Cuando la decision parecía tomada, Gith interviene.
Ni hablar. Mi plano es voluble y peligroso, pero las cosas en él siempre están por una razón. Esta torre puede ser un lugar sagrado o un centro de energía.
El nativo del Limbo mira a los dos extranjeros, y dirige la mano preventivamente hacia su espada al ver demasiada resolución en sus ojos.
No puedo permitirlo.
Tampoco es que Kandalian tuviera como objetivo inamovible rompre - daba por hecho que lo podría conseguir aunque no sabía como - la torre y liberar al ser contenido. El gnomo era diplomático, y gustaba de escuchar opiniones. La determinación con la que habla Gith deja muy claro que debe haber una buena razón para no hacer lo decidido. Así que, con voz cordial, habla: - Y bien amigo Gith, ¿qué aconsejas hacer pues?
El githyanki relaja su postura. Estaba claro que habría luchado a muerte por un motivo así, y Kandalian se preguntó si eso no le convertiría en un aliado demasiado voluble. Aún así, las preocupaciones del gnomo duraban poco, y el compañero parecía agradecido de la diplomacia del gnomo.
Durante un minutos guardó silencio y miró alrededor meditativo. Estaba claro que no había pensado en ninguna alternativa; tan solo se negaba a la anterior.
Finalmente se le ocurrió algo, y sacó una varita retorcida de mil colores.
Esto se llama un Cetro de las Maravillas. Guarda la esencia aleatoria y cambiante de mi plano, y entre mi raza son muy frecuentes y apreciadas.
Se la deja al gnomo.
Se dice que cualquier cosa que uno desee puede hacerla realidad la varita. La he visto convertir enemigos en piedra, hacer volar a su portador... la desventaja es que solo es posible que se consiga lo buscado, y muchas veces pasa cualquier otra cosa. La leyenda dice que antaño eran varitas de deseos, pero con el tiempo de desajustaron y ahora todos los cetros existentes confunden a sus portadores, de forma que les conceden a unos lo que pidieron otros.
Guarda silencio un momento, mirando a la torre y de vuelta al gnomo.
No te ocultaré que puede desencadenar cosas malas sobre ti, o sobre los tres, pero si deseas que el prisionero salga de la torre quizá lo cumpla.
En todo caso, lo harías sin tener que destrozar esa bella construcción.
Para la propuesta del Githyanki Kanda tendría que activar a ciegas la varita apuntando hacia la torre. A efectos de juego, tendrías que tirar 1d100 y sacar un 85 o más. Puedes hacer la tirada cuantas veces quieras o necesites, pero cada fallo significa que pasan cosas buenas o malas fuera de tu control.
Si no, te queda la opción de Amnyin aunque no le guste a Gith.
A Kandalian le cuesta concentrarse. Algo totalmente natural. ¿A quién se le ocurriría darle a un gnomo una varita para hacer realidad sus deseos? Es la cosa más peligrosa que se podría hacer, solo superada si se le da en vez de una, dos de esas varitas mágicas.
Tirada: 1d100
Motivo: Primer deseo
Dificultad: 85+
Resultado: 43 (Fracaso)
Tirada: 1d100
Motivo: Segundo deseo
Dificultad: 85+
Resultado: 41 (Fracaso)
Tirada: 1d100
Motivo: Tercer deseo
Dificultad: 85+
Resultado: 48 (Fracaso)
Tirada: 1d100
Motivo: Cuarto deseo
Dificultad: 85+
Resultado: 97 (Exito)
Kandalian aprieta con todas sus fuerzas la varita y apunta hacia la torre. Trata de concentrar su mente para formular un solo deseo, aunque sea difícil, y visualiza en su cabeza la figura humana saliendo de la construcción de cristal sin dañarla.
Al principio no ocurre nada, luego sucede algo extraño. Un "chorro" de gemas, diamantes y perlas sale de la punta de la varita y cae , esparciéndose por el suelo en una especie de abanico brillante. Un resultado precioso, pero no se parece al deseado, así que el gnomo se esfuerza de nuevo.
El suelo de este plano era terroso y seco, pero aún había algo parecido a una vegetación residual. Escasa hierba que no llegaba a la pulgada de altura, como la cabellera de un calvo. En este momento, el pasto comienza a crecer y multiplicarse, y en unos segundos las hierbas hacen cosquillas en la nariz del monje. Quizá su deseo de dejar de ser sepultado por la hierba creara alguna interferencia con la varita, porque lo siguiente que sucede es que Kandalian la siente disminuir y disminuir, alejándose de su cara. Un poco después entiende que la vegetación no está menguando... ¡él mismo está creciendo! Cuando el efecto para, Kandalian no es tan alto como un humano, pero quedaría en buen lugar entre la robusta raza de los enanos.
