Partida Rol por web

La herrería, propiedad de Voril (Humano), está algo descuidada cuando entráis. El lugar aparenta cierto orden, y varias herramientas esparcidas por el lugar, así como encargos a medio hacer, hablan del mucho trabajo que debe de tener el dueño, pero todo aparece apagado...como apartado. La forja está casi apagada, apenas unas brasas refulgen en el lugar, unas herraduras casi terminadas descansan encima del yunque, al lado de unas pinzas largas y un gran martillo...

Voril se encuentra aquí, pero la mayor parte del tiempo está apático, sentado en un taburete y mirando el cielo a través de la apertura de su gran puerta de madera con acabados de hierro.

Tras salir de la posada, andáis con buen ritmo hasta la herrería, donde encontraís a Voril sentado en un taburete, intentando trabajar en unas herraduras, pero al parecer, le cuesta bastante. Al girarse hacia vosotros, véis que le caen unas lágrimas por la cara, pero se las limpia e intenta recuperarse. "¿Qué....qué queréis?" os pregunta.

Miserable. Ese hombre no parecía estar en estado de hacer ningún tipo de trabajo. Estaba hundido hasta el fondo en su propia miseria. Pero era lo único que tenía.

- Arreglar una armadura. - le dije mostrándole el agujero de mi equipo de protección. Normalmente no habría dicho nada más, pues no me gustaba utilizar a la gente, pero añadí una pequeña frase que tal vez le incitase a ponerse manos a la obra. Una indirecta. - Para que podamos salir de nuevo en expedición.

Nadie acusaría jamas a Brand de ser muy consciente de los sentimientos ajenos (una impresión provocada parcialmente por los actos conscientes del hechicero que creía que era que era mejor que te subestimaran y parcialmente porque, admitamoslo, Brand era bastante egocéntrico e insensible... simplemente no tanto como hacia creer a los demás), pero incluso el podía ver que el herrero no estaba demasiado motivado. El discreto comentario de Arue no habría estado fuera de lugar en una conversación normal, pero no paso desapercibido a Brand (dos en un mismo día! Eso se merecía un premio) y le hizo recordar algo sobre una de sus tareas pendientes siendo el rescatar a la hija del herrero.

-Así es, herrero -dijo Brand mientras le pasaba por el hombro por el hombro a Arue- mi apuesta y valiente compañera aquí presente y yo acabamos de volver de hacer un favor para las gentes de Fairhill y estamos ansiosos de salir otra vez para acabar con los peligros que haya alrededor, como por ejemplo monstruos salvajes, pero necesitamos acero de buena calidad para proteger nuestros cuerpos y atravesar los suyos. Yo mismo estoy interesado en adquirir una daga, si tiene alguna de calidad disponible.
 

El herrero levanta la mirada y os presta más atención al oiros hablar así. Ciertamente, su aspecto no es el más adecuado...podéis ver que está algo desaseado, su barba aparece descuidada, va despeinado y en general, tiene más aspecto de borracho que de herrero, de hecho, huele prácticamente igual, a vino rancio. Sin embargo, al oiros hablar y miraros de nuevo, su semblante y sus ojos adquieren un brillo nuevo....¿esperanza?.

"¿De....de verdad? ¿Vais a ir a buscar a Arialle? ¿Haríais eso por mí? Oh....Oh....¡os estoy tan agradecido! ¡Gracias!¡GRACIAS! Por favor...traédmela viva, os lo ruego. Se que vosotros podréis hacerlo...habéis vencido al Ogro del Castillo del viejo Mago. Se dicen tantas cosas buenas de vosotros...¡Hacedlo, por favor!¡Por favor!" os dice, mientras os coge las manos y os las besa con mansedumbre y derramando de nuevo lágrimas, que, sin poder evitarlo, caen en vuestra piel. Al parecer, el hombre ha interpretado vuestras palabras como su corazón más desea en éste momento...

"No os preocupéis...mañana por la mañana tendréis la armadura reparada, os lo juro." te contesta rápidamente, secandose las lágrimas con una manga sucia cuando se repone del llanto de nuevo, casi atropellandose en sus propias palabras por el ansia con el que las pronuncia. "Sí...sí, por supuesto que tengo una daga para vos, buen señor...tomad, aquí tenéis."

