Partida Rol por web

COLMENA SIBELLUS: LA COLMENA MEDIA:

SIBELLUS: COLMENA MEDIA:

077.816M41.

HORA LOCAL: 20:15.

Tras conversar con los Strophes, los Acólitos se retiraron a descansar y a estudiar: información y datos sobre la Colmena Sibellus, sobre las costumbres de la nobleza de la Espira, y todo lo disponible sobre Saia Strophes, la investigación acerca de su desaparición y el Culto conocido como el Coro del Júbilo.

Al día siguiente, Julia les preparó para la fiesta en casa de Lady Borella que se celebraría un día más tarde, una ocasión perfecta para ver a miembros del Culto de alto nivel.

Laurent Strophes consiguió licencias de guardaespaldas para dos de los miembros del equipo inquisitorial: Vassily Olov y Titus Pullus.

Por la tarde, mientras Annius Verna Strophes permanecía en la mansión Strophes junto con Arao Soil, Kritus y Nataly Surtova; un grupo liderado por Varius y en el que se incluían Verius, Titus Pullus, Vassily Olov y Günther Blitz descendió a la Colmena Media. Laurent Strophes les había concertado un encuentro con el cazarrecompensas Vorlin Orday, que era la persona que el noble había contratado para investigar la desaparición de su sobrina Saia y al Culto del Coro del Júbilo, y quien había dado con los "medidores de armonía" (uno de los cuales había resultado poseer circuitería alienígena y ser capaz de detectar psíquicos).

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Valerius había echado un vistazo rápido a los mapas de la espira que les había proporcionado Strophes. Quería hacerse una idea de cómo orientarse en la Colmena Media, sobre todo por si en algún momento los acólitos se separaban y tenía que buscarse la vida por su cuenta. También hizo todo lo posible por memorizar el rostro de Saia Strophes. 

Encontrar a la muchacha, en opinión de Valerius, no sería demasiado complicado... Lo difícil sería convencerla de salir de ese culto... Pues a cada minuto que pasaba, Valerius estaba más convencido de que el Coro del Júbilo no era más que una secta encubierta. Que, además, era usada como tapadera para secuestrar psíquicos vete a saber con qué oscuros fines. Por el Emperador que iba a poner fin a toda aquella insensatez.

El sacerdote pudo dormir plácidamente y al despertar la siguiente mañana estaba descansado y preparado para la instrucción que Julia les proporcionó. Cada aspecto que les comentaba era algo totalmente nuevo para Valerius... algo que le habría pasado desapercibido, o resultado absurdo... estaba seguro de ello. Pero algo que debía aprender de forma imprescindible para mantener su tapadera. La excusa de que su origen fuera un mundo que los nobles de Sibellus consideraban primitivo no les iba a salvar de todas las meteduras de pata.

Y entonces llegó Strophes... les avisó de que había organizado el encuentro con su cazarrecompensas, Vorlin Orday... Y el grupo de acólitos se dividió. Valerius, en su nueva identidad de Varius, junto a Xerxes, Titus, Vladymir y Tercio se dirigieron a la Colmena Media. Orday se iba a marchar pronto, así que solo tendrían una oportunidad de tratar de conseguir más información de él.

El contraste entre la hacienda de Strophes y la zona media de la colmena fue drástico. En cuanto el grupo cruzó la entrada de la ciudad inferior desapareció todo la pompa. La suciedad, la ausencia de grabados, el ruido de maquinaria... era como adentrarse en otro mundo.

Por el camino divisaron a un sacerdote que captó brevemente la atención de Valerius... Pero pronto desechó hacerle caso pues parecía más un loco que un verdadero y auténtico devoto del Emperador. Xerxes y Titus en cambio se toparon con algunos reclutadores menores del Coro del Júbilo... El grupo trató de aprender todo lo posible de ellos, pero poco pudieron sacar.

Tenían que seguir buscando a Vorlin... Al cazarrecompensas.

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EL SANTO LADRADOR:

El bar está lleno en este momento de un variado surtido de colmeneros y del ruidoso murmullo de las conversaciones. Detrás de la barra, hay un hombre sudoroso de gran tamaño sirviendo bebidas. Parece el dueño del local.

El Santo Ladrador es claramente un establecimiento cosmopolita y ocupado; vuestra entrada apenas es notada entre al ajetreo del bar. Hay en el ambiente el rastro de un olor a humo dulce y enfermizo, que procede tal vez de alguno de los reservados con cortinas de los laterales.

