Tras la reunión, solo quedó clara una cosa: había bastantes detractores del plan de usar a los niños como fuerza mágica para destrozar el lugar donde están, sea Azkaban y otro lugar. Lo cierto es que a pesar de eso, todos siguieron reuniéndose para practicar hechizos de combate, de ataque y defensa, hechizos y encantamientos que sin ser de un uso bélico podrían ayudar a los jóvenes en momentos de peligro.
A pesar de todo, el Profesor Gordon incitó a pesar otro tipo de planes que pudiesen ser útiles, sobre todo pequeñas cosas que ellos pudiesen hacer para hacer avanzar la rebelión y no poner en peligro las vidas de las personas y sus propias vidas pues los planes que tenían eran bastante suicidas.
Tras meses y meses, las cosas parecían comenzar a funcionar: habían decidido que quizá lo mejor sería tener un lugar seguro en el que meter a la gente en contra del régimen, algo así como una base de operaciones para albergar al grueso de la Orden y de los detractores. A veces llegaban noticias de desapariciones que tenían relación con alguien dentro de la Orden, aunque ellos no sabían quien*. El plan era simple: tomar Hogwarts.
El Castillo no tenía a suficientes magos oscuros como para impedir que ellos tomasen el lugar. Además, el Profesor Gordon les aseguró que cuando llegase el momento lo sabrían, solo tenían que estar atentos.
Y con esta enigmática afirmación continuaron perfeccionando sus habilidades mágicas.
Sin darse cuenta, había llegado el ansiado día de navidad y su baile.
*Me he tomado la libertad de inventarme esto.
A efecto informativo, no se escribirá más en esta escena. Todo lo que vaya a pasar ahora, pasará en la escena de Baile de Navidad que he creado y tengo que escribir en ella para daros entrada.