Partida Rol por web

-Celebro la pronta llegada de Kenjiro-sama. –Contestó el shugenja, asintiendo. –Con las Legiones Imperiales aquí, las atrocidades desaparecerán, sin duda.

Eso esperaba, al menos, pero en el fondo no estaba seguro. Después de lo que había escuchado, comenzaba a pensar que había más en los valles de lo que habían supuesto, y que tal vez ni siquiera la presencia Imperial fuese suficiente disuasión. Pero se guardó sus sombríos pensamientos para más adelante.

-Tres días… -Musitó Satoru en respuesta a las siguientes palabras de la magistrada Dragón, meditabundo. Era consciente de que el Campeón Esmeralda les había advertido de que la situación requería una intervención rápida… pero otorgar únicamente tres días para una investigación así era casi temerario. No obstante, contuvo sus pensamientos. –Es un corto tiempo para una tarea tan grande.

-En cualquier caso, Soshi-sama, ahora ya sabéis cuándo terminarán las conclusiones. Confío en que ésta brevedad os satisfaga. –Continuó el Isawa, observando al daimio. A medida que la conversación fluía, las emociones que lo habían golpeado inicialmente iban remitiendo para dejar sitio al experto cortesano. –Lamentablemente, eso también nos obligará a prescindir de algunas cortesías para avanzar más rápidamente en la investigación. Nos gustaría tener la oportunidad de entrevistarnos con el general Soshi Furuyari. ¿Sería posible verlo después de la cena?

Después, tomó un largo sorbo de té, estudiando las reacciones del señor del castillo, tratando de decidir hasta dónde llegaba la máscara que les estaba mostrando Soshi Bantaro.

Soshi Isane, la hermosa doncella servidora del Daimyo apartó con delicadeza la manga de sus brazos para poder servir té a la magistrada y sus agentes. Cogió la tetera y fue a rellenar la taza de Satoru pero vio que aun estaba llena y decidió esperar.

- El general Furuyari se ha reunido con sus ancestros, maestro Isawa... Somos hombres devotos de las Fortunas, pero nuestros estudios para el clan Escorpión no hace que temas como el Honor o la culpa sean insignificantes.

Nuestra habilidad con los Kami del Aire siempre ha resultado incómodo para los domadores de caballos, pero eso no nos convierte en criminales que intentan desafiar la ley Imperial... Furuyari siempre fue uno de los hombres más valerosos y honrados que hemos tenido en la familia.

Luego sirvió a la Dragón y a su compañero Akodo. - Sin embargo, podemos deciros donde se encuentra la tropa de actores Shosuro. Se encuentran en un templo cercano a solo quince minutos de viaje a caballo de aquí.

Isane cogió la tetera y se giró para ponerle un poco a su señor Soshi Bantaro.  El Daimyo le lanzó una mirada lasciva al cuello y el escote, relamiéndose antes de coger la taza. Bantaro bebe del té sin problemas.

- Así que Mirumoto Megumi... ¿eh? os conozco... - Dijo intentando no parecer muy impresionado
Lo que me gustaría saber es porque demonios tenemos que excusarnos y dar explicaciones cuando los crímenes de los unicornio son tan descaradamente evidentes...
Descríbame las acusaciones y mentiras que esos bastardos han vertido sobre nosotros, Magistrada ... Bah, olvídalo, estoy hastiado de oírlas...¡Es que no se dan cuenta que son todo falacias! Maldita sea, ni siquiera han sabido mentir bien... sus excusas pobres e infantiles, y reaccionan de manera torpe porque saben que han hecho mal y que la justicia va a arruinar su futuro...

