Partida Rol por web

Yeni sonrió al escuchar la broma que hizo Matthias, le pareció agradable que se tomara con tanto interés la tarea de vestir al maniquí y dejarlo "que diera gloria verlo".

—Es curioso cómo a veces algo tan pequeño puede revelar tanto de una persona. Apenas hemos tenido tiempo de charlar, pero…las primeras impresiones si son buenas y sinceras, no suelen fallar —comentó mientras él mismo seleccionaba un par de prendas para su maniquí. Había decidido optar por un look casual pero cuidado siguiendo el estilo de su compañero; una camiseta blanca de buen corte, una chaqueta de tonos tierra, jeans oscuros y unas botas de cuero. Todo combinaba para transmitir la idea de alguien que aprecia la comodidad y no pierde su estilo—. A mí también me gusta ese tipo de elegancia que mencionas, la que no depende solo de la ropa, sino de cómo una persona se mueve, habla, incluso de cómo escucha.

Se paró un momento mientras ajustaba el cuello de la chaqueta del maniquí. Sus dedos se aseguraron de que cada pliegue quedara en su lugar.

—En eso admiro mucho a los japoneses. Tienen una forma de moverse y expresarse que parece cuidadosamente perfilada, pero al mismo tiempo fluida. La reverencia, por ejemplo, o la forma en que presentan algo con ambas manos, siempre con respeto. Esos pequeños gestos hablan de toda una filosofía de vida.

Giró el maniquí para inspeccionarlo desde un ángulo lateral, asegurándose de que el conjunto estuviera correcto. Luego añadió un pañuelo discreto en el bolsillo de la chaqueta, un detalle que, aunque pequeño, parecía atar todo el look dándole un plus de sofisticación que era muy “Yeni”.

—Por cierto, el pelo lo llevo suelto, casi siempre. Me gusta cómo se siente el viento cuando lo tengo así. Aunque también suelo llevar una goma a mano por si necesito atarlo y que no me incomode si hace calor o voy a realizar alguna tarea donde tener el rostro despejado me ayude a ver mejor.

Finalmente, admiró su obra y esperó la reacción de su compañero.

—Bueno, Matthias, ¿cómo voy? ¿El maniquí está listo para su debut, o le falta algo? ¡Oh, la peluca! Voy a buscarla. ¿Cómo tienes el pelo? ¿Largo, corto?

Matthias había retirado las gafas de corazón de sus ojos y trabajaba sobre el maniquí con ellas por diadema. Prefería ver con claridad los colores de las prendas, tanto aquellas con que vistió al suyo como las que su compañero iba colocando frente a él al otro lado del espejo.

Sonrió ante el amable comentario de Yeni acerca de las primeras impresiones. La verdad es que si tenía que guiarse por la suya diría que aquel chico era alguien meticuloso, observador, dedicado y educado. Recordaba también la hermosa frase sobre Dios y los pájaros que había dicho en la sala común, y sobre todo la oportuna repuesta ante el comentario de Robert; hay gente que siente la necesidad de saltar cuando se nombra la palabra «Dios» y Yeni había respondido a su sarcasmo de una forma amable pero aguda. Aquello le había encantado.

—Comparto tu opinión sobre las primeras impresiones —concordó devolviendo la galantería—. La verdad que todos los encuentros esta tarde han sido muy agradables: Charlyn, Claire, Danny y ahora tú. Y aunque sean breves y en medio de acertijos, tienen algo como de perderte en una isla desierta con un único compañero. Quiero decir que te ayudan a recordar lo extraordinario, por mucho que sea algo tan común, que tiene el encuentro con otro. Deberíamos darnos cuenta más a menudo que conocer a una persona es como encontrar un nuevo continente. O un nuevo universo, más bien.

Asintió a sus comentarios sobre Japón mientras contemplaba el maniquí de Yeni con una sonrisa.

—Está perfecto. De hecho, el día que tenga una cita pienso vestirme así —afirmó divertido—. Ah, bueno, mi pelo no es demasiado corto, suelo dejármelo crecer un tanto. Los mechones me tapan los ojos si se caen hacia adelante. Y lo tengo ya bastante más gris que castaño. No sé si harán pelucas canosas —comentó con guasa.

—Voilà —exclamó tras terminar de atar la corbata. Se alejó un paso del maniquí para observarlo con perspectiva—. Creo que ya está listo.

Escuchó las palabras de Matthias con una sonrisa asomando en sus labios.

