Jerinor había salido en dirección a la herrería para recoger un mangual pedido a Voril, mientras que Groland y el resto cogian su equipo. La mujer guerrera pertrechada con su armadura y equipo andaba con paso resuelto segura de que los esbirro de Vortigern atacarían dentro de la Villa, mientras sopesaba todo lo que había ocurrido. Pensó en ir a ver a Baran, pero el pájaro de Rash ya debía haberlo avisado a él o a Shandril. Lo mejor era regresar rápido a la casa y aclarar las cosas con el resto. A buen seguro ya estaría todo más calmado y podrían tomar una decisión unánime.
Cuando tocó a la puerta, entro y para su sorpresa se encontró cara a cara con su padre adoptivo. Exclamando: Barannn! Mientras que se cuadraba por inercia. Señor, os han contando lo que ocurre? Hay un gran peligro acechando la Villa y el Castillo. Necesitamos la ayuda de la Guardia de Fairhill! Escuchando en ese momento como Groland le relata lo sucedido.
Baran mantuvo un rostro ligeramente agrio hasta que Groland mencionó varias palabras que lo pusieron tan en alerta como si estuvieran quemando la Iglesia del pueblo...hecho que había acontecido no hacía demasiado tiempo, la verdad sea dicha.
Con los ojos abiertos como platos durante los primeros instantes,el Capitán era todo palabras sueltas - ¿¡Qué?! Un...¿lich? ¿En el castillo? - una rápida mirada por encima de su hombro hacia las nubes negras y su cabeza vuelve a mirar hacia adelante. - ¿Un grupo, que quiere liberarlo? - El hombre no sale de su asombro conforme las noticias le van explotando en plena cara. - Oh, por Freya...El pueblo...un lich. ¡Oh Diosa mía!. --
El hombre retrocedió cediendole terreno a Groland y al resto a la vez que Jerinor llegaba corriendo. Casi tropezó con ella porque su vista, desorbitada por unos momentos, estaba más fija en el rostro de los que tenía delante que de los alrededores, como intentando desvelar una pesada broma en las palabras que le lanzaban como flechas inmisericordes. Tras unos instantes deglutiendo la información, asintió varias veces y señaló hacia la torre de la guardia con su muñón, mientras con su única mano se mesaba la barba pensativo. - Id a la torre en cuanto estéis listos, enseguida estoy allí para proporcionaros caballos y un par de hombres. El resto los necesitaré para proteger el pueblo. -
El capitán salió casi corriendo hacia el Templo de Shandril.
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Unos minutos más tarde, el grupo esperaba alrededor de la torre, mientras dos guardias cuchicheaban en voz baja cuadrándose al ver llegar a caballo al Capitán Baran con Shandril a su vera en otro alazán y dos guardias conocidos, Wick y Esmar, con cinco caballos detrás de ellos cogidos por las riendas. Nada más llegar, se dieron cuenta que el Capitán parecía más nervioso que cuando se había ido andando. - Muchachos, aquí tenéis los caballos. Partid de inmediato....y Freya os guarde, valientes. - dijo, desmontando, mirándoos con intensidad unos segundos y metiéndose acto seguido en la torre, seguido, tras una señal, de los dos guardias de la entrada.
Shandril se acercó a ellos y desmontó con una gracia casi ultraterrena, evidenciando que también era una experta amazona. La cara de la elfa era de determinación, inclusive de cierta impaciencia y empuje - No puedo creerme que hayamos tenido tanto tiempo un liche encerrado debajo de las ruinas de ése castillo y no nos hayamos percatado hasta ahora. - dijo, no con una mezcla de incredulidad y sorpresa. - ¿Estáis seguros que podréis con él? Es una criatura no-muerta terrible, aunque si según decis, está despertando, quizás tengáis una oportunidad contra él mientras no alcance el apogeo de su poder. - más que preguntar, parecía sopesar posibilidades.
