Partida Rol por web

Con paso decidido, y tratando de disimular la ansiedad y emoción por este peculiar escenario, Liam Stralinski se encamina hacia las puertas. Parece que, de entre los chicos, es el más pulcramente vestido. En fin: Un hombre debería de ir presentable incluso a su propio funeral.

Así que desfila frente a las puertas. Pasa delante de la puerta amarilla, y continua caminando dejando atrás a la verde.
Es entonces cuando se detiene delante de la azul.

Frente a la puerta azul.

"Ocho participantes, y cuatro puertas" digo señalando lo evidente y conteniendo mis nervios por empezar, queriendo saber quien me acompañará en la aventura antes de insertar mi esfera plástica de color... azul

Danny sonrió estrechó la mano del invidente, parecía muy simpático.

-Encantado de conocerte Yeni. -Cuando terminó el saludo se agachó y acarició suavemente a su perro en la cabeza.- Y a ti también Andel, eres un buen chico. -También se había acercado el último en presentarse así que aprovechó para saludarlo.- Un placer Robert. -Le ofreció el puño para chocar como al resto mientras asentía al comentario que había hecho.- Eso parece, hoy nos toca pasar un buen rato aquí.

Al menos eso esperaba. Enseguida volvió a sonar la voz y Danny se encontró mirando hacia el altavoz como si pretendiera ver a alguien, aunque sabía que no había nadie allí, pero era algo instintivo el mirar hacia donde se producía el sonido. Escuchó las instrucciones mientras pensaba que aquellas cuatro puertas le recordaban al juego del parchís. ¿Serían ellos como las fichas? Recordaba haber visto una canción divertida sobre aquel juego en Youtube y aunque no la recordaba porque estaba en otro idioma le había parecido bastante graciosa. Abrió la palma y vio el color que le correspondía, estaba de acuerdo con Liam en que a priori lo lógico es que los estuvieran distribuyendo por parejas y entraran dos por cada puerta, así que les tocaba separarse.

-¡Mucha suerte a todos! ¡Espero que lo pasemos muy bien!

Dijo a modo de despedida, no sabía si al final volverían a encontrarse o cada uno terminaría la experiencia en tiempos diferentes. Supuso que al final lo descubriría así que se acercó a la puerta azul junto a Liam y depositó su bolita junto a la suya mientras canturreaba una canción que le gustaba y le hacía mucha gracia, sobre todo en aquel momento.

- I'm blue Da ba dee da ba di Da ba dee da ba di Da ba dee da ba di -Se volvió hacia Liam y le guiñó un ojo.- Parece que seremos compañeros. -Dijo con entusiasmo mientras le tendía la mano en símbolo de cooperación.- ¡Vamos a divertirnos! ¿Quieres hacer los honores? -Se apartó un poco de la puerta para dejar que Liam la abriera si quería.

Cuando Danny lo señaló y dijo su nombre, Matthias afirmó con la cabeza y le ofreció el puño para chocárselo con una sonrisa. El chico parecía bastante entusiasta, y aunque tal vez pudiera ser por los nervios, le resultó simpático.

Al pasar Robert la mirada sobre él, Matthias le devolvió una ligera sonrisa, divertido con la manera inquisitiva en que parecía observarlos. Pero al verlo meter la mano en la caja y hacer un repaso general, se hizo consciente de lo jóvenes que eran todos.

En aquel momento odió un poco más a su amigo Marcus por haberlo enrolado en aquello. No eran tan jóvenes como para sentir que estaba en un día de trabajo cualquiera, ya que al menos la admisión exigía que los participantes fueran mayores de edad, pero Claire, la muchacha pelirroja, parecía haber cumplido los dieciocho un par de días atrás y los demás los habían superado no hacía demasiado tiempo. Él por su parte ya había cumplido los cuarenta y cuatro.

Se quedó mirando la punta de su bota sintiéndose fuera de lugar hasta que oyó de nuevo la voz dando instrucciones. Que indicaran a Yani que dejara allí a su perro le hizo fruncir el ceño. No le pedían que dejara atrás una mascota, sino un apoyo fundamental, como si a alguien con problemas de movilidad le pidieran que no entrara con su silla porque otro lo llevaría en brazos. Se quedó observando a Yani para ver cuál era su respuesta ante aquella petición y luego consultó el color de la esfera que tenía en la mano; si le tocaba atravesar la puerta con él no tendría ningún problema en ayudarle como pudiera.