El bar está lleno de bebedores, principalmente miembros de los Gremios y trabajadores de factoría. En una esquina hay un grupo de tipos de aspecto rudo jugando a un juego de cartas, uno de los cuales os mira especulativamente al pasar.

Dice con una sonrisa: - "¿Estáis buscando a alguien?" -

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EL SANTO LADRADOR:

La sonrisa de la mujer se ensancha conforme os examina con más detenimiento.

- "No habéis venido esta noche en busca de compañía, ¿verdad? El viejo lobo está ahí detrás, tercera cortina por ahí." - La cortina que la mujer señala está en la parte posterior del Santo Ladrador, apartada de las luces de la zona principal del bar.

Avanzáis en esa dirección y apartáis la cortina, revelando a un hombre maduro, aunque en buena forma física, con pelo gris, debe de tener cincuenta y muchos años. Está ante una mesa de piedra formada a partir de un pilar cortado horizontalmente. En una mano sostiene una jarra de cerveza, en la otra una pistola bolter apuntada a la cabeza de Verius, que ha sido el primero en apartar la cortina.

Sonríe sin humor, sus dientes son como luces en la oscuridad reinante en el reservado cuando dice: - "¿Estáis buscando a alguien? ¿Quién os envía?" -

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EL SANTO LADRADOR:

Por fin entramos en aquel local, aunque un rápido vistazo al lugar me hace entender el motivo de lo expuesto por el noble Laurent Strophes, de que los nobles o cualquiera que pertenezca a una nueva familia no baja a la Colmena Media. El lugar, a pesar de no ser el sector más profundo de esa sociedad, igual es un hervidero de delincuentes y gente de mal vivir. Cualquier individuo que tenga una reputación que desee cuidar, no se mezclaría con la gentuza que pulula en esta mierda de zona.

Por lo menos, después de la primera reunión que tuvimos con la familia Strophes, conseguimos Vladymir y yo unas credenciales legales en Sibellus como guardaespaldas, las que nos permiten portar armas más pesadas de forma legítima. Eso es lo que planificamos, pues solo nosotros dos cumplimos con el perfil de agentes de seguridad, por lo que esas credenciales nos servirán en caso de ser revisados por alguna autoridad legal. La capacidad de movernos con mayor libertad es algo siempre útil para nuestro trabajo.

En aquella reunión también acordamos modificar un poco nuestras primeras ideas de coartada para permitir que Intius no quede solo en ningún momento por ser el único noble del grupo, pero eso no es algo que yo pueda decidir. Insistí en aquello pero es última decisión de los directamente implicados.

Luego entramos en el "Santo Ladrador" después de haber recorrido gran parte de la colmena media, entre lo que me topé con un grupo de personas, una suerte de reclutadores del Coro del Júbilo, que me hablaron de él y me dieron un afiche con información para unirme a ellos. Los estudié lo suficiente para comprender que me deben haber hablado al no verme con el aspecto de un miserable. Me queda claro que portar buenas ropas y equipo me ha dado un lugar entre los objetivos de reclutamiento para su grupo religioso.

"Supongo que el dinero es el primer objetivo del grupo. Lo segundo serían los psíquicos."

Ahora, después de abrir la cortina para encontrarnos con el informante de Lord Strophes, una pistola bólter nos apunta a la vez que nos hace una pregunta. Paso por el lado del encañonado Verius, para sentarme mientras hablo:

 - "Un amigo común, que le ha hablado hace un par de días. Dijo que podía ayudarnos con los detalles de su último trabajo."

Tomo asiento frente a él, sin un ápice de miedo por su arma, y me reclino en el asiento, sin intención de seguir hablando hasta que no entre el resto del grupo y cierren la cortina detrás. No descarto que hayan oídos indiscretos en el lugar, por lo que, para que sepa de qué hablo (aunque obviamente debe saberlo pues por eso ha de estar allí), le deslizo por la mesa el afiche del Coro del Júbilo que me han dado de camino para acá, poniendo en letra escrita lo que evitaré pronunciar en voz alta de momento.

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EL SANTO LADRADOR:

Valerius entró detrás de Tercio y Titus. Con las manos a la vista en todo momento para que aquel cazarrecompensas no iniciara un tiroteo, el sacerdote se movió hasta una de las sillas y tomó asiento también imitando las acciones de Titus.

Vorlin tenía que saber para quién trabajaban... quien les enviaba era su patrón, pero Valerius comprendía que el tipo querría estar seguro. Después de todo no se sobrevivía en esa profesión siendo confiado. Y menos en lugares como aquella colmena.