—Comparar el conocer a alguien con descubrir un nuevo universo es hermoso, y cierto. Cada persona tiene su propio mundo, su propia manera de ver la vida, y entrar en contacto con eso es como abrir una ventana que antes no sabías que existía. Nos enriquece. Me gusta esa perspectiva; me la voy a quedar para recordarla en esos días en los que nos cuesta ver lo extraordinario en lo cotidiano.

Dio unos pasos hacia el espejo intentando ver el look elegante propuesto por su compañero. Sonrió y levantó el pulgar de su mano derecha hacia arriba dando un ok secreto como profesional que se dedicaba a la moda.

—Me alegra haber sido parte de ese descubrimiento para ti esta tarde, de verdad. Supongo que eso nos convierte a ambos en exploradores, al igual que a Robert, Danny, Claire, y el resto de loquitos que se apuntaron a este experimento —dijo bromeando, enumerando a todas esas personas con las que había compartido un ratito de su tiempo, intentando descifrar enigmas.

Luego, al escuchar el comentario sobre su maniquí, echó una mano sobre éste, y le dio unas palmaditas riendo suavemente, orgulloso del trabajo.

—Me siento halagado de haber creado algo que te guste y te pondrías. Respecto al pelo... Bueno, no sé si encontraré pelucas canosas, pero diría que el pelo blanco es un signo de experiencia, y lo más importante, un signo vital de que uno está vivo. 

Ambos hombres se miran frente a frente junto a sus maniquíes... Una vez más, aplausos suaves se escuchan en los altavoces, al tiempo que, en la pared con espejo más cercana a la pared del panel, se desliza un espacio de un metro revelando que se trata de una puerta secreta.

Yeni y Matthias pueden verse ahora sin un espejo de por medio.

-Magnifico trabajo, los felicito. En un par de minutos tendrán acceso a la siguiente sala, para eso deberán ponerse lo que se encuentra dentro del maletín.- La voz misteriosa anuncia, dejando a ambos hombres unos minutos para conocerse finalmente cara a cara.

Una sonrisa de satisfacción se dibujó en los labios de Matthias al escuchar el mensaje. En cuanto la puerta se abrió, caminó hasta el otro lado y tomó la mano de su compañero para estrechársela.

—Ha sido todo un placer —afirmó con un apretón breve y resuelto—. Ahora vete a saber qué nos vamos a tener que poner... 

Matthias lo miró con cómica resignación y lanzó un suspiro.

—Espero que nos veamos antes de terminar, no sé si volveremos a reunirnos. Danny, Claire y Charlyn me han pasado sus números, tal vez los hayas intercambiado también con ellos. Por si un día organizamos alguna especie de conciliábulo y quedamos para charlar del oscuro secreto que ahora compartimos —comentó con humor. Recordaba las palabras de Charlyn acerca de haberse apuntado para, dado el secretismo que rodeaba aquella atracción, resultar enigmática e interesante.

Aguardó para ver si Yeni quería darle el número o anotar el suyo y se despidió camino del armario que contenía el maletín: la verdad es que estaba intrigadísimo con lo que vendría a continuación.

Escuchó el mensaje de megafonía y se alegró por ello, pero otra cuestión le hizo quedarse pensativo a raíz de lo que dijo Matthias. 

—Seguramente tengamos que lidiar con unos disfraces de Teletubbies. En ese caso te dejo el verde pistacho a ti, y yo me quedo con el morado, que es el más digno. 

El hombre se puso a reír imaginándoselo, estrechando la mano de su compañero. Claro que enseguida volvió a ese "tema" que le rondaba la cabeza. 

—¿Pasarnos los teléfonos? Claro, sí, no hay problema. Apunta y hazme una llamada perdida. Estaría encantado de compartir una merienda, cena, lo que sea, con vosotros. 

Sonrió sincero. Robert quizás fuese alguien un poco más complicado pero al final de su sala con él, había demostrado tener un corazón más grande de lo que él pensaba. 

Claire quizás era el verdadero punto débil en aquella ecuación de compañeros que podía verse fuera del experimento. Yeni no estaba seguro de haber obrado bien con ella y eso le causaba una extraña incomodidad. La caída en la sala anterior le había permitido tener un poco de tiempo para pensar. 

—Vamos a ver qué nos depara la siguiente sala, Matthias. ¡Espero que sea algo bueno, como reunirnos a todos!

Dentro del maletín encuentran un traje de trabajo de cuerpo completo color blanco. Y de pronto, la pared del panel detrás del maniquí empieza a moverse...