Me temo que esa es parte del problema. No tenemos idea de la motivación que mueve a ese líder, y su propia existencia no podemos más que suponerla.
Mira a Hagen, que asiente confirmando.
De todas formas, no es nada probable que todo este ejército se haya formado de la nada, y cuando acabemos con él, nos veremos las caras con quien lo gobierna.
También creo que debéis saber Hagen vuelve a tomar la palabra que la carta que gracias a vosotros me llegó, nos avisa de la alianza de los Magos Rojos con esa fuerza malvada.
A pesar de que Vangerdahast me lo comunicó como secreto, tenéis derecho a saber contra qué os podéis encontrar, ya que habéis decidido uniros en el combate.
Un alboroto en la vanguardia del ejército reclama las atenciones de los que mantienen esa conversación. Entre los soldados más avanzados se intercambian a gritos avisos, aunque no parece haber alarma en las voces. Varios señalan al aire, y entonces se ve la fuente de tanto jaleo.
Un halcón de plumaje negro vuela en el horizonte al Oeste, acercándose raudo. La sonrisa de Hagen refleja la satisfacción al reconocer al animal de su amigo Bohemond, el mismo ave que llevara Derek durante su peligrosa misión en Asbrav. El animal vuela rápido y recorre las distancias, propagando cierto alborozo de las tropas, que saben el significado de esa señal. Un coro de gritos de guerra y de golpes en el escudo recorre las filas, siguiendo el ritmo al que el halcón les sobrevuela. El elegante pájaro parece saber el recibimiento que recibe, pues aminora la marcha al acercarse a su objetivo: su amo provisional, Derek.
Con la emoción de quien espera una gran noticia, el ejército ha detenido su avance y se ha silenciado, mientras Derek coje el mensaje que tiene atado el halcón y, sin mirarlo, lo tiende a su superior Hagen.
Magos rojos, mmmmm, no me hace mucha gracia, supongo que esto le da mas emocion
En el cielo una sombra negra se acerca hasta convertirse en un majestuoso halcon que se posa sobre Derek, tras tenderle el mensaje me quedo mirandole a la espera de que lo lea.
¿Y bien? ¿son buenas noticias?
El líder de las fuerzas de Berfôska da la vuelta al papel que tiene entre manos, tras haber echado un vistazo al otro lado. En uno de sus laterales, el escrito parece ser un mapa, y en el otro, tiene unas palabras grabadas. Hagen no lee en voz alta, pero resume lo leido con gesto de meditación.
Han dado con el paradero. Vuestro amigo elfo comunica que están en el valle que hay en el centro del Bosque Extenso, y que una especie de conjuro de invisibilidad cubre todo el ejército.
Frunce el ceño, mirando a Derek, Diana, y también a alguno de sus subordinados de mayor rango cercanos.
Precisamente... esto confirma mis temores sobre la participación de los Magos Rojos. También explica cómo han podido pasar desapercibidos tanto tiempo.
Niega con la cabeza, desechando las dificultades pasadas.
Además, el elfo dice que este ejército supera con mucho al de Asbrav.
¿Suena bien, eh? dice Derek, adivinando las expresiones de los otros. Con un gesto de su mano, el halcón se acomoda en su hombro y el caballero agarra sus riendas, dispuesto a emprender el galope.
¡Cabalgemos! Como mi señor Bohemond diría: esas bestias no son dignas de la muerte. Pisoteadlas, esclavizadlas y hacedles pagar el mal que ha hecho; volvedlas contra ellas mismas, y cuando hayan derramado más sangre enemiga que amiga... sólo entonces merecerán un final.
Aunque el discurso de Derek provoca distintas reacciones, entre Caballeros de la Redención y de otras órdenes, sí que arranca una sonrisa a Diana, y alegra el rostro de Hagen, que espolea su montura como Derek sugiere.
Que diantres es eso? un discurso o una critica difamatoria dice para si mismo.
Miro a los Derek y muestro una media sonrisa.
Esa idea me gusta Derek, pero prefiero matarlos primero y que sigan mis ordenes, es mas entretenido ver sus caras llenas de miedo al ver como sus aliados muertos se levantan para matarlos a ellos
Despues miro a todos los demas.
¿Bien? ¿Y a que esperamos para ir a por ellos?
Tú lo has dicho, mago. Luego se dirige a todos los cercanos a él. La batalla ya está cerca; preparáos.
Mientras habla, espolea poco a poco más a su montura, que va pasando de paso rápido al galope. La mirada de todos los caballeros está fija en el horizonte oeste. Solo un día de camino les separa de la linde del bosque, y poco más de el valle donde transcurrirá el combate.
