el papel a la pata de la lechuza mientras ella termina de comer:

- Venga pequeña, de vuelta con con quien te haya enviado.- Le susurro mientras abro la ventana para que salga.

Me pongo mi abrigo y cojo el dinero que mi padre dejó en mi mesita para mis compras en el callejón, mientras me rio entre dientes - Por mucho que odie mi casa, ¿permitiría alguna vez que su hija llegase al colegio faltándole algo? Lo que comentarian todos los demás....

George entra gritando como siempre: vamos, Andrea, eres una lentorra.

Dejo que mi encanto descienda sobre él, y automaticamente se agarra a mi mano para salir de casa. Delfi menea la cabeza por verme usar mi poder de veela sobre el niño. Me encojo de hombros sonriendo, y salimos los tres para el callejón.

Te encaminas hacia la puerta donde te espera George y tu elfina. En breve salís hacia el callejon Diagón.

- Venga, tomaros de las manos, usaremos los polvos Flu para viajar.