Partida Rol por web

Sin duda, el que haya un dredge atrapado en la mina no es algo de lo que nos podamos desentender- dijo Bjorn, quien tras ser informado por Gunnar de lo que había sucedido, había estado pensando alguna manera por la que pudiesen encargarse de aquel ser -Wulfrig, como bien dices, nosotros apenas sabemos nada de los dredges, tan solo cuentos e historias… ¿conoces algún modo por el que podamos acabar con ese dredge antes de que se vuelva un peligro?- le preguntó -¿O tú, Fridtjof?- añadió, dirigiéndose al mender del clan.

Respecto a la mina, como habéis dicho, la mejor opción es usar a los varls como mineros para poder sacar el máximo provecho a la mina, y dejar siempre 4 guardias en esta por si atacan bandidos…- empezó a decir -O por si hay señales de que el dredge encuentre otro camino- añadió -Para el trayecto, con otros 4 guardias que releven a los de la mina, y 2 horsebon debería ser suficiente para afrontar cualquier tipo de improviso- dijo.

Los acuerdos finales en la montaña, dejaron en claro el proceder que habrían de tener para la mina, todo con el fin de conseguir una gran cantidad de recursos con los cuales pudieran hacer intercambios por alimento. Para los horseborn, la protección era demasiado amplia para una amenaza probablemente inexistente, a fin de cuentas de momento nadie sabia de la mina. Para otros como Asbjörn, las precauciones siempre eran insuficientes, para el era claro que ante un ataque, no serían suficientes para defenderse pues era poco probablemente que intentasen realizar un robo al clan Lávidr con solo un puñado de ladrones.

Para cuando la noche estaba ya muy entrada, el grupo de héroes y trabajadores consiguieron regresar al asentamiento, solo para ser asediados a su llegada por una turba enardecida que clamaba por castigo y justicia. Entre el caos de las palabras que se pronunciaban, eran claras solo dos cosas, había habido un altercado y alguien había muerto.

Embla ordenó a todos silencio y buscó a los hombres de más edad para que, con su sabiduría, les contasen claramente lo sucedido. La guardia por su parte dio su propio informe pero este no era más que una repetición de las palabras de los múltiples testigos, pues ninguno de los guardias estuvo presente en el gran salón cuando todo inició. La historia cambiaba ligeramente según las versiones, pero las mas creíbles, que eran las de los hombres mayores, indicaban que al caer la noche, algunos de los guerreros que se habían quedado atrás en el asentamiento, ocuparon su tiempo en celebrar y beber cerveza en el gran salón. Muy pronto el calor de los diálogos y las historias que se contaban formo dos frentes enemistados, el primero y más numeroso conformado por guerreros originarios de los primeros días del clan en estas tierras, mientras que el segundo, conformado por solo tres hombres, estaba compuesto por guerreros de entre el grupo que antes había servido al clan Garra de Hielo. El calor del alcohol en sus venas pronto torno el debate en una discusión y la discusión en una pelea. Los antiguos guerreros al servicio del clan garra de Hielo habían sido los primeros en desenfundar sus hachas, o al menos eso indicaban la mayoría de las versiones, todas provenientes de miembros originarios del clan Lavidr. El altercado fue rápido y cobró la vida de uno de los guerreros del clan Lavidr, así como un herido que con seguridad, necesitaría de una semana para reponerse de sus heridas. Por su parte, de entre los presuntos agresores había solo uno herido, el cual probablemente perdería un brazo; de los otros dos se decía que uno de ellos era el que había iniciado todo el problema, que había sido el primero en atacar y quien había causado la única muerte del combate; del último se decía que aunque había desenfundado su arma casi al mismo tiempo que sus compañeros, apenas vio el primer amago de ataque, retrocedió arrojando al suelo su hacha.

Toda alegría era pasajera y con un sabor semiamargo, una gran mina que esconde la salvación y el peor de los temores al mismo tiempo. Riqueza y pobreza encerradas en un estrecho túnel oscuro que podría poner fin a nuestro clan. Por un momento se me pasó por la cabeza hacerle caso a Gunnar, ir a la mina para abrir el túnel y cortar cabezas dregde.

Pero hacerlo sería imprudente y pondría en riesgo a la gente que juré proteger, se definió como serían las excursiones y entre los mineros estaría a la cabeza siempre. Alguien tiene que dirigirlos y pensaba ser el que estuviera ahí presente. No recuerdo quién planteó la idea de la almanera pero también la aprobé y me reproché el no haberlo pensado.

