Partida Rol por web

SECTOR CALIXIS, PLANETA CAPITAL ESCINTILLA, ORBITA PLANETARIA:

POR LA TARDE.

- La lanzadera ofuscada os deja en una plataforma de aterrizaje camuflada.

- Poco después un discreto servidor mensajero os guía hacia las puertas de embarque de un desvencijado carguero de línea de tamaño mediano, el "Predio de Leocadio."

Y allí estaban otra vez, desembarcando para realizar una nueva misión para la Inquisición. Echó un vistazo a los rostros que le rodeaban. Sabía que podía esperar ver en los de Itsua y Tercio, pero los tres novatos seguían siendo un misterio para él. El vostroyano esperaba que aquello saliera bien, no como la última vez, a pesar de todo lo que le recordaba a aquella desastrosa misión. 

"Supongo que por ello tengo la vergüenza de tener que obedecer a un recién llegado... Pero juro por el Emperador que, si veo signos de un inminente fracaso, actuaré como deba, aunque suponga desobedecer..."

PREDIO DE LEOCADIO:

- El "Predio de Leocadio" es un carguero mercante imperial que ha visto tiempos mejores. Parece que los daños masivos sufridos por años de negligencias han dejado inutilizada la mayor parte del armamento y unas cuantas bodegas de carga.

- Carga y pasajeros van apretujados en las pocas secciones de la nave que aún matienen razonablemente intactos sus sistemas de soporte vital.

- El coste de la tarjeta de embarque es de dos mil tronos. El servidor os ha hecho ya entrega de las vuestras.

- La tarifa de embarque no cubre los costes de alojamiento y comida, motivo por el que los viajeros reniegan y se quejan, pero la mayoría de la cuarentena aproximada de pasajeros presentes han gastado ya todo su dinero en el billete, por lo que aceptan viajar con la carga y alimentarse de su propia comida. Unos cuantos se apresuran a comprar comida en la estación espacial antes de que la nave zarpe en una hora.

- La duración estimada de la travesía hasta Acreage es de diez días. Se trata de una de las varias paradas en el viaje de la "Predio de Leocadio". Unas dos docenas de pasajeros tienen aspecto de mercenarios zarrapastrosos y medio tullidos, que seguramente irán a probar suerte en ese mundo feudal, pues se dice que está asolado por una guerra civil, lo que da oportunidades incluso a mercenarios de medio pelo.

La mayoría de mercenarios tienen un aspecto lamentable: heridas mal vendadas, roturas, viejas lesiones, enfermos, sucios, andrajosos y armados con armamento de ínfima calidad.

Os miran con una mezcla de desdén y envidia. Muchos ojos codiciosos se posan en vuestras armas y armaduras.

Predio de Leocadio. El nombre tenía más valor que la nave a la que designaba. Itsua se había sentado en el suelo, indiferente a las miradas que unos y otros les concedían. Su viaje había dado comienzo por fin y ello le satisfacía. Tenían una misión, un objetivo a diferencia de muchos de los allí presentes que, ignorantes, ansiaban alcanzar el planeta para dar sentido a sus míseras existencias, mentes abiertas abiertas carentes de un objetivo y que, en consecuencia, se perderían en la oscuridad y acabarían cayendo como víctimas de la Disformidad, aplastados por la colosal rueda de la corrupción del Caos.

Los ojos rojos de Itsua aparentaban mirar sin ver, refugiado en el plano de la meditación. No obstante se preguntaba por cómo actuaría el arbitrador. Aquella constituiría una dura prueba para él y quizás, abrumado por el peso de la responsabilidad, buscaría planificar hasta el más mínimo detalle. Pero si hacía tal cosa, fracasaría. Era la fe lo que debía impulsarle, igual que debía ser el motor de todos y cada uno de los presentes. El arbitrador no podía mostrar debilidad, y sobretodo no podía dudar de su fe. Un lujo tan vano como aquel tan solo le conduciría a un destino. La herejía. Y la herejía solo contemplaba una solución. La hoguera.

Sonrió para sí. La hoguera. El fuego purificador al que muchos lo arrojarían con gusto por el mero hecho de ser un psíquico, un portal a la dimensión infernal del inmaterium. Suspiró súbitamente cansado por aquel pensamiento y algo irritado consigo mismo.

¡Diez días allí! ¡¡Tenía que pasar diez días encerrado con toda aquella...!!

