El mausoleo comienza a esfumarse y la visión se vuelve borrosa a medida que los tres aventureros se saben transportados de nuevo por magia humana o intervención divina.
Lo último que escuchan, como respuesta a las palabras de Orphen, es una risa tétrica que resuena en las paredes de piedra. La carcajada del liche parece sugerir que tiene planes propios para los cuerpos de esos dos paladines, aunque pronto las mentes y los cuerpos de los compañeros están muy lejos de esas preocupaciones...