Alzando la bolita entre el índice y el pulgar la dejó a la vista de los demás:

—Verde —dijo en voz alta para que Yani también fuera consciente. Intrigado, miró alrededor a la espera de saber a quién acompañaría al inicio de aquella aventura. —Suerte igualmente —deseó al oír a Danny.

Vaya, Danny. Creo que no podia haber pedido un compañero mejor.

Este muchacho no será apenas mas joven que yo, pero tiene la energía de un niño. Y justamente es por esa energía, por ese ánimo y ese deseo de volver a maravillarse que me he apuntado a esto

" ♫♬ I have a blue house, With a blue window, Blue is the colour of all that I wear ♬♫♬" le respondo ¡Esta canción es de cuando yo nací!

"Pues eso mismo. Mucha suerte a todos, y por favor ¡Tu primero!" le digo invitando al chaval a que sea él quien abra el camino usando la bolita. Tiene energía para todo un regimiento, al fin y al cabo

Escuchó con una sonrisa el cumplido de Danny a su golden retriever, mientras acariciaba la cabeza de Andel. El perro, siempre atento y bien entrenado, reaccionó al toque con un suave meneo de la cola y una pequeña inclinación de su cabeza hacia la mano de Danny, disfrutando de la caricia. La conexión entre el animal y las personas siempre era algo que le fascinaba, una interacción pura y sincera.

-Dios encuentra un ramo bajo para el pájaro que no puede volar. – respondió a Robert en cuanto a lo del mérito. La frase quedaba a interpretación personal. Tal vez el turco era un hombre de fe.

Tras las primeras indicaciones de la "voz", uno de los organizadores se dirigió directamente a él. El invidente sonrió levemente, acostumbrado a situaciones en las que debía confiar en la ayuda de los demás. Acarició la cabeza de Andel una última vez y luego se dirigió a los organizadores con una seguridad tranquilizadora.

-Andel ya ha hecho sus necesidades antes de venir, así que no dará problemas. Estará tranquilo hasta que regrese. - informó en tono claro. Sabía que el perro era extremadamente disciplinado, pero siempre le gustaba asegurar que todo estuviera en orden antes de separarse de él en lugares desconocidos.

Yeni sacó de su bolso bandolero un pequeño pañuelo, impregnado de su propio olor, y lo ató con cuidado al collar del perro. Era un gesto habitual cuando tenía que separarse de él en situaciones nuevas, asegurándose de que Andel pudiera sentir su presencia a través del aroma familiar. Luego, sacó unos snacks para perros y los dejó sobre el suelo, inclinándose, para que los organizadores lo tuvieran presente. -Toma, buen chico. Estarás bien aquí. - susurró mientras le daba una pequeña galleta canina.

Después, levantó la pequeña bola que había sacado de la caja negra y la acercó a su rostro. Su visión periférica era lo que mejor le permitía distinguir colores, así que la dirigió hacia su sien, enfocando con atención. Un tono rojo intenso se reveló ante él.

-Roja. - dijo en voz alta, lo suficiente para que los demás participantes lo escucharan. Una sonrisa ligera se dibujó en su rostro. No sabía qué significaba tener la bola roja, pero estaba claro que eso definiría parte de la experiencia que estaba por vivir.

-Azul, verde… Suerte a todos. - finalmente, soltó un suspiro profundo. Estaba listo para enfrentar el reto sin Andel. Se giró hacia el grupo, esperando saber quién sería su compañero o compañera para esta aventura. Estar sin su perro guía lo sacaría de su zona de confort, pero había aprendido que las experiencias más intensas y reveladoras solían ocurrir cuando te enfrentabas a lo inesperado.

El tiempo de plantón le estaba pasando factura y empezó a notar un leve entumecimiento en el pie izquierdo. Tenía el bastón plegable aguardando en su macuto, pero quería apurar un poco más y caminó hacia Matthias por moverse un poco. Abrió la palma mostrándole una bola verde como la suya.

—Verde.