El ejército a caballo apura la marcha y las millas son pisoteadas por muchos cientos de pezuñas. El ritmo no decrece a pesar de que la tarde sigue avanzando. El sol se acerca a su ocaso y la luz del astro queda aún más oculta cuando las tropas deben romper filas para internarse en la tupida vegetación del bosque. Tras unos minutos cabalgando, el ejército vuelve a formarse compacto, en un camino amplio que conduce directo al oeste. Al valle que es su destino.
Por la prisa con la que las bestias marchan, queda claro que Hagen no pretende demorar la batalla ni un día más. La oscuridad de la noche juega en contra de los humanos, pero el líder parece seguro de sus posibilidades y da prioridad a la seguridad de no dejar escapar al enemigo una vez más. Si hay alguna razón más que decida al comandante a arriesgarse a un combate nocturno, Hagen no la comparte. Parece que la batalla, una vez más, será bajo las estrellas.
Al centro del valle Diana señala con su espada desenvainada ¡Cargad!
La guerrera espolea a su montura y al nutrido grupo de caballeros que le siguen, acatando sus órdenes como lider del destacamento. Las placas de la caballero tintinean mientras sus frios ojos azules se clavan en el fondo del valle; una extensión vacía y silenciosa. En la cara de Diana se refleja la misma resolución que cuando combatió en Asbrav.
¡Cargad! se propaga el aviso de la guerrera entre otros grupos de jinetes. Por todo el ejército vuela la orden, aunque parezca un sinsentido encontrándose ante un valle desierto.
¡Cargad! anuncian más voces.
¡Cargad! Hagen en persona repite la orden, que con su poderosa voz alcanza una intensidad mayor que hasta ahora.
Directos al centro del valle, el ejército avanza con el comandante a su cabeza. La bella armadura plateada con dibujos de dragones, refulge con la luz del centenar de antorchas que los caballeros llevan. La espada de Hagen sale de su funda y apunta hacia aún enemigo invisible, justo ante las poderosas tropas de caballeros.
En ese momento las filas de los caballeros, que cabalgan a la carga cuesta abajo, se doblan con la presencia de otros centenares de jinetes con armadura que repiten los gritos de guerra y portan escudos similares. Al frente de ellos va una figura con una armadura completa de color oscuro y agarra una enorme cadena armada con púas. En su escudo muestra el símbolo de los Caballeros de la Redención - una garra rodeada de una cadena - salvo porque en su grabado la cadena es doble. Siniestras garras y cuernos adornan las placas de su coraza, pero la poderosa figura embozada en metal se coloca al lado de Hagen, cabalgando al lado del líder con familiaridad.
Todos y cada uno de los hombres que espolean sus caballos sienten un zumbido en sus oídos en el momento en el que sobrepasan algún tipo de barrera. Lo único que saben los combatientes es que, a mitad de bajada, cierto conjuro de ilusión se ha disipado, revelando un enorme ejército de orcos y trasgos acampado en llanura, preparándose para recibir la carga de los poderosos caballeros. El silencio del bosque, solo interrumpido por los gritos de guerra humanos, de repente se ha transformado en un caos de voces en orco, trasgo y maldiciones en idiomas aún más oscuros. Roto el encantamiento, el misterioso ejército invisible se haya ante las puntas de lanza que vuelan a lomos de fuertes monturas. El enemigo no está tan desorganizado como parece, las filas de pielesverdes se forman, y el choque de fuerzas promete ser terrible.
Haced un post cada uno narrando vuestro inicio de combate. Sois libres de describir al gusto (sin tiradas), machacaréis de lo lindo y no correréis peligro por ahora. Calculad unos 10 asaltos de acción.
Sed épicos y haced un buen roleo, que por este post recompensaré sobradamente con pxs =)
Ante la orden de cargar, el cuerpo entero de Vanth se puso en tensión y el vello de sus brazos se erizó ligeramente al tiempo que espoleaba su caballo.
Tratando de mantenerse en la parte frontal de la formación sin salir de ella durante la carga, miraba fijamente a la masa oscura que se precipitaba a preparar su defensa; defensa que sería en vano... las fuerzas aliadas eran numerosas y tan poderosas como un hacha de los Dioses, y el propio bárbaro se negaba siquiera a pensar en la posibilidad de la derrota.
En unos segundos que parecieron horas, el enemigo se encontraba justo delante. El joven Vanth sentía su ira aumentar exponencialmente con cada pisada de su negro corcel y cuando alzó su espada a pocos metros del primer orco que se puso en su camino, se sintió seguro.
