El primer número es el de la puerta que acabáis de atravesar. Lo que está entre paréntesis indica los números que véis en las puertas de arriba, abajo / laterales)
Caes con un sonoro golpe. En cuanto tocas el suelo, varios fogonazos salen de las paredes, al estar tumbado en el suelo, el fuego apenas te alcanza un brazo. Observas que los fogonazos se suceden en orden, de arriba a abajo y después de abajo a arriba. Cuando vuelve a llegar a arriba, cesa.
Hijos de puta... ¿han puesto trampas?... Respiro de forma agitada, aún sin levantarme del suelo, he tenido suerte, pero ya no me pillarán desprevenido. ¿Como se activará? ¿Un sensor de movimiento? ¿Uno de presión en el suelo? Supongo que una vez se ha activado, la sala ya es segura.
Este experimento no tiene ni puta gracia. De nuevo dos números repetidos, 28, 28... No parecen seguir ningún orden lógico, y si lo hacen aún no se me ocurre cual puede ser.
No me gusta esta sala, no quiero acabar mis días en un horno. Me arrastro como un comando hasta la trampilla con el número 65, y me asomo para mirar al otro lado.
Mientras te arrastras, no ocurre nada. Cuando te estiras para girar la manivela, tus reflejos te salvan de achicharrarte como un pollo, y el hueco que ocupa la puerta forma un espacio acogedor por el que no salen chorros del fuego y en el que estás protegido. Abres la puerta, expectante. Mientras cruzas al otro lado, observas como la quemadura de tu brazo está cubierta por una espuma amarilla, que va desapareciendo, mostrando un brazo sin herida.