Las manos de la hechicera se cargan de energía, haciendo que todo tiemble a vuestro alrededor, y antes de que podáis ni pestañear, toda esa magia se lanza contra vosotros.
Dacen no es capaz ni de verlo venir. El muchacho ya está muerto antes de tocar el suelo.
Y Ragkrul...
Me temo que has sacado una pifia en el peor momento.
Pero no te preocupes, el juego aún no ha acabado ;)
Los enemigos caen, y caen, y continúan cayendo. No tardo demasiado en dejar de contarlos mientras sus golpes me hieren poco a poco, en una larga lucha donde solo hay un vencedor. Respiro acaloradamente, de pie, apoyado sobre mi hacha, cuando una nueva figura hace aparición, y poco me falta para cargar contra él y aplastarlo de manera violenta. No es hasta que me doy cuenta de que se trata del otro guardián de la muchacha cuando me detengo en el sitio. Y entonces, una nueva voz me toma por sorpresa. Una mujer, otra humana de rojos cabellos. Su ataque viene de lleno, más magia. Nada de fuerza, nada de habilidad, simplemente disparos cobardes desde lejos.
-¡¡El infierno ya está aquí, y Ragkrul se cobrará tu cabeza en esta vida o en la otra!! -El grito gutural me sale de dentro, rasgando el aire y haciéndome poner firme con mis últimas fuerzas. No creo que vaya a servir de nada, y es casi imposible que siga evitando ataques mortales como los muchos que he esquivado de los monjes. Así que antes de que nada de eso pase, y mientras veo cómo el otro humano se queda congelado en el sitio, agarro mi hacha y la uso para lo único para lo que no estaba preparada, que es usarla como arma arrojadiza. El impacto me da de lleno, y me quedo en el sitio sin saber qué ha ocurrido con mi arma o la hechicera.
Motivo: La última esquiva
Tirada: 1d10
Dificultad: 7+
Resultado: 2(+1)=3 (Fracaso)
Motivo: Un hacha voladora
Tirada: 1d10
Resultado: 1(+4)=5
Tanto siete, tanto siete, ya tenía que tocar el momento en que no podían salir todos.
De repente, todo se volvió oscuro para Ragkrul...
Cuando volvió a abrir los ojos, creyó estar muerto, en el infierno o algún lugar parecido, pero pronto se dio cuenta de que no era así, ya que se encontraba en el mismo lugar donde se enfrentó a la hechicera. A su alrededor pudo ver el cadáver de Dacen y de decenas de monjes.
El orco estaba sumamente herido y caminaba a duras penas.
El silencio reinaba en el lugar y la hechicera parecía haberse ido.
Estaba solo...
Día 5
Amanecer
"No hay luz al final del túnel..."
Una a una las Ciudades han ido cayendo. Los enemigos campaban a sus anchas y cuando los Defensores del Bien giraban la cabeza, las Ciudades y todos sus habitantes caían presas del Mal Supremo y de sus seguidores.
La mañana amaneció oscura, como si el sol no quisiera salir tras el horizonte. Los lugares, se mostraban lúgubres y mortecinos, como si una capa de energía negativa los cubriera de arriba abajo. Era algo deprimente... el Mal se había arraigado en Umbría, y hasta este momento, nadie había hecho nada para evitarlo.
Era como si nada pudiese parar la embestida de los acólitos del Mal Supremo...
Y una mancha más oscura comenzaba a renacer en algún punto oculto del Reino.
Una mancha de muerte, ira y destrucción.
Y ya no había vuelta atrás, por que la Profecía se había cumplido. Lejos, en algún lugar oculto de la vista de los simples mortales, un mal enorme estaba surgiendo, golpeando con sus garras las paredes que lo contenían, rompiéndolas de a poco en pedazos, asomándose al exterior y sonriendo.
La Creación, tal y como la conocemos, iba a cambiar de un momento a otro.
Día 5:
¡Los Recursos A de las Zonas aumentan en 1! Ahora es mucho más fácil en todas las zonas encontrar Recursos del Tipo A.
Tenéis hasta las 23:59 del Viernes 13 para decirnos como "solo para el director" (en el lugar donde os encontréis, no en vuestra escena personal) a donde os queréis mover, si es que queréis cambiaros de localización.
