Partida Rol por web

Mi intento de ataque lamentablemente era inútil, pero como al parecer varios estaban enfocados en Goran, terminé por dejar de estar delante de él, ahora dirigiendo mi atención a Sir Dagnel. Sin mediar palabra, empujé mi escudo contra, tratando de darle en la cara una parte reforzada del escudo para tratar de aturdirle, y dejarle vulnerable por un rato, o más bien para no preocuparnos por él por unos segundos.

 Una vez más, vuelvo a tratar de lanzar un Rayo abrasador sobre mi enemigo más cercano, tratando de evitar que no alcanzase a ninguno de mis compañeros por error...

El guantelete de Que impacto en la cara de Gora, pero este parecido no impórtale demasiado. Los dos ataques de Anna golpearon en la coraza negra del caballero, haciendo saltar chispas, pero sin producirle ninguna herida. El aliento de fuego solo rozo parte del hombro de Gora, el caballero supo agacharse para evitar parte del daño. Tampoco el golpe del escudo de Eliron pareció importunarle en exceso. Gora se había convertido en una montaña inamovible. 

Gora levanto su maza que empezó a oscurecerse, atrapando la poca luz de la sala. ¡Chemosh destruye a tus enemigos! La maza impacto contra el hombro de Qué, la herida abierta comenzó a ennegrecerse por el poder corrupto del arma.

El rayo de luz sacudió el cuerpo de Witman, un hilillo de sangre comenzó a surgir de su boca. Los dos impactos de los rayos de fuego de Anubis, hicieron que el túnica gris tuviera que apoyarse en su bastón para no caer al suelo. Dagdel levanto la mano con mucho esfuerzo y con palabras entrecortadas pronuncio un hechizo, un rayo de color verde maliciento impacto en el pecho de Eliron.

Las sombras volvieron a hacer acto de presencia, esta vez surgieron del suelo y desaparecieron por el techo. En su desplazamiento sus garras trataron de afectar a Anubis y Lucien, a los dos únicos que aún no habían tocado. Solo Lucien noto las frías garras del espectro recorriendo su espalda.

- ¡Aghh! - Sintió el dolor en el interior de su cuerpo, la quemadura de aquella herida corrupta que castigaba con intensidad en lo más profundo de su alma, junto con la de Que. Aún así, presionó los dientes, y continuó firme. Aún le quedaban muchas fuerzas a la silvanesti, quien extendió su brazo derecho estirando sus cuatro delicados dedos apuntados hacia Dadgel, reservándose su pulgar.

- Se acabó. Llévate a tus sombras. - Le ordenó de manera tajante, mientras cuatro pequeñas esferas luminosas surgían, una de cada dedo, de las cuáles salieron disparadas una misma cantidad de proyectiles celestes cuya forma imitaba un símbolo similar al del infinito, el símbolo de la misma Mishakal... Dirigidos hacia el corrupto clérigo.

Que noto el golpe de la maza, confianza en su dura constitucion para recibir el golpe, lo que no esperaba era el poder negro y corrompido que penetro su carne, noto como se le desparramaba por el interior, aunque de repente parte de ella desaparecio.

Que no se iba a rendir, Que Mejere nos ilumine el camino en este lugar. El cuerpo de Que empieza a brillar intensamente hasta 10' (20 en penumbra), Hoy no sera este dia, la luz aun puede llegar aqui.

Era inútil tratar de detener de alguna forma a Goran, era lo suficientemente resistente como para resistir mis dos intentos de neutralizarlo, y si seguía intentando dañarlo con mi escudo tan solo estaría perdiendo tiempo, Goran tenía que caer ahora. Pero de pronto Sir Dagnel canaliza un rayo de un color verde infeccioso y desagradable, y mientras esperaba que fuera hacia alguno de los hechiceros que le estaban dañando en la parte de atrás, el rayo fue hacia mi.

El rayo empezó a calar entre mis huesos y luego sentía como si succionara mis energías, como si tratara de arrebatármela, antes de que pudiese resistirla, poniendo fin a esa magia maligna. -¡Dagneeeeel!- Grité con ira, aunque ahora sentía mi cuerpo más debilitado que antes, pero no pensaba demostrarlo. Y sujetando con fuerza el martillo concentré mi vista sobre Goran antes de atacarlo.

Una vez más, vuelvo a lanzar un Rayo abrasador el caballero de la espina llamado Dagdel, esperando que esta vez el conjuro acabe con él...

Nuevamente la lengua de llamas salió proyectada contra el caballero negro envolviéndolo en el fuego de dragón generado por Lucien

Anna notaba sus fuerzas mermadas, por lo que optó atacar con su espada corta, imbuida en magia para intentar impactar a su rival. Sin embargo, sus movimientos eran muy erráticos y no lograba dar en su objetivo.

Los proyectiles mágicos impactaron en el pecho de Dagel haciendo que escupiera un gran borbotón de sangre. Ya sin fuerzas para invocar ningún hechizo, el rayo de Anubis remató a Dagel, quemando la túnica gris y su corrupta alma.

Al ver caer a su compañero, Gora grito de rabia y acometido con más fuerzas, pero las repetidas heridas sufridas junto con las nuevas heridas hicieron que el guerreo cayera como un árbol talado.

Las sobras volvieron a atacar descendiendo desde el techo, atacado a Qué y a Elionor. Esta vez, como queriendo vengar la muerte de los caballeros negros, las dos sombras arrastraron sus frías garras por los cuerpos de sus presas arrastrando parte de su fuerza vital. Ciertamente, la luz de Qué les molestaba y les hacia daño, pero el placer obtenido por el daño infligido era mucho mayor.