Dudó unos instantes, pero al final se llevó al grupo aparte, separándolos de la torre unos metros, mientras los dos guardias que esperaban con los caballos listos parecían mascar piedras en cada una de las ocasiones que los héroes de Fairhill les ponían un ojo encima. La elfa alzó la cabeza con gesto altivo tras pensar durante unos instantes, para después revelarles algo que no conocían - Ése mago y yo fuimos una vez aliados, pero con el paso del tiempo, se volvió más distante y huraño. Nunca pensé que se volvería tan malvado. - la mirada de Shandril se había endurecido y su boca era pequeña como boca de piñón, como si le costara pronunciar las siguientes palabras. - Si os encontráis con él, quizás si le habláis de su amada, Gethrame, le hagáis recapacitar y acabar con ésta locura. Sobre éste tema, no tengo nada más que deciros. Que Freya os guarde. -
Y pese a las protestas o miradas de incredulidad por la poca educación que acababa de demostrar, se dio la vuelta, se subió de un ágil salto a su caballo y regresó al trote hacia su Templo, donde ya comenzaba a congregarse gente.
Wick y Esmar se acercaron con los caballos y les entregaron las riendas. - Nos ha ordenao el Capitán cos vigilemos, y que haguemos lo que sea pa que...pa que.... - dijo Wick con su vozarrón gangoso, parando para buscar las palabras correctas - ...vuestros culos vuelvan enteros. - completó Esmar con voz chillona y nasal y una sonrisa torcida, enseñando varios dientes amarillentos. Ciertamente no parecían contentos, pero ante todo, eran guardias de Fairhill y el Capitán les había dado una orden directa, aunque Jerinor sabía que no perderían oportunidad para meter cizaña y buscar pelea.
En cuanto salieron de Fairhill, la campana de Alarma, congregando a todo el mundo, comenzó a sonar.
A ellos les sonó como una despedida fúnebre.
Agilizo un poco para daros pie a la salida hacia el castillo, ya que ya habéis decidido ir hacia allí.
Postear en consecuencia.
Poring: 25 PX para todos.
Próximo post: 16/02/17
Todo el pueblo estaba en pie, y aunque Rashaniel estaba muy intranquilo por lo que iba a suceder en las próximas horas, supo que quizás gracias a su ayuda el pueblo de Fairhill escaparía de la furia de ese Lich.
Lich. La sola mención, aunque fuera en su cabeza, de la existencia de esa criatura le hacía estremecer. Era frecuente, durante los estudios de la magia, que surgiera ese término o que los jóvenes magos se terminaran haciendo la pregunta sobre los límites de la misma. Los hechizos, conjuros y rituales conocidos eran innumerables, y aunque se dominaran todos, siempre podrías diseñar nuevos. Eso volvía la práctica de lo arcano en un arte que requería siglos, y aunque uno fuera el hechicero más poderoso de su momento, siempre tendría el límite que su cuerpo mortal impusiera. Por eso surgían los Liches, magos que abrazaban voluntariamente un impío estado de no-muerte para prolongar su existencia y seguir desentrañando los misterios de la magia.
Abominaciones. No sabía por qué, pero Rashaniel detestaba la mera existencia de esos seres, aunque conocía lo peligrosos que podrían llegar a ser. Dedicó una mirada a su grupo y se preguntó si serían capaces siquiera de plantar una firme batalla. ¿Escaparían a la menor oportunidad? ¿Serían consumidos en ceniza y polvo por algún malévolo conjuro? ¿O les atraparían de camino los viejos conocidos de Syria, y acabarían con su misión antes de tiempo?
Mientras observaba cómo Shandrill daba muestras nuevamente de que se estaba convirtiendo en una auténtica harpía, Rashaniel dedicó una mirada a su libro de conjuros. Un mago que se dirigía a la batalla sin estar preparado. Glorioso.