Unos criados comenzaron a entrar en la sala dejando enormes platos de manjares suculentos por toda la mesa. Aun no habían terminado de dejar algunos y Bantaro se incorporó para arrancar unas deliciosos muslos de codorniz en salsa con las manos y empezar a degustarlas. Normalmente el protocolo indica que hay que esperar a que toda la comida sea servida y la esposa del daimyo (que es la que ha organizado y diseñado el menú) de permiso para empezar a comer...
Aun sin acabar de tragar el delicioso bocado, Bantaro continua

- Jugaré a su juego... pero luego hablaremos de los daños que los Unicornio han hecho a mi familia con gran deshonor... comencemos:
La primera de las acusaciones... Los Iuchi afirman que hemos usado tropas de otras familias escorpión, que hemos pedido ayuda a Bayushi y Shosuro, incumpliendo las leyes imperiales.
Eso es tan estúpido que casi me dan ganas de reír, malditos ignorantes.... Los Soshi nunca hemos pedido ayuda a nadie! los Kami son nuestros aliados.

La esposa de Bantaro le interrumpe y le ofrece sake

- Verán magistrados, este tema es una verdadera desgracia, pero aquí la familia Iuchi ha cometido un grave error.
Al parecer, como igual ya han sido informados, una tropa de actores Shosuro viajaba desde tierras Dragón hacia su hogar. Dicha tropa de actores son primos de nuestra familia, pero no son guerreros, nunca han sabido nada de la guerra hasta hace poco y solo estaban de paso. Los Iuchi los confundieron con espías Shosuro y los atacaron en el norte. Sus soldados bárbaros mataron a casi toda el grupo y algunos supervivientes se tuvieron que alojar en el Templo de la Montaña de Nieve, donde los monjes les dieron refugio.

Los Iuchi se equivocaron, la tropa de teatro está al cargo de la conocida Shosuro Mayumi, una reputada artista que venía de tierras kitsuki. Pueden ir a visitarla al Templo, donde aun se recupera de las graves heridas, como bien ha comentado nuestra cortesana - dice refiriéndose a Isane.

- Enviamos Shugenjas para apoyarles y sanar sus heridas, pero los monjes del templo se negaron a recibir a nuestros hombres por temor a que los Unicornio destruyan el Templo, tal y como hicieron con el Templo de Jizo, cerca de la aldea Motobu, arrasada por soldados Unicornio hace unas semanas.

Así pues, la acusación de los Unicornio es infundada. Ninguna otra familia del Clan Escorpión nos ha ayudado.
Pueden visitar a Shosuro Mayumi en el Templo, ella les dará su versión y podrán comprobar su testimonio en sus papeles de viaje.

Las cejas de Satoru se alzaron, y sus ojos negros se abrieron por la sorpresa cuando Isane intervino para descubrir que Furuyari había muerto. Sin embargo, el resto del rostro del shugenya Isawa se mantuvo imperturbable.

-Oh, lo siento mucho… Ha debido ser realmente súbito, entonces. –Respondió, esforzándose en dar a su voz el adecuado tono de tristeza. A punto estuvo de insistir sobre la causa del seppukku de uno de los generales de los Soshi, pero se contuvo. Probablemente, de ser necesaria esa pregunta, fuese más una responsabilidad de Megumi como magistrada que suya como yoriki. Así que en su lugar desvió el tema sólo ligeramente hacia Norie. -Mientras viajábamos en compañía de la magistrada Soshuro, ella comentó que esperaba poder reunirse con él al llegar al castillo. Las Fortunas a veces no son propicias a los mortales.

Escuchó las explicaciones de los tres Soshi. La falta de modales de Bantaro se complementaba de alguna forma con la formalidad de Shinobu y la aparente inocencia de Isane. Una puesta en escena de armonía y disonancia, que bien podría ser una máscara, o la desagradable realidad. Pero no les correspondía juzgar eso, sino buscar la verdad.

-Lo cierto es que las acusaciones sobre la presencia o no de los Soshuro en la lucha deberían quedar resueltas cuando nos entrevistemos con Soshuro Mayumi. –Lo cierto era que tenía ganas de poder salir de los muros de los Soshi y comenzar el trabajo de campo. Si tan sólo disponían de tres días, entonces debían moverse deprisa, y los kamis le ayudarían mejor ahí fuera. -Y en cuanto al templo de Jizo… tengo que esperar para verlo en persona antes de sacar conclusiones.