Terminada esa charla volvimos al asentamiento buscando despejar los problemas y bajar el trago amargo pero queda trastocado el intento porque hubo problemas en nuestra ausencia. Una lucha donde hubo hasta muerte y lesionados de por vida. Si dejáramos a la gente actuar habría más sangre de la que podríamos querer y no se si querría tanta sangre en mis manos pero había que hacer justicia o por lo menos encaminarla.

Pido la palabra ante los presentes viendo que todos los ánimos son tensos, hacer justicia inmediata sería ser demasiado impulsivo y algo teníamos que hacer por más que dejarlo para después podría enardecer los ánimos. - Esto lo vamos a resolver después de que enterremos al difunto como corresponde. Debemos dejar a estos dos encerrados y el otro dejarlo estar porque nada hizo. ¿Qué piensan ustedes?. - Miro al resto de los presentes esperando que opinaran sobre el mejor proceder.

Cuando definieron el tema de las escoltas y se nombró que nosotros haríamos de escolta de las carretas me alegré porque no tendríamos que subir a la montaña sino quedarnos al pie de la misma. Lo bueno es que también podríamos estar a campo abierto y no encerrados haciendo tareas de gente sedentaria.

Cuando volvemos para descansar hay una turba de gente peleando entre ellos, se gritaban cosas y había hasta al parecer gente muerta. Todos están enardecidos y obviamente hay dos bandos entre los presentes y ambos son inocentes. Escucho las palabras de Wulfrig y quizás haya otra forma de resolver esto, de una manera justa para todos. - Perdonen que me me meta pero quizás sería lo mejor que todo se definiera por un juicio por combate y ver si se quedan o se van del clan. -

Con los dioses muertos, un juicio por combate solo favorece la fuerza, no la justicia- le contestó Bjorn a Hjálmarr cuando salió el tema de la trifulca que había tenido lugar en el asentamiento. Desde luego, aquel no era un tema menor, y la sombría expresión de su rostro indicaba lo que opinaba de lo ocurrido.

Wulfrig, estoy de acuerdo, de los tres, el que no llegó a luchar no debería ser encerrado ni puesto bajo vigilancia, pues no hizo nada por lo que se le pueda juzgar…- dijo -Mientras que el juicio de quien si lo hizo, deberá esperar a que enterremos con honores al difunto- añadió, antes de hacer una larga pausa.

Sin embargo, eso no aplica a quien ha segado la vida de su hermano- dijo -Todos somos Lávidr, sin importar nuestro origen ni el tiempo que llevemos formando parte del clan, todos somos familia… y no hay excusa ni motivo valido para quien mata a su familia, no importa quien sea. Quien lo haga, debe ser condenado a muerte- sentenció con firmeza. Estaba claro que aquello era algo que nunca toleraría.

Resultó que aquel asesino no era querido por casi nadie dentro del clan, ni dentro del grupo conformaban sus antiguos compañeros, nadie se negó a su muerte o al menos no de forma clara, contundente y publica. Y por ello, el clan le ejecutó como mejor le pareció a Embla, quien delegó la tarea a su esposa, quien estaba más acostumbrado a cercenar cabezas, pues era la costumbre hacerlo así, incluso cuando se le daba libertad al castigado de elegir, pues esta muerte era de las más rápidas y menos dolorosas. Aunque claro, ningún muerto había regresado para atestiguarlo, cualquiera que hubiese sido el método de ejecución.

Y así, la decisión no tuvo represalias, no hubo llanto, tumultos o deseos de venganza, incluso había varias caras claramente alegres. Pero para el segundo castigado la situación fue distinta, y es que, tras ejecutar a aquel hombre, los amigos de aquel a quien se acababa de encerrar en una zona confinada del gran salón no tardaron en presentarse ante Embla y los demás héroes, eran solo tres, entre los cuales se encontraba aquel al que acaban de liberar. Estos clamaban en general por su liberación, pero con mayor fiereza con que no se le matase, argumentando todo producto de la borrachera y las circunstancias.

No había podido oponerse a la muerte del asesino... ni en realidad, había querido. Y había resultado que nadie más había querido oponerse a ella, no realmente, demostrando que víboras hay en todos los sitios y que a veces los lazos de la lealtad, o de la devoción, o de la amistad, o del compañerismo, o los que sea que toquen, nos hacen soportar ciertas cosas con las que nunca tragaríamos de tener una excusa.

