Al huir Chat Noir, recibes 1 PM.
En cuanto tocó aquel prisma del color de la sangre, el portal se activó, mostrando una superficie brillante que invitaba a cruzar. Sin embargo, también le embargó una sensación de agotamiento. Sus músculos parecían sufrir por el continuo ir y devenir por aquellos extraños portales, y Hércules pronto sintió que no tenía las mismas ansias de combate. Sin embargo, aún quedaban secretos por descubrir, por lo que avanzó hacia delante.
El último portal le había llevado hasta lo que parecía el final de su viaje, puesto que allí no había más arcadas ni puertas que atravesar. La fría estrella que hasta ahora había iluminado todo ahora estaba cercana, y el héroe observó con impresión que no era ningún astro llameante, sino la luz de una criatura. Parecía un Dios, un Rey que observaba toda aquella maravilla desde un trono que flotaba de la misma forma que todo en aquel lugar. En vez de rostro sólo había una máscara dorada sin facciones, pero el héroe estaba seguro que había estado vigilando cada uno de sus pasos y elecciones, juzgándole.
Pero no era este Rey quien le esperaba, sino una criatura que parecía estar sufriendo un dolor indecible.
Sus facciones estaban confusas, pues su forma difusa parecía descomponerse y recomponerse a cada momento. Sus movimientos parecían limitados por energías neblinosas que procedían del vacío a su alrededor, y su rostro parecía congelado en un grito silencioso que parecía durar siglos.
Aquel era su destino, pues el Héroe se hallaba en una Prisión, y toda Prisión debía tener una Celda.
~ ¿Quién eres, mortal? ~ dijo una voz angustiosa en su cabeza. El prisionero parecía haber posado sus ojos vacíos en él ~ ¿También buscas regodearte? ¿O has venido a liberarme y a ocupar mi lugar?
Hércules, tienes un penalizador de -2 al ataque físico
Hércules atravesó aquel portal una vez más, esperando no tener que volver a encontrarse con otros 3 arcos. Preferiría volver a enfrentarme a Cerbero, el perro guardián con 3 cabezas del inframundo, antes que volver a pasar por esas pruebas.
La diosa fortuna pareció sonreírle y aunque se encontraba cansado por los distintos viajes a través de los portales, por fin se encontró ante lo que podría interpretarse como su último destino. La brillante luz llamó su atención y observó impresionado a aquel rey con máscara dorada. Si es un Dios, mi padre nunca me habló de él. Quizás sea un guardián venido del cielo o del infierno.
Lo próximo en que se fijó el héroe, fue en aquel ser que parecía encerrado en una tortura eterna y que le hablaba. Si todo esto era una Prisión, aquél debía ser un prisionero. Y en ese caso, la criatura de máscara dorada debe de ser un alcaide, cuyo objetivo es gobernar esta prisión y que esta persona no escape. La siguiente pregunta por tanto, debía ser: ¿era aquella criatura que estaba siendo torturada, buena o mala?
- Soy Hércules, hijo de Zeus. - Aunque la voz se metía en su cabeza, Hércules prefirió hablarle a través de las palabras. - Mi decisión dependerá de quien seas. Ahora dime, criatura, ¿quién eres y por qué estás aquí?
~ Ya no recuerdo mi nombre, pero a mi memoria acuden retazos de una vida, una familia, un reino ~ las palabras en su cabeza sonaban ahogadas y doloridas, como un anciano al que le costase pronunciar cada una de ellas ~ Sin embargo, no sé por qué estoy encerrado en este lugar. El Rey impide que escape. Dime, Hijo de Zeus, ¿has atravesado el Juicio y has conocido al Ángel? ¿Eres digno?
Hércules se mantuvo cauto ante lo que estaba escuchando. Si algo había aprendido de este lugar es que un paso en falso podría significar la muerte. Y encontrándose ante su último desafío, no quería precipitarse.
- ¿Acaso en otra vida eras un rey? - Luego se dirigió a aquel astro donde se encontraba el ser de la máscara dorada, esperando que pudiera responder a sus incógnitas. - ¿Por qué le tienes encerrado de esta manera?, ¿qué ha hecho?
De nuevo, volvió a dirigirse al prisionero. - He atravesado diferentes pruebas para llegar hasta aquí, pero intuyo que todavía no he superado el Juicio final. Y si por ángel te refieres a aquel ser que hizo que mi compañero huyera, entonces sí, lo he conocido, pero no me da muy buena espina. Quizás yo no lo llamaría Ángel. La única cosa por la que me siento digno es de salvar a gente inocente y condenar a aquellas personas o criaturas malvadas. ¿En qué grupo te encuentras tú? Si el Rey impide que escapes, debe tener una buena razón.