Esa era su vida, la vida que desde pequeño le fue inculcada, la vida que un pueblo destruido por quienes ahora le enfrentaban le había dado... era el momento de que aquel inmundo ejército pagara por toda aquella injusta destrucción, y era el momento de agradecer con hechos la oportunidad que Finrod le brindó en Asbrav.
Tras un terrible rugido y con un tajo tan limpio como contundente rebanó el cuello de la criatura y penetró en las primeras líneas enemigas. Sumido en su furia más profunda, continuó asestando mandobles a uno y otro lado del caballo, que pisoteaba a su paso algunos cadáveres caidos y arollaba con violencia a los que sequían en pie. Muchos trataban de contrarestar sus golpes, pero nada podía detener ya a un Vanth desatado y sediento de venganza que enlazaba un corte tras otro.
Cuando consideró que ya se había adentrado suficiente en las filas rivales, hizo girar a su corcel y retrocedió con la misma violencia con la que entró hasta situarse cerca de los caballeros antes de proseguir el ataque con ellos.
Por la gente de las llanuras, por la gente de Asbrav... por todos aquellos que sufrieron la maldad.
A la orden de carga, respondo como el resto del ejercito espoleando a mi montura, es algo extraño cargar contra la nada, pero hay algo extraño en el ambiente, una sensacion familiar. Cierro los ojos y trato de mantenerme firme en mi montura, me concentro un poco y al final descubro la causa, magia, una magia poderosa impregna toda la zona, algo que no es de extrañar, pues segun dijo Hagen, magos rojos ayudan al enemigo.
Mis dudas quedan total mente disipadas al atravesar la barrera, el enemigo se alza numeroso ante nosotros, pero eso es lo de menos, reduciremos su numero de la mejor forma que sabemos, con su muerte.
Introduzco una de mis manos en uno de los saquitos y extraigo un poco de azufre, a continuacion comienzo a realizar unos gestos arcanos y a recitar el conjuro, que queda ensordecido por el ruido de los cascos.
Un poco de azufre para crear la llama, y mi esencia vital para avivarla. Con este sacrificio el pacto queda sellado, fuego arcano yo te convoco, abrasalo todo, acaba con el enmigo, que no quede ni uno vivo.
Al terminar de recitar el conjuro, lo contengo en mi mano, impregnandolo de mi esencia vital y de toda mi rabia; siento como mi mano comienza a calentarse demasiado, el dolor es casi inaguantabel, pero aun asi, lo mantengo unos instantes mas y finalmente alzo la mano y apunto a uno de los enemigos.
Ardua-lorum
Ante la palabra magica una pequeña bola de fuego sale en la direccion indicada, chocando contra el objetivo y explotando en miles de llamas, abrasando todo cuanto toca.
Tras ver la explosion, con una sonrisa en los labios, realizo unos nuevos gestos y recito un nuevo conjuro.
Fuerza elemental que impregnas la tierra sirveme de defensa.
Al instante mis ropajes se enducen y se tornan duros como el cuero.
Mi caballo me conduce a la batalla, pero el cuerpo a cuerpo no es lo mio, poco a poco voy realentizando la marcha de mi corcel, servire mejor al ejercito minando al enemigo desde la distancia.
Espiritus de los caidos que habitais en estas tierras, venid a mi, unid vuestra esencia con la mia, que se haga material y cumpla mi voluntad.
Un pequeño gesto y un chasquido de mi mano derecha, y a mi lado aparece una mano con aspecto fantasmagorico dispuesta a cumplir mi voluntad.
Ya tengo todo mas o menospreparado, ahora queda lo mas divertido, observo detenidamente al enemigo, buscando entre ellos a algun Mago Rojo o a alguno que parezca ser un lider o alguien importante.
Orphen avanza en medio del ejercito, a su lado su compañero de viaje desde hacia poco tiempo, pero ya habían compartido mas de una batalla, aunque esta vez no lo hacían como lideres de sus soldados, sino como dos simples peones.
A medida que los primeros jinetes espolean a los caballos sucesivamente los caballeros mas retrasados repiten la acción de los primeros, junto a ellos Orphen y compañero galopan hacia el impacto inminente.
A medida que se van acercando a un ejercito invisible o eso es lo que se suponía, Orphen empieza a recitar unas palabras, quizás unas plegarias quizás algún conjuro o simplemente alguna conversación con su compañero.