Y afirmó con la cabeza, levantando una ceja en un gesto que pretendía ser cómplice. Quiso decirle una frase ingeniosa y sofisticada, para fundar así una gran amistad que podría llevarle a un castillo en Escocia con un archivo inmenso por catalogar, pero con las prisas lo primero que le vino a la mente podría no ser lo más adecuado, o elegante.

—Yo también he hecho mis necesidades antes de venir.... 

Pensó que ante un patinazo así, no se podía dar marcha atrás. Sería como acudir a una batalla sin armas para luego salir corriendo, dando la espalda al enemigo. Miró a todos.

—Ahora puede parecer una tontería, pero quién sabe cuánto tiempo estaremos aquí encerrados. También he traído chuches. 

Y volvió la vista al hombre de pelo cano.

—Has tenido suerte. 

Mientras las bolas se terminaban, Devon aprovechó el momento para observar a los demás participantes que no había notado al principio. Eran ocho en total, cada uno con rasgos diferenciados, pero también compartían ciertas similitudes con él. Al menos eso era lo que había percibido en una primera impresión. Por suerte, algunos de ellos tenían personalidades animadas que mantenían la conversación. Aunque él hablaba poco, agradecía que el ambiente no se volviera incómodamente silencioso.

La Voz que Guía volvió a darles más instrucciones. Él giró su muñeca lentamente y abrió la mano para descubrir que la puerta asignada para él era la de color amarillo. Aunque la voz no lo había dicho explícitamente, lo más lógico sería que el color de la bola coincidiera con el de la puerta. Avanzó hacia ella y pudo ver la ranura escondida entre las luces y sombras.

Cuando <S> sugirió que iban a ser emparejados al azar, su mirada se deslizó hacia la puerta azul para verlo con unos ojos abiertos que revelaban una repentina sorpresa. Su corazón dio un vuelco. ¿Tan pronto? Cuando se inscribió en el concurso, entendió el juego de palabras en su nombre: date podía entenderse de diversas maneras. Lo más evidente seria para socializar, aunque en realidad todo era un misterio que no daba lugar a las interpretaciones.

Hasta ahora, Devon solo había intercambiado saludos. Quizás por ser muy temprano para compartir frases graciosas. Todo transcurría a velocidades incontrolables. Con menos presión, tal vez se relajaría un poco más. Por eso se permitió echar un vistazo al centro de la sala, donde quedaban pocas personas. Uno más lo acompañaría a través de la puerta amarilla. En ese momento, no sabía qué esperar del encuentro. Cualquier variación en el código conduciría a un resultado diferente.

Éramos ocho los elegidos, sin embargo la organización rápidamente nos fraccionó — divide y vencerás... — era un principio muy político, nada como dividir una fuerza para poder dominarla. Resultó que los objetos que acabábamos de tomar tenían un color concreto y, a modo del juego de parchís, íbamos a reagruparnos por colores.

Miré el color del mío para despejar dudas, así como al resto para ver quién había quedado asignado con quién — qué poético. Daredevil obtiene el rojo y sin Julietta yo tomo su corazón — levanté a modo teatral el objeto mostrando su color, y me acerqué a Yeni — compañero, dejas un peludo por otro — sonreí al perro que se iba a quedar en aquella sala — Daredevil no es mala compañía, aunque yo soy más de Batman.

Le acerqué el brazo para que pudiera tomarlo como referencia — los pájaros que no vuelan, mueren antes. Salvo los que viven en una jaula, claro — había venido de buenas pero me la había puesto tan a huevo, que no pude hacer otra cosa que liberar mi sarcasmo. 

Lo acompañé hasta la puerta de color rojo — el rojo es el color del amor y la pasión, también se asocia al infierno y la sangre. Aunque fuera de los símbolos, es tan sólo un color – podría haber hecho eso mismo con respecto a los otros colores, pero tampoco había obligación. 

— Suerte — comenté en alto para desear buenos sentimientos al resto, aunque aquella palabra era más un convencionalismo social que otra cosa — A disfrutar.

— Seguro que tienes una sensibilidad mayor ¿Notas calor al otro lado, Yeni? — ¿la puerta roja sería un color al azar o tendría un significado propio? Y siendo roja ¿Cuál?

