Partida Rol por web

Ya todos se habían pronunciado y poco a poco se habían formado ambos equipos para aquel misterioso juego de Monokuma, al parecer el bando de Maxwell tenía un pequeño problema de liderazgo, el cual Maxwell podía solucionar de una forma rápida y sencilla, así que se acercó a Miko y le ofreció jugar.

-De acuerdo, podemos jugar a Cara o Cruz. Escoge.

Maxwell saca una Monocoin de su pequeña cartuchera, y se la muestra a Miko, de hecho se la dá para que pueda comprobar que no hay trampa alguna en la moneda, que la investigue todo lo que él quiera investigarla.

-Comprueba que está todo correcto, inspecciona bien la moneda.

Tras que Miko hubiera inspeccionado la moneda, Maxwell se ofrece a lanzarla.

Mientras Miko está inspeccionando la Monocoin, Maxwell deja caer de su bolso sendas Monocoins, las cuales resbalan sin hacer ruido por la parte trasera de su pantalón, hasta quedar tras su pie; comprobando que han caído de forma correcta y son distintas las respuestas, Maxwell se encuentra satisfecho, y de forma disimulada da un paso hacia atrás para poder ocultar ambas monedas bajo cada uno de sus pies.

Pie Derecho = Cara

Pie Izquierdo = Cruz

El objetivo es simple, cuando Miko escoja, Maxwell lanzará la moneda al aire. Y como es bien sabido la intentará atrapar con las manos, lográndolo pero a su vez, moviéndose hacia delante, levantando el pie correspondiente mostrando así la moneda CONTRARIA a la que Miko ha escogido, y diciendo "Maldición" para tapar el supuesto sonido de la moneda cayendo al suelo.

Luego de que esto hubiera ocurrido, Maxwell escondería la moneda que tuviera en su mano en la cartuchera, la Moneda del Suelo "visible" y una vez que nadie le prestara atención, escondería la moneda del suelo invisible.

Pues entonces no falla la jugada, ahora falta que a los demás les parezca bien decidirlo así. Recuerda que nuestro trato es que te vieran como su líder, ya te he hecho la asistencia con esta prueba; pero el gol lo tienes que marcar tú.

 Miko dudo un poco, pero vio que era justo: si dudaba del liderazgo de Maxwell, tendría que proponer una alternativa. No era fanático de la presión, pero estaba dispuesto a tomar el cargo si eso significaba defender lo que había dicho antes. Inspecciona la moneda cautelosamente y se la devuelve a Maxwell.

- T-todo esta b-bien... puedes lanzarla. Y-yo... aceptare el re-resultado...

 Tampoco quería armar un escándalo en frente de Monokuma por el tema del liderazgo, pero por lo menos el azar le daría una chance de cambio de líder al grupo.

Maxwell asintió y sonrió a Miko. Acto seguido se remangó para que viera que no había trampa ni cartón, y puso la moneda en su mano derecha, entre su pulgar y su dedo índice mirando hacia arriba. Aún no la había lanzado, sino que la mantenía entre sus dedos.

-¿Cara o Cruz?. Yo personalmente soy más de "Cruz" por razones obvias, pero prefiero que tu escojas primero para que veas mi buena predisposición acerca de todo este asunto.

Acto seguido Maxwell lanza la moneda al aire esperando a que Miko dijera su respuesta mientras esta se encontraba girando sobre sí misma en el cielo ante todos los presentes. Tiempo más que suficiente para que el Forense pudiera dar una respuesta "Cara" o "Cruz" y luego posteriormente ver el resultado.

- ¡C... Ca-ara! ¡Elijo cara!

 No le sacaba de encima la mirada a la moneda. Le temblaban ligeramente las manos. No sabía por que estaba tan nervioso. Maxwell aceptaba tranquilamente su rebeldía e incluso lo tomaba en serio ¿Tal vez era eso?... Realmente el joven obispo era alguien enigmático para él...

Maxwell se mostraba nervioso, la moneda había llegado ya a la cima de su máxima, girando sobre si misma aún comenzaba la bajada, el Obispo se había concentrado; nunca antes había hecho ese tipo de cosas, puesto que lo máximo que lograba hacer era rezar y dar la brasa a la gente que lo escuchaba, pese a todo, cuando la moneda bajó a la altura de sus manos intentó atraparla.

-¡RAYOS Y CENTELLAS, PARDIEZ!

