Partida Rol por web

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HORA LOCAL: 06:09.

Enarco una ceja ante la declaración del Inquisidor pues eso es algo muy extraño. ¿Detectarlos con un artefacto y luego darles otro para destruirles? No tiene mucho sentido para mí, a menos que lo que deseen sea simplemente matar a todos los psíquicos, cosa que sería mucho más simple con una bala o un buen filo.

"A menos que quieran enviar un mensaje de alguna manera."

Nuevamente se me ocurren varias opciones, cada una peor que la anterior, en que se busca minar la fe en el Imperium y en las instituciones imperiales. Esa es una manera insidiosa en la que muchos herejes intentan sumar adherentes a sus cultos impíos, así como formar redes que permitan disimular y extender sus actividades.

Asiento al Inquisidor, conforme entonces con todo lo escuchado y listo para comenzar la misión.

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HORA LOCAL: 06:11.

Psíquicos... Aquello era horrendo. Algunos miembros de la célula sabían de primera mano qué es lo que podía hacer un psíquico fuera de control, y que los estuvieran reuniendo significaba que planeaban algo malo. De hecho, si de él dependiera, todos los miembros del Coro estarían ya puestos contra un muro y con una línea de fusiles al otro lado, del primero al último... Todo psíquico debía ir a las Naves Negras, lo sabía todo el mundo. Aquello era traición, simple y llanamente. 

Pero no dependía de él. El Inquisidor quería un enfoque más sutil, y él obedecería. Solo quedaba conocer los detalles del plan. 

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HORA LOCAL: 06:11.

Silencio, de nuevo silencio. El único refugio en aquella lluvia fina e incesante de palabras que calaba voluntades e intenciones. Dejaba el suelo enfangado, un suelo por el que tendrían que transitar más tarde que temprano, retrasando la tarea que, en su propio interés y el de Escintilla, debían acometer lo antes posible. Toda resolución e inventiva quedaba empañada por aquella miríada de preguntas que, inútilmente, pretendían dar solución a toda posible eventualidad que se les presentara.

Xerxes observaba y escuchaba, haciendo en el interior de su cabeza sus propias cábalas mientras comenzaba a pensar en los informes individuales que realizaría tan pronto acabaran.

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HORA LOCAL: 06:11.

Su rostro permaneció inmutable en medio de las diferentes reacciones, verbales o físicas. Pero nadie parecía haber caído en al cuenta de que una vez más, habían sido puestosa prueba. De las palabras del Inquisidor se deducía que conocía perfectamente la naturaleza de la carta y del medidor de armonía, su origen xenos, y su función. De hecho, les proporcinaba en aquel momento los esquemas de aquella tecnología. ¿Para qué tanta ida y vuelta, tanto perder el tiempo cuando desde un principio podría haberles puesto en antecedentes de forma correcta sin permitir desvaríos ni pérdidas de vista del objetivo real?

Un culto somático, blando en apriencia, pero que encerraba todos los peligros de una secta destructiva. Una doctrina feliz y ñoña, ideal para los niños ricos y alienados dispuestos a sufragar con sus solventes economías proyectos inanes, un escenario perfecto para ocultar la turbiedad de lo que se movía entre bambalinas.

Y una vez más, psíquicos de por medio. Algún día...

Un lustro. Cinco años desde el origen de aquel culto. Cinco años de su anterior nisión con la carta. ¿Coincidencia? Lo dudaba.

E Intius con el culo hecho té de tanna al saberse al frente de la miisón. Iba a echar de menos a mamá Osa.

- "Los Strophes os ayudaran en lo que puedan. Espero que hayáis estado practicando vuestro baile de salón. No os expongáis como agentes de la Inquisición a nadie más que los Strophes a menos que no haya absolutamente ninguna otra opción. Tened cuidado, pues en Escintilla la corrupción es un estilo de vida.” –

El Inquisidor habla un poco más con vosotros, dejando claro que vuestra misión principal es investigar al Coro del Júbilo. Con independencia de lo que encontréis, no se supone que debáis intentar destruirlos vuestra su cuenta, aunque la herejía evidente debería de ser eliminada con discreción.

La Inquisición ha investigado ya los recursos del Coro del Júbilo y su dinero parece legítimo, lo cual es parte de la razón por la que alguien debe de infiltrarse de forma encubierta, ya que aparentemente todo está en orden.

Vaarak afirma que Strophes y su hija son completamente de confianza.

Podréis enviar un mensaje de vox por medio de canales codificados de la Inquisición, que será eventualmente transferido a Vaarak, aunque el mínimo de tiempo entre el envío y su recepción estará entorno a diez días.

Recibís credenciales de crédito por valor de cien Tronos cada uno y documentos de identidad falsos que pueden ser rellenados como sea necesario. También Intius Varnias ha recibido la placa de datos con copias de los esquemas de la tecnología xenos y la poca información disponible sobre Saia Strophes, incluyendo pictrografías suyas, y el Coro dle Júbilo.