La mención, nuevamente del liche había logrado ponerla nerviosa, pero fue un sentimiento que aplacó con rapidez con una fuerza de voluntad que desconocía que tenía. Lo cierto es que era ella la que había decidido embarcarse en aquella aventura que podía ser la primera y también la última, pero que no temía; era lo que había deseado desde siempre, o al menos desde que tenía uso de memoria, y sabía que estaba preparada para hacerlo, tal vez incluso para morir si con ello su nombre se grababa en las historias de Fairhill como una heroína... Al menos si quedaba Fairhill. Eso era, también, lo que la animaba a no echarse atrás, a no salir corriendo tan lejos como pudiera, o peor, bajo las faldas de su madre. Y es que sabía que si fracasaban seguramente no habría lugar donde huir, no quedaría piedra sobre piedra, en su hogar, y no podía ni quería permitir que eso ocurriera. Su convicción fue tal que, como un golpe de aire fresco, algo dentro de ella – y esta vez no era ninguna de las voces que la molestaban de vez en cuando –, la mostró que definitivamente ya no era una niña, sino toda una mujer. Su valor, su determinación, la habían convertido en una adulta, en lo que quería ser.
Además los demás habían mantenido en secreto su participación en los acontecimientos que se desarrollaban en esos instantes, no mintiendo pero si ocultando tanto a Baran como a Shandrill lo que había hecho y como habían descubierto todo aquello. Era una prueba de que no solo ella se consideraba mayor, sino que ellos, sus compañeros – y ahora si podía llamarles así –, también lo hacían. Habían confiado en ella, o al menos la habían dado una oportunidad, y no les iba a decepcionar.
Pero incluso con eso, la costó sonreír mientras se dirigían a la torre a la espera de los caballos y la ayuda prometida. Tampoco tuvo palabras para agradecer lo que habían hecho por ella, aunque lo sentía de veras. El problema es que, pese a todo, había una sombra que seguía planeando sobre ella, y que la asustaba de manera irracional más que cualquier otra cosa. Era algo ilógico, estúpido incluso, pero así era. Y por supuesto, ese terror era provocado ni más ni menos que por Vortigern. El oscuro hechicero la atemorizaba, irónicamente, más que el ser no-muerto al que pretendían enfrentarse; no podía explicarlo, puede que porque la recordaba a la muchacha asustada que había huido del bosque, tal vez porque aquél hombre era la maldad en estado puro, o a lo mejor por otra cosa totalmente distinta, no lo sabía, pero así era.
Fue una sensación que se acrecentó en su corazón cuando la sacerdotisa de Freya les contó aquella historia. ¿Por qué? Eso si podía decirlo, y es que aquél liche..., no creía que fuera malo. O al menos no lo era. La carta, Shandrill, Gethrame..., aquello que muchos consideraban un monstruo había sido alguien totalmente normal, tal vez mejor que la mayoría. Una persona que había amado, que había reído y sido feliz; si haber leído aquella conmovedora nota pidiendo a un amigo que le acompañara por toda la eternidad la había conmovido, aquello fue el último paso para sembrar la desconfianza en ella de si realmente merecía morir. Lo que era no tenía porque definirle, sino lo que quisiera ser, lo que quisiera ser. Ella lo sabía bien, y llegado el momento, creía de veras que podía contagiar aquella esperanza a su grupo.
Aquella idea si la hizo curvar los labios levemente: Eralion no tenía porque ser pura oscuridad como el brujo que perseguía su poder..., y tal vez podría demostrarlo. No, tal vez no. Lo demostraría. Llegado el momento, sería hora de llevar la confianza que habían depositado en ella a otros. Salvarles de sí mismos.
Estaba tan emocionada ante lo que les aguardaba que ni siquiera la presencia de Wick y Esmar logró acabar del todo con su buen humor, aunque si que les recibió con una disgustada mueca de disgusto. La cosa es que no importaba, no tenía sentido preocuparse por aquellos dos, porque esa pareja si que no tenía remedio, pero tampoco lo necesitaba; sólo eran un grano molesto, no algo a lo que temer.
