Partida Rol por web

- Su compartimento, señores Friedman y Collins. Cualquier cosa que necesiten, no duden en pedírmelo.

Os encontráis en un compartimento lujoso y amplio, a pesar de tenerlo que compartir con otro pasajero. Por la ventana veis el paisaje que ha comenzado a transitar inexorable al otro lado del cristal. Estáis en marcha, os espera un viaje largo.

Sir Edwards Collins llega a su compartimento, es doble, aunque a él no le importa, su compañero o compañera aun no ha llegado deja su maleta y se dirige hacia el vagon restaurante, pues escucha que allí hay gente 

Entro en la habitación y parece que no hay nadie. Me quito la chaqueta y miro por la ventanilla el paisaje nocturno que la luz de la luna deja entrever. Consulto luego el reloj de bolsillo y decido esperar un tiempo prudencial a mi compañero, pero poco. Si no viene pronto, me pondré el pijama, me meteré entre las mantas, y mañana será otro día.

Poco antes de quedarse dormido her Friedman, entra en el cuarto Sir Collins, que se asea y se pone su pijama en silencio, para no estorbar el descanso de su compañero, y se mete en la cama que le ha tocado en suerte para dejarse vencer por el sueño muy rápidamente. Ha sido un día agotador para todos y el traqueteo del tren ayuda a que el sopor ataque con fuerza.

ZZZZZZZZ

En la oscuridad de la noche, con un sigilo felino, cuatro sombras se colaron en el compartimento 09 del vagón de Calais. Las cuatro sombras rodearon la cama de Sir Edward Collins, que ocupaba la litera de abajo. Unos cuchillos plateados reflejaban el brillo de la luna que se deslizaba por la ventana y, justo antes que pudieran encontrar el cuerpo de su víctima, her Friedman se lanzó sobre los asesinos, desde su litera superior, como una pantera oscura.

Por desgracia para her Friedman, sus muchos años hacían que su cuerpo no respondiera como se merecería semejante acto de valor. En cuanto los asesinos reaccionaron, dieron con la espalda de her Friedman en el duro suelo de madera y atravesaron su pecho con cuatro puñaladas casi simultáneas.

Al ver su intento de asesinato frustrado y contrariado, los asesinos huyeron del lugar antes que alguien pudiera descubrir sus identidades pero, con el tumulto causado, Sir Edward Colins despertó. La penumbra de la habitación hizo que sólo fueran distinguibles unas sombras que reaccionaron violentamente ante tal desconcierto y, en su huida, descargaron un golpe tremendo en la cabeza del hombre de negocios inglés, que perdió el conocimiento con una herida sangrante en el occipital.

Al matar al compositor alemán de la forma "ritual", resolvéis buscar entre sus pertenencias, no en las de Sir Edward*. No encontráis la carta que buscáis. El compositor alemán no era el traidor. Habrá que probar suerte otra noche.