Mientras dice éstas palabras, saca una daga sencilla de un cajón de uno de las múltiples mesas que tiene, dejándola encima de la mesa delante de tí. La daga tiene la empuñadura de madera y pomo de acero en forma triangular. Parece bien hecha y funcional. No ganaría un concurso de "belleza", pero sin embargo, parece estar construida para lo que tiene que servir. "Tomadla, tomadla sin reparo...ésto y la armadura son un adelanto de lo que puedo ofreceros si rescatais a mi niña....por favor...." en su voz y su cara veis auténtica desesperación.

-Reservate las recompensas para cuando rescatemos a tu hija, herrero, pero ten por seguro que haremos lo posible por rescatarla -dice Brand con gran dignidad mientras se limpia disimuladamente la mano en la parte de atrás de la camisa... de Arue-. Ahora dinos el valor de nuestras compras y alimentate con nuestra moneda hasta que traigamos a tu hija de vuelta, ¿no querrás que vuelva y vea a su padre en este estado verdad? No, que vuelva para encontrarlo ayudando a su manera, trabajan el metal que la salvara a ella y al pueblo.

Muy orgulloso consigo mismo el hechicero echa la mano a su cintura para pagar cuando se acuerda de algo.

-Aunque ahora que lo dices, tal vez podrías hacerme un pequeño favor para ayudarme -comenta Brand sacando una de sus bolsas llenas de oro-. Últimamente hemos adquirido gran cantidad de monedas que sinceramente no son practicas en nuestro oficio, y me preguntaba si tenia joyas o monedas de mas valor que fueran mas fáciles de transportar.

Oh...no. No quería ser más directa precisamente por evitar esto. ¿Y si el resto no quería ir a buscar a la hija del herrero? ¿Acababa de prometer sin mover la boca que yo iba a encargarme de ello? Me estaba metiendo en líos sin quererlo, tenía que dejarle claro al herrero que no quería limosna, que pagaría, y que su hija estaba en nuestros planes pero no podía prometerle nada... Pero Brand se me adelantó, dándole al herrero lo que necesitaba: la promesa de que íbamos a buscar a su hija.

"Maldita sea..."

- Repárela lo antes posible y no haga chapuzas, así podremos ayudarle. Pero le pagaré por ello. Si encontramos a su hija - no dije "cuando", sino "si", ya que no quería darle falsas esperanzas. Yo no era así. - Ya discutiremos cómo puede compensarnos.

Le entregué la armadura mira Brand miraba la daga que le había ofrecido y le comentaba algún tipo de trueque con monedas.

- No es por ser aguafiestas, Brand, pero a no ser que este buen hombre tenga un cofre escondido en la trastienda, creo que eso sería mejor comentárselo a un comerciante de joyas o tal vez a nuestro anfitrión en el pueblo. - a los tipos ricos, vaya, no a un herrero borracho.

La cara del hombre se transformó en una máscara de auténtica felicidad cuando Brand habló..."Oh...oh...¡¡GRACIAS, buen señor...GRACIAS!!" decía el hombre, una y otra vez. La voz del herrero había aumentado de volumen, excitado por la expectativa que ahora mismo se le habría delante de él, después de estar tan apesumbrado. Varias personas que pasaban por la calle se giraron a mirar, curiosos, atraídos por las voces de Voril, que hacía días que no se mostraba tan contento. Pronto empezaron a cuchichear entre sí, señalándoos y asintiendo, aparentemente felices y satisfechos, casi que diríais.....¿orgullosos? Al parecer, habían adivinado qué estaba sucediendo allí y daban su aprobación. Incluso alguno, al notar vuestras miradas de reojo, os saludó y os sonrió abiertamente, haciendo la señal universal de que "está bien" (puño cerrado, pulgar arriba). El herrero, excitado sobremanera, parloteaba rápidamente..."Señor, señora, ellos partieron hacia el norte, yo le dije que no se fuera, que su lugar estaba aquí, junto a mí, sobretodo después de que su madre faltara...pero ella no quiso escucharme. Estaba tan ansiosa de ver mundo, de vivir aventuras...malditas canciones y cuentos de hadas, que le han comido la cabeza a mi pobre niña. Pasó un grupo de malditos aventureros.....¡no...no como vosotros!...ellos no hicieron nada por el pueblo, simplemente, pasaron una noche aquí, hablaron con mi niña y se fue con ellos...me..me la quitaron..". El hombre parecía muy apesumbrado en ésos momentos..."Por la mañana, temprano se levantó y con un simple beso se despidió de mí y partieron al norte, siguiendo el afluente del río...no...no puedo deciros más. Soy muy cobarde para ir por ahí de aventuras, y me temo que mi niña esté en problemas, pues el lugar estaba plagado de Orcos y otras cosas. Aunque ahora los Orcos ya no son un problema...¿verdad?". Ahí sonríe esperanzado, y sacude la cabeza como para despejarse.
 

