Partida Rol por web

A la sala común de Hufflepuff se accede desde el mismo pasillo que a las cocinas de Hogwarts. Pasando delante del bodegón que forma la entrada a las cocinas, se encuentra una gran pila de barriles en un hueco oscuro en la piedra a la derecha del corredor. El segundo barril empezando por abajo, en medio de la segunda fila, se abre si se golpea al ritmo de Helga Hufflepuff. Como método de seguridad para disuadir a los estudiantes que no son de Hufflepuff, si se golpea el barril incorrecto o se golpea un número incorrecto la tapa de uno de los otros barriles se abre y ducha a la persona con vinagre. Uno de los prefectos se acerca a los barriles y comienza a golpear el barril adecuado para que se abra la sala común.

Dentro del barril se encuentra un pasadizo simple e inclinado que va subiendo durante un rato hasta llegar a una habitación redonda y acogedora con techo bajo, que recuerda a la madriguera de un tejón. La habitación está decorada con los colores alegres de las abejas, negro y amarillo, como los sillones. Estos resaltan más por el uso de maderas pulidas del color de la miel para las mesas y las puertas redondas que llevan a los dormitorios de los chicos y las chicas, dotados de cómodas camas de dosel cubiertas con edredones de cuadros y calentadores de cobre colgando de las paredes. Unas lámparas también de cobre iluminan las estancias. Los dormitorios están protegidos de los temporales.

La profusión de colores de las plantas y flores, traídos por la jefa de casa, hace de la sala común de Hufflepuff un lugar agradable: hay varios cactus encima de estanterías con forma circular (para adaptarse a la forma de las paredes), muchos de ellos bailan para los estudiantes que pasan delante, mientras que de las macetas de cobre suspendidas del techo cuelgan las hojillas de los helechos y la hiedra que te acarician el pelo al pasar.

Sobre la repisa de la chimenea, decorada con tejones danzarines, está el retrato de Helga Hufflepuff, una de los cuatro fundadores del Colegio Hogwarts, brindando por sus estudiantes con una minúscula copa dorada de dos asas. A través de las pequeñas ventanas redondas situadas a ras de suelo del muro exterior del casillo se puede disfrutar de una agradable vista con la ondeante hierba y los dientes de león y, ocasionalmente, los pies de los caminantes. Además de estas ventanas, la sala parece estar siempre bañada por un sol permanente.

En el tablón de anuncios están colgados los horarios.

Henri entró en la sala común por primera vez en mucho tiempo. Y de nuevo una sonrisa de dibujo en su cara. Era asombrosa la facilidad con la que la felicidad acudía al muchacho y nadie diría que algo le afligía. Hay quien dice que la inteligencia es una maldición, lo que está claro es que no era la maldición de Henri. Feliz como un crío fue saludando a todas las personas de la sala, tanto a los que ya conocía como a los que no, y parándose a hablar con todos aquellos que se dignaron a responderle. Le encantaba conocer gente, aunque luego no fuera capaz de recordar los nombres de todos, pero los recordaría en un tiempo.

Entra y se siente tranquila por primera vez en mucho tiempo. En esa sala podía olvidar las preocupaciones y centrarse en lo que realmente ocupaba su tiempo. Pero en cuanto se quedase sola con sus pensamientos, no podría evitar volver a pensar en el verano.

Sacude la cabeza e intenta no pensar. Se dirige al horario entusiasmada, pero se desinfla ante las pesadas asignaturas que le esperaban al día siguiente

- Menudo comienzo, ¿eh? - dice, intentando darle algo de sorna - Bienvenidos a casa

Entro tras mis compañeros y comienzo a saludar a todos los que veo, tanto conocidos como a los nuevos. Lo bueno de las casas es que conseguían que los nuevos se integraran casi automáticamente. Yo no era tan popular como Henri, y ni de lejos como Alex pero tampoco era del todo desconocido. Estar en el equipo te ponía un poco en el foco. Incluso me habían levantado en alzas una vez tras un partido en el que conseguir dar con una bludger en la cara a un buscador de Slytherin justo antes de que consiguiera la snitch. Un buen día.

- A ver si este curso hay un poco de tranquilidad, para variar. - digo mientras me dejo caer en un sillón, de los pocos que quedaban libres. 

Después de saludar a todos los nuevos Henri empezó a sentir el peso del cansancio. Les deseo buenas a noches a todos y se subió al cuarto a deshacer la maleta. La deshizo con rapidez porque tenía sueño y no le gustaba dejar las cosas para el día siguiente. Saco la ropa y las cosas que utilizaría en Hogwarts y dejó dentro las cosas que no iba a poder utilizar dentro para después guardar la maleta debajo de la cama. A pesar de estar dándose prisa Henri quería que sus compañeros llegaran allí antes de que terminara, así podrían charlar un rato y no lo molestarían una vez se hubiera dormido.

- ¿Empezaréis a entrenar pronto este año? - pregunta a los dos compañeros.

Tenía que ser frustrante querer competir de verdad durante todo el verano, y conformarse frustrado con pequeños amistosos entre la familia en algún lugar apartado. Aunque esas cosas ya no importaban tanto. Y aunque ella no participase, siempre le gustaba echar un vistazo a los entrenamientos; si podía despegar los ojos del juego, tal vez incluso lograse concentrarse para estudiar.