El Inquisidor dispone las cosas para que los Acólitos sean transportados al planeta en una lanzadera Aquila sin marcar.

- "El Emperador Protege." - Dice el Inquisidor, dando así por finalizada la reunión informativa. Cuando Arlan Hex se levanta añade:

- "Ah, Arlan. Se espera que esta misión sea discreta. Utilizarás tus poderes cuando sea realmente necesario y bajo la supervisión directa de Xerxes von Braun." -

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La ventaja de poseer ojos cibernéticos era que las pequeñas pulsiones humanas no se reflejaban en ellos. La ventaja de haber sufrido un quinquenio de torturas y exorcismos y que la piel fuera un libro de oraciones tatuadas era que uno se acostumbraba al dolor. La ventaja de un rostro inmutable era que uno podía tratar de no ser el espejo de su alma y agitarse bajo sus vientos. ¿Era un huracán o era una simple brisa lo que soplaba? ¿Había dolor o una simple caricia desmañada? Solo Itsua lo sabía y, desde luego, no se lo haría saber a los demás.

Miró a Xerxes, a quien hizo un gesto de asentimiento, y después al Inquisidor. Por lo visto eran amigos ya que se había dirigido a él solo por el nombre, sin hacer caso de su título o apellido llegado el caso, a diferencia de con el resto de los presentes.

-Por supuesto, Inquisidor Vaarak. No daré paso sin consultarlo previamente con el oficial del Munitorum y sin su aprobación expresa -su voz ronca y áspera no mostraba inflexión alguna y, sin embargo, ¿eran caracajadas lo que parecía percibirse como un eco lejano y mudo?-. El emperador protege.

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Xerxes hizo el ademán de levantarse, un gesto que desde el “incidente” requería de un tiempo mayor del normal. Aquella cojera, además de las evidentes desventajas que llevaba acarreadas, suponía una pérdida de tiempo en toda tarea que implicara cierto grado de movilidad. Quizá aquello, esa imperfección e ineficiencia física que impedía y condicionaba su desempeño normal, era lo que más le molestaba de esa situación.

Cuando finalmente se puso en pie y comenzaba ya a compartir la rítmica melodía compuesta por el bastón, el cuestor escuchó lo que el Inquisidor se decidió a añadir al final. Con un rápido barrido pasó de mirar Globus Vaarak a observar a Arlan y, tras un cabeceo afirmativo, volvió a cojear para salir de la sala.

Poco le importaba que la orden fuera un gesto sincero, muestra de la desconfianza justificada del Inquisidor en el psíquico, o que simplemente fuera un simple caramelo con el que endulzar el paladar del cuestor por un amargo reencuentro que nunca hubiera deseado que llegara a pasar. Le habían dado una misión, unas órdenes y, al final, una última tarea; la razones eran irrelevantes, su función era cumplir con todas ellas.

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HORA LOCAL: 06:11.

Von Braun supervisando los pasos del psíquico. No parecía mala opción. Quizá era por su pasado en común, o quizá el Inquisidor conocía algunas habilidades de Von Braun que Valerius desconocía. Tanto daba. 

No le parecía mala opción. En esos momentos le preocupaba más llegar a contactar con los Strophes, y que les pusieran un poco al día de cualquier asunto de la nobleza del que tuvieran que tener conocimiento. No porque fueran a representar el papel de primos lejanos, sino porque cualquier noble que se preciara tendría unos conocimientos mínimos sobre la situación de la colmena antes de ir de visita. Fuera por el motivo que fuera.

Se incorporó de la silla mientras asentía.

- El Emperador protege. - Respondió al saludo del Inquisidor. Luego se giró y echó a andar en dirección a la salida de la sala... siguiendo los pasos de Xerxes, y procurando que el sonido de su pierna metálica no retumbara demasiado al apoyar el peso en el suelo.

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HORA LOCAL: 06:11.

La mención a bailes de salón hizo que Ostrogov arqueara una ceja, quizás incluso reprimiera una pequeña sonrisa bajo su bigote. Nunca había sido del tipo de persona que baila, aunque puede que no le hiciera falta. Seguramente su mejor baza sería presentarse como veterano de la guardia, lo que implicaba usar su mejor uniforme... Aunque tendría que dejar atrás sus mejores armas, lo que era un varapalo. Pero bueno, no se podía tener todo.

No hizo comentario alguno ante el control de Xerxes sobre Arlan. Quizás era mejor así, quizás no, pero la decisión la había tomado alguien que sabía mucho más que él de aquellas cosas... Así que seguramente estaba bien. 

-Siempre y en todas las cosas-replicó al Inquisidor cuando les recordó que el Emperador velaba por ellos. Levantándose, esperó a que el resto estuvieran listos para salir de aquel lugar. Había preparativos que realizar. 

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HORA LOCAL: 06:15.

El Inquisidor dispone las cosas para que los Acólitos sean transportados al planeta en una lanzadera Aquila sin marcar.