En cuanto Brand rechazó sus "regalos", el hombre negó con la cabeza vehementemente..."No, no...de ninguna manera. No permitiré que aquellos que van a ir a por mi niña me paguen por una mísera daga o un agujero en una armadura de cuero, no señor. ¡Se me caería la cara de vergüenza si permitiera eso!." dice, casi exhasperado. Al parecer, el estado emocional del hombre, ahora mismo, está como en una balanza, y va rápidamente de un extremo a otro. "La armadura estará por la mañana, como he prometido, y en perfectas condiciones, doncella. Lo juro por Freya.". Su cara era muy seria al comprometer su palabra.

Os oye hablar, pero al parecer, no presta demasiada atención desde que se le ha instaurado en la cabeza que vais a ir a rescatar a su hija...."Perdonadme, buen señor, pero dispongo de pocas monedas en general...pero algo podré hacer por vos, decidme....¿qué queréis cambiar?" No parece haberse dado cuenta del "juego de palabras" empleado por cualquiera de los dos dejándole caer que la buscaréis, pero que no os estáis comprometiendo al 100% ni a ir inmediatamente.

-Entonces mañana por la mañana pasaremos a recoger la armadura y cuando acabemos unos asuntos intentaremos averiguar que ha pasado con su hija. Eso si, le advierto que solo puedo prometerle que intentaremos averiguar que ha pasado, y que solo podremos buscar a su hija cuando estemos seguros que los orcos han dejado de ser un problema y no queda ninguno escondido esperando a que bajemos la guardia -comenta Brand con finalidad mientras saca unas monedas plateadas de su bolsa-. En cuanto al dinero si tuviera algún dragón para cambiar le estaría agradecido.

Pues no había nada que hacea: teníamos una misión con este hombre sin haber dicho que sí. No me veía obligada a hacerlo, aún así, y a pesar de que se negaba a cobrarme por la armadura. Sin embargo, peusto que ya habíamos quedado en ir a por la mantícora y demás, esto podíamos "solucionarlo" por el camino. O descubrir algo. Era una chica joven y un grupo de aventureros, con lo que esperaba encontrar rastros fáciles. O al menos, no esperaba una emboscada mientras los buscaba, claro, con lo que no parecía una misión mortal y peligrosa.

Cuándo el hombre me llamó doncella casi se me escapa una risotada. Era la primera vez que me decían eso con tanta seriedad, sin ser sacástico o forzado. Yo sabía de sobras que de doncella sólo tenía el hecho de ser una mujer joven, y eso no era lo más obvio cuándo mirabas a mi capa, mis armas y mis ropas. 

- Pues le veremos mañana por la mañana y recogeremos mi armadura arreglada. - dije finalmente, recalcando el hecho de que tenía que arreglarla, que para eso había venido aquí.

El hombre os cambió las monedas por dragones sin mucho problema, pues las cantidades no eran excesivamente grandes*. Asintió varias veces cuando dijisteis que ibais a volver al día siguiente "No os preocupéis, tendré la armadura." repitió, una y otra vez, mientras salíais de allí.

La herrería estaba a apenas un par de casas del mercado hacia la derecha, y a casi cien metros del templo hacia la izquierda.

Al salir, visteis que la gente empezaba a darse prisa hacia sus casas, y notasteis que el sol había ya pasado el punto más alto en el cielo, así como que vuestros estómagos comenzaban a dar muestras de hambre. Se estaba acercando la hora de comer.

Una vez en la calle, Brand sintió un tirón en su mente, como una llamada débil, un intento de conexión que tantas y tantas veces había sentido....intuitivamente, levantó la vista hacia el cielo y visteis pasar un cuervo en vuelo errático, cansado, apenas moviendo las alas, en dirección hacia la posada...."Hambre...¡SED!" consiguió intuir Brand en las sensaciones que le llegaban a su mente. Un graznido surgió de la criatura..."¡¡POSADA!! CRAACCCKK....¡HABITACION! CRAACK!"

Apenas habías entendido las palabras, de lo ininteligibles que habían sonado. Probablemente, la gente que había levantado la cabeza y hecho una señal de protección contra el mal agüero, sólo había escuchado un par de graznidos.