-*phew*

No había pasado así con el segundo hombre, que había sacado las armas en la reyerta pero no había hecho nada más. Mikklas era de la opinión de que tenían que ser misericordiosos en este caso si no querían que todo se les lanzase encima y no se tensasen las cosas, pero después de haber estado con el resto también pensaba que dejarlo ir sin más como quería esa gente iba a perjudicar en general al viejo clan, si no se le mostraba al menos un tributo de que quería enmendarse la situación.

Cuando llegó la hora de consultar con sus compañeros, dijo:

-¿La culpa ha sido del alcohol, dicen? Pues hagámoslo público: que sus labios no vuelvan a beber alcohol en un mes y que pague restitución a la familia del que ha herido. Y con esto que ya quede libre para unirse a los suyos... que somos nosotros.

Se encogió de hombros. No era candidato de que lo soltasen sin más, pero pensaba que matarlo o mantenerlo encerrado tampoco conllevaría nada más que enervar los ánimos en aquel momento.
 

Finalmente se había decidido que acabar con la vida del que asesinó al miembro del clan era lo mejor y así se hizo. Su muerte no hizo derramar una lágrima y al parecer fue la mejor decisión para todos. Pero con el segundo acusado las cosas no fueron tan simples, al parecer no querían que corriera la misma suerte que su compañero pero no por ello se podía librar de toda culpa. Habló Mikklas y propuso algo muy inteligente, secundo su idea con un movimiento de cabeza.

Si el hecho de haber acabado con la vida de un hermano del clan en una simple reyerta no era suficiente como para ver el tipo de persona que era aquel hombre, el hecho de que nadie se opusiese a que fuese sentenciado a muerte lo terminaba de aclarar. Aun así, el llevar acabo la ejecución no era un trabajo agradable, sino una pesada responsabilidad con la que, como uno de los líderes del clan, Bjorn no dejaría que nadie más cargase.

Aunque no de sangre, todos en los Lávidr somos hermanos… y solo hay un castigo posible para quien mata a un hermano- dijo Bjorn cuando estuvo todo preparado para la ejecución, lo cual tampoco había tardado demasiado. Al fin y al cabo, prolongarlo solo causaba un sufrimiento innecesario -Adiós hermano- añadió, sin ceremonia ni discurso alguno, tan solo una frase cargada de pesar y responsabilidad por lo que debía hacerse, e, inmediatamente después, lo que se escuchó fue el sonido de su hacha descendiendo con fuerza y cercenando limpiamente la cabeza del condenado. Una muerte rápida era lo único que podía ofrecer a quien había sido su hermano.

El funeral de la víctima fue sencillo y austero, como correspondía a un clan que se había visto obligado a despedirse de demasiado de los suyos, pero a pesar de ello, no estuvo carente de honor, pues el cuerpo fue quemado como correspondía a un guerrero, no importaba que no hubiese muerto en batalla, había defendido al clan con su vida en más ocasiones de las que uno podía contar, y aquello era lo mínimo que merecía.

Tras la ejecución y el funeral, tocaba decidir que se haría con el guerrero encarcelado, a quien, a diferencia del primero, habían ido varios amigos, incluyendo aquel que habíamos decidido liberar, clamando por su liberación y, sobretodo, por su vida. Lo segundo era sencillo, pues, al menos Bjorn nunca se planteó el ejecutarlo… pero estaba claro que no podía irse sin un castigo.

La idea de Mikklas es buena- dijo tras escuchar a este -Si la bebida ha sido el origen, que no vuelva a probarla… hasta que salde la deuda con la familia de Skal* o estos decidan liberarlo- dijo Bjorn, endureciendo la propuesta de Mikklas -Y dado que por su culpa, Skal no podrá sustentarlos, será su deber hacerlo hasta que este se recupere- añadió.

La decisión estaba tomada, y tras la ejecución del bandido llevada a cabo por Bjorn y los sencillos funerales realizados, el consejo del clan impuso un severo castigo al otro guerrero que había agredido a sus hermanos de clan. Éste, a cambio de no ser ejecutado, habría de evitar por completo el alcohol por un mes, cosa que de momento le parecía sencillo de cumplir, aunque bien se sabía que el frío se disfrutaba mejor con la cerveza corriendo por las venas. Pero el castigo no quedaba allí, a la par tendría que sustentar a la familia del hombre que había herido, castigo que si le pareció muy duro, pero el cual todos los presentes consideraron justo y adecuado, por lo que no hubo quejas sino asentimientos, el consejo había obrado con sabiduría y determinación, al menos a consideración de la gente de su clan.