Del fondo del pasillo vinieron gritos. ¡¿Qué es esa luz?! Grito alguien. ¡Hay mas gente, dar la voz de alarma en todo el castillo! El tiempo se agotaba y mucho de los integrantes del grupo empezaban a sentir que sus armaduras pesaban mucho mas que antes. Las sombras les habían quitado parte de su vitalidad y eso había dañado sus fuerzas. A parte, las sombras no tardarían en atacar de nuevo.

Que siento la negatividad, la maldad y la oscuridad de la criatura, noto como la fuerza de sus musculos desaparecia con la marcha de la sombra.

Deberiamos irnos de inmediato...

El impío clérigo había sido desintegrado. Quizás, algo excesivo, pero no se trataba de algo que pudiese controlar ahora mismo. Las mismas sombras que habían arrebatado de sus fuerzas comenzaban a hacerlo también con los demás, a tal punto de comenzar a agonizar.

No obstante, para irse, debían atravesar la barrera que imponía ese caballero. Antes que llegasen más refuerzos.

- Lo intentaré... Resiste, por favor. - Le aseguró a Que con pesar, mientras sus manos nuevamente emitían gestos sagrados antes de rematar en su símbolo sagrado, rogando a su deidad que lograse detener a su enemigo para que pudiesen retirarse sin herir a más nadie. Con las fuerzas y la autoridad de Mishakal, pidió que inmovilizase a la persona que se oponía a su voluntad.

Cansado y jadeante me quedé mirando como Sir Dagnel y Goran caían directamente al suelo, dando sus últimos estertores de vida. No me hubiera gustado que acabaran así, de haber no hallarme en esta situación donde no sabía que tan cerca podría tenir a otros compañeros Solamnicos, hubiera tratado de dejar inconsciente a uno de los dos y llevarlos para que se enfrente a la justicia, pero una muerte en medio de todo este sacrílego templo era lo más que podíamos ofrecerle.

-V-Vamos, vámonos ya...- Dije al grupo, dando un par de pasos hacia atrás antes de girarme. -Vale, ¿Por donde entraron?- Pregunté a Astri y Lucien una vez me acercaba a ellos. Ya con la armadura me costaba moverme un poco por el cansancio, pero seguía tratando de esforzarme. -Tenemos que irnos y rápido.-

 Miré entristecido a los cuerpos de los enemigos y mi alrededor:

 - Supongo que no hay tiempo para ver si hay objetos mágicos y conjuros que podamos rescatar de este lugar impío.

 Si no fuera por la apremiante situación, podría cumplir mi deber de rescatar la magia, pero preservar la vida de mis compañeros era lo más importante y era mi prioridad.

    Milagrosamente, Lucien había logrado sobrevivir al toque de las sombras y ver como caían sus temibles adversarios, así que ahora tenían que salir de allí lo antes posible con la lágrima de la diosa sin mirar atrás, de lo contrario, dudaba que el resto de la guarnición tardase mucho en dar con ellos y echárseles encima. Por ello, el comentario de Anubis le hizo levantar una ceja, algo exasperado.

    -En absoluto, no sabemos lo que el resto de los guardias tardarían en dar con nosotros  ni si esas criaturas sombrías siguen al acecho, deberíamos salir de aquí cuanto antes.- Y sin cruzar más palabras se unió a aquellos dispuestos ya a abandonar la sala.

Saltasteis por encima de los cadáveres de Goran y Witman. Con la muerte de Witman, Eliron veía cumplida en parte su venganza, Witman había hundido su barco con todos sus camaradas Solamnicos. Pero la Medida de la orden de Caballería Solamnica no veía como buenos ojos la venganza.

No había tiempo de registrar los cadáveres, el grupo había obtenido lo que venía a buscar: “la lagrima corrupta” y “la llave Quinari”. Como un recordatorio del peligro que les acechaba, las sombras hicieron una última aparición, pero estas no traspasaron el umbral de la puerta del santuario.

El grupo comenzó una huida desesperada hacia la planta baja. Atravesando la bruma y escucharon el ruido distante de combate en la armería. La criatura convocada por Astri continuaba peleando, atrayendo la atención de la mayor parte de la guardia.

Al bajar las escaleras se podía escuchar el pesado resonar de las botas reforzadas y el entrechocar de las placas de las armaduras. Una compañía al completo de caballeros negro bajaba de los pisos superiores. Los caballeros se dirigían corriendo hacia la armería, así que no repararon en el grupo de aventureros que bajaba las escaleras al segundo sótano.

Pero una cabeza se giro entre la multitud de caballeros negros. Tenia el pelo blanco como la nieve, pero el rostro era de una chica joven, incluso guapa, si no fuera por el ojo blanco e inservible tras una cicatriz. ¡VOSOTROS! Grito con furia y rabia cuando os vio. ¡ALTO! ¡A ELLOS! Pero la confusión y el entrechocar de armas arrastro a la mujer hacia la armería. Tardaría uno segundos en reorganizar a sus hombres.  

El grupo llego al segundo sótano, donde se encontraban los calabozos. La confusión y los gritos iba en aumento y se comenzaba a escuchar como algunas botas bajaban ya por las escaleras, apremiadas por los gritos de la capitana Veiaria.

Al mirar hacia atrás, para comprobar si los caballeros ya habían llegado al segundo sótano, lo que visteis fue mas aterrador. Cuatro gigantescas arañas avanzaban por el techo, su cuerpo se encontraba medio podrido, la piel quitinosas se habían despendido dejando ver una carne de color verde. También cuatro tigres en igual estado de descomposición avanzaban rápidamente por el suelo. El hedor que desprendían era muy intenso, casi nauseabundo.