Partida Rol por web

- Su compartimento, señores Carmichael y Mc Gregor. Cualquier cosa que necesiten, no duden en pedírmelo.

Os encontráis en un compartimento lujoso y amplio, a pesar de tenerlo que compartir con otro pasajero. Por la ventana veis el paisaje que ha comenzado a transitar inexorable al otro lado del cristal. Estáis en marcha, os espera un viaje largo.

El caballero americano dejó sus cosas en el camarote, dándole las gracias y una propina al revisor. No sabía si en aquellos países europeos se estilaba lo de la propina, pero en su país se estaba haciendo una costumbre bastante común, así que hizo lo propio.

-Muchas gracias, si necesito algo se lo haré saber.

El hombre tenía una sonrisa en la cara y una familiaridad que a veces no era bien recibida, no obstante, era su forma de ser. Así que saludó a su compañero, McGregor.

-Buenos, días señor McGregor- dijo tendiéndole la mano para estrechársela- soy Edward Carmichael- dijo, sin estar seguro de si sus compañero había oído su nombre en boca del revisor- encantado.

Edward tenía dinero, y posiblemente se habría permitido una habitación para él solo. No obstante, él disfrutaba de la compañía de otras personas, y a pesar de su origen poco humilde, había viajado en sitios peores a éste con diferencia.

Ivan estaba acostumbrado a tener que compartir alojamiento, de hecho, habia vivido varios años con cinco compañeros. Dormir con un extraño no era ningun problema.

Despidio al revisor con una inclinación de cabeza y puso su atencion en su compañero. -Buenos dias señor Edward. -No le costo adivinar que su interlocutor probenia de digno linaje y le trató como habia aprendido. -Mi nombre de pila es Ivan. -Dijo estrechando su mano.

Miro su cama y dejó su escaso equipaje encima. Se sento en el borde de la cama, y casi con timided preguntó: -No tendra un cigarro, no encuentro los mios. -Mintió, se le habian acabado hacia varios dias.

El otro pasajero se dirigió a él con cierto recelo. pero Edward volvió a sonreír, para que van no se sintiera incómodo.

-Creo que me queda algo, últimamente a pesar de que dicen que es bueno no fumo demasiado, así que puede quedárselo si quiere. Claro que le aviso, no sé si le gustará esta marca, el tabaco es como las mujeres y las madres, cada uno piensa que la suya es la mejor, pero la mayoría son distintas.

Le tendió la cajetilla de Camel al que en realidad era para él un desconocido. Claro que viendo la longitud del trayecto, iban a verse bastante por allí.

Se sorprendio de la amavilidad de aquel desconocido. Esperaba la tipica respuesta de: buscate la vida.

Le sonrrio de corazon y tendio la mano para agarrar la cajetilla. -Gracias Edward, si puedo llamarle por su nombre de pila, me a salvado la vida. -dice mientras se lia a toda prisa un cigarro y lo enciende en el camarote sin preocuparse de si se puede o no.

-Ho si... Tiene usted razon, su madre sin duda debe ser la mejor si la compara con este tabaco. -dijo riendose y dejando escapar el humo por la nariz.

Tras su experiencia en el vagón restaurante, ambos caballeros volvieron a su compartimento y se prepararon para pasar la noche. El cansancio emocional de un día como este y el suave traqueteo del tren, eran como un conjuro al dios Morfeo, que pronto hizo acto de presencia y se adueñó de ellos.

La noche transcurre con calma y puedes dormir plácidamente. Antes de dormir, oyes algunos pasajeros que hacen algún paseo hacia el aseo, pero luego coges el sueño con facilidad.

Aun así, un ruido te desvela de madrugada. Oyes como uno de los pasajeros del compartimento 11 abandona éste a esas horas intempestivas. Asumes que no debe ser más que una visita nocturna al excusado y vuelves a dormir.

Hasta el momento del brusco despertar, la noche ha transcurrido con normalidad y con un sueño plácido sin interrupciones.

Al despertar por las detonaciones, el compañero de compartimento también despierta en su litera correspondiente, como debería ser de esperar.

En mitad de la noche, cuando ya habías cogido el primer sueño, un ruido te despierta. Es un ruido fuerte que te sobresalta, pues es un ruido que se origina en tu mismo compartimento. En un principio el corazón te late con fuerza, pues temes ser víctima de los asesinos nocturnos, pero te relajas al comprobar que es tu compañero de compartimento, Ivan McGregor, quien ha bajado de su cama y se dispone a salir del compartimento a hurtadillas.

Cuando sale, escuchas sus pasos alejarse, por lo que estás seguro que no ha ido al excusado, que está justo al lado de vuestro compartimento. Ha ido hacia los demás compartimentos, pero no tienes manera de saber a cuál se ha dirigido.

Te cuesta dormir después de ello, pero en todo el rato que permaneces despierto, el muchacho no ha vuelto. Sin embargo, al despertar por la mañana sí que ocupa su cama. Por un rato dudas de si ha sido un sueño, pero luego te convences que debió regresar cuando ya dormías nuevamente.

Edward se retira a su habitación. La comida le espera allí y come un poco. No tiene hambre, no tiene sueño. Le preocupa pensar en los asesinos, si queda uno o más. Si cree en Poirot solo puede quedar uno, y ese uno sería Stinson. Si Poirot se ha confundido los asesinos podrían ser Heath y Lancaster. Esa perspectiva era aterradora, así que lo mejor era esperar lo primero, o con suerte, que ni siquiera quedaran más asesinos.

Por desgracia, la suerte no acompañaba al empresario estadounidense. Se llevó a su esposa y le metió en esta situación. ¿Le abandonaría del todo la suerte y le atacarían a él esta noche? Casi esperaba que muriera Poirot, ese desagradable hombrecillo no tenía demasiado respeto por sus vidas, y tampoco su esposa. No es que Carmichael deseara la muerte de nadie, pero siempre era mejor que lo hicieran otros a que lo hiciera él.

-Buenas noches- dijo al terminar su cena. Luego comprendió que esta noche no había nadie con él. Mc Gregor resultó ser un homosexual reprimido y quizá, asesino o cómplice.

Suspiró aliviado, no le entusiasmaba dormir con ningún asesino potencial, y puestos a ser políticamente incorrectos, tampoco le gustaba la idea de dormir solo junto a un homosexual. No lo diría en público, pero sí lo pensaba.