-Pero si he de seros sincero, Bantaro-sama, me preocupan más las otras acusaciones. –Continuó Satoru, vaciando su taza de té con voz bastante más seria. -Quienquiera que haya salado vuestros campos, lo ha hecho infringiendo la ley del Hijo del Cielo para causar el máximo daño posible a vuestra gente.

-Y quienquiera que haya asesinado a la familia del daimio Iuchi y envenenado la aldea deJiochi, habrá tenido similares intenciones.

Tras la respuesta de Megumi, la mirada de Kazuo pasó a centrarse sobre todo en el daimyo y su esposa, sin decir palabra alguna y limitándose a degustar el té. La actitud inquisitiva de Satoru, perfectamente maquillada de diligente curiosidad le valió alguna mirada al shugenja, pero el bardo parecía centrado en el extraño matrimonio y en sus propios pensamientos. Mientras el samurái del Clan del Fénix se explayaba, el Ikoma miró hacia su primo, se preguntó por qué había acudido el León a la Aldea de las Hojas Enterradas y sintió la necesidad de cartearse con su maestro, Ikoma Sadao. 

—Tres días es muy poco tiempo —musitó, en voz baja. Después dedicó una larga e intensa mirada a Shinobu, casi compungida, y le preguntó a su esposo—. ¿Sobre quien recae el honor que antes era de Soshi Furuyari, oh, Soshi-dono? ¿Quién comanda las tropas del Clan? 

Lo más probable era que su sucesor en el cargo hubiera estado a su servicio, y por tanto, supiera cuál era la causa del seppuku que no podían discutir en la mesa. 

Las palabras de Soshi Bantaro, aunque maleducadas, parecen sinceras. Es obvio que trata de minimizar las acusaciones vertidas sobre su clan para enfocarse en los crímenes de los Unicornio sobre su familia. Pero su ira y su frustración son muy reales.

Soshi Shinobu disimula muy bien, pero notas como está terriblemente horrorizada y humillada por el comportamiento de su marido. Trata de suavizar sus palabras en la medida de lo posible para no ofenderos. Sabe que si su marido os insulta de alguna manera la posibilidad de que ayudéis a su pueblo se puede reducir drásticamente.

¿Sobre quien recae el honor que antes era de Soshi Furuyari, oh, Soshi-dono? ¿Quién comanda las tropas del Clan? 

- El honor recaería en el comandante Soshi Katsu, un héroe de honor... Pero murió. Deberían hablar con su esposa y su hijo, viven en una mansión cerca del cruce de caminos hacia el norte.

Pero si he de seros sincero, Bantaro-sama, me preocupan más las otras acusaciones.

Oh!, ahora nos entendemos Isawa-san, hijo del clan Fénix... por fin alguien interesado en escuchar nuestras súplicas de justicia... - Dijo recostándose en los sillones mientras apuraba su taza de sake

- Por si el ataque a unos ciudadanos inocentes como son la tropa de actores y su posterior acusación sin fundamento no fueran suficientes... luego comenzaron las barbaridades...

los Iuchi han salado los campos de nuestras aldeas, lo cual es imperdonable: el arroz ni siquiera pertenece a los Soshi, sino al Emperador. Tenéis decenas sino cientos de testigos entre campesinos y samurai de como esos salvajes entraron con sus gigantescos caballos cargados de fardos agujereados... machacando nuestros cultivos y salando la tierra donde no crecerá nada en décadas...

¿Como pagarán los campesinos  el tributo imperial? ¿eh? ¿eh?  ¿debo hacer que sacrifiquen a todos esos infelices para que no mueran de hambre como perros o simplemente tirarlos y obligarlos a abandonar sus casas que es todo cuanto tienen?

Los Unicornio profanaron el templo dedicado a Jizo  ¡Maldita sea, lanzaron un condenado "Puño de Osano-wo" sobre el templo! - Dijo Bantaro mientras lanzaba con furia un trozo de carne chupeteada y que se estrellaba contra una de las paredes.

