Lo siento si no es así...
Digo, inclinando mi cabeza ante Marino.
Pero dijo, venerable, que los que mucho hablan se delatan... Y el silencio no es mi virtud, ni siquiera en la soledad.
Reconozco, abiertamente. Y tras ello, vuelvo a guardar silencio. Aunque al cabo de unos segundos vuelvo a abrir mis labios.
Quizás un poco de frío mejore su vista.
Reconozco, abiertamente, no como una amenaza, si no como una sugerencia para ayudar a un compañero.