- "Escoria"

Xerxes miró a todos los que le rodeaban igual que había mirado a todos con los que se había cruzado desde que había puesto un pie en aquella nave destartalada. Ni un solo rostro se le había olvidado escrutar y en la mayoría había visto la codicia que lleva al hombre al hurto y al asesinato. Por supuesto que había algunos que lo ocultaban mejor que otros y gente en la que el Cuestor ni siquiera había percibido el menor indicio de interés hacia ellos. Pero eran aquellos los más peligrosos: el enemigo inesperado, el enemigo silencioso, aquel que mientras duermes te apuñala…

- Deberemos dormir por turnos- intervino rompiendo el mutismo de sus compañeros. Luego miró su crono.- Un turno por cada uno de nosotros, seis turnos en total, de ocho horas de sueño cada uno. El primer turno será de las cero horas a las ocho, el segundo de cuatro a doce, el tercero de ocho a dieciséis, el cuarto de doce a veinte, el quinto de dieciséis a cero y el sexto de veinte a cuatro- En aquel momento volvió a cubrir con la manga el crono.- Así habrá en todo momento cuatro de nosotros alerta ante cualquier eventualidad. Además, de este modo, en el periodo en el que cada uno de nosotros estará despierto coincidirá en algún momento con los otros cinco.- Llegado a aquel punto miró al Arbitrador Varnias.- Si, por supuesto, a usted le parece apropiado…- concluyó dejando la decisión final en manos del que era el líder del grupo.

Se notan unas vibraciones muy fuertes que hacen estremecerse toda la nave cuando ésta se desacopla del espaciopuerto orbital y comienza a maniobrar para alejarse del mismo.

306.810M41.

ARLAN HEX:

- La nave estaba demasiado atestada. Sientes un alivio físico cuando comienza a vaciarse, aunque el aire sigue estando igual de viciado.

INTIUS VARNIAS:

- Crees que no llegaste a romperte del todo la pierna, o al menos durante esta semana de viaje y reposo la has dejado descansar y ya te duele menos.

- A veces durmiendo te duele la oreja destrozada, pero todo sufrimiento es pequeño en el servicio al Emperador.

TERCIO VERIDIO:

- La dichosa pierna mecánica te duele horrores. Supones que no debería de doler, pues no está viva, o quizá sen los nervios, luchando por adaptarse. Es como si te doliera una pierna fantasma que ya no tienes.

- Además, en el espacio confinado de la nave de peregrinos apenas habéis podido moveros, por lo que no has tenido ocasión de adaptarte a tu nueva pierna ni de hacer la adecuada rehabilitación.

TITUS NIHILIUS:

- De vuelta en Escintilla y con tu primera misión como Acólito. Misión cumplida. Pronto podrás entregar tu informe de misión a vuestro jefe de operaciones.

VLADYMIR OSTROGOV:

- La pasada misión fue una dura prueba tras otra. Hubo momentos en que hubieses jurado que el propio planeta Acreage te odiaba y quería tu ruina.

- Esta misión ha sido coronada por el éxito, lo que encauza tu carrera como Acólito de la Inquisición, que a punto estuvo de descarrilar tras lo de Coscarla.

XERXES VON BRAUN:

- Primera misión, y exitosa además, pero todavía no eres Acólito.

- Antes deberás demostrar que dominas el conocimiento de los códigos inquisitoriales de Acólito.

El viaje había incluido todo lo que podía esperarse de tal. Y el paso por la disformidad había sido tan poco agradable como siempre. Su pierna seguía pulsando sordamente pese a la sanación, un recordatorio de sus errores personales que primaban incluso por encima del éxito de la misión. 

Atestados como ganado, compartiendo miasmas, Itsua no veía el momento en que la soledad le rodeara, en que tener un momento para destinarlo a la meditación. Algo le corroía, como un gusano que se hubiera introducido en sus carnes desde que estuvieran en el molino. Olrankan había sido algo más que una mera misión. Había exigido de sí mismo una profunda reflexión acerca de sus propias capacidades como elemento importante en la consecución de los objetivos que habrían de marcárseles en un futuro. Psíquico como era, sus habilidades habían resultado de escasa ayuda. Y no dejaba de advertir, pese a su autorización, el recelo y el rechazo en las miradas de algunos de sus compañeros. Nada nuevo bajo el manto negro del universo, nada que lo afectara realmente, mas algo omnipresente y con lo que había de bregar. 

Pronto alcanzarían su destino. Y con él, la obligatoriedad de analizar la misión y evaluar a los restantes miembros del grupo. El éxito de la misión, no implicaba el éxito de sus integrantes. Eso era tan obvio como la existencia del Caos. 

- La nave de peregrinos se vacía por fin, vuestro grupo es el último en abandonar la nave y adentrarse en el colosal espaciopuerto orbital de Escintilla.

- Un servidor llama vuestra atención en un corredor lateral. Vladymir reconoce el código de luces que lo identifica como herramienta de la Inquisición.

- Lo seguís hasta una plataforma de lanzamiento donde os aguarda una lanzadera negra.