Partida Rol por web

-¡No!- Demasiado tarde, el estallido de luz nos envolvía en un instante, "solo funciona para el lazo del diablo y no sabemos que és esto", tenía que darme prisa o no solo me atraparían a mi, si no también a Scarlet. 

- ¡Sectum!- conjuro apuntando a la raíz que me había atrapado, aunque era un tiro a ciegas. Algo fue seccionado en la luminosa oscuridad que ahora nos impedía ver. El sonido de algo cayendo cerca me alerta, intento ponerme de pie y correr. Aún notando como algo me aferraba la pierna, tiro, para encontrar que no había resistencia. Tal vez la suerte estaba de mi lado por esta vez. 

Corriendo a ciegas, hacia donde la luz es más intensa y aun con los párpados cerrados mis ojos ven el color naranja rojizo, derribo a Scarlet para detener el conjuro. Los dos terminamos en el suelo, sobre ella, el mundo parece detenerse un instante, los dos manchados de tierra, nuestros cuerpos en tensión por lo sucedido, y el pánico de la situación hacía que nuestras pupilas fuesen pozos de oscuridad. 

Entre las sombras, reptaban con oscuras intenciones, boas de corteza y hierba que buscaban nuestra respiración y nuestro calor, nuestro movimiento. Era eso lo que las alertaba, a falta de ojos.     

- Quieta. Espera.- hice una bola de papel con una de las páginas de la libreta que llevaba encima. Con un empujoncito la hago rodar, sigindo las lineas del cuerpo de la chica bajo mi coge algo de inercia, un zarcillo restalla contra el suelo a pocos centímetros de donde nos encontrabamos. 
 

-un conjuro y a correr. ¡incendio!.- En cuanto la bola se prende el caos se desata a nuestro alrededor. Como si una cortina de pánico se extendiese, los golpes y los azotes, comienzan a surcar el aire, con unas plantas reaccionando a los golpes de las demás, como un saco lleno de gatos. 

-¡Vamos! ¡Es nuestra oportunidad!- Ayudo a levantarse a Scarlet antes de correr como alma que lleva el diablo empujandola, protegiéndola con mi cuerpo, siento los golpes contra mi espalda con una fuerza que me quita el aliento, mientras nos acercamos a la entrada de la que el aire fresco de la noche entra como una bienvenida a la tranquilidad de su silencio. 

Tras nosotros el mundo se vuelve movimiento y caos, cuando al salir nos dejamos caer sobre la fría tierra y el césped húmedo de rocío.

La verdad es que lo que ha pasado esa noche les demuestra a los Ravenclaw que no hay que subestimar a los Hufflepuff por ser quienes son, sino que hay que tenerlos muy en cuenta si acaban siendo como la profesora McGarden y es que ha sido impresionante lo que ha pasado con esas plantas. 

Cuando la adrenalina comienza a desvanecerse de su torrente sanguíneo y se pierde el efecto que ésta produce, Spencer se da cuenta que aun tiene algo apretándole la pierna, que ésta le duele bastante al nivel de la cadera y que se le está quedando dormida por la presión. Quizá mañana no camine del todo bien.

Al estudiar un poco más el tallo que tiene enroscado en la pierna, comprueba que si que es un lazo del diablo y que no habría hecho falta el espectáculo pirotécnico que cualquier profesor que esté atento a los exteriores habrá visto. Así que quizá su problema ahora sea poder volver a sus dormitorios.

Apenas escuchó la voz de Spencer adviritiéndola sobre el hechizo que había realizado. Tal vez no fuese la mejor idea, las plantas parecían haberse enfurecido más por el fuerte rayo de luz que ahora las bañaba con intensidad. Tampoco escuchó el encantamiento de su compañero, quien consiguió liberarse por fin de la planta que lo tenía cautivo, sólo sintió que estaba libre cuando sintió el peso de su cuerpo caer sobre ella. 

Reprimió una exclamación ahogada al sentir el suelo en su espalda y a Spencer a lo largo de su pequeño cuerpo. El Lumos se apagó y volvió a reinar la oscuridad, pero ahora a la muchacha no le hacía falta luz para distinguir los ojos azules del muchacho mirando a los suyos, su respiración agitada y el aliento de éste entrando por la nariz de la muchacha, enturbiando su ya confundida mente. Scarlet lo miró con los ojos muy abiertos, lo tenía tan cerca que prácticamente podía contar cada una de sus pestañas. Jamás había estado tan cerca de él, frente a frente... excepto... 

No es momento de pensar en eso, Scarlet... levántate y sal de aquí YA.

Sin embargo no fue necesario que ella misma lo hiciera, puesto que cuando Spencer lanzó el hechizo, fue él mismo quién levantó a Scarlet e hizo que corriera hasta salir del invernadero. Ahora le faltaba el aire literalmente, el humo terminó invadiendo cualquier zona de aire limpio que pudiera quedar. Todo se volvía negro mientras escuchaba a las plantas moverse agitadas y golpear el cuerpo que ahora la protegía. Siguió corriendo, tirando de la mano del muchacho, aferrándose a ella como a la misma vida. Y finalmente, la luz de la luna bañó a los muchachos, que salieron corriendo de allí, alejándose varios metros hasta que sus cuerpos no aguantaron más y cayeron a la hierba mullida y fresca por la humedad de la noche. 

