Phineas Poirot Lansbury salió a pasos ágiles, mesurados y silenciosos del compartimento de segunda clase, número diez, de aquél lujoso tren conocido como Orient Express.
Era negra noche, las primeras horas del siguiente día desfilaban cuando sin moverse del pasillo se disponía a hacer su última guardia. Impertérrito, vestido lujosamente de pies a cabeza con otra muda, como el caballero inglés que se había hecho a sí mismo, pretendía no separarse ni un instante de la puerta que ocupaba su esposa.
Ahí esperaría, sin más arma que su bastón de mano, sin saber de seguro que rostro tomaría si lo hacía, su muerte. Y si, ésta llegaba, la recibiría sin temor alguno. Con honor, y sin ceder ni una pulgada de terreno obligándola a luchar por ella.
Con la adrenalina subida y manteniendo atento cada fibra de su ser aguardó a que su archienemigo, en caso de haberlo, lo recibiese para enzarzarse en una combate mortal.
-El problema final.- Profetizó en un susurro con una sonrisa que solo vio la oscuridad.
Edito: Por mí si tienes todos los elementos, puedes ya avanzar. Gracias por la espera. Espero que mi Holmes Poirot haya satisfecho tus necesidades para la aventura.
Espero que mi Holmes Poirot haya satisfecho tus necesidades para la aventura.
Con creces ^___^
Ha sido un verdadero placer.
La narración continuará en el compartimento 10.