Partida Rol por web

Alexia abre la compuerta que da al cubo 361 desde el 351 (el cubo de las esferas). Es una chica joven, morena, guapa. Va en sujetador. Manchada de sangre. En el pantalón de chandal se pueden apreciar los bolsillos abultados, cargados de cosas. En la mano lleva un cuchillo. Pero su expresión no es agresiva. Al contrario, se muestra amigable.

Zhi está encaramado a la escalerilla horizontal del subo 361. Es un niño chino. Va muy sucio, manchado también de sangre. Parece asustado. En la mano lleva una lata de comida. Y del pantalón sobresale un tirachinas.

Veo al niño asiático encaramado a la escalerilla asustada y me compadezco de él. Me pregunto quiénes fueron los desalmados que lo metieron aquí. Hijos de puta...

En mi rostro debe notarse que me siento aliviada de verlo vivo, pues me temía ya que estuviera muerto por los dardos.

-¿Estás bien, pequeño?- pregunto mientras guardo el cuchillo con lentitud para que vea que no debe temerme.  -Me llamo Alexia, ¿y tú?-

Busco en su cuerpo la herida que me dijo que tenía de dardo para comprobar cuan grave es el asunto y si la sangre es suya. Entonces me percato del tirachinas que guarda en su bolsillo y me hace reír. Pero mi mirada se detiene cuando veo lo que lleva en la mano. ¡Una lata de comida! Cliff tenía razón, los creadores de esto han dejado comida por ahí.

Entro definitivamente en el cubo sin acercarme a él, pues no quiero asustarlo más de lo que ya está. Entonces recuerdo que el niño había subido por el cubo del agua. Busco rastro de agua en su ropa e incluso en el suelo.

La sed me está matando…

El niño tiene entre doce y quince años. Su ropa está seca, y el suelo también.

La pinta de la tía no me ayudaba a mantenerme sereno, tanta sangre... la ultima vez que alguien estaba tan manchando empezó una pelea que no pudo ganar.
-¿Ah?!-Alce la cabeza y la ladee ligeramente al ver como la mujer entraba en el cubo.

No dije nada durante un instante.-¿Como sabes tanto de estas trampas? ¿Que te ha pasado?-Quería mantener la distancia. Pero poner los pies en el suelo era peligroso.-Oye, ¿De donde vienes es seguro? eh!?

El niño grita creo que sigue asustado todavía, le enseño mis manos vacías tras guardar mi navaja para tranquilizarlo. – No te voy hacer daño.- le aseguro. Me pregunta que me ha pasado y como se “tanto” de las trampas. Me niego a explicarle lo que me ha pasado a menos que empiece a desembuchar él primero. Estaba seco, no había subido por el cubo del agua. Mocoso mentiroso…

Entonces me planteo que tampoco está herido tal como me dijo. La sangre manchada que tiene no será suya, lo cual me hace desconfiar del niño.

-¿De qué cubo vienes?- le pregunto poniéndome seria. No iba a tolerar que me mintiera de nuevo.- Confía en mí, no estoy aquí para hacerte daño.- le repito mientras voy al centro del cubo para abrir la compuerta del suelo.- Cuanto mas sepamos de esta mierda antes averiguaremos por donde seguir...- seguir hasta la salida, si es que la había...

-¬¬...-Me aparte de su camino, para que pudiera pasar a la sala de los dardos donde me encontraba.-La puerta del suelo, de allí subí mientras la estancia se llenaba.-Dije simplemente mientras esperaba que ella viera por si misma la sala del cubo inundada.

-De donde vienes esa de las bolas, ¿Es segura? Porque no lo parece.-Como el resto de los adultos, esta tía era igual, solo decía lo que le interesaba, no compartía una mierda y encima creía que la temía, ridículo.

Crees que la sangre no es de él. Le notas asustado y desconfiado. Aunque el hecho de ponerse a comer cuando te tiene más cerca te hace confiar un poco, no parece que vaya a atacarte.

Zhi comienza a comer de la lata que tiene entre las manos, ávido, como si temiese que Alexia le robase la comida. Cuando Alexia entra en el cubo, la compuerta por la que ha llegado se cierra tras de sí. Mientras baja la escalerilla oís un click, y por el aire cruza una nube de dardos.

Un dardo os alcanza a cada uno, Alexia consigue esquivar la mayoría, que eran muchos por encontrarse en mitad del cubo, y Zhi recibe uno de los pocos que pasan por donde él está, a un lado del cubo y encaramado a la escalerilla lateral.

Los dardos os producen al principio un fuerte picor, luego sentís un leve mareo, sentís sueño, los párpados os pesan. Os acomodáis en el suelo, distantes uno de otro, uno frente a otro, no confiáis aún. Parece que no os importa tanto lo que pueda ocurrir en el cubo, el efecto de la toxina os hace ser temerarios, despreciar el peligro. Os sentís cansados, el cuerpo os pesa, y finalmente os dormís, tumbados en el frío suelo.