Tras escuchar a los presentes y notar la evidene fatiga del señor Swanson, me incorporo y me retiro de la sala. Doy un par de pasos rápidos hacia el anticuario y lo abordo con educación:
-Disculpe señor Cottle- le digo, para que se detenga. Me encamino a su lado, pues hay un tema que me gustaría tratar con él- No he podido el evitar el sentirme identificada cuando ha hablado antes del poco valor que le estábamos proporcionando a la herencia, dadas las ínfimas muestras de entusiasmo que hemos mostrado. Quería disculparme por ello, pues tiene toda la razón. Soy escritora, así que las antigüedades para mí son un mundo completamente desconocido, al que me veo incapaz de valorar detenidamente. Me han inculcado el sea gradecida, y es cierto que no lo he sido con respecto a su amigo el señor Hough...
"Así que el señor Hough se ocupó económicamente de mi madre y de mí tras la muerte de Padre... ¡Y yo ni siquiera puedo recordarle! Me siento un poco avergonzada por ello, la verdad. He de hablar con mi madre de todo esto cuando regrese a casa, pues no tenía noticia alguna de las andanzas de mi padre..."
Doy un paso para alejarme del señor Cottle, sintiéndome algo mejor, pues notaba unos ciertos remordimientos por la decepción sufrida tras la lectura del testamento. No en vano, un hombre al que no puedo recordar se ocupó de mi madre y de mí, y ahora me legaba algo que, a juzgar por las palabras del anticuario, debía de poseer un valor incuestionable, así que debía de sentirme agradecida, y no haberme mostrado algo decepcionada... Eso había sido una muestra de egoísmo por mi parte, y no he sido educada para ser una desagradecida.
Me acerco a la secretaria, a ver si me explica qué trámites quedan aún por formalizar.
-Señorita, ¿sabe si es posible que pueda visitar el negocio del señor Hough esta tarde? Me pica la curiosidad... Además, ¿cuándo recibiré el objeto del que han hablado? Ciertamente no es que tenga prisa, pero me gustaría saberlo.
- Gracias por todo señor Swanson. - Son mis únicas palabras al levantarme del asiento y dirigirme también hacia la secretaria ya que por haber desconectado con tanta charla no me ha quedado muy claro nada, a parte de que tengo que firmar unos papeles.
Al escuchar las preguntas de la señorita Bradstreet, me quedo en silencio, esperando pacientemente a que la secretaria responda, ya que prácticamente es lo que iba a preguntar yo, y preguntar dos veces lo mismo es tontería, además que sólo serviría para incomodar a la secretaria. Aún así, queda claro viendo mi expresión que espero la respuesta a la pregunta formulada.
-Muchas gracias por su tiempo, señor Swanson. Agradezco su profesionalidad, y espero que se recupere pronto - Me levanto de la mesa, y me despido del abogado con un leve y cortes apretón de manos.
Salgo de la sala justo despues del señor Cottle y encamino mis pasos hacia la secretaria, pero me mantengo detrás del señor Cottle, evitando de esta forma ser yo quien hable con la secretaria.
me temo que yo tampoco podre hacerme cargo de la tienda a largo plazo pero puedo permanecer unos dias en Arkham, asi podremos catalogar y estudiar esos objetos tan peculiares que parece que están en la tienda del difunto.
Muchas gracias por su profesionalidad señor Swamson digo agradeciendo con un leve gesto el esfuerzo al notario .
y por favor pase por la tienda a saludarnos cuando se encuentre mejor[/B ] digo mientras finalizo con un apretón de manos a modo de despedida
[B]Bien señores, parece que ya tenemos algo con lo que entretenernos
La secretaria les tiende a cada uno diversos documentos de legalidad reglada según la normativa vigente, en su mayor parte trata sobre su presencia en el bufete, la confirmación de la propiedad adquirida y su conformidad.
Diversas notificaciones y finalmente la secretaria les entrega una llave.
La dirección en cuestión es local nº 13, esquina entre la High Street y la French Hill Street, de esta misma ciudad (Arkham) - les enuncia, como si se lo hubiera aprendido de memoria.
Lo siento, pero no tengo nada más para ustedes. Estoy segura que habrá una en casa de la sra. Hough. - agrega, con sentido común.
Por lo demás no puedo ayudarles. Es confidencial la información sobre el testamento de una persona fallecida y aquello que deja tras su muerte. Eso queda entre ustedes y el sr. Swanson. - explica, algo seca, como si fuera algo que todos debieran saber.