Eso sí, sólo por si acaso, y después de como les había visto mirarla antes, se acercó hasta Groland antes de subir a su caballo y le golpeó ligeramente con un dedo a la altura del hombro derecho.
– Se que antes, a lo mejor, me pasé un poco, pero prometo que no volverá a suceder – miró de reojo a los dos guardias, y luego a Jerinor, momento en el que suspiró y volvió a observar al guerrero –. ¿Me devuelves la espada? Por favor.
Con eso no sólo estaría preparada mentalmente, sino también completa para la dura prueba que se avecinaba.
Minutos después ya estaba sobre el semental, y por primera vez en un buen rato sonrió sin impedimento. Se prometió que no sería una carga, y demostraría que su decisión no sólo eran palabras vacías.
Tras el revuelo producido en la Villa por la noticia del Lich y la ayuda prestada por Baran y Sandril, Jerinor partió con el grupo de aventureros hacía el tan temido castillo, cruzando pocas palabras con Wick y Esmar, ya que la situación de crisis actual obligaba a ser más disciplinada y tragarse su orgullo en beneficio del éxito del grupo. Ya tendría tiempo de demostrarles a estos lo que era tener la lengua demasiado suelta.
Asiendo su lanza y su recién adquirido escudo, cabalgo al trote en su alazán cual guerrera esplendorosa con la visera de su yelmo levantada. Sobre su capa llevaba cruzado un carcaj con flechas incendiarias y un arco de buena factura. Su magnifica espada larga mostraba su bella empuñadura presta para ser desenvainada y un bello mangual titilaba prometiendo una muerte rápida junto a una daga enjoyada de poder mágico. Groland por su parte le había facilitado un odre con un liquido de color verde, el cual protegio con la piel curtida de una ardilla. Colgandolo de su cinto para tenerlo cerca de ella, ya que le había dicho que era una pócima curativa.
Rompiendo el silencio, exclamo sin gritar, al llegar a los aledaños del castillo: Amigos! El destino nos aguarda. Ha sido un placer compartir aventuras con vosotros. -Haciendo una pausa dramática.-
Por Fairhill. Por nosotros! Lucharemos y venceremos.
Pensaba en las palabras de Groland, a las que sólo había respondido con un leve asentimiento de cabeza. No había querido decir nada, porque no lo veía necesario; las palabras, desde su punto de vista, sobraban en ese momento, pues sólo las acciones que vendrían a continuación serían prueba de que estaba lista.
Por supuesto, como era de esperar, tampoco había ido a hablar con su padre. Habría sido como una despedida, y ella no quería tal cosa. Volvería, estaba segura, era su promesa. Y con ella había emprendido el camino...
Al trote y sobre su pardo rocín, ella era, con total seguridad, la que menos impresionaba en aquél grupo de entrenados guerreros. Incluso Rash, tal vez debido a la sangre élfica que corría por sus venas, se veía altivo y preparado a la vista; si se hacía un rápido examen, ella, una joven y pequeña damisela, no pintaba nada entre los allí presentes, más bien parecía la protegida de Kerri, que radiante en su armadura y de mirada dorada, cabalgaba junto a ella, o tal vez era al revés. Poco importaba, sea dicho, pues allí todos tenían un sólo destino y un objetivo, uno que pronto compartirían como compañeros – incluso Wick y Esmar –, y que les llevaría a la gloria, o a la muerte.
Por eso a medida que se acercaban a la linde del castillo su sonrisa, lejos de morir en sus labios, se ensanchaba con una nueva determinación, y aunque no coreó a Jerinor – en parte porque ni la amenaza próxima evitaba que la mirara recelosa, y en parte porque ella no era tan exaltada de normal –, si que sus palabras fueron suficientes para terminar de animarla. Al fin, tras tanto tiempo, ella era la protagonista de una historia que otros podrían escuchar algún día, y al viviría, o daría su vida, por la libertad soñada.
