- Su compartimento, señor Stiltoon. Cualquier cosa que necesite, no dude en pedírmelo.
Te encuentras en la intimidad de un compartimento lujoso y amplio. Por la ventana ves el paisaje que ha comenzado a transitar inexorable al otro lado del cristal. Estáis en marcha, te espera un viaje largo.
-Esto me gusta, un sitio amplio y cómodo para alguien como yo. Esta viaje sera perfecto solo le falta un buen Coñac. ¿Donde estaba el vagón restaurante?
¿Escena unica para mi? ¿Supongo que la usare para poder hablar contigo en caso de tener alguna habilidad especial?
Solo por aclarar soy el Policía de Incógnito?¿
Correcto, es el rol que te ha tocado en suerte. Así que ya sabes:
Si es víctima de un asesinato nocturno, sacará su arma y se llevará por delante a alguno de sus asesinos (al azar, si son varios) justo antes de morir. Si es otro pasajero quien lo ataca, también actuará de esta manera.
^__^
Chanchi, no se si podre postear hoy en la escena principal... pero ya veo que es solo transitoria, aun asi algo hare sino el martes.
El día ha sido ajetreado, y no sólo por el traqueteo del tren. Estás más cansado de lo que estarías dispuesto a reconocer ante nadie y, a penas te metes en la cama, tras cambiarte y vestirte con tu pijama, el sueño te vence con una facilidad pasmosa.
Si crees necesario añadir algo a la noche desde tu compartimento o similar, propón lo que gustes.
Bostezo, se puso su fino pijama y procuro dormir de lado, para mayor comodidad.
No, solo darme el tratamiento nocturno para que el bigote empiece a brotar de una vez, estoy deseando usar mi kit de encerado.
Motivo: Lo escucha?
Tirada: 1d100
Dificultad: 30-
Resultado: 97 (Fracaso)
Hay una posibilidad pequeña que oyera a su vecino de compartimento, el del número 3, salir de él de madrugada. Un 30% que lo oyese. Si lo oye, un 40% que lo despierte lo suficiente como para recordarlo al día siguiente.
Duerme como un tronco. No duerme, está en coma (resultado del primer dado: 97).
Bueno ya esta claro: Los asesinos son: Poirot, mujer y Ada XD. Vamos que son intocables. Por el momento.
Un detalle, me gustaría, en caso de que me maten por la noche, que encuentren una carta dirigida a mi padre para entregársela de manera urgente como ultima voluntad. Y el mismo caso, si se diera que me lincharan al día siguiente. Mera narración para darle consistencia al personaje.
Ningún problema con la nota. Lo tendré en cuenta si se da el caso. Pero si ves que se acerca el momento, recuérdamelo, no se me vaya a pasar.
Phineas pretendía hacerle una visita al licenciado y pedirle explicaciones sobre su errante actitud demostrada por la mañana y mediodía. Posiblemente se auguraba una prolongada charla o interrogatorio. El detective no era un hombre de fe pero que Dios le guardase si las respuestas no le gustaban, pues se vería obligado él mismo a terminar con su existencia. No es que fuese un carnicero, pero otras veces se había visto obligado a exterminar algún que otro malhechor, y lo haría de nuevo sin ningún remordimiento, más aún estando la vida de su esposa en juego.
No obstante, las cosas no salieron como él las había previsto. El señor Stiltoon tenía un instinto felino de autoconservación y sorprendió a Poirot cuando éste sigilosamente entró a su compartimento, abalanzándose sobre él saltando sobre su espalda tan pronto puso un pié.
Phineas sentía las manos frías atenazando su cuello, con la fuerza que ofrece la desesperación. Cuando finalmente el detective perdió el equilibrio, y dobló su rodilla confiando su peso al suelo, instintivamente su mano salió en busca entre sus bolsillos esperando encontrar su pistola, recién recuperada de a quién la confiara haría unas horas. Cuando Lorens percibió el arma en su rival, forcejeó con él para evitar ser alcanzado por un balazo. Maldijo el joven abogado no haber dormido con su pistola bajo la almohada, pero la lucha los llevó al colgador donde descansaba su propia arma, entre los pliegues de su abrigo. Una mano experta, conocedora de su propiedad, se alargó y extrajo la pistola reglamentaria de la gabardina.
Dos hombres, dos pistolas, una lucha a muerte, un baile carente de hermosura estética pero que regocijaba a la dueña de la guadaña. El vigor de la juventud de Stiltoon se medía a la experiencia y técnica de Poirot. Finalmente, dos disparos desgarraron el silencio de la noche. Dos hombres que detuvieron su macabra danza, desplomándose cada cual a un lado opuesto del compartimento número cuatro.
El silencio que le siguió, húmedo y breve, era incluso más escandaloso que las detonaciones que lo precedieron.
Estáis muertos, a menos que os pueda revivir alguien. Cuando el carbonero os meta en el horno, os daré paso a la escena de los muertos.
Al pasar por el pasillo cerca del compartimento número siete, un ruido en éste alertó a Ada, que ahogó un grito con su mano en la boca. Al girarse vio que se trataba de la señora Von Hollard, que había salido de su compartimento justo en el momento que ella pasaba.
- ¿Dónde vas a estas horas, querida? - Le preguntó con tono afable, como de la más tierna abuela que pudiera uno imaginarse.
- ¡Qué susto me ha dado, señora Von Hollard! - Exclamó la niña, con la otra mano poniéndola sobre el pecho, como para evitar que el corazón se saliera de él. - Iba al excusado. No podía esperar a la mañana. - Respondió a la pregunta.
- Te quedaría mucho más cerca el de segunda clase, ¿no, querida? - El matiz de la voz de la anciana se hizo algo más sibilino en esta ocasión.
