Todos estaban allí reunidos, en un ambiente de lo más cálido, discutiendo los últimos detalles del equipo que acababan de formar. Vega sonreía todo el rato, y no podía quitarse de la cabeza las palabras que le había dedicado su novio: "Me importas tú...". Una y otra vez recreaba esas palabras en su mente. Como una secuencia infinita las hubiera encerrado allí para siempre, y una y otra vez, en cada ciclo, volvería a sentirse tan dichosa como entonces. Las cosas no podían irle mejor a la mechwarrior, quien además se había puesto en contacto con su hermana y dentro de poco, puede que la tuviera a su lado.
La joven hizo un barrido por toda la sala, observando orgullosa a todos los camaradas de La Guardia de Acero:
Jason Kirkpatrick, que jamás se desprendería de su etiqueta de mercenario de la periferia. Todavía recordaba la primera vez que se acercó a él con la sospecha de que pudiera ser su tío (quien le entregó a Apolo). Por suerte o por desgracia, las letras JK no correspondían a la persona de Jason Kirkpatrick, pero ella lo quería como si de su tío se hubiese tratado. Una vez más volvió a admirar su sonrisa de hiena y Vega le guiñó el ojo complaciente.
Alan Roark seguía en su línea de poco hablador, pero cada vez parecía que se integraba más en el grupo. O al menos ella lo quería ver así.
Edmond Von Laskaris había recuperado la sonrisa desde los últimos acontecimientos. Al principio le pareció un tío de lo más estirado, pero tras luchar a su lado, había visto que estaba hecho de otra pasta.
Stephanos Petrakis seguía con la misma ilusión en su mirada. El piloto la había hecho reír en numerosas ocasiones, incluso cuando las cosas estaban realmente feas. Vega pensaba seriamente eso de presentarle a su hermana pequeña. Sin duda, le encantaría tenerle como cuñado.
Y finalmente, la última persona a la que observó en su recorrido, fue a Tom, que estaba a su lado. Cuando el mecánico dijo “Gracias chicos. Gracias a todos” Vega no entendió nada de nada, pero él era así y eso le encantaba. Ella también le miró, enamorada – Anda cariño, ¿por que no traemos unas colas y brindamos todos por esta fusión? – la joven le cogió de la mano entrecruzando los dedos y se la besó. Inmediatamente se puso de pie y tiró de él para que la siguiera – Sabatini, solicito permiso para abandonar la sala. Si tardamos un poco, estamos en misión de búsqueda de bebidas. Tengan paciencia, volveremos… - bromeó. Vega se subió a la espalda de Tom de un brinco y le rodeó el cuello con los brazos – Te quiero – le susurró en el oído mientras le besaba el lóbulo de la oreja.
La vida de todos ellos como equipo parecía prometedora. Quizá algún día volvamos a saber de las aventuras de La Guardia de Acero...