Se dejó caer boca abajo mientras jadeaba y tosía, con la cara y la ropa llenas de tierra. Rodó sobre sí misma hasta quedar con todo el cuerpo mirando hacia el cielo estrellado. Su mano no se soltó de la de Spencer, aún la seguía apretando con fuerza, como si no se creyera que había terminado. Giró la cabeza hasta mirar al chico que, como ella, yacía en la hierba luchando por respirar. 

-Tienes... un poco... de tierra...-murmuró aún jadeante con una risa suave y cansada, bromeando porque, obviamente, ambos tenían la cara completamente manchada. Alzó la mano para poder acariciar su mejilla lentamente mientras sonreía de medio lado. Lo que sucedió después, ni la propia Scarlet sabría decir cómo, pero encontró el valor suficiente como para alzar su rostro y acercarlo al de él, depositando un suave beso, pero con urgencia y necesidad, en sus labios. Tal vez fuera fruto de la desesperación de antes o la adrenalina que aún seguía haciéndole efecto.

-No vuelvas a... darme estos sustos, ¿vale?-le pidió apoyando su frente contra la de él, con un temblor recorriendo todo su cuerpo, pero esta vez por la emoción y no por el miedo, y con los ojos cerrados por no atreverse a mirar la expresión de Spencer en esos momentos. Ni si quiera se dio cuenta del pequeño regalo enroscado que había dejado el lazo del diablo en la pierna del muchacho, que de seguro estaría dolorido.

No sentía ni dolor, ni frío, ni el aire, ni el bulto que llevábamos. Pero el beso de Scarlet aún sutil, fue una decarga vibrante de energía que recorría mi cuerpo, notaba como me ponía en tensión reaccionando. 

- Si está es la recompensa, igual merece la pena hacerte pasar algo más de miedo.- Susurro sonriente antes de hacer una mueca de dolor al notar la presión que el zarcillo hacía en mi pierna.- Dame un minuto de descanso.- Suplico mientras apoyo mi cabeza en su cuerpo que rodeo con mis brazos, su calor y presencia hacían el dolor menos intenso.

El latido de su corazón agitado, y la ausencia de tartamudeos me hacen sonreír, satisfecho de que la noche sea oscura.

Scarlet volvió a abrir los ojos para encontrarse con la sonrisa de Spencer mientras sentía que su rostro se tornaba color carmesí. En ese momento agradeció la oscuridad de la noche, aunque seguramente el chico sabría de sobra el color de piel que ahora la muchacha debía estar luciendo. Rió suavemente al escucharlo hablar, halagada y a la vez nerviosa por sus palabras. Como siempre, Spencer sabía como desarmarla. 

Dejó que el chico la abrazase, quedando entonces ella como la almohada de él. Su barbilla se apoyó en su coronilla mientras que sus brazos lo rodeaban con fuerza, sin darse apenas cuenta se encontró con sus manos acariciando su pelo y espalda. Aspiró profundamente el olor de Spencer mezclado con el de la tierra y el sudor. En esa postura estaba cómoda, pero sentir el peso del chico casi sobre ella, le ponía nerviosa; intentaba que su corazón latiera más despacio, pero las manos de Spencer rodeando su figura, atrayéndola hacia él con fuerza, su respiración sobre su pecho y el beso de hace un momento no hacía más que resonar en el corazón de la muchacha. Era la primera vez que estaba tan pegada a alguien, como si fueran dos piezas de un puzzle.

-Tómate el tiempo que necesites...-susurró ella, sin querer separarse de él aún.-¿Necesitas ayuda para quitarte... eso?-pregunta al darse cuenta de la rama enroscada a la pierna del muchacho mientras sus manos recorren su espalda y sus dedos se enredan en su cabello. 

Abro un ojo y miro hacia el zarcillo de lazo de diablo.

-El daño ya me lo ha hecho. Se desprenderá en breves, o eso dice la teoría. pero me hará falta tu ayuda para caminar. Debemos volver con cuidado.- Me incorporo hasta estar de rodillas y le tiendo mi mano Scarlet.- Debemos desaparecer de aquí antes de que vengan a ver que ha ocurrido. Debemos descansar en la sala común como mínimo.

Sintió frío cuando el muchacho de alejó de ella, pero no opuso resistencia ya que Spencer tenía razón... las luces del Lumos y el fuego habría alertado a los profesores y prefectos que se encontraban dando vueltas por el castillo. Cogió la mano del muchacho y se puso en pie. 

-No tengo mucha fuerza... pero apóyate en mí para andar.-le ofreció. 

Dicho esto, comenzaron a andar lentamente hacia el Castillo, más unidos que como llegaron. De vez en cuando hacía alguna breve parada para que Spencer pudiera descansar un poco, ocultándose siempre entre las sombras del castillo. Se deslizaron juntos y en silencio entre los pasillos de piedra, evitando las rondas de prefectos y profesores. Hasta que finalmente atravesaron el umbral de la sala común de Ravenclaw.