Antes de decidir si salvaba al prisionero o no, quería estar seguro de que era realmente una persona digna de ser salvada.
~ Bondad, maldad ~ repitió la voz en su cabeza ~ Palabras que no significan nada para el Rey. Mas él es justo, y si has llegado hasta aquí, Hijo de Zeus, es porque te considera digno de...
Algo pareció llamar la atención del prisionero, puesto que detuvo y alzó la mirada hacia la estrella rutilante. Hacia el Rey.
~ Una última prueba debes superar, semidios ~ anunció, y todo empezó a temblar. Las fantasmagóricas ataduras que mantenían inmovilizado al prisionero empezaron a desvanecerse, y éste liberó sus manos, clavando su mirada en él ~ Lo lamento, pero es el precio de mi condena...
En el momento en que el prisionero se vio libre, las divinas fuerzas que mantenían aquel islote flotando en la nada se desvanecieron, y pronto Hércules sintió cómo todo se precipitaba a la nada. Cayendo sin control, pronto las sombras lo llenaron todo, puesto que se habían alejado demasiado del Rey en su Trono que todo lo iluminaba. El Héroe supo entonces que si no derrotaba al prisionero y volvía a encadenarlo, la isla de piedra se perdería en el mismo Vacío que lo había estado contemplando desde que entró en la Prisión.
Hércules, tienes que enfrentarte al Habitante de la Prisión Astral.
Su Dificultad es 16. Recuerda que tienes un penalizador de -2 a tu Ataque Físico, a lo que se le suma un penalizador de -2 porque la plataforma está cayendo al vacío y otro penalizador de -2 por Oscuridad.
Es decir, 16 + 2 (Ataque Físico) +2 (Complicación) +2 (Oscuridad)
Al presenciar la liberación del prisionero, Hércules desenvainó su mandoble y se colocó en posición de combate.
- Pobre criatura, has perdido toda libertad y ni siquiera eres dueño de tus acciones. Yo mismo me encargaré de acabar con este cruel destino al que te has visto sometido.
Mientras decía estas palabras, notó como el ambiente comenzaba a ser devorado por las sombras y la isla empezaba a precipitarse hacia la nada. Titubeó un poco debido a la inminente caída, hasta que recuperó su postura natural. Con esta oscuridad soy incapaz de ver nada.
Sacó una antorcha que tenía guardada y aprovechándose del golpe de su espada contra el suelo, consiguió generar chispas y encenderla.
- Tus trucos no funcionarán conmigo, prisionero. - Dijo mientras buscaba con la mirada al prisionero, y sostenía con la mano izquierda la antorcha, mientras con la derecha agarraba su mandoble.
Enciendo mi antorcha. ¿Gano alguna bonificación o simplemente elimino la penalización de Oscuridad?
La titilante luz de la antorcha iluminó la superficie, mientras Hércules sintió cómo todo se movía a toda velocidad hacia la nada. Sin embargo, aquella fantasmagórica criatura seguía allí, con los ojos negros y carentes de emoción clavados en él. Sus dedos, ahora extendidos, se estremecían anhelando el calor de la vida humana. Hércules supo que debía tener mucho cuidado si no quería sufrir una muerte horrible.
Con el uso de la Antorcha eliminas el penalizador por Oscuridad.
Hércules empuñó su mandoble y corrió hacia su enemigo. Intentó pegarle una estocada pero la caída de la isla unida a la agilidad de aquella criatura, hizo que no pudiera acertarle. No contento con el resultado, Hércules comenzó a entrar en una especie de estado en trance, donde no paraba de dirigir furiosos espadazos hacia su enemigo. Sin embargo, todos acabaron dándole a la nada y por si fuera peor, la caída de la isla hizo que Hércules tropezara y cayera al suelo, quedando a merced de aquella criatura.
Motivo: Ataque físico a Prisionero
Tirada: 1d20
Dificultad: 20+
Resultado: 2(+6)=8 (Fracaso)
Vaya tirada xDDDD
La hoja de acero del héroe atravesaba la incorpórea existencia del Habitante de la Prisión Astral, mientras éste flotaba a pocos centímetros sobre la superficie del suelo. A su vez, Hércules, agotado, no pudo evitar que su enemigo lo tomara del cuello como si fuera un niño y lo alzara ante él.
~ Este lugar es ahora mi morada y mi prisión, Hijo de Zeus. Pero tú no tienes por qué unirte a mí. Es mi destino acabar con tu vida, pero puedes ponerle remedio. ¡Huye mientras puedas!