- Yo mejor me quedo mirando, no me imagino lo que le pasaría en el equipo si participase en él - comenta, algo avergonzada, mientras se ríe un poco ante esa idea en su mente

Entré a la Sala Común notando una calma dentro que me encantaba, a veces lo notaba un poco claustrofóbica al ver por las ventanas los pies de la gente pasar, pero la verdad es que no estaba tan mal cuando me volvía a acostumbrar. Estaba muy cansado y ni tan siquiera me molesté en mirar los horarios, pasé por al lado de unos compañeros que hablaban del equipo de quidditch. Realmente nunca había jugado al quidditch, pero personalmente no creía que montara tan mal en la escoba, y si podía quería intentar entrar este año al equipo de hufflepuff. Lo había decidido en el verano, de repente, sin ton ni son, quería hacerlo. Subí a la habitación y me tiré en la cama.

-Buenas noches a quien sea que me escuche!

Cerré los ojos y caí dormido.

La noche hace mella en los alumnos que poco a poco van abandonando la sala común para irse a la cama y recargar pilas tras el viaje y la cena y comenzar el día de mañana con fuerza porque muchos de los profesores que les tocarán son bastante duros y sin mucha compasión, como el subdirector.

El tiempo pasa y la noche va alejándose, dejando que el nuevo día llegue a ellos. Los rayos de sol se filtran por las ventanas y la luz cambia. Se comienza a oír el ajetreo de los otros alumnos.

Subí el último a la habitación. No tenía especial sueño y pasé bastante rato en la sala común leyendo y mirando por la ventana. Incluso cuando subí a la habitación pasé bastante tiempo mirando a mi búho apoyado en la repisa de una de las ventanas, aunque no podría precisar cuánto exactamente por la falta de relojes y demás aparatos en el colegio.

Finalmente me dormí, y en lo que pareció un parpadeo ya era de día y todo el mundo estaba alborotado. Los de primero siempre se emocionaban mucho con el primer día, y daban un follón tal que nos servían de despertador a los demás.

- Buenos días. - digo en voz alta para despertar a cualquiera que quedara rezagado y siguiera durmiendo. Aunque sentaba mal lo agradecías si te quedabas dormido, lo que me pasaba a menudo. - ¿Bajamos a desayunar?

Henri se despertó con la voz de Ashton. ¿Como podían vivir los magos sin despertadores? Seguro que había algún hechizo que funcionara como un despertador, pero Henri no lo conocía. Era la hora de desayunar y las palabras de Ashton recordaron a Henri el hambre que tenía.

Se levantó de un salto y se puso la túnica. Eso había que admitirlo, los magos habían elegido bien las prendas de vestir, las túnicas eran muy cómodas y fáciles de poner. 

Si, claro. Vamos a desayunar.-Dijo Henri enérgicamente. Y salió hacia la puerta.

Se despertó cuando alguien mencionaba el desayuno, se restregó los ojos y bostezó mientras se desperezaba sonoramente extendiendo sus brazos.  Bajó primero la pierna derecha, luego la izquierda y se encaminó al baño para asearse, volvió a bostezar y arrastró sus pies hasta que se colocó justo delante del espejo.  Se miró con atención, lavó su cara con agua fresca, se lavó los dientes y se peinó.  Luego se vistió con el uniforme de la escuela de magia y revisó las clases que tendría hoy y bajó a desayunar.

Para cuando había salido del baño sus compañeros ya se habían ido de allí por lo que apuró el paso intentando no perderse el desayuno.  De camino se dedicó a observar con atención para ver si veía a alguno de sus amigos.

Ashton espera en el centro de la sala común a sus amigos. Se había vestido con sus mejores galas, un traje de su padre (“normal”, no como esos de los magos que parecían vestidos largos) que remangado apenas parecía quedarle grande y corbata. Incluso se había peinado y todo.

Los estaba esperando a los dos, pero sobre todo a Katie. No sabía si ella había quedado con otra persona para ir al baile. Él había estado “fuera” bastante tiempo y no hubiera sido una idea tan descabellada.

En cualquier caso espera con una flor en la mano (lo que le daba una pinta aún más ridícula, pero es lo que hay), y dando vueltas a la habitación hasta que ella aparece bajando las escaleras.

- Esto… sé que es tarde, y lo más seguro es que tengas pareja pero… ¿quieres venir al baile conmigo? – dice mientras arquea una ceja, lo que podría parecer que quiere poner pose de ligón pero es más bien de inseguridad.

Ashton baja a la sala común para verse rodeado de gente. Por todas partes había gente terminando de prepararse, gente gritando por que no les daba tiempo, alguna chica llorando porque su pareja la había dejado tirada a última hora y estudiantes de los primeros años mirando con asombro toda la escena, esperando que llegara su momento de poder ir al baile.

Apenas había visto a sus amigos desde después del desayuno, cuando les había explicado su plan para que André pidiera que Lissy le acompañara al baile, y que así no tuviera que ir sola. No sabía dónde estaba ninguno de los dos, ni sus planes para esta noche, aunque suponía que quedaría con Katie en la sala común*.

Llevaba todo el día planeando el baile, ya que no había hecho nada antes al no saber si iba a asistir o no. Había ido a la lechucería y mandado un mensaje a su padre, que le había mandado un traje suyo, y luego había ido a hablar con el profesor Gordon**, que le había ayudado a hacer un ???** con algunas flores que crecían en el linde del bosque negro.

Una vez hecho todo, vestido con el traje de su padre (que le quedaba un poco grande, pero con las mangas remangadas apenas se notaba), peinado (algo casi inaudito) y con el ??? en la mano, tradición que no estaba del todo seguro que se siguiera en el mundo mágico (por si acaso Gordon incluso le había dicho que hiciera otro para que Henri le regalara a Nora y así no quedara mal) espera a que Katie baje las escaleras, más ansioso de lo que había esperado por que el baile comenzara.

Ok