Partida Rol por web

Jäger ni miró el pergamino. Estaba a otras cosas, después de la aparición de los Nosferatu. No era sorprendente que el Clan causante de que hubiera perdido a los suyos estuviera arriba en la lista de cosas contra las que lanzarse; era más sorprendente que con décadas a sus espaldas siguiera encima. Aquella clase de nublaje en el juicio era muy peligrosa.

-¿En serio? -preguntó- Tú mismo. Más vale que traigas un par de manos extras por las que no tengas mucho aprecio.

Reaccionó a las risotadas y a la ironía con un gruñido.

-Cierra la boca, Milos.

Se dispuso a salir de allí en cuanto hiciera falta, antes incluso. Los viajes podían ser el azote de todo el mundo (y los cainitas no eran excepción), pero aquel grupo tenía demasiada experiencia en ir de un lado a otro.
 

Bernini haciendo un esfuerzo por adaptarse a la nueva situación y haciendo caso omiso de las amenazas veladas os dice

- Tengo un buen cliente que nos puede alquilar un par de carruajes de viaje de calidad, pero necesitaremos dinero si queremos cocheros, guardaespaldas, provisiones...

por la expresión del hombre con el ceño fruncido, no iba a ser fácil organizar un viaje tan largo con tan poco tiempo. 

Los que habéis viajado a través de los alpes alguna vez sabéis que los caminos de montaña son con frecuencia estrechos y traicioneros para los carruajes, y la amenaza de un alud es constante. En invierno muchos caminos quedan bloqueados hasta la primavera, y quien se atreva a recorrerlos a pie o a caballo se enfrenta al peligro de una súbita avalancha.

Tras echar una rápida ojeada al mapa escucho las siempre burlonas amenazas de Milos y el caracter agrio de Jäger, sin mencionar mucho más, pero es la voz de aquel humano lo que me chirría por dentro como un metal oxidado.

- Suena como si quisieras llevar un gran contingente a través de las montañas, que, si no me equivoco, es la ruta que marca este mapa. - comento, señalando con un dedo el mapa extendido. - No se mucho sobre viajes, pero juraría que eso está a caballo entre una estupidez y un miedo profundo. Así que espero que conozcas una ruta alternativa que no pase por las montañas para proponer ese tipo de retraso en nuestro viaje. Me encantaría que fuera así.

Mis ultimas palabras son secas, acompañadas de una mirada hacia Bernini. El resto de bravucones bien podía aventurarse a una muerte segura llena de bandidos, gente que puede atacar de día o monstruos que pueden atacar en la noche, pero yo no. Las estupideces se pagaban caras, como la de la Dama Fanchon, y no había sobrevivido tanto tiempo para morir en una noche de estupidez.

Pense que ya tenias organizado el viaje y ahora nos dices que hay que comprar esto y lo otro .. Meneo la cabeza con una mueca de disgusto en la cara .Mal , mal, como lo veis los demás ?

- ¿En serio? - pregunto. ¿Estás loco? - Ese camino es casi impracticable y menos en esa cantidad de viajeros.

Los ataques se suceden contra Bernini, queen cualquier momento va a repensarse la sabiduría de ayudarnos a nosotros en vez de a los Giovani

Sigo obserbando el mapa que nos ha proporcionado Bernini y sin levantar la vista hablo con tono indeciso mientras voy señalando cosas en el mapa

-¿rodear la montaña?¿los alpes? supongo que podríamos ir en barco hasta francia, aunque eso es incluso mas dificil de organizar. O perder algunos meses viajando al norte y de vuelta. Sin embargo, esta es la ruta que ha seguido nuestro objetivo, ¿no?. ¿Queremos interceptarlo?¿o nos basta con alcanzarlo en su destino?-

Dejando ya el mapa cruzo las manos a mi espalda y me dirijo a Bernini cpn gesto comprensivo

-carruajes, cocheros, guardaespaldas, provisiones... cuantas cosas. ¿Esos hombres van a ser fiables? hay gente muy supersticiosa que dice toda clase de cosas cuando un grupo de personas pasa todo el día durmiendo. El plan que propones es un riesgo muy grande, no creo poder darte tu recompensa antes de haber cruzado esas montañas. Como será una salvaguarda mas, para nosotros y para ti-

- No hace falta seguir la misma ruta. - afirmo. Basta con interceptarlos a Ser posible antes de llegar a su destino.

Milos meneó las manos con las palmas hacia el suelo. Su sonrisa burlona no sólo no se había borrado tras la voz que Jagër le había dado... más aún, era todavía más ancha.

