- Su compartimento, señorita Bow. Cualquier cosa que necesite, no dude en pedírmelo.
Te encuentras en la intimidad de un compartimento lujoso y amplio. Por la ventana ves el paisaje que ha comenzado a transitar inexorable al otro lado del cristal. Estáis en marcha, te espera un viaje largo.
Ya en tu compartimento, el sueño te asalta rápidamente. Te aseas y vistes con tu camisón para acabar acurrucada en la cama, mecida por el tren y sumida en un sopor seductor que es espoleado por el cansancio y las emociones.
A dormir. Ya avisaré cuando despiertes.
En tu caso, el día ha sido muy breve y la noche ha de ser, por definición, tranquila. Te habrás quedado con las ganas de rolear, pero todo llegará ^___^
Ok, Gracias :)
Zzzzzz
Motivo: ¿Oye algo?
Tirada: 1d100
Dificultad: 30-
Resultado: 34 (Fracaso)
Hay una posibilidad pequeña que oyera a su vecina de compartimento, el del número 7, salir de él de madrugada. Un 30% que la oyese. Si lo oye, un 40% que la despierte lo suficiente como para recordarlo al día siguiente.
No lo oye, a pesar de tener un sueño ligero, no llega a escuchar nada.
Perdona máster, entiendo que ya me he despertado pero por si acaso verifícamelo porfa xD
Sí, sí. Por supuesto.
En la escena principal he hecho referencia a que todo el pasaje ya estaba despierto. Luego cada cual ha querido rolear su despertar a placer, con lo que no hay problema.
Motivo: ¿Oye algo?
Tirada: 1d100
Dificultad: 75-
Resultado: 50 (Exito)
Motivo: ¿Toma conciencia?
Tirada: 1d100
Dificultad: 40-
Resultado: 90 (Fracaso)
Hay una posibilidad más que considerable de que oiga el ajetreo del compartimento vecino.
Así mismo, los ruidos llegan con claridad, pero su sueño es muy pesado como para despertarla.
Hasta el momento del brusco despertar, la noche ha transcurrido con normalidad y con un sueño plácido sin interrupciones.
La noche acunaba a la chelista, quizá con notas de Pau Casals resonando en su cabeza para acariciar sus sueños. Pero en un momento de esa oscura noche, alguien irrumpe en su compartimento. El intruso es sigiloso, es grácil como una pantera, delicado y atento.
Visto con perspectiva, podría decirse que la Muerte, al vestirse esa noche de Abbey, la abnegada esposa y médico, se ofrecía de la forma más piadosa posible, de la multitud de formas en que podía metamorfosearse en ese maldito tren.
El sueño plácido no es interrumpido hasta que una aguja hipodérmica se asoma al caudal de la aorta, hiriendo suavemente el delicado cuello, y vertiendo el mortal contenido de la jeringa en el torrente sanguíneo.
Entonces Eleanor Bow se despierta, para ver, a la tenue luz de la Luna, el rostro impasible de Abbey Lansbury en el momento exacto en que ésta retira la jeringuilla de su cuerpo, sin dejar marca. El cuerpo no responde, más allá de haber podido abrir los ojos y de reaccionar con un espasmo silencioso al repentino advenimiento de la Parca.
Eleanor Bow ha muerto. Daré paso al nuevo turno diurno en breve.