- Sí... hem... bueno... Me gusta más el de primera clase. - Resolvió responder con una sonrisa infantil, aunque no exenta de nerviosismo.
Entonces la señora Von Hollard mudó la cara, la transformación fue espantosa a ojos de la niña, los ojos de la mujer miraban detrás de Ada y dijo: - ¡Ahora!
De repente, una bolsa de terciopelo negro calló sobre la cabeza de Ada, una mano fuerte la agarró por la cintura y una segunda mano le cerró la boca por encima de la bolsa, impidiendo que la pobre niña pudiese gritar. Sólo pataleaba. Pataleaba con furia, pero nada pudo hacer para evitar que, levantada en vilo, la llevasen hasta un compartimento cercano.
El miedo de la niña era incontenible, las manos que la sujetaban eran firmes y hacían daño. La pusieron sobre el sofá del compartimento y tres golpes sordos hundieron tres hojas frías, afiladas e implacables.
Ada ya no vio más.
Parecía imposible con qué fuerza se debatía la muchachita, pero cualquiera al filo de la muerte saca fuerzas de donde no sabía que las tenía. A pesar de todo, el trabajo estaba hecho.
Los miembros de la sección operativa del Partido registraron a conciencia a Ada. Quizá era ella, y no la institutriz, quien custodiaba el sobre. Pero no hallaron nada.
La frustración se hizo palpable. Pero las instrucciones eran claras, por tanto, habría que esperar una nueva oportunidad para encontrar al traidor.
Los tres camaradas salieron, cada cual a su compartimento, para descansar lo que quedaba de noche y pensar en quién debería ser la siguiente víctima.
Daré paso al siguiente turno en breve.
Abre el compartimento y le franquea la puerta al detective.
- Adelante, señor Poirot.
El compartimento había sido limpiado con la diligencia acostumbrada.
Dime qué quieres ver aquí y te informaré de lo que pueda.
Cuando entró el detective se dio cuenta. Tan absorto había estado primero con la ansiedad de no encontrar a la pequeña y luego con el dolor de soportar su muerte, que no fue consciente de que aquél lugar era el mismo en el que había tenido aquél desdichado encuentro con Stiltoon. Phineas aún podía ver los sendos agujeros de bala de la pared.
-¿Lo han limpiado?- Preguntó contrariado y molesto. Una limpieza siempre se llevaba por delante cualquier signo o pista que pudiera ofrecerle mil informaciones. Sintió furia con el personal de limpieza del tren por su torpeza, pero se reprimió pensando que el Revisor no tenía la culpa del todo.
-Eso ha sido un completo desacierto. ¿Saben la de cosas que se pueden descubrir en una escena del crimen sin que nadie la corrompa? En fin. Supongo que no sirve de nada lamentarnos. ¿verdad? Esperemos que aun hayan indicios o algo que nos sea útil y se pueda complementar con lo que vi antes, con la cabeza poco clara.
Cualquier pista: signos de batalla, pelos, huellas, pisadas sobre la alfombra, manchas de sangre, signos que muestren si la mataron aquí o en otra parte, marcadas de uñas de Ada, la bolsa con la que le cubrieron la cabeza, cualquier cosa. XDDDD
La sangre es difícil de limpiar, pero no había restos en todo el compartimento más que sobre el mismo sofá donde se encontró el cuerpo de Ada. Revisando con la lupa las telas adyacentes al asiento, encontraste algunas gotas de sangre de salpicadura. Por tanto, dedujiste que Ada había sido apuñalada en el mismo sitio donde se encontró el cadáver.
Una cortina estaba casi imperceptiblemente descolgada, como si alguien hubiera dado un fuerte tirón de ella y la hubiera desgarrado del punto donde se cierne al pasador cercano al techo. Esa cortina colgaba cerca de los pies del cadáver de la niña, así que pensaste que pudo ser consecuencia de un pataleo feroz por parte de Ada, mientras la cosían a puñaladas. Aunque también cabía la posibilidad que ese desperfecto estuviera allí de antes.
Por lo demás, el compartimento estaba impoluto y nada estaba fuera de lugar, así que poca cosa más podías sacar de allí.
Su rostro se hacía más grave a cada paso preciso y meticuloso que daba, a cada ojeada con la lupa aquél ser dejaba vislumbrar inconscientemente un quejido sordo de dolor arrugando el ceño o apretando los labios. Estaba claro que era menos frío del que pensaban y de lo que él mismo pretendía inspirar. Esa escenario le afectaba, seguramente era el que más lo había ensombrecido en su carrera.
Cuando terminó, se sentó al suelo con los ojos cerrados y a oscuras, más de veinte minutos, intentando encajar los hechos en su mente. –Monstruos.- Espetó en un susurro al final.
*
–No fue una muerte limpia, ni rápida. La trajeron hasta aquí, imagino su agonía, ¡cómo debió de padecer de ansiedad! Siéndose abandonada, desamparada, atisbando su suerte, preguntándose donde estaban mis promesas y donde estaba para salvarla, para protegerla…
Phineas se levantó y señaló el sofá. –La tendieron aquí. Justo donde quedó. No tenía fuerza para liberar su presa. No tenía fuerza. Pataleó e hizo esfuerzos mientras sentía el cuchillo desgarrando carne una y…- No pudo terminar su relato. –Creo… que hemos terminado aquí. Por desgracia si hubo alguna pista de los autores, la limpieza se la llevó.
Respiró hondo antes de apartar la mirada por última vez. -Podemos irnos.- Anunció con gravedad.
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Sin tener ánimo para abrir la boca, pues la expresión de Poirot lo decía todo, guió nuevamente al detective al vagón restaurante.
Te saco de esta escena