Bob jamás había visto una criatura como aquella. Se había enfrentado a multitud de mutantes, a gente modificada y a muchas cosas extrañas, incluidas extraterrestres, pero una araña gigantesca nunca. Miró a su compañero, e inmediatamente después se acordó de Spiderman. 

Ahora le echaba de menos, el caraderred sí que sabía como enfrentarse a sabandijas del mismo tipo que él. Alzó una mano y confió en que fuera de utilidad el rayo de hielo que lo lanzó al instante. ¡Hay que acabar con él!: Le dijo a su compañero brujo.

¡Victoria! 
+1 PM

La  horrible visión de la araña monstruosa había tomado por sorpresa al guerrero y antes de que este pudiera hacer algo para defenderse, fue mordido por la criatura en el cuello. El veneno letal de la araña se esparció rápidamente a través de las venas del cuerpo de Geraldo y al caer al suelo, el héroe ya agonizaba.

Bobby lanzó entonces un rayo de hielo directamente hacia el grueso cuerpo del arácnido y consiguió su objetivo, pues la alimaña se congelo casi instantáneamente, desprendiéndose de su hilo y cayendo pesadamente al piso de la tumba, donde estallo en pedazos.    

Después de exterminar a aquella enorme alimaña de 8 patas, cuyo cuerpo destrozado ahora yacía en mil pedazos esparcidos por el suelo de la tumba, el único de los héroes que quedaba con vida trató de abrir la reja para seguir descendiendo hacia la parte más profunda de la cripta, pero la verja era sólida y estaba cerrada con llave.

Busco alrededor por todas partes pero sin éxito, hasta que en un destello de inspiración, se le ocurrió mirar dentro del féretro de piedra. Ahí, yaciendo entre los restos de un esqueleto y su mortaja, podía verse una llave junto al cadáver, además de un valioso objeto que podría serle de alguna ayuda en el futuro.

Bobby vio como la araña inoculaba un terrible veneno sobre su compañero y éste moría en el mismo instante en que había entrado por la puerta. Estaba molesto por lo que acababa de ver y juró venganza sobre su cadáver. Después, pensó que lo mejor sería hacerse con todo el equipo que llevara consigo, pues no sabía cuando o dónde podría serle de utilidad.

Después se acercó hasta el féretro, tomó el objeto y la llave que había junto a él y probó suerte con la cerradura. 

Equipo que obtiene Bobby:

Después de que había registrado el cuerpo de su compañero muerto para poder hacer uso de aquello que le sirviera en su meta de conquistar la mazmorra y de abrir el féretro, encontrando de esa manera la llave que le permitiría continuar, Bobby se fijo en un objeto alargado, cubierto de polvo y telarañas que yacía a un costado del cadáver.

Al extraerlo con cuidado y remover toda la porquería que lo cubría, el joven héroe quedo sorprendido, pues dentro de una vaina oxidada y vieja, se hallaba una espada larga de una mano.  

La hoja sumamente afilada, relucía como si fuera nueva. La guarda estaba decorada con la forma de unas alas o colmillos junto con unas pequeñas gemas rojas y la empuñadura era firme, dándole un buen agarre y espacio suficiente para blandir el arma.

Bobby observó el arma encontrada y la analizó atentamente. No sabía muy bien como usarla, pero al tomarla entre sus manos comprendió que su peso era muy ligero y que su mango se adaptaba perfectamente a su mano. Quizá si su magia no funcionaba, la espada pudiera servirle de ayuda. 

Ahora estaba más confiado e imaginaba que con aquella posesión, tendría más posibilidades de alcanzar el final de aquella mazmorra. Así que, a pesar de su soledad, decidió adentrarse valientemente al interior de la siguiente sala.

Tal como el aventurero había pensado, tras la reja existía una escalinata no demasiado prolongada, la que daba acceso a la parte inferior del mausoleo. Esta segunda cámara era más amplia que la anterior, aunque mantenía la forma rectangular.

Dispuestos en un par de líneas rectas a un lado de los muros laterales, se veían 6 gruesas columnas que sostenían el techo y proveían de un asidero fijo para las antorchas de hierro que iluminaban el lugar, permitiéndole ver con claridad los 3 sepulcros de piedra cubiertos de polvo y telarañas que yacían uno al lado del otro en la parte media de la habitación, en cuyo extremo opuesto nuevamente se abría un arco de piedra. Y aunque este no poseía puerta que lo bloqueara, la luz no alcanzaba a iluminarlo. 

Más de nuevo, no estaba solo ahí. De los ataúdes emergieron las formas vaporosas e incorpóreas de 3 fantasmas, quienes no estaban complacidos con su presencia en sus tumbas y quienes de inmediato buscaron acabar con su vida, alargando sus espectrales manos descarnadas, en medio de gritos de odio y venganza. 

