Partida Rol por web

- Su compartimento, señora Hollard. Cualquier cosa que necesite, no dude en pedírmelo.

Te encuentras en la intimidad de un compartimento lujoso y amplio. Por la ventana ves el paisaje que ha comenzado a transitar inexorable al otro lado del cristal. Estáis en marcha, te espera un viaje largo.

Phineas, tras vestirse con su elegante ropa londinense, con excepción de su chistera, miró su reloj más por ser conciso en los hechos que por interés personal.

Dirigió sus pasos cautelosos, hasta el compartimento número siete.  Donde esperaba encontrar a la señora alemana, Elga von Hollard, que una actitud tan rara como errática había estado mostrando.

Las intenciones del detective eran claras, no pretendía ser hostil, tan solo aspiraba en resolver un poco más aquél enigma que les estaba sacrificando como animales en una perrera. No obstante, por si las cosas se torcían, también iba preparado, aunque en su fuero interno esperaba mejores resultados que la noche anterior.

Repasó el plan en su mente. Entrar sigilosamente y llegar hasta ella para despertarla, poniendo especial esmero en que la mujer no gritase en mitad de la noche. Seguramente, bastaría con taparle con la mano la boca. Le alcanzaría una bata para que pudiese cubrir su cuerpo a medio vestir, la acompañaría a la parte del salón del compartimento donde, ahí, ambos se sentarían, haciéndole entender, poniendo una pistola a un lado, que su vida podría correr peligro si intentaba cualquier cosa deshonesta. Entonces, hablarán largo y tendido, y él, observaría en su fisonomía sus dudas, sus mentiras o sus verdades.

Poirot tenía resolución en cuanto a los medios necesarios, si ella hacía, decía, o resultaba ser culpable de aquellos crímenes la mataría tras descubrir qué buscaban aquellos asesinos, si es que no eran ataques gratuitos y realmente buscaban algo. No se serviría de la pistola, pues aquél hombre se le podía definir de muchas formas, pero “tonto” no era una de ellas. El arma tan solo era un recurso disuasorio. Con ahogarla con un cordel bastaría, tenía más fuerza y rapidez que ella.

En caso de ser inocente, sería más fácil, tendrían su charla y se retiraría a su compartimento.  Siempre había riesgos e imprevistos en cualquier acción a emprender donde los factores podían ser incalculables, pero esperaba poder lidiar con ellos.

Pero los acontecimientos fueron muy lejos de lo que el afamado detective tenía en mente. Al entrar en el compartimento y dirigirse a la zona de noche, la señora Von Hollard no se encontraba en su cama. El hecho sorprendió a Poirot, pero no más que el verse interpelado por la voz de la mujer sin haber escuchado algún ruido previo.

- Así que ha venido a por mí esta noche. No contaba el señor con mi insomnio. - Afirmó Elga al momento que se abalanzaba sobre Poirot. El ataque pilló por sorpresa al detective, que recibió un golpe en la entrepierna que casi lo deja fuera de combate, mientras Elga lo golpeaba incesantemente, con sus puños cerrados, con la precisión y fuerza de un estibador portuario.

Nuevamente, Poirot se encuentra ante un enemigo que no le plantea facilidades a sus intenciones iniciales. Es más, lo pone contra la espada y la pared y sólo la Fortuna, que parece no abandonarle, resuelve la situación de su parte.

Poirot, en una reacción refleja, de supervivencia, lanza una patada desesperada que empuja corpulenta a la mujer, haciendo que ésta trastabille y caiga hacia atrás, golpeándose la nuca con el marco de madera de la ventana.

Elga von Hollard, pierde el sentido mientras la fractura de la base del cráneo provoca destrozos en su cerebro de un calibre irrecuperable.

Phineas Poirot, se recompone como puede, tropezando y agarrándose a las paredes, abriendo la puerta del compartimento número siete y llegándose hasta su propio compartimento, a lamerse las heridas, sin ánimo ni fuerzas para hacer nada más que ponerse a salvo.