Por supuesto, todo eso era parte de un complejo sistema que, en su interior, nacía para oponerse al miedo que reptaba esperando el momento de aflorar a la superficie. Pensar aquello, dejarse llevar por la emoción, era la única manera de frenar al único enemigo más peligroso que el liche o el malvado brujo, pues el terror bloqueaba la mente, paralizaba el cuerpo y hacía cometer errores. Lannet se lo había enseñado, y no quería decepcionarle. No podía, o seguramente no le vería de nuevo.
Por eso sonreía. Porque era la única manera de no volver atrás.
<<Claro que venceremos>>. Y se le escapó una suave risa que se llevó el viento.
EDIT: Para "no dejar colgado" el post de Groland, pero para no llenar esto con mis post.
La gente de Fairhill se reunía en torno al templo mientras sonaban las campanas. Pronto, Shandrill tendría que imponer su autoridad para que no cundiese el pánico. Groland observaba la escena desde la loma de la torre, junto a la yegua que se le había asignado.
—Al menos, la gente estará a salvo —se dijo con una mezcla de satisfacción y pesimismo.
No hacía falta ser un adivino para entender cómo de incierto veía el guerrero el futuro del grupo: un lich podía ser un hueso demasiado duro para ellos. Quizás por eso Groland acariciaba los amuletos que llevaba al cuello, y quizás por eso había cogido para sí la daga de plata y el aceite mágico, allá en la casa. A la espalda llevaba ahora su mochila, donde había cargado diversas cosas que podrían serles útiles, entre ellas los sacos y los frascos de agua sagrada. Volvía a ser la mula de antaño. Miró a Rash, su compañero.
—Ánimo, mago —le dijo, con menos convicción de la que quería mostrar—. Podremos con esto. —Volvió a mirar a la gente congregándose.— Sólo espero que Flowright vuelva a tiempo de unirse a la fiesta.
Instantes antes, Groland había pedido al capitán Baran que, si veía a la mestiza, le ayudara a reunirse con ellos. No albergaba duda alguna de que Arue se les uniría, tarde o temprano. Groland también había agradecido al capitán y a la sacerdotisa su ayuda. Había sido una especie de despedida.
Sirya se le acercó y le pidió su espada. Groland se miró la cintura: ahí estaba el arma. Con el urgencia, había olvidado que la llevaba encima. El guerrero suspiró y tendió el arma a la chica, sosteniéndola por la hoja.
—Espera, Sirya —dijo por sorpresa, sin soltarla aún. Volvió a suspirar.— Le dije a tu padre que hablaría contigo sobre todo esto de «irte de aventuras», pero ahora me doy cuenta de que no servirá de nada: la gente crece y quiere irse del nido. Tu padre no puede retenerte, como supongo que yo no puedo impedirte que vengas al castillo. Aunque me gustaría. —Se detuvo unos segundos. No miraba a la chica a los ojos.— Ahora que vamos a meternos juntos en problemas, tienes que prometerme que usarás la cabeza y confiarás en los demás. —Ahora sí mira a la chica.— Si trabajamos unidos, tendremos una oportunidad. Si no, caeremos uno a uno. ¿Lo entiendes, verdad?
El guerrero volvió a mirar a otro lado y durante unos segundos no dijo nada más.
—Quizás quieras hablar con tu padre antes de irnos —añadió, finalmente, soltando la espada y dándole una palmada en la espalda, al tiempo que se alejaba hacia Wick y Esmar. Se colocó delante de los dos soldados. Les preguntó sus nombres.— Wick. Esmar. No os caemos bien, y puedo comprenderlo: vosotros tampoco me gustáis. —Puso una manaza sobre el hombro de uno y otro.— Pero ahora eso da igual: vamos a jugarnos el pellejo juntos, y vamos a hacerlo por la gente del pueblo, por vuestros amigos, por vuestras familias. Es nuestra responsabilidad. La de todos nosotros. Yo sé que en todo hombre hay un valiente. Sé que podéis hacerlo. Confío en vosotros y me voy a dejar la piel para que volvamos todos vivos.