Esperaba a saber quién más había recibido una esfera roja, mientras la soundtrack de Eiffel 65 cantada por el equipo azul sonaba de fondo. No pudo evitar soltar una risa divertida cuando escuchó el comentario de Charlyn. Le pareció que era ella, la otra chica tenía un deje francés al hablar.

-Me alegra saber que no soy el único que planificó todo al detalle antes de venir. -respondió simpáticamente continuando con la broma sobre las necesidades.

No tardó en entender quién sería su… “Julieta”. Yeni escuchó con una sonrisa mientras Robert hablaba, captando el tono ligero y teatral de su compañero.

Sin duda era un cambio curioso, dejar a Andel por él. -Bueno, no me quejo de dejar a un peludo por otro, aunque Andel siempre será mi favorito. - comentó con una mezcla de humor y camaradería. -En cuanto a Daredevil, me parece un buen sobrenombre.  

Mientras Robert le ofrecía el brazo, Yeni lo tomó con firmeza y agradecimiento, dejando que el contacto lo guiara hacia la puerta roja. Escuchaba cada palabra de su compañero, pero lo que realmente captaba su atención era la sensación del espacio, el eco de los pasos en el suelo. De hecho, los contó mentalmente.

El comentario sobre los pájaros que no vuelan le hizo ladear la cabeza ligeramente.

-Los pájaros que vuelan libremente tampoco tienen la vida garantizada, eh. - comentó con una voz suave.

Cuando Robert hizo su comentario sobre su sensibilidad, preguntándole si sentía calor al otro lado de la puerta, él sonrió ligeramente, simulando que lo meditaba colocando sus dedos por encima del marco. -No noto calor, pero sí una energía... Expectativa, tal vez. O podría ser mi propia curiosidad hablándome.

Reflexionó sobre los símbolos del color rojo. -El rojo... claro, el color de la pasión, del peligro, del amor y del caos. Podría ser un presagio o simplemente otra puerta, pero no negaré que me intriga lo que pueda representar para nosotros.

Le salió una carcajada ante la broma de Charlyn, y cuando le informó de que había traído «chuches» algo le dijo que era literalmente así y no una forma de hablar de otro tipo de sustancias.

—Sí, empiezo a pensar que es así —respondió risueño a su observación de que había tenido suerte. Respecto a si la había tenido ella o no, eso ya era otro cantar, así que prefería no opinar todavía. En todo caso, una vez la gente comenzaba a soltarse y a compartir entusiasmo y camaradería, prefirió enterrar los pensamientos acerca de si había sido buena idea postularse —era un poco tarde ya para eso—, y prefirió aspirar a ser una buena compañía para aquella muchacha y el resto, si es que sus caminos se volvían a cruzar.

Así que el contenido de su puño cerrado sería una bolita de color. Y ese color marcaría su puerta... y su pareja de juego. No había imaginado en absoluto que los dividieran, ni siquiera cuando había visto las cuatro puertas con sus cuatro colores diferenciándolas. Era obvio, sí, pero no había caído. O estaba muy nerviosa, o distraída. Abrió la mano.

-Oh, yo también tengo el amarillo.

Se había dirigido a Devon hablándole en un tono cantarín, alegre. Y de nuevo con el lejano resto del deje francés. Le miró sonriente, y con un punto de curiosidad. No había sentido preferencia alguna por ninguno de sus nuevos compañeros, aunque no había dejado de observar que de los ocho sólo dos eran mujeres, al menos en apariencia. 

-Pues vamos a tener que pasar esa primera prueba, meter las bolitas en esa especie de cerradura. Amarillas con amarillo. Si el verde, el rojo o el azul son todo eso que decís, a mi también me encanta el significado del amarillo. Voy a dejarlo en el color del sol, de la arena. Y del oro. Pero me va mucho más la alegría, el optimismo, que no pensar que vamos a encontrarnos un frío mundo de oro detrás de esa puerta.

Se acercó a la puerta amarilla.

-¡Buena suerte a todos en lo que venga!

Mientras agregan las esferas, los ocho participantes pueden notar como la habitacion se hace mas y mas oscura, y el marco de la puerta mas y más iluminados, hasta que todo queda negro excepto por los cuatro arcos: azul, amarillo, verde, rojo.

Y de pronto, las puertas se abren hacia una luz blanca y cegadora...