Es el mismo Templo al que habíamos asistido pocas semanas antes a rogar para que las fortunas bendijesen a nuestro matrimonio con un hijo...

Y muchas más cosas... Los Unicornio violaron el periodo de luto por mi leal siervo Soshi Katsu, un hombre de honor cuya familia fue una vez honrada y ensalzada por el propio Hantei... Hay que ser cobarde para violar la santidad de un funeral de un hombre así.

¿Y traer tropas Shinjo a una guerra privada? ¡Inconcebible!”

Bantaro hizo un gesto a la doncella Soshi que rápidamente comenzó a rellenar su tazon de sake una vez más.

Soshi Shinobu suspiró...

Apenas había probado un poco de verduras y pescado, dejó sus cubiertos y cerró los ojos. Yasamari dio ordenes sutiles a los criados para que recogieran de inmediato todo cuanto ensuciaba el Daimyo

- Disculpad a mi esposo... Está muy afectado por el comportamiento inadecuado de los Unicornio. Entendemos que la guerra es la guerra, hay muertes no muy gloriosas e infortunios... por ejemplo, no pedimos justicia por la muerte del valeroso, inteligente y respetado Soshi Katsu, que ha sido como un hermano para mi... eso lo podemos y debemos aceptar. Murió en batalla, con honor, defendiendo su palacio cercano a tierras Iuchi en la que vive su familia. Pero ¿atacar a sus hombres, su esposa y su hijo, apenas un niño, cuando estaban celebrando su funeral? no hay respeto ni honor en ese ataque. Pueden visitar sus tierras y hablar con los supervivientes. Confirmarán nuestras acusaciones.

Del mismo modo, está el terrible ataque al Templo. Pueden visitar las ruinas y hablar con los monjes supervivientes. Tenemos declaraciones firmadas por algunos samurai que lo presenciaron, pero creo que ver en persona la devastación de su magia es revelador.

Todo ocurrió cuando un reducido grupo de nuestros soldados regresaba para informar, varias aldeas habían sido azotadas por la guerra y nuestros soldados trataban de traer la mayor cantidad de supervivientes hacia el campo de refugiados, si bien no es un paraíso en la tierra, al menos les damos refugio, algo de comida y sanamos a los heridos. Nuestros hombres y los refugiados fueron perseguidos y acosados hasta la extenuación, y viendo que las tropas Unicornio iban a masacrarlos pidieron auxilio y cobijo en el Templo de Jizo. Los monjes se apiadaron de su suerte y les dieron refugio. No sabemos como el odio y la locura pudieron embaucar de esa manera la mente de los Iuchi, pero conjuraron poderosa magia y destruyeron con un rayo el tejado del templo, destrozando el edificio y matando tanto a nuestro hombres, como los refugiados, como a muchos monjes. Soshuro Norie nos dijo que aun quedaban algunos supervivientes, ellos confirmarán nuestra acusación.

Los investigadores pudieron ver como Soshi Bantaro bostezó aburrido ante las palabras de su esposa, y mientras sigue engullendo comida, pudieron notar como deslizaba una de sus manos a través del kimono de la hermosa doncella Soshi Isane, descubriendo la delicada y nívea piel de sus muslos. Isane mantiene la compostura aunque su gesto es de rechazo por un segundo, coge su kimono y tapó rápidamente sus piernas, tratando de mantener la compostura sin poder evitar que la mano del Daimyo se deslizase por debajo de la seda hacia zonas más lujuriosas.

Satoru escuchó las intervenciones del resto mientras aprovechaba para comer algo. Lo cierto era que el espectáculo que Bantaro les estaba ofreciendo le había quitado el hambre hacía ya tiempo, pero al menos podía intentar concentrarse en el sabor de la comida en lugar de en la mano que se colaba por debajo de la ropa de Isane.