Tras decir aquello, Groland se separó de los dos hombres y se dirigió a su caballo. Estaba listo para partir.
Cojo la daga de plata y el aceite encantador, además de encargarme -provisionalmente- de las aguas sagradas y de los sacos. (Inventario ya actualizado.) Que conste en acta lo que le digo a Baran sobre Arue.
Kerri comento a Baran:- Alli estaremos Baran, espero que todo salga bien.
Cuando llega Shandrill y nos comenta su antigua amistad la digo antes de que se vaya:- Shandrill, quien era Gethrame, cual es su historia junto a tu amigo?, como se conocieron o que paso entre ellos. Gethram esta viva o muerta? y de estarlo como murio?, o donde vive?
Luego al ver que esta todo decidido subo y recojo la capa magica que me pongo encima y con la que me siento mas protegida.
Despues me preparo y cuando estamos listos digo:- Vayamos y acabemos con esa inmundicia, si lo que Shandrill ha contado es cierto, quizas tengamos una oportunidad de acabar esto sin lucha, pero seguramente no sea asi, asi que estar preparados para cualquier cosa.
A pesar de que Kerri hizo varias preguntas a Shandril mientras ésta se montaba en su caballo, no obtuvo mayor respuesta que una negación con la cabeza y un suave "No quiero hablar de eso. Lo que pasó, pasó." Con éstas palabras, la sacerdotisa se alejó en dirección al templo, donde se estaban juntando los aldeanos. La respuesta a Kerri había sido algo más suave que las últimas y duras palabras, más por el tono empleado que por lo dicho.
Esmar y Wick miraron de arriba a abajo a Groland, como si estuvieran decidiendo si escupirle o contestarle. Finalmente ambos se miraron de reojo, sin ocultar, para nada, su desprecio al extranjero. "Ale, y'as qedao bien. Tira p'alante pelafustán."*, le contestó de malas formas Wick, ante la mirada irónica y peligrosa de Esmar, que no dudó en añadir "Sí, cobachero* proteger nuestro pueblo es por lo que trabajamos aquí, no hace falta que venga un apanarrao* y nos lo diga."
A pesar de dicha animadversión, no dudaron en seguir al grupo y mantenerse vigilantes mientras se alejaban del pueblo.
No tardaron mucho en dejarlo atrás y llegar al vado del río, por donde estaba el camino del viejo castillo. El sonido de los cascos de sus caballos, al galope, les acompañaba junto a la cantarina melodía que emitía el río al pasar y el agua de la lluvia al caer a su alrededor, que había convertido los caminos en un verdadero barrizal. De vez en cuando, un relámpago cruzaba el cielo, con el invariable acompañamiento de un trueno que parecía ir siguiendo los pasos de los aventureros. La mayoría del camino se lo pasaron en silencio, cada uno con sus fantasmas internos y con una sensación de peligro que se iba acrecentando conforme iban alejándose de Fairhill.
Al poco de sobrepasar el vado, llegaron al desvío del bosque, por donde habían podido atajar la primera vez que había ido allí, o al menos, esa era la impresión que les había dado. Debían decidir si seguir por el camino normal, que se estrechaba mucho llegando al castillo formando una zona perfecta para una emboscada o si, por el contrario, ir por el supuesto atajo del bosque y arriesgarse a desorientarse y perder más tiempo, pero que su avance pasara inadvertido.
"¡Eh!, ¿a qué sus paráis? ¿Que tenéis ganas de giñar o qué?" preguntó el basto de Wick
Groland había pedido al capitán Baran que, si veía a la mestiza, le ayudara a reunirse con ellos.
Anotado queda.