Antes de que se marchen se despide, algo más agradable, quizás consciente de que ha sido algo dura - Gracias por su ayuda, antes.
Son las 13:15 horas de la mañana del 25 de Abril de 1922. Es hora de la comida...
Sigue lloviendo, aunque más débilmente. El cielo está encapotado, y las nubes negras y el viento que viene del Oeste os dan la sensación de que seguirá lloviendo por algunas horas más.
Decidme si vais a ir a comer a algún restaurante, a vuestros respectivos hoteles o si decidis ir a visitar la tienda o la casa de la sra. Hough. Si vais a ir en grupo o cada uno por su lado...
Es para ir abriendo escenas.
Demasiado pronto para la comida. Mi Anne se va a casa de la señora Hough.
Suspiro ante las palabras de la mujer... ir a casa de la viuda no era algo que me agradara en absoluto; y más a pedirle algo que su marido nos dejo a un grupo de desconocidos para ella, ¿Que se le podría pasar por la mente cuando nos viera? Niego con la cabeza y miro al resto...
Creo que lo mejor será ir a comer a algún lugar y conocernos algo mejor... no me parece correcto abordar a la viuda de Daniel a la hora de la comida todos juntos, quizá deberíamos hablar sobre eso digo mirando mi reloj. Camino hacia la puerta y observo el exterior para comprobar si ha dejado de llover y tendré que usar el paraguas como tal, o si por el contrario podrá ser empleado como bastón.
Al lado del hotel donde me alojo hay un restaurante de comida italiana que no tenía mala pinta... Si les parece bien podríamos ir allí. Digo abriendo la puerta y dejando entrar el frío de la temperatura del exterior...
Antes de nada yo digo esto.
William camina cerca del señor Cottle, al salir del buffete mira al cielo y se limpia la nariz con el pañuelo. -Espero no ponerme a estornudar otra vez, maldito tiempo......-
Al oir la sugerencia del señor Cottle asiente y le dice:
- Un restaurante italiano? Suena bien, señor Cottle, hace teimpo que no pruebo un buen plato de spaggetti. Por mi estupendo, podemos disfrutar de una buena comida alli, guarecernos de este mal tiempo y conocernos mejor. -
Escucho las palabras del hombre de cabello cano y la verdad es que mi estómago está totalmente de acuerdo en eso de ir a comer primero. Además, la comida europea me traía gratos recuerdos de mi estancia allí, así que decidí apoyar la idea:
- Me gustaría acompañarles a ese restaurante caballeros. - Digo con una sonrisa, esta vez totalmente sincera ante la idea de poder probar un buen plato de pasta.
En los años 30, los horarios de comidas y cenas son ligeramente más tempranos que en el siglo XXI, a tenor de los horarios laborales, mucho más largos y con un sueldo mucho menor.
Las palabras del señor Cottle me parecían mas que sensatas, para la viuda era un momento difícil y al menos se merecía conocer a las personas que habían heredado la tienda de su marido Yo también me apunto a esa comida digo recogiendo mi abrigo
Cuando veo que todos se apuntan a una comida, me siento tentada de rechazarla. No gusto de comer con desconocidos.
-Lo lamento mucho, pero en ese caso prefiero no unirme a su comida- les digo, con la mayor cortesía posible- Si más tarde deciden acudir a casa de los Hough o a la tienda de antigüedades, les ruego se pasen por mi hotel a recogerme. Este traje que llevo está empapado, así que prefiero acudir a mi habitación a cambiarme de vestuario, por lo que si tuviesen que esperar por mí para comer, les demoraría en exceso- extraigo un par de tarjetas de mi hotel que llevo en el bolso de mano y se las paso, una al señor Cottle, y otra a la señorita Adams- Ruego que cuando acaben de comer, si van a visitar el negocio de la herencia o a casa de la viuda, me avisen primero. Ésta es la tarjeta del hotel en el que me hospedo. Está relativamente cerca, así que no creo que tengan mayores problemas a la hora de localizarme. Estaré reposando en mi habitación, que aún me encuentro alterada de las emociones matutinas.
Doy un par de pasos en dirección a la salida. Sigue lloviendo a mares, por lo que mi ya de por sí húmedo traje se pondrá aún más perdido. Se me queda pegado a la piel, y está tan frío que hace que me sienta congelada, como durmiendo en un refrigerador. Una ducha de agua caliente, quizás servicio de habitaciones y una breve siesta me repongan, hasta que este pintoresco cuarteto acabe de comer y de contarse batallitas.
¿Todos juntinos de comilona? Bueno, alguien tenía que ser la mosca cojonera... XDDDD