-¿Debemos entender, entonces, que ahora mismo vuestras tropas carecen de liderazgo? -Preguntó cuando, en lugar de contestar a la pregunta de Kazuo, el daimio les sugirió visitar a su viuda. La voz del Isawa transmitía tranquilidad a pesar de la crispación que sentía en su fuero interno. -¿Quién las comandará si se produce otro ataque?

-Shinobu-sama… os aseguraremos de investigar la autoría de los crímenes que nos habéis relatado. -Contestó, dirigiéndose esta vez directamente a la esposa del daimio mientras su marido continuaba manoseando a la cortesana. Y, mientras pensaba sobre el relato, añadió con siceridad. -Me resulta difícil imaginar qué podría llevar a un shugenja a profanar de esa manera un templo.

Guardó silencio unos instantes, tratando de ponerse en la piel del atacante. Lo cierto era que no todos los bushi del Imperio eran devotos, pero siempre había querido pensar que aquellos capaces de hablar con los kami sí lo eran. Y, mientras su semblante se oscurecía, entre sus pensamientos apareció un nombre, como un funesto presagio. Tal vez sí supiera quién podría haber sido capaz.

-En cuanto a la participación de las tropas de la familia Shinjo en la guerra, Bantaro-dono, me gustaría que nos pudierais dar al menos algún detalle. -Dijo, retomando la conversación y alejándose de sus elucubraciones. Aún tendrían que investigar la zona para saber si estaba en lo cierto. -¿En qué os basáis para hacer tal afirmación?

-No es sencillo distinguir a una caballería de otra en plena batalla… -Alzó la mirada para buscar la de Bantaro. -¿Tenéis testigos? ¿Prisioneros? O… ¿Tal vez es que acaso lo han descubierto vuestros maestros shugenja?

-Sea como sea, trataremos de seguir todas las pistas que nos habéis dado antes de salir de partir hacia Shiro Iuchi. -Afirmó, y se detuvo un instante para levantar su taza de té, apurarla de un trago y dejarla frente a él en una muda petición para que fuese rellenada. Después, tomó aire, y llevó la conversación a temas más delicados. -Pero antes, me gustaría también dedicar un momento a hablar sobre las acusaciones del clan del Unicornio y escuchar vuestra versión de lo que ha sucedido.

-Dejando a un lado la desventurada situación con los Soshuro… -Comenzó a decir, observando las reacciones a sus palabras de los Escorpiones presentes. -Unos asesinos llevaron a cabo un ataque en la fortaleza Iuchi que terminó con la esposa y parte de la familia del daimio muerta. Y en la aldea de Jiochi, el pozo fue envenenado… decenas de heimin y samuráis murieron de forma horrible.

Dejó que sus palabras acabaran desapareciendo en un silencio pesado, acorde a la severidad de las acusaciones anunciadas. Satoru aún permaneció así, callado, dejando que todos pudieran asimilarlo. Lo cierto era que no resultaría sencillo hacer otra cosa que no fuese simplemente negarlas, pero si realmente se habían producido esas muertes, sería algo complicado. Así que optó por cerrar la trampa.

-Si, como creo, desmentiréis que vuestra familia esté relacionada con tan atroces crímenes, tal vez podáis ayudarnos a esclarecer esos ataques. -Esperaba haber sido lo bastante hábil para tender el cebo. Al ofrecerse a escuchar sus explicaciones, y pedir que los ayudaran, los ponía en un compromiso. Si se negaban, parecerían culpables, y si ayudaban… tendrían que decir algo. Y una palabra dada, sea cierta o falsa, supondría algo que merecería investigar. En ocasiones, resultaban más reveladoras las mentiras que las verdades. -Al fin y al cabo, la mejor forma de demostrar que las acusaciones son ciertas es descubrir al verdadero responsable. -Se detuvo un instante, buscando las palabras correctas para su siguiente frase. -Y la habilidad de los Soshi para la información siempre ha sido uno de los puntos fuertes de vuestra estirpe.

-Pero es difícil. No parece que los Unicornio vayan a causarse ese daño a ellos mismos, del mismo modo que vosotros no salaríais vuestros campos.