Casi parecía una súplica, más que una petición, pensó Hércules mientras el prisionero le lanzaba hacia atrás con suma facilidad. El héroe se dolió del golpe contra la fría piedra, mientras observaba con aprensión cómo todo a su alrededor giraba y giraba, rota la oscuridad únicamente por la luz de su antorcha.
Hércules, has perdido 1 vida.
Para seguir luchando, tienes que volver a tirar los dados.
Hércules quedó sorprendido al ver como su espada atravesaba la incorpórea figura del prisionero. Momento en el que sintió una fuerza agarrándole del cuello. Después, fue lanzado y un golpe fuerte le provocó una herida sangrante, en su pecho al descubierto.
Por unos momentos, una sensación de miedo irremediable le invadió. Después de vivir innumerables aventuras y derrotar a un sinfín de criaturas, ¿acaso sería finalmente aquel lugar donde acabaría su viaje? Por un momento, pensó en correr para sobrevivir. Aquella sensación era la que debían sentir los humanos.
Observó el agónico rostro del prisionero y algo le hizo cambiar de opinión.
- No me pareces alguien que merezca estar encerrado en un sitio como este por toda la eternidad. Si mi destino es liberarte de tus cadenas, así sea. Y si no lo es, que Zeus me ampare.
Sin perder un solo instante, sacó una pócima roja que tenía en su bolsillo y se la bebió entera. Ahora veamos, si es etéreo, ¿cómo podría derrotarlo? Observó hacia alrededor, todo era oscuridad y la caída parecía ser inminente cuando pensó en una idea. Si todo esto es oscuridad, entonces solo la luz es capaz de derrotarle. Acercó la antorcha a su espada y la imbuyó en fuego. Después, dejo la antorcha en el suelo y agarró aquel flameante mandoble con ambas manos, preparado para darle su último ataque.
Su espada y su rostro iluminado por esa tenue luz, eran lo único que podía verse con claridad en toda aquella oscuridad. Hércules buscó al prisionero con la mirada y cuando lo encontró, pegó un salto con ambos pies y levantó su mandoble, que cayó fuertemente y de forma vertical, sobre la cabeza del prisionero.
Motivo: Ataque físico a Prisionero
Tirada: 1d20
Dificultad: 20+
Resultado: 20(+6)=26 (Exito)
Gasto 1 poción y continúo luchando.
Y me sale un crítico, VAMOSSSSSS. No veas lo mal que lo he pasado con este jefe final Ashtur. Si no hubiera sido por esta tirada, hubiera acabado muerto probablemente.
Las acciones de Hércules estaban motivadas por su buen corazón, de eso no cabía duda. Y si hubo alguna intercesión divina en ellas o fuera cosa del destino, sólo el tiempo lo diría. En cuanto impregnó su acero con el fuego de su antorcha y golpeó con él al prisionero de aquel lugar de pesadilla, su figura se desdibujó, pero de una forma que hasta el momento no había realizado. La expresión de su rostro pareció hacerse más tangible, y el hijo de Zeus pudo ver facciones más o menos humanas, aunque desgastadas por el tiempo.
~ Gracias, semidios ~ ya no hablaba la voz en su cabeza, sino con sus propios labios. Mostró su cuerpo, que ahora parecía cubierto de brutales cicatrices abiertas y sangrantes ~ Tu embate ha recordado a mi cuerpo quién era y lo que fui. Un Héroe como tú, hijo de Zeus. Ya puedo ser libre...
Tosió, y en sus convulsiones dejó escapar más sangre, que se unió a la que ya empapaba la fría piedra. Fue cuándo Hércules se dio cuenta que la superficie había dejado de caer, al menos temporalmente.
~ Se va ~ y señaló al Rey en su Trono. Efectivamente, parecía que la extraña figura miraba a otro lado, ya no observaba ~ Ya no soy de su interés, ni tú tampoco. Eso es bueno. Vete, huye de aquí y vive otro día.
Con un gesto de su mano, otro de esos portales surgió. Al otro lado Hércules pudo apreciar los exteriores de aquella mazmorra. Una salida.
~ No sufras por mi. Muero de la forma que siempre quise: combatiendo. Y te lo debo a ti. Gracias, hijo de Zeus ~ imprimió urgencia en sus palabras, y con toda razón. Sin la presencia de su Rey, aquella prisión empezaba a descomponerse: las islas flotantes se desintegraban, uniéndose a la nada que rodeaba todo. La misma sobre la que se encontraba el héroe apenas si se sostenía ~ y hasta siempre.
¡Enhorabuena Hércules, has superado la Prisión Astral!