* Para saber qué significa, tirar Saber "Local" a CD 14
Jerinor y Sirya no deben tirar, se lo regalo porque son del pueblo en concreto.
Pelafustán = persona que sólo busca beneficio propio
Cobachero = tocapelotas
Apanarrao = Extraño, Extranjero (pero en tono despectivo)
Último post de ésta escena. Con vuestra decisión, abriré un nuevo post, ya sea en uno u otro sentido.
Poring: 25 PX para cada uno.
Próximo post: 23/02/17
Ante la respuesta hostil de Esmar y Wick, Groland soltó un gruñido largo y quedo, como de quien está cabreado pero quiere contener toda reacción inapropiada. Fue después de esto cuando, con enérgicos pasos y mascullando algo entre dientes, se alejó de los dos guardias.
Ante el peligro de una emboscada por parte de Vortigern y sus asociados, pero también la necesidad de apretar el paso, Groland se ofreció a cabalgar a la cabeza junto a Jerinor, quien conocía el camino, dejando a los dos guardias en la retaguardia y quedando Sirya, Kerri y Rash en el centro. La lluvia empapaba su melena rizada y chorreaba sobre la piel que llevaba sobre los hombros y cubría el zurrón a su espalda. Los ojos de Groland no perdían detalle de las sombras a ambos lados del antiguo camino, especialmente después de cruzar el vado.
—Vayamos por el sendero —indicó (más que propuso), deteniéndose sólo el tiempo estrictamente necesario para confirmar que Jerinor le apoyaba y los demás les seguían.
Obviamente, Groland no seguirá adelante si algún PJ se niega a seguirle. Wick y Esmar ya pueden decir misa.
Cubierto completamente con la túnica, capucha incluida, Rashaniel se unió a la comitiva montado en un caballo que no tenía nada que ver con la preciosa yegua con la que había hecho buenas migas la última vez. La bestia que ahora le llevaba por el camino era negra y parecía demasiado nerviosa para los intereses del mago. Con un ojo puesto en las nubes, Rashaniel esperaba que no se asustara con un trueno y le lanzara al suelo.
- Oh, por todos los dioses, ¿os podéis callar de una maldita vez? - dijo, dedicando a Esmar y Wick una mirada cansada. En lo alto, su halcón peregrino volaba luchando contra la tormenta, y dedicó un gañido como remarcando las palabras del mago - Bastante mala es la situación como para tener que escucharos quejaros una y otra vez.
El grupo se detuvo, y Rashaniel azuzó a su montura hacia donde Groland se había detenido.
- ¿De noche y en medio de una tormenta? Es la mejor opción - dijo, dando la razón al guerrero.
Asintiendo con la cabeza a Groland con un leve movimiento de su pierna le indico a su alazán que se dirigiera al sendero. Era lo más seguro. Sus enemigos sabrían que se dirigían al castillo con toda seguridad, pero toda precaución era poca. Respecto a Esmar y Wick se mantuvo en silencio y seria con ellos. Ya ajustaría cuentas a su debido tiempo. Incluso cuando provocaron a Groland, esta con una mirada le indico que pasara de ellos. Ya llegaría su momento y se llevarían una buena tunda.
Contestando a la pregunta de Rashaniel, exclamó: Me temo que si, ya no nos queda otra opción que avanzar.
Arrebujándose en su capa de piel de lobo avanzó al trote con gesto taciturno.
Kerri estaba enfundada en su cubretodo ya que el constante repiqueteo del agua sobre su armadura la ponía nerviosa por lo que se había cubierto con ello. así mantenía mas el calor y estaba mas seca.
Obvio los comentarios de los dos guardias sabiendo que aunque incordiantes eran necesarios, pues cuantos mas fuerzas llevaran mas posibilidades de salir con vida tenían.
Cuando Groland se paro y sugirió el camino no estaba muy de acuerdo, pero al ver que sus compañeros le apoyaban dijo:- Bueno, vamos, cuanto antes lleguemos mejor, no estamos ahora para ver que opción es mejor. Si estáis varios de acuerdo, vamos por hay.