Rápidamente una sensación como si se cruzara una cortina de agua fría, revelo un ejercito con todas sus letras, era grande y organizado, pero parecía que esta noche aun la suerte no había acabado, o seria esta la ultima noche...
Cuando el ejercito apareció, inmediatamente orphen volvió a recitar con una gesticulación encima del caballo, una pequeña nube se expandió alrededor del caballero pero rapidamente se disipo perdiéndose metros atrás...cada segundo que pasaba mas lanzas se unían al intento de columna verde, pero solo era cuestión de pocos segundos, Orphen volvió a probar en ese momento unas nuevas palabras quedaron apagadas por el ruido de los caballos golpeando el suelo con fuerza, una luz azulada se creo en la punta de los dedos...y finalmente un rayo azulado salio de la punta de los dedos avanzando velozmente contra el grueso del ejercito de pieles verdes, inmediatamente saco el escudo y se preparo junto a su ultimo compañero y sus conocidos para impactar con la carga.
El rayo avanzo iluminando las caras de jinetes caballos y rostros verdes por igual, una luz sin duda bonita y electrizante, quizás los pensamientos de los pieles verdes fuera diferente.
Tirada: 1d100
Motivo: %
Dificultad: 45+
Resultado: 10 (Fracaso)
Tirada: 1d100
Motivo: %
Dificultad: 45+
Resultado: 64 (Exito)
En el fondo del valle, orcos y trasgos preparan sus armas y dan gritos de pánico mientras los jinetes espolean a sus caballos para romper las numerosas filas enemigas con su impacto. Antes del choque de las tropas, una bola de fuego estalla con un estampido sordo en medio de los orcos, sembrando de muertos el campo y propagando el miedo. Un rayo azulado chisporrotea y sale disparado de las filas de caballeros, como una lanza arrojada con fuerza. El relámpago abrasa carne también, y continúa su avance sin que ningún cuerpo carbonizado sea capaz de detenerlo.
El golpe entre los hombres a caballo y las alimañas de piel verde es terrible. La inercia de los caballos al galope no se detiene hasta haber pasado por encima de unos cuantos cuerpos enemigos. Los caballeros se sumergen en un cuerpo a cuerpo en el que tienen toda la ventaja, a pesar de la inferioridad numérica. Las lanzas ya se han roto en los cuerpos de los oponentes más desgraciados y ahora las espadas descienden desde lo alto de los poderosos caballos para romper cráneos y escudos.
El recién incorporado a la lucha Bohemond, al mando de sus hombres, lucha con fiereza y sus órdenes rompen las conciencias de los orcos, obligándoles a luchar por él. El líder de los Caballeros de la Redención combate codo con codo junto con Hagen, y entre los dos y el enorme bárbaro de poderosos brazos, siembran el terror entre los enemigos que les contemplan. El comandante Hagen de Carcassone demuestra ser un magnífico guerrero, y Bohemond empuña una cadena armada y un escudo casi con la misma soltura con la que invoca poderes divinos.
Otra explosión de fuego estalla en medio de la horda de salvajes, y poco después otro relámpago azulado carboniza más enemigos. La voz de Arkaeron atrona en todo el valle, y cuerpos muertos se levantan para luchar en el bando de los caballeros. Las sabandijas de piel verde creen haber llegado al Abismo.
Entonces los pelos de los más sensibles se erizan. En la mente de algunos aparecen palabras pronunciadas por Derek acerca de que harían falta unos cuantos milagros para traer la victoria. La propia batalla parece detenerse un momento cuando cada mortal presente es testigo de uno de esos milagros del Bien.
Una enorme columna de fuego desciende del cielo, como un rayo de tormenta que se ha equivocado de elemento. Su abrasadora fuerza se descarga contra las filas ya mermadas de orcos. Un segundo rayo cae desde los mismos cielos, como enviado por algún Dios, y pronto sigue un tercero y un cuarto. La sobrenatural tormenta de fuego se ceba con los pielesverdes, que buscan la huida encontrando la muerte en espadas de caballeros. El guantelete armado de color negro de Bohemond gesticula al ritmo, conjurando la furia divina con una facilidad que antaño habría sido prodigiosa, pero que hoy día es increible.
Los últimos restos del ejército rival agonizan, y los caballeros parecen más ocupados en perseguir a trasgos a la fuga que en enzarzarse en cuerpo a cuerpo. La silueta negra de Bohemond de Zurlav baja los brazos y Hagen da algunas órdenes. El combate parece darse por terminado.
Arkaeron, Orphen y Vanth pasan a Milagros del Bien.