- Así es, y no tenemos mucho tiempo. - Dijo corroborando las palabras de su compañero. Miró directamente a Vorlin y pronunció con sus labios el apellido Strophes... pero solo hizo los movimientos... sin emitir ningún sonido. Suponía que forzando las sílabas sería fácil de leer y entender para cualquiera.

Miró a los demás, para ver si acababan de entrar todos y cerraban para tener algo de intimidad. No estaba seguro de si podrían sacarle mucha información al cazarrecompensas, pero Valerius quería regresar cuanto antes a la mansión Strophes.

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EL SANTO LADRADOR:

- "¿Y el nombre de ese amigo común es...?" -

Varius y Titus se miran en silencio, entonces el primero asiente y Titus Pullos menciona el nombre de Laurent Strophes.

Eso provoca una inmediata reacción positiva, pues el cazador de recompensas hace un gesto para que os sentéis a su lado:

- "Sentáos. Claris es buena evaluando a la gente, pero hay que ser cauto, de todas formas. Soy Orday." -

La conversación se alarga entonces y se vuelve un tanto enrevesada. Al parecer Orday tiene ganas de salir del planeta tan pronto sea posible, pero antes quiere vender cierta información que ha obtenido en la forma de una placa de datos, que por supuesto no lleva encima en estos momentos, y quiere conseguir no menos de mil Tronos por ella.

Os dice desde el principio de la conversación que sea el que sea el trabajo que os haya ofrecido Strophes no deberíais aceptarlos. Rápidamente os figuráis que Orday cree que sois operativos privados contratados, o que pronto seréis contratados por Strophes, es decir, mercenarios como él. Dejáis que crea eso, ya que ni siquiera se ha acercado a la verdad, y es que sois Acólitos de la Inquisición, cosa que os habéis propuesto mantener en secreto en todo momento.

Orday está claramente muy preocupado por algo relativo al trabajo que hizo para Strophes, aunque queda claro también que no tiene realmente deseos de hablar de ello.

Verius presiona un poco para ver si le saca algo más, mientras que Vassily y Günther están probablemente pensando en otro tipo de "interrogatorio" más severo, aunque uno que probablemente sería contraproducente. Verius quiere saber lo que sabe y por qué está tan preocupado. Tras ser arrinconado un poco más, añade:

- "De acuerdo, vosotros ganáis, pero no digáis después que no hice sonar un claxon, ¿eh? De todos modos, Strophes siempre ha pagado a tiempo, un rasgo inusual en los nobles. Tristemente, entre los suyos, el de ser vengativos no es un rasgo igual de raro. Un par de los altos y orgullosos han averiguado de algún modo algo sobre mi adquisición de sus juguetitos junto con algunos datos que preferirían que yo no tuviera. Parece que el Coro del Júbilo tiene algunos aliados bien situados en el Magistratum. Pese a todo, ese no es el auténtico problema.

¿Alguno de vosotros ha oído hablar acerca de la farcosia. Una cosa desagradable. Tanto que se dice que los Arbites están interesados... Es un potente narcótico y muy adictivo. Descubrí que la sobrina de Strophes se había enganchado a ella, aunque creo que él no lo sabía. Sospecho que unos cuantos miembros del Coro están enganchados. Pienso que nuestros Chicos del Júbilo la están distribuyendo. Es cara, realmente cara, mucho más allá de los medios de la mayoría de la gente de por aquí. Pero, ¿a quién trata de captar usualmente el Coro del Júbilo, eh?" -

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EL SANTO LADRADOR:

Una droga cara muy adictiva. Posiblemente los miembros del Coro la estaban usando también para anestesiar de alguna manera los poderes de los psíquicos... Pero claro, Vorlin no debía saber el objetivo real del Coro.

Sonrió.

- En efecto, tiene toda la pinta de que esta secta capta a los nobles usando esa droga... Y a partir de ahí les sacarán hasta el último Trono. - Comentó fingiendo estar pensativo. 

- Lo siento por la sobrina de Strophes... Seguro que era una muchacha cándida y todas esas cosas que se suelen decir de las buenas personas... Pero no creo que haya acabado bien. -

La información del cazarrecompensas resulta ser útil... y quizá deberíamos aprovecharla como grupo. Ya sea para intentar atrapar y sonsacar algo a algún miembro del Coro, como para fingir querer probar esa droga, siendo los nobles que somos...

Valerius empezaba a estar más que seguro de que alguien intentaría captarlos y usar dicha droga como cebo.