De pie, quieto y en el sitio, abro los ojos en lo que me parece ha sido una eternidad. Manchas de quemaduras cubren mi torso y hombros, así como la espalda y otras partes de mi cuerpo menos musculadas. De la mujer no hay ni rastro, pero parece que se dejó el trabajo a medio hacer como el resto de los monjes. De esos hay decenas de cadáveres, la mayoría partidos por la mitad o aplastados a fuerza de unos puños enormes, los míos. Avanzo un paso tras otro obligándome a llegar al sitio donde mi hacha ha caido, y la recojo, guardándola lentamente a mi espalda. Luego, sin perder más tiempo, reviso el cuerpo de los monjes y el del humano fallecido, el arquero. No espero demasiado, pero quizá tenga el libro ese que vi pasear por ahí antes de todo esto, el de la rubia. Una lástima lo suyo, o ahora mismo podría curar mis heridas.
Luego, me aseguro la túnica que he conseguido hace ya parece mucho tiempo, y cargando con todas mis armas me preparo para... la verdad, no sé para qué. Al fin y al cabo, desconozco el destino de Talashia, y los que podrían hablarme sobre ello han desaparecido o muerto. Así que hago una de las cosas que mejor se me da hacer al terminar una batalla, desenfundo mi hacha y me pongo en posición de batalla a la que lanzo un rugido. -¿¡Acaso no ha sido lo suficientemente gloriosa esta batalla!? ¡¡Talashias del presente y el pasado, Ragkrul os convoca!!
Y luego me preparo para partir, pues nada más me espera aquí. Por lo que veo desde lo alto del monte, tres cuidades han caido. Bajando, busco el lugar donde Baesa murió. Si no tengo qué hacer, bien puedo otorgarle un favor como pago por su curación y transportar su cuerpo hacia la ciudad del agua. Y quizá, si aparece otro destructor de ciudades, quizá pueda hacer algo por partirle la cabeza en dos.
Saqueo los cuerpos, PNJs y principalmente el de Dacen.
Vuelvo a por el cuerpo de Baesa, y rumbo a la Ciudad del Agua. La seguridad no significa mucho, pero quién sabe, mejor que nada.
Tan solo Dacen parece llevar cosas de valor:
-Arco (ATAQUE +1 DAÑO +2)
-Flechas x7
-Armadura de cuero [Reduce en 1 el daño (por ataque). Tiene 3 usos. (Puede ser reparada)]
-Capa de agilidad imperfecta (+1 a Destreza los días impares)
-Túnica de monje (Reduce en 1 el daño de cualquier hechizo)
-Comida x2
Sin mucho que hacer mientras creo un enorme fardo con el cuerpo de la fallecida Baesa, compruebo las diversas armaduras que el arquero portaba antes de caer asesinado, vistiéndome como buenamente puedo para estar defendido de los futuros problemas que puedan existir. El arco no es demasiado, pero bien podría servirme de ayuda si tengo que abatir a un enemigo lejano, y desde luego la potencia que yo puedo imprimir es con mucho mayor que la que él tenía, lo que significa causar un daño atroz si impacto. Los he usado alguna vez, aunque prefiero una balista pesada de mano.
Luego, ya que desperdiciarlo es absurdo, tomo un refigerio con la comida que ha sobrado, planteándome cómo actuar. La ciudad del agua es un destino no solo por el enterramiento, sino por las ligeras posibilidades de que Baesa vuelva a la vida, ¿quizá al volver a su patria, o por magia? Así que eso ya está seguro. Sin embargo, desconozco qué hacer a partir de ahí, aparte de lo que siempre he hecho. Casi me dan ganas de cambiar de bando, ir al castillo del fuego y derrocar al rey de una vez, pues no es como si no se lo mereciese. Pero no, pues ¿luego qué? No, prefiero verlo sufrir a que pierda su reino y muera.
Consumo 1 de Comida. Si sirviese para curarme, consumo también el segundo vívere.
El segundo vivere te curaría 1 pv y te daría un +1 a todas tus tiradas hasta el final del turno. ¿Lo comes?
Confirmo, dos víveres para hoy.