Partida Rol por web

-Bueno, sinceramente, me prefería haber mantenido en el anonimato, ya que mi posición actual no es muy ventajosa, pero creo que no me voy a poder mantener más en tal situación. Tucaco Llamasisi a vuestro servicio. Hola Rere, cuanto tiempo.

Dijo, sin cambiar aquel rostro frio. Una personalidad que siempre parecía haber conservado toda su vida, en recuerdo de Rere.

ReRe entró al claro reptando entre la copa de los árboles. Cuando fue interceptado se encontraba de pie en una rama sujetandose a otra.

Frunció el ceño como si su vara fuese un espejo de su corazón. En un instante se encontro con su machete desenfundado, o al menos los restos. Ya apenas un mango con medio metal semi-afilado.

-¿Qué haces aqui? Si quieres morir me parece bien. Aunque desgraciadamente no me queda sal... Tendre que cortarte más lentamente pues.- Corto amenazante la frase.

Vincent miró la interacción entre ellos - ¿Por qué tanta hostilidad con el chavalillo? ¿QUE HAY QUE QUEMAR? ¿QUE MERECE LA IRA DE NUESTRO SEÑOR? Porque el zagal este no parece un pecador - Se quedó con cara dubitativa 

Tucaco mantuvo la mirada a Rere, impasible como siempre. O al menos, eso es lo que parecía, ya los allí presentes jurarían que por un momento aquel chico... ¿titubeo?. Aunque no tardó demasiado en recuperarse.

- Inquisidor Vincent, no dudo de su experiencia en el ámbito religioso, pero una de las cosas que he aprendido durante este tiempo es que depende al final desde del punto de vista de cada uno el que seas un pecador o no. Y me temo...que yo lo soy desde el punto de vista de demasiada gente-sin haber quitado la mirada de encima a Rere, avanzó directamente hacia él. Lentamente, pero con paso firme- He venido en calidad de médico, no de enemigo, Rere. Celeste me avisó del combate que tuvisteis. De que t... de que os habían herido. A todos. Y de que necesitáis estar dispuestos para mañana. Estoy bastante seguro de que podrías aplicarte primeros auxilios a ti mismo, pero dudo que cure demasiado rápido para mañana. Si no quieres saber nada de mi, no tendré problema alguno en  irme lo más rápido posible. Ignorarte incluso, si es lo que deseas. Pero ahora mismo tengo tres personas más a las que tratar. Y me temo la única manera en que vayas a detenerme es matándome, así que...- Poniéndose delante del árbol, Tucaco se quedó parado. La verdad, sería bastante fácil matarlo ahí mismo. Un simple salto con el cuchillo apuntando al cuello, y el problema acabaría- Lo dejo a tu decisión.

-.....Curruuuuuuu.

De aquel silencio, lo único que surgió es el arrullo de una paloma, la cual por alguna razón, enjaulada en una pequeña jaula de mimbre, se encontraba colgando de la gigantesca campana que Vincent usaba como arma

Tu, a callar, que esto está interesante - Movió la campana un poco zarandeando bastante la jaula - ¿No ves que se van a matar? QUIERO SANGRE

El joven desplazo la máscara rota de su cara revelandola en su totalidad. Mechones resecos con sangre se pegaban a su frente mientras flexionaba las rodillas hasta que se vio en posición segura como para sentarse en la gruesa rama, las piernas colgando. 

El pecho le ardia por el agotamiento acumulado y toda la situación en general le hacia sentir esas abejas en el pecho, pinchando sobre tu caja torafica de manera persistente. Como si la arena se moviese por su interior agitando todos los sentimientos.... arena, granos, sal...¡Sal! 

ReRe recordo el pequeño truco que se guarda bajo la manga desde que el Zombie Karate estuvo a punto de cargarselo, justo bajo su manga izquierda. ReRe apoyo los brazos sobre sus piernas fingiendo estar relajado y en ese movimiento, dejo que unos pocos granos de sal pasasen el filtro, cayendo justo sobre la cabeza de Tucaco, mientras mirava inquisitoriamente al (valga la redundancia) Inquisidor....

¿Desde cuando tenia una paloma?

Una de las cosas que Rere había aprendido durante estos años era a no temer el tamaño o el poder de sus enemigos. Muchos de los peligros que podría ocultar este estaban escondidos a la vista, y si uno quería sobrevivir en una situación como la de Rere, uno tenía que aprender a leer a su enemigo.

Lo cierto es que, mirándole fijamente, Rere no pudo ver nada realmente sospechoso en Tucaco. Uno aprendía que cuando alguien tenía que ocultar algo, del esfuerzo de hacerlo siempre quedaba algo de lo que uno podía sospechar: Una mano que se ocultaba más de la cuenta, una mirada furtiva... Había muchas cosas que uno podía usar, y Rere no podía encontrar ninguna que pudiera significar una posible traición. De eso estaba seguro.

Aunque, un momento, quizás no hubiera traición, pero... Aquello que Rere había estado a punto de captar, algo en los ojos de Tucaco, se desvaneció tan pronto como este empezó a notar los granos de sal que caían en su coronilla. 

Respirando profundamente, con un ligero toque de hastío, apartó la mirada hacia un lado, mirando al suelo.

-Podemos estar así tanto como quieras. Noto que te cuesta respirar. Celeste ya me contó que tu te llevaste la peor parte. Si quieres te puedo ayudar. Si no, apartate de mi camino.

En un ágil movimiento ReRe bajo de la rama, una rama que el chico llevaba toda la conversación rasgando un cuchillo serrado por si acaso. Se coloco bajo la susodicha rama y dijo acomodandose sobre el tronco con la espalda. 

- Qué sepas que por muy herido que este, puedo apagar esa mirada chunga tuya en cualquier momento. Cuidado donde tocas.

Tras eso se relajo, esperando a que Tucaco actuase.

Eso, eso, explícaselo Tucaco, explícaselo - Vincent solo estaba caldeando los ánimos, quería sangre de verdad

Viendo que la situación se había calmado un poco, Tucaco parecio relajarse por un momento.

-Entonces supongo que estamos en paz, al menos por el momento. Bien, pues no se hable más. Necesito que me lleves a donde se encuentra el resto, Rere. Supongo que estaréis escondidos en la vieja mansión ¿me equivoco?

Y de forma silenciosa, atravesando aquel espeso bosque, nuestro nuevo anfitrión fue acompañado por Rere y el inquisidor loco de nuevo a la mansión, llevándose consigo sus propios pensamientos. Bueno, al menos Rere, porque Vincent se llevaría se allí sus visiones y su nuevo amigo plumífero.

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