Partida Rol por web

Los labios del joven mago formaban un nudo, visiblemente molesto y enfadado. Con los brazos metidos en las mangas de la túnica, manchadas de sangre y suciedad, se alejó unos pasos de la entrada a aquel sótano.

- Antes de que me preguntéis - su tono era el de un niño al que hubiera reprendido - Ahí dentro hay una barrera, muy profesional, debo decir. Tiene escrituras y monedas de plata, pero en qué consiste, no me atrevo a aventurar. En Fairhill me dieron un pergamino, un conjuro que abre todas las puertas, pero no quería arriesgarme a usarlo sin saber bien qué había más allá.

- Y bien que has hecho. No estamos en condiciones de una nueva pelea, sobretodo contra algo que definitivamente es peligroso ya que ha sido sellado de una manera impecable. De hecho, no entiendo por qué siquiera queréis abrir esa trampilla... Sea como sea, volvamos al pueblo. Estamos agotados y tenemos un montón de chatarra y noticias que repartir. Aquí no hacemos más que perder el tiempo. - dije mientras enrollaba mi cuerda de seda e iba a recoger el gancho de escalada. Me colgé ambos al hombro ya que sería imposible meter más cosas en la mochila tras haber metido todos los cacharros y demás de Groland, pese a haber dejado parte de mis cosas en la yegua esta mañana. 

- Así que, ¿nos vamos?

Groland tomó nota del comportamiento del semielfo, pero sólo tenía una cosa que decir:

—Nos vamos.

Mi personaje esta aun grogui, así que volverá al pueblo y se ira de cabeza a intentar meditar, si quieren los otros hacerse cargo de las ventas adelante. Durante el viaje estará bastante ido, así que no hablara con nadie.

Durante el viaje de regreso, Rashaniel perdió parte del mal humor que tenía cuando salió del sótano, aunque permaneció meditabundo y sumido en sus pensamientos. Con la cabeza gacha, ni siquiera prestó atención al halcón peregrino que, posado en su báculo, parecía querer llamar su atención.

Agradecida de poder volver al bosque dónde me sentía cómoda, monté en la yegua y la puse a buen paso. El grupo estaba cansada y no quería hablar con lo que el viaje de vuelta fue todo tranquilidad. Ya era hora de algo de silencio.

Aliviada por salir de allí Kerri cabalgo tranquila y mas liberada que cuando se encontraban en el castillo. el camino le pareció mas largo que el de regreso, pero mucho mas satisfactorio, a pesar que no habían limpiado el lugar y que seguramente el orco volvería tarde o temprano, al menos por ahora era un lugar seguro, pero la preocupación por aquella losa y lo que podría guardar debajo la asaltaba a cada paso del caballo. Deberían volver y preparados, aunque no sabia si ellos solos podrian contra un vampiro.

Tras tomar la decisión, se lo comunicasteis a Jerinor y Lannet, que se reunieron con vosotros en el patio del castillo. 

Jerinor se mostró totalmente en contra de volver, arguyendo que lo mejor era acabar el trabajo que habíais venido a hacer y no tener que volver a éste maldito lugar....si aún quedaba algún lugar por registrar, lo mejor era hacerlo y luego irse. Frunció el ceño y calló la boca cuando le informasteis de las propiedades mágicas de la portezuela, así como de los inconvenientes de los pocos conjuros que podíais convocar, pero aún así aceptó a regañadientes...mentando algo así como "....un puto cuento para niños va a alejarnos de aquí...cuando quince orcos y un ogro no han podido.....puta mierda.....".  

Lannet, por su parte, se mantuvo algo apartado, pero mostró su conformidad en volver al pueblo en cuanto tuvo oportunidad. Se mantuvo como Faxlen, callado durante todo el camino de vuelta, atento a vuestras palabras y sonriendo a las chicas de vez en cuando....y levantando sus cejas de forma descarada cuando Arue le miraba...pero respetó en todo el momento el ánimo lúgubre del grupo, pues nadie dijo nada....fue una marcha silenciosa. 

Cargando con todo lo que habíais encontrado, cogiendo los caballos, mula y los cuerpos de Hathol y Greinh, emprendéis la marcha de vuelta a Fairhill por el camino principal, dejando las ruinas del castillo atrás vuestro. Atrás queda el combate, los momentos de peligro, la sangre derramada en compañía de los vuestros y los gritos de los moribundos. Atrás queda donde habéis visto caer a dos de los vuestros, defendiendo aquello en lo que creían, luchando contra el mal, contra el invasor, contra el enemigo...dando lo más preciado que tiene un ser...su vida, para que vosotros, un día más, pudierais vivir. Algunos de vosotros tardarían en olvidar éstos momentos...otros quizás no los olvidaran nunca. 

Al alejaros del castillo, al lado de uno de los árboles, hay un cadáver putrefacto de un humanoide clavado en un árbol, con un proyectil de metal de balista en pleno pecho, por los pocos restos de ropa que quedan, su estatura y complexión, deducís que sería un elfo. 

La marcha es larga, atravesais el denso bosque que rodea al castillo por un camino viejo, lleno de ramas, arbustos y maleza. Olvidado por el hombre, la naturaleza reclama lo que es suyo. El camino se estrecha, tanto, que en un momento dado, tenéis que ir en fila de a uno...y llegado otro momento, tenéis que desmontar y guiar a los caballos entre los árboles. Luego el bosque se despeja y podéis volver a montar, de nuevo en fila de a uno...y tras otro buen trecho así, por fin salís a terreno un poco más despejado, donde podéis ir en parejas o en grupo....ahí Jerinor sale al trote, intentando acelerar algo la marcha. Tras 7 horas seguidas de cabalgada en total, pues Jerinor se ha negado a parar en ningún momento, llegáis a Fairhill, donde por el sonido de campanas que oís, os han visto...