Por si eso fuera poco, la cámara funeraria daba una perturbadora impresión de pesadez y malestar. El aire estaba seco y se sentía como si drenara sus poderes de hielo. Algo más actuaba en ese sitio, aunque Bobby no podía estar seguro de que era.   

A pesar de que Bobby sentía como esa sala le drenaba los poderes, no se asustó ante el fantasma. Consideraba que era un enemigo fácil de derrotar, especialmente poseyendo su habilidad para congelar todo lo que tocaba.

Con gran agilidad y confianza, materializó una enorme bola de hielo que lanzó contra la criatura que tenía enfrente con la esperanza de que tarde o temprano la derrotase. Estaba confiado, pues no tenía miedo a los fantasmas, ni tampoco a los bichos que había visto en la sala anterior.

Luego de cruzar el umbral a la siguiente habitación, el aventurero fue invadido por el hedor que reinaba en esta. Cierto, la tumba en general emanaba el olor característico de podredumbre y muerte, pero se trataba de algo muy viejo, mientras que esta fetidez le resultaba demasiado penetrante y reciente. Y aunque no sabía que la causaba sin duda emanaba de algún punto del interior. 

Sin embargo eso no era lo único que lo había puesto en alerta. Este recinto estaba sumido en unas tinieblas sofocantes, muy distintas a la negrura que envolvía naturalmente el sepulcro. Esta oscuridad era densa, casi como algo palpable y bloqueaba todo intento de adivinar lo que se ocultaba en ella, si bien logro escuchar un desagradable sonido, similar al de un cuerpo húmedo deslizándose por el suelo.  

Bobby observó a la pestilente criatura. Tenía un aspecto repugnante y el hedor no invitaba a quedarse allí demasiado tiempo. Por eso trató de darse toda la prisa posible en acabar con la criatura, para después seguir avanzando por la mansión. Sin duda esa cosa llevaba más tiempo del debido en el lugar, así que confió en sus poderes de hielo para congelarla y evitar que así siguiera apestando la zona. Pero parece que su magia no fue suficiente, además la oscuridad dificultaba su puntería y falló por muy poco.

La oscuridad de aquella zona de la catacumba ciertamente era una dificultad añadida para Bobbie, ya que su rayo de hielo no logró acertar en la criatura. Pero eso no era todo, ya que el miembro de los mutantes también podía sentir que sus poderes se habían hecho más débiles en cuanto penetro en aquella sala. 

Mientras se preparaba para continuar con el enfrentamiento, uno de los pseudópodos de la masa verde que obstruía su camino se movió como un látigo y golpeó al héroe, rasgando parcialmente su traje y causándole la primera herida que recibía dentro de la tumba. 

Bobby sintió como el tentáculo del limo lo hería gravemente. Sentía un fuerte escozor en su piel y pudo ver el traje que siempre los protegía de cualquier daño y que sobrevivía a la baja temperatura que adquiría su cuerpo era rasgado. Se enfrentaba a una dura criatura. Y para colmo, sus poderes estaban en baja forma. Bobby se concentró mucho y cerró los ojos. Xavier le había enseñado a usar esa técnica cuando no era capaz de ver a su enemigo. Recurrió a otros sentidos, y cuando adivinó su presencia, lanzó un rayo de hielo a gran velocidad contra él, confiando en que esta vez lo congelaría.

Concentrándose más que la vez anterior, Bobby lanzó un segundo rayo de hielo que esta vez si dio en el blanco, congelando instantáneamente a la criatura amorfa y permitiendole seguir.

Una vez que el aventurero supero el enfrentamiento con la masa viscosa que moraba en la oscuridad, continuó con su avance, encontrando un estrecho corredor por el que solo podía caminar una persona a la vez. Al otro extremo de este, se encontraba una puerta de madera recubierta de extraños símbolos, pese a lo cual cedió al más leve empuje de sus dedos.

Al otro lado de la misma podía verse, bajo la tenue luminosidad de algunos orbes colocados en 3 de los muros, una habitación amueblada, aunque de forma bastante severa. Una cama baja de madera, una mesa, una silla, un viejo librero que amenazaba con romperse bajo el peso de decenas de gruesos volúmenes y un armario componían todo el mobiliario del lugar.

El héroe comenzó a explorar el sitio, cuando de improviso, una figura amenazante se materializo en el aire. Era de elevada estatura e iba cubierta por una pesada túnica de cuero rojizo que le cubría el rostro. Su traje estaba adornado con piezas metálicas a lo largo del pecho, portaba un medallón con forma de cráneo colgando de una gruesa cadena de hierro y sus amplias hombreras estaban provistas de grandes púas de acero.

El desconocido no dijo nada, pero alzo una mano enguantada y con voz seca y gastada entono unas palabras arcanas, mientras le señalaba con las manos.