- Calma... calma, amigos. Nuestro querido Bernini hace lo que puede y, al fin y al cabo, esta es la ruta que el objetivo ha seguido. Desconozco si es la mejor o la peor... el peligro que entraña o lo conveniente que resulta. Pero lo que sí sé es que si queremos alcanzar el libro debemos ser rápidos y audaces. Si nos demoramos sólo unos días más de la cuenta, el rastro desaparecerá. No hay alternativa.

Milos camina con paso seguro hacia el enano y echa un vistazo sobre el mapa. De nuevo sonríe y se encoje de hombros. 

- A mí no me parece una locura.

Finalmente rodea con el brazo a Bernini y lo comprime gentilmente hacia sí.

- Por lo que a ti respecta. Consigue esos carruajes y vete despidiendo de la luz del día. Probablemente el de mañana sea tu último amanecer. Muchos de nosotros daríamos media eternidad por que nos hubieran dejado contemplar uno por última vez.

Se nota que a Bernini no le ha hecho ninguna gracia todo aquello, especialmente las quejas.

- Solamente dije que os daría la ruta a cambio de mi transformación, nada más. 

Aún así y notablemente amedrentado por la amenaza de Milos, el hombre se arma de paciencia una vez más dispuesto a colaborar y acto seguido le lanza una mirada de reojo a Aricia a la que siguen unas palabras cargadas de su natural desprecio:

- Si no entiendes de viajes cierra el pico, mujer. - y con el mapa entre las manos señala el final de la línea roja, hablando sobretodo para el resto de los hombres presentes- Éste es nuestro destino y todo eso que hay por aquí, son los alpes.

Dice rodeando con el dedo toda la zona colindante.

- No hay forma alguna de evitar las montañas. Podemos dar rodeos para pasar a través de más pueblos y zonas civilizadas, suelen ser lugares tranquilos. Pero eso es todo. A no ser que como ha dicho el caballero queráis convertir un viaje de unas pocas semanas en un peregrinaje de varios meses.

Sentencia finalmente.

Cuando aquel amasijo de carne abre la boca y escupe su desprecio, lo miro fijamente a los ojos. Avanzo hacia él y lo agarro por el cuello.

- No te creas que soy una de esas putas a las que muerdes en tus noches de estupidez y bravuconería, mortal. - extiendo mis colmillos. - El machismo de tu asquerosa sociedad no está presente en la nuestra. Un mero trozo de carne debería saber cual es su lugar en el mundo y comportarse debidamente. He visto más mundo que diez vidas tuyas, amasijo de estupidez y hedor.

Miro al resto, a ver sus reacciones. - Según mis principios, debería castigar a esta inmundicia, o no respondo de como podría responder mi Bestia si es humillada de esta forma. - vuelvo a encarar a Bernini. - ¿Tú que opinas?

Bernini traga saliva ante lo que para él fue un inesperado arrebato de Aricia cuyos colmillos brillan bajo la luna.

- Tenemos poco tiempo si queréis salir antes del amanecer,

el humano busca rápidamente excusas que puedan sacarlo del aprieto, y luego mira a Giani y a los demás en busca de apoyo

- Hay que ir a buscar los carruajes ahora o saldrá el sol.

Sus razonamientos parecen bastante sólidos, de hecho calculáis que en un par de horas empezará a clarear así que cualquier entretenimiento ahora podría significar perder un día de camino, además con su hábil argumento el capataz os recuerda la necesidad de que éste se encuentre en plenas condiciones para negociar con los cocheros.

Seguís a Bernini en busca de los carruajes y podéis presenciar como despierta a varios hombres, sacándolos de la cama y negociando muy agresivamente con ellos hasta conseguir que se avengan a aceptar el encargo con solo el pago de un tercio de lo convenido.

El capataz parece enfadado con el resultado de la negociación, sin embargo quienes entendéis de tratos os dais cuenta que vuestro hombre no solo ha conseguido rebajar el precio inicial considerablemente, sino que además ha logrado que los cocheros aceptaran salir aquella misma noche y que aportaran parte de los víveres para los primeros días; aceptando recibir el resto del pago por parte vuestra, desconocedores de vuestra absoluta insolvencia.

Los dos carros están bien asegurados contra el sol con postigos y gruesas cortinas, pero ya es demasiado tarde para encontrar guardaespaldas "de todas formas, estoy bastante seguro que no habríamos encontrado a nadie de forma inminente... " se justifica Bernini.

Sin más dilación os acomodáis en el interior y las ruedas empiezan a traquetrear sobre los adoquines.