Miró a los demás... No creía que pudieran sacar mucho más de ahí... pero esperó por si alguien quería preguntar algo más. Por él, podían ir volviendo a la base, a la mansión Strophes, para reunirse con Intius y los demás.

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A juicio del vostroyano, más allá del asunto de la droga, la información de aquel pobre diablo estaba siendo más bien inútil. Ya sabían, o deberían sospechar, que el dichoso Coro tenía conexiones del más alto nivel. Ya sabían como las gastaban los nobles en general, y los de aquel antro en particular. Salvo lo de aquel narcótico, y los posibles datos de la placa que quería venderles, el tipo no tenía mucho más que ofrecer. De hecho, empezaba a pensar si había valido siquiera la pena bajar hasta allí solo para eso. 

Pero él no era un diplomático o hábil con las palabras, así que sería mejor que otro llevara las riendas de aquel asunto. 

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Tras hablar un poco más, queda claro que Orday cree que la placa de datos con la que se hizo junto con el "medidor de armonía" es importante. Pide mil Tronos, pero los Acólitos están convencidos de que los Strophes accederán a pagar ese precio, en particular si les sirve para saber con certeza cuál fue el destino de la pobre Saia Strophes.

Probablemente Orday crea que Saia Strophes tomó una sobredosis de farcosia, y, que o bien falleció en una de las iglesias del Coro del Júbilo o bien durante una de sus reuniones, y que se deshicieron del cuerpo, encubriendo el incidente para así evitar el escándalo.

Vorlin no lleva encima la placa de datos, es demasiado precavido como para actuar así, pero acaba proponiendo planear un encuentro y dársela unos días después. Os dice que la hora y el lugar se lo hará saber a los Strophes. Niega con la cabeza y sonríe con desánimo:

- "Espero que seáis muy buenos en lo que quiera que sea que hagáis." -

Dicho esto, Orday se levanta de la mesa, hace un gesto con la mano a modo de despedida y sale con arrogancia del Santo Ladrador.

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​​​​​Verius quedó pensativo tras la partida de Vorlin Orday y miró a ambos lados con suspicacia antes de hablar.

- Independientemente de la cantidad de tronos que haya mencionado creo que valoraría más un pasaje asegurado por un noble de confianza- miró a los ojos de sus compañeros por si alguno le seguía la línea de pensamiento- , una nave derechita a un lugar seguro donde no tenga que temer por su vida- gesticuló algo muy distinto: una inyección en su brazos, mover la cabeza con mareo y representar con la mano una boca parlanchina.

- Mil tronos, ¿De dónde sacar mil tronos?- todo lo que fuese a aliviar favores de la Casa Strophes implicaba garantizar en mayor medida los que de verdad importasen. Los ojos del mordiano reposaron sobre las mesas de apuestas y chasqueó la lengua al sentir el apetito por el riesgo del azar y lo peligrosos que serían sus compañeros de mesa en caso que los desplumase.

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Valerius sopesó la sugerencia de Tercio.

- No, creo que Orlin considera que tiene los suficientes contactos como para conseguirse dicho pasaje... o quizá piense que, si se marcha ya, no habrá problema porque tardarán en rastrear la pista hasta él... No creo que cambie de opinión respecto al tema económico. - Comentó.

- Seguramente los Strophes estén dispuestos a pagar esos mil Tronos. De no ser así, y si consideramos que la información que pueda darnos probablemente sea muy valiosa, nuestro patrón - dijo por no mencionar la palabra Inquisidor en voz alta - nos dio unos cien créditos a cada uno al comenzar la misión... Si juntamos los de todos tendríamos novecientos, por lo que solo tendríamos que aportar cien más. - Añadió a modo de idea.

Se encogió de hombros y miró a los demás.

- ¿Volvemos y nos reunimos con nuestros compañeros? -

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Una nueva cita que aún no conocían. Que puede que nunca conocieran, pues en opinión de Ostrogov, aquel tipo estaba muerto. Si le habían echado el ojo los poderosos, era solo cuestión de tiempo que le echaran el guante y apareciera muerto en un callejón. Pero así eran las cosas a veces.

-Estamos sobrando aquí-apuntó, como único comentario. Ni era un lugar seguro para hablar nada, ni era un lugar seguro en absoluto. Solo les faltaba que algún idiota quisiera problemas. 

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Los cinco Acólitos abandonaron el conflictivo lugar, donde era más que evidente que si permanecían tiempo de más acabarían viéndose involucrados, sin comerlo ni beberlo, en una pelea tabernaria.

Emprendieron el largo camino hacia la Espira, hacia la Casa Strophes.