Los comentarios de la pareja de desagradables guardias casi logró incluso sacarla una sonrisa divertida. Casi. Aunque apreciaba el humor de insultar a los mercenarios con palabras que sin duda alguna no entendían – hasta a ella le costaba seguir el hilo a veces, y eso que había crecido rodeada por aquella clase de patanes –, no terminaba de ver la gracia en una situación en la que se encontraban.
En primer lugar, la molesta lluvia seguía cayendo sobre ellos de manera suave pero constante. Y es que justo era aquella continua y fina cortina de agua la peor de todas las posibles, pues casi sin darse cuenta, uno acababa empapado. Ella, por descontado, hacía ya rato que estaba calada hasta los huesos, habiendo las frías gotas atravesado su abrigo, su delicada ropa y, después, su cuerpo. Podría decirse que un trapo recién fregado estaría a la par con ella, si no menos incluso, si se la escurría.
Pero por supuesto, no era eso lo que más la fastidiaba. Podía soportar la humedad, casi hasta la habría gustado estar bajo esa tormenta..., si no hubiera venido acompañada por el más que molesto viento. El aire la azotaba, incrementado por el ligero trote del caballo, y convertía aquella cabalgada en una pelea sin descanso por querer abrazarse para mantener el calor, y a la vez saber que no debía soltar las riendas de su montura si no quería irse al suelo y hacer el ridículo.
Era eso, el no querer ser una carga ni un inconveniente más, lo que seguramente la mantenía decidida en medio de aquella noche que, siendo sinceros, jamás debería haber sido para ella. Pero ahora lo era, estaba allí, e iba a dar lo mejor de sí misma. Iba a demostrar porque merecía un lugar entre aquellos de los que, si sobrevivían, algún día se contarían historias. Y no iba a ser un personaje secundario, como los irritantes Esmar y Wick – que para el caso ya podían no estar ni en el guión –, sino que sería una protagonista. Una de las que salvaran el día cuando llegara el momento. Era un bonito pensamiento, uno que la hacía hincharse de orgullo, sentir que podía enfrentarse a cualquier cosa. Esa, por descontado, habría sido una idea peligrosa que, de ser llevada a cabo, podría haberla metido en problemas. Pero como en todo, su tío Lannet se había adelantado, avisándola de antemano que aquello pasaría.
"Recuerda que en la vida real, los héroes mueren con tanta facilidad como los villanos".
Aquellas palabras se había grabado a fuego en su mente, con la misma fuerza que el otro gran consejo que la había dado en su día.
"No quieras ser una leyenda. No seas valiente. El cementerio está lleno de esa gente. Tú debes vivir, debes estar en la sombra, ser la sombra".
Ambas eran consideraciones que merecían especial atención, y que tendría en cuenta, aunque no lo pareciese cuando la primera aventura a la que se había apuntado era, ni más ni menos, que una misión poca más que suicida...
Fue el agudo chillido del halcón del mestizo lo que la hizo volver a la realidad. Se habían parado, en un recodo del camino, y parecían decidir que hacer. Groland fue el primero en dar su opinión, una que por fortuna tenía sentido, y pronto los demás fueron razonando que era la opción más segura, y por tanto la mejor. No la pasaba desapercibida, por supuesto, que el sendero ofrecía una clara oportunidad de ser emboscados, pero entre eso y meterse en el bosque con aquella oscuridad y sin un guía adecuado..., casi prefería verlas venir.
Así que asintió y volvió a chasquear las bridas sobre su caballo. Un humo blanco salió por las hinchadas fosas nasales del semental mientras echaba de nuevo a caminar, y así siguieron la marcha, cada vez más cerca del castillo y el origen de todo aquél oscuro futuro que se anunciaba en el horizonte y en el encapotado cielo sin luna ni estrellas.