La magistrada dragón continuaba comiendo con tranquilidad pese a la actuación del daimyo Soshi. Personalmente Megumi estaba muy en contra de la tradición de cometer seppuku, era la forma en la que en el imperio se encubrían los peores crímenes posibles, la cabeza de turco. Ahora salvo que alguien cometiera un error nadie pagaría por esos crímenes. 
 
Lamento la pérdida de alguien tan importante en su familia Shoshi-sama. Entiendo que la magistrada Norie si tuvo oportunidad de conversar con el comandante Furuyari ¿no es así? - Dijo la magistrada - ¿el magistrado unicornio tuvo también esa oportunidad?  - Megumi bebió un sorbo de té- por cierto, ¿dónde está Norie? No debería estar aquí? 

Megumi meditó sus palabras unos instantes antes de seguir hablando. Se preguntaba si los unicornios habrían adoptado la misma postura. Entonces el daimyo ofreció un espectáculo lamentable incluso para el más maleducado heimin, Megumi entendió que ese era el momento de ponerle nervioso y que cometieran errores tanto él como su esposa, de hecho centró su atención en la reacción de la esposa ante la actitud lasciva del escorpión. Haciendo caso omiso al desdeñable comportamiento continuo con sus pesquisas.

¿Cual fue el primer incidente? Entendiendo la pérdida de ambas familias y el perjuicio al emperador. ¿Quien cree usted que se podría ver beneficiado por esta contienda ? 
 

Por su parte, Ikoma Kazuo atendía a la conversación sin mediar palabra, concentrado en su cuenco de arroz, su taza de sake y sus palillos. De tan entregado que estaba a la comida parecía que no se percataba de las constantes faltas de etiqueta de Soshi-dono, pero su actitud era la muy evidente forma que tenía él de disculpar el temperamento del señor del castillo. Sus errores no excusaban los de los demás, ni justificaban el ridiculizarle. Sin embargo, cuando vio por donde caían sus dedos… el León apretó la mandíbula. Al terminar de preguntar la magistrada, el cortesano Ikoma apuntaló sus pesquisas con un comentario de su propia cosecha, uno que encerraba mucho más que la defensa del daimyo que daban a entender el significado literal de sus palabras.

—Por favor, magistrada. La reputación de Soshi-dono le precede. Es la Mano del Emperador en estas tierras, y estoy seguro de que, como tal, su proceder ha sido impoluto.

Y, a falta de su abanico, se llevó el sake a los labios.

Isshin mantuvo sus ojos clavados en el Daymo durante unos segundos, sus ojos  brillaban con desprecio y asco, ante esa burla del bushido que era Soshi Bantaro. Si su comportamiento reflejaba como era realmente bien podría haber salado sus propios campos.

Bajo la mirada hacia su taza de té, cuyo aroma tapaba el suyo propio, lo cual era de agradecer.

Dio un par de vueltas a la taza de té, mientras escuchaba las explicaciones que daba el señor de estas tierras, ninguna disipaba las acusaciones sobre él, ni arrojaba ninguna prueba sobre sus propias acusaciones.

- ¿Como estáis tan seguro de que eran tropas Shinjo, y no la caballería de otra familia, las que apoyaron a las tropas Iuchi?-  

levantó la mirada e intento que el tono de sus palabras sonara lo más respetuosas posible, disimulando el desprecio creciente que sentía.

Había algo que Isshin no entendía, porque salar los campos de arroz, era una afrenta contra el emperador mismo,porque arriesgarse a sufrir la ira del hijo de los cielos, sobretodo cuando iban ganando la guerra. ¿Porque arriesgar lo ganado en el campo de batalla, en un acto tan absurdo?.

- Lamento la muerte de su vasallo Soshi Katsu, ha debido de se una gran perdida. hay algún motivo, alguna afrenta del pasado que pueda explicar dicho ataque- 

inclino la cabeza a modo de respeto, más por el fallecido que por su señor.

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