Gritó el Obispo, usando aquel método milenario para evitar proferir insultos directos o blasfemar; a la par que dio un paso hacia atrás mientras miraba al suelo como un niño al que se le había caído un diente y estaba deseoso de esconderlo bajo la almohada de su cama para conseguir el dinero del ratoncito perez o del hada madrina.

-Nunca se me dio bien atrapar las cosas en el aire, mis disculpas... a ver donde está... ¡ahí está!.

Y ahí se encontraba la moneda, mirandolos hacia ellos, y ellos hacia ella... la moneda marcaba...

 ...la moneda marcaba cruz. La cruz de Maxwell. Togosaki dio un suspiro que fue una mezcla entre alivio y desilusión: si bien le hubiera sido mucha presión liderar al grupo, también creía importante alzar su voz y que las palabras del obispo fueran desafiadas de vez en cuando. Incluso noto algo de nerviosismo en Maxwell, lo que le llamo la atención... Antes de quedar como el Judas del grupo, sonrió tranquilamente mientras levantaba la moneda y se la devolvía.

- Pues ha to-tocado cruz. Tu ganas, Enrico-kun. Me pa-parece bien...  y aceptare el resultado... líder...

Maxwell sonríe y coge la moneda con su mano izquierda y guardándosela en su pequeña cartuchera, de donde tras rebuscar bien con ambas manos saca una pequeña biblia y la abre al azar ante Togosaki. A fin de cuentas, la única verdad se encontraba en la palabra de Dios y si el Poder de Dios le indicaba parar sobre una determinada frase, es porque algo de importancia tendría, la única premonición son las que los Santos, Ángeles, Vírgenes y el Mismísimo Dios pueden hacer.

^{"Mas respondiendo Pedro y Juan, les dijeron: Vosotros mismos juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios."}

^{-Hechos 4:19}

Cerrando la biblia y guardándosela en su cartuchera nuevamente, Maxwell volvió a hablar, aunque para sí mismo más que para otros...

-Supongo que eso ha sido bastante explícito...

 Togosaki aprecio el pasaje, como si Maxwell lo hiciera sentirse bienvenido a través de los mismos. Más que un fanatismo o un grupo de obligaciones sectarias, lo que Maxwell promulgaba era una filosofía de vida; una manera de ver el mundo mediante los textos sagrados de su religión y las enseñanzas de sus profetas. Veía casi un orden científico en todo su proceder... y le interesaba conocer más del tema.

- Mo-monokuma, nosotros y-ya estamos listos...

Kawamoto mira ambos y piensa, por fin un juego q entiendo...

Yo quiero jugar, quiero jugar!!!

     Monokuma:

¡Ya tenemos los equipos entonces; pero es hora de que os vayáis a la cama! Nos vemos aquí mañana, o quizás no os veo a todos... 

El director mira maliciosamente a Naminé y se ríe.

Vais a vuestras habitaciones y cuando llegáis, la televisión de vuestros cuartos se encienden, mostrando un anuncio.

Kawamoto se sienta en uno de los bancos de la Capilla y se pone a rezar para q todos sus compañeros vengan y no hubiera otro asesinato 

Todos llegáis por la mañana a la Capilla, Kawamoto Yuichi había madrugado ese día y se encontraba rezando allí.

Lo primero que hacéis cuando os veis las caras, es comprobar que no falta nadie; con un suspiro de alivio, termináis de hacer las cuentas. ¡Estabais todos, nadie faltaba a la reunión! Aún así, parece que algo raro se intuye en el ambiente, como que las cosas ya no están en su sitio.

Tomáis asiento, esperando a que llegue el director.

Y como si estuviera preparado para saltar en cualquier momento, aterriza sobre el altar el oso monocolor.

     Monokuma:

¡Sois una panda de pelmazos! Esperaba que murierais al menos uno esta noche, ¿cómo vamos a mantenernos líderes en audiencia si vosotros no ponéis de vuestra parte?

     Monokuma:

Supongo que no hay más remedio que empezar a motivaros para que os deis muerte, se acabaron los compañerismos aquí. 

     Monokuma:

Para la prueba de ver cuál de los grupos queda electo como Consejo Estudiantil, he escondido unos simpáticos cascabeles en la sala de generadores, iréis allí y el equipo que encuentre más, gana. 

     Monokuma:

Y ya sabéis, como en anteriores juegos con cascabeles, el que se quede sin, ¡no almuerza hoy! 

Tenko entra a la Capilla. Aunque podía notar una extraña sensación, no localizaba la fuente de su preocupación. Al fin y al cabo, ni la cruz invertida ni el cuerpo clavado a ella parecían fuera de lugar en aquel sitio.