Al fin ocurre: el monje ve la silueta humana salir del cristal de la torre como si solo fuera aire. En un parpadeo, el hombre aprisionado está libre, y después ¡cayendo! Se precipita desde lo alto de la torre hacia el suelo, y es una caída suficiente como para matar a cualquier hombre. Kandalian ve a Amnyin y Gith correr hacia la construcción para interceptar al humano en su caída, aunque el monje duda de que lleguen a tiempo, aún siendo una caída tan tan larga.
Flota! Flota! Flota! FLOTA!!!
Con los ojos cerrados, Kandalian agita la varita pidiendo un nuevo deseo: que el ser al que acaba de liberar caiga ligero como una pluma hasta el suelo... Pero concentrarse es imposible. No para de pensar en seguir creciendo, hacerse invisible, cambiar el color de su piel y tener alas!!!
El destino de "el liberado", depende de la habilidad de sus compañeros...
Tirada: 1d100
Motivo: Otro deseo
Dificultad: 85+
Resultado: 79 (Fracaso)
Tirada: 1d100
Motivo: Otro deseo 2
Dificultad: 85+
Resultado: 72 (Fracaso)
Tirada: 1d100
Motivo: Otro deseo 3
Dificultad: 85+
Resultado: 66 (Fracaso)
Tirada: 1d100
Motivo: Otro deseo 3
Dificultad: 85+
Resultado: 84 (Fracaso)
No tiro más porque estimo que no tengo tiempo en la caída...
Kandalian activa desesperadamente el cetro, tratando de centrar su mente. Antes sus ojos comienzan a desencadenarse maravillas con una velocidad sorprendente, pero solo hay un deseo que importa ahora...
En el indefinible periodo de tiempo en el que el humano cae, la varita crea una nube de vapor verdoso que hace toser a Amnyin y Gith en su carrera, hace aparecer un enorme monstruo fantástico con trompa y colmillos que en alguna parte del mundo se llama "elefante", y cambia el color de piel de Kandalian a un tono violáceo precioso.
Solo entonces ocurre algo remotamente parecido a lo que podía esperar el gnomo, aunque los efectos son agridulces. Del cetro sale un viento huracanado que vuela hacia la torre. La corriente es tan fuerte como un vendaval, y hace volar a los dos compañeros del monje y los golpea contra la construcción. Afortunadamente, el cono de viento parece domesticarse y gira hacia arriba, manteniendo el cuerpo del "liberado" en suspensión durante unos buenos segundos. La fuerza del vendaval es tal que durante un momento hasta hace ascender al humano. Después, poco a poco, el viento reduce intensidad y el prisionero cae poco a poco, muy poco a poco, hacia el suelo, hasta depositarse de forma inofensiva. Está inconsciente pero parece indemne.
Amnyin y Gith se palpan las contusiones provocadas por el huracán repentino, y se preguntan si la bestia gris de grandes orejas y nariz con forma de tubo será peligrosa. Kandalian tiene motivos para respirar aliviado, y también para estar preocupado, pero de todas las maravillas acaecidas hay una que supera a todas, al menos en la mente del monje, al menos por el momento.
¡Se ha vuelto violeta!
Por San Culthbert! Este plano es maravilloso!
Cuando el gnomo se ve sus manos da un respingo de sorpresa... Tal vez el color sea irreversible, y el monje pase el resto de sus días luciendo un exótico color. Pero eso ahora no importa.
Perdón... logra decir a sus compañeros mientras se acerca a "el liberado".
¿Será este Camus?
Kandalian está a punto de usar el cetro para desear que esté vivo, pero el recuerdo de Arkaeron y sus juegos con la nicromancia y el despertar de los muertos le hacen cambiar de opinión.
Por cierto... ¿qué comerá este... ... bicho? Se refiere ahora al animal de dimensiones colosales que comparte existencia con los compañeros desde hace solo unos segundos.
El animal profiere un saludo que parece un toque de corneta. A pesar de sus dimensiones y de los enormes colmillos que asoman por su boca, parece amistoso, y Kandalian ya considera la idea de conservarlo como mascota... ¡o montura!
Mientras tanto, el humano rescatado parece comenzar a despertarse, como si el cristal de la torre le hubiera condenado a un sueño y ahora estuviera libre del embrujo.
Hay muchas preguntas, explicaciones, saludos y peticiones que hacer, pero todo parece quedar momentáneamente relegado, porque el paisaje se difumina y la visión se nubla. Los compañeros sientes sus cuerpos ligeros e insustanciales, y saben lo que está pasando: el mago rojo Roerkas los transporta de vuelta a casa.
Kanda queda en espera.