Partida Rol por web

De entre la espesura aparecen Nedras y Teseida, ambos disparan sus arcos y ambas flechas rebotan al chocar contra la gruesa piel escamada del monstruo. El cíclope es demasiado grande y fuerte para vosotros, y este hecho no augura nada bueno, pues el Minotauro debe ser todavía más feroz.

Lo que sí conseguís es llamar la atención del monstruo de un sólo ojo, que deja de buscar lo que estuviese buscando para centrarse en Nedras, un bocado más jugoso y sustancioso que Teseida. En ese momento suelta su porra y alarga su mano libre para intentar capturar al joven centauro.

Megalippos dispara también su arco al ver el peligro, sin éxito.

- ¡Ahora cogió a Nedras! Está claro que lo mejor sería cegar a ese cíclope.

Apunto al ojo del cíclope con mucha concentración y disparo.

La amazona consigue alcanzar al cíclope en el ojo, quien olvida a Nedras y suelta a Hilda, lanzándola por los aires, nada más sentir el fuerte dolor. El monstruo ruge con fuerza, de dolor, de furia, con ambas manos se cubre el rostro y la cuenca de su único ojo, que llora sangre.

Megalippo, al ver la oportunidad, grita:

- ¡Vámonos de aquí!

Observo orgulloso como mi flecha sale disparada hacia aquella bestia, sin embargo, rebota como una piedrecita contra el tronco de un árbol.
En ese momento, el cíclope fija aquel ojo penetrante en mí. Ahora soy yo su próximo objetivo. El miedo se apodera de mí, jamás me había enfrentado a una situación así. Dudo entre cargar mi arco, huir, atacar, o simplemente cerrar los ojos.
Ese cúmulo de ideas se agolpa en mi mente, mientras el cíclope sigue acercándose.

No puedo quitar la vista de su ojo, hipnotizado por el miedo. Hasta que un nuevo silbido me saca del trance.
Ese silbido concluye en una flecha clavada en el ojo del monstruo.

Giro la vista y veo que ha sido esa otra chica extraña que conocimos junto al arroyo. La observo con completa admiración.

¡Vámonos de aquí!

El grito de Megalippos me devuelve a la realidad

¡Sí! ¡Claro que sí! Respondo cómo si de una orden se tratase.

Sin mirar atrás, ni dar las gracias, huyo lo más rápido que puedo de aquella escena

Hilda cae rodando y golpeándose contra rocas, palos y árboles. Pero está viva y puede levantarse.

El cíclope se hinca de rodillas, apoyando sus manos contra su ojo maltrecho, y tras un momento se vuelve, buscando su porra tanteando en el suelo, y golpeando los árboles de alrededor con furia. No os será difícil escapar de este lugar si os dais algo de prisa.

Atenas, el puerto, y Creta al otro lado os esperan.

El viaje llega a su fin. Tras atravesar los bosques llegáis a la ciudad de Atenas, donde os embarcáis en un trirreme que os llevará hasta Creta.