Partida Rol por web

Quizás había sido por tu comentario por lo que, el segundo golpe de martillo, clamaba a gritos tu nombre, tu muerte.
Intentaste escapar, abriendo tus alas, las alas que tantos vientos de las montañas habían domado, quizás las más rápidas del conclave.
Cuando las abriste echaste a volar hasta que un quemazón en el cuello te obligo a parar. Miraste y viste una pequeña amazona, casi una niña, portando un látigo con el cual aprisionaba tu cuello, cortando la circulación, con una fuerza impresionante. La zona alrededor de tu cuello comenzó a congelarse y a ponerse azulada creando un daño masivo.

Diste un grito un brusco pero el agarre era impresionante y caíste casi a tierra. Una amazona, de rostro enigmático, portaba la lanza de Latón y subió corriendo por la cola del ratigo, subiéndose al lomo de aquella criatura, ahora indefensa. De un golpe clavo su arma en la parte lumbar y tiro desgajando la cola que cayó con un ruido sordo.
Otra dama pétrea, se abalanzo contra el dragón que forcejeaba, era una amazona con cara de furia que portaba dos garras de la madera más fuerte de la Selva Oscura. Con fuerza embistió la cabeza de aquel ser y hundió sus garras en los ojos del ajusticiado haciendo que un velo negro caiga para siempre.

El intento de supervivencia se apodero de todo el cerebro de Montaña, echando a volar con toda la fuerza que podía, arrastrando a la amazona de Blanco. En su ceguera e ignorancia no vio el peligro que se acercaba, la amazona de Bronce
Aquella mujer de piedra saco su arma, una espada gigante unida a una cadena pero no ataco. El dragón se estrello contra la barrera dejando un rastro de sangre por toda la cúpula y cambiando de dirección. Una vez hecho esto alzo la espada y, mediante un movimiento, circular sesgo las alas de Montaña, primero una que lo desestabilizó; luego la otra, segundos después, que lo hizo acercarse contra el suelo a velocidad de vértigo. Un golpe estrepitoso y el sonido de huesos quebrándose término con aquella tortura, el cráneo estaba abierto y derramaba parte de su contenido. A los lados del dragón dos manchas de sangre, asemejando alas. La mariposa escarlata había caído

Agacho mi mirada ante la cruel muerte de Montaña. Al parecer las amazonas no eran partidarias de una muerte rápida.

Al final lo he hecho... -suspiro- He matado a uno de los nuestros... -alzo mi mirada algo fría- No es lo que quería, pero tus palabras, seguidas de la muerte de mi brillante hermano, me hicieron sospechar de tí. Espero que con tu muerte haya terminado la matanza innecesaria de dragones.

Me acerco hacia su cadáver y, haciéndome una leve herida en la mano, la poso en el cuello, allí donde mi condena le hirió y le congeló.

Que tu muerte no haya sido en vano. Que no nos hayamos equivocado al condenarte.

Mis palabras resuenan solemnes, mucho más de lo digno para alguien de mi edad. Acto seguido alzo mi cabeza hacia Marino.

Ya te dije que para esta semana era tarde... Además, como bien han señalado, son muchos los que no se han pronunciado. Sin embargo, y a partir de este momento, si hay alguna muerte más y se demuestra mi error, quedo a disposición del cónclave para judgar mi asesinato hacia Montaña.

Miro a todos y cada uno de los presentes, con frialdad, indiferencia e, incluso, una ligera pizca de orgullo.

Bronce se acercó, fuerte, serio. Observó el trabajo de las amazonas, y también bajó la cabeza. Plegó sus alas y quedó observando, apenado.

-Otro hermano menos. Tan solo deseo que su muerte no haya sido en vano. Pero parece que... Ya solo nos queda esperar, y observar si realmente, esta ha sido una buena decisión.

Aguardó a los demás: Uno menos de ellos solo podía significar que la matanza continuaba. Y la justicia por la que luchaba se quebrantaba, cada vez, un poquito mas, debido a aquellos duros asesinatos que se debían cometer, aun sin saber a ciencia cierta si aquel dragón era culpable o no.

lo que ven mis pobre y ancianos ojos me horroriza, no aparto la mirada, es mi deber, yo como miembro del consejo también lo he condenado, y a diferencia de otros hermanos valoro justa la decisión del conclave, me guste o no...

tras el brutal hecho, expresión de cuan cruenta puede ser nuestra naturaleza cuando se lucha por la justicia de nuestra raza. hablo a mis compañeros:

aqui, nuestro segundo culpable... y su sangre derramada en este ancestral lugar queda para la gloria o vergüenza de quienes hoy juzgamos. esta ha sido la decisión a la que hemos llegado, espero al amanecer poder despertar entre todos los aquí presentes, sin ningún nuevo muerto...

si no, espero que podamos plantear una solución pronto, usando nuestras mentes y no las garras...

apesadumbrado por el peso de los años y el largo día me siento a  escuchar las palabras de mis hermanos y tras ello me dejo caer en el sueño.

Contemplo la escena con mala cara.

"Un paso más cerca de nuestra extinción... hemos fallado, en unos días no habrá más dragones... seremos lo que los humanos piensan... una simple leyenda..."

Miro como uno a uno van cayendo mis hermanos dragones... pronto llegaría el fin, había que buscar alguna manera para encontrarles, pero ¿cómo?

Cualquier palabra, cualquier indicio, cualquier frase dicha entre líneas. Había que estar atento y seguro, quizá alguno de nosotros tuviera la clave para zanjar este asunto... pero... ¿quién?

Otro hermano caído y la sangre fue testigo de su intento de huida...

Miro a Blanco y le digo:

Es valiente por tu parte no esconderte de tu actos... pero nunca te enorgullezcas de la muerte de otros... pues piensa que algún día tambien moriremos y que no nos gustaras risas entre nuestro cadaver...

La juventud de Adonai lo había llevado a aquel acto impulsivo... no era para tomar en cuenta, pero quería enseñarle que todo acto debes de verlo justo con el reflejo de tu persona... era un buen chico... lo sabía... y no quería que se descarriara...

Ahora guarde unos segundos de silencio por el nuevo feretro... era lo minimo que podía hacer por él...

Avanzo hacia Laia y le miro con media sonrisa en el rostro.

Discúlpame... No es que me enorgullezca... Sólo soy objetivo... Y aguardo no haberme equivocado, o mañana me expondré a la decisión del Cónclave por haber matado a un compañero.

No obstante miro hacia el suelo tras mis palabras.

No me asusta la idea de morir... -mi sonrisa se borra y cierro los ojos- Ya te dije que los dragones blancos somos muy fríos...

... Y solitarios. Nadie llorará mi muerte. Aguardo en tal posición algún tipo de respuesta por su parte, aprender siempre es bueno para alguien de mi edad.

Es triste ver cómo la muerte de nuestros hermanos parecen que deben ser con violencia. ¿No habrá otra forma?...

Si la hubiera, seguro que la hubieran puesto en práctica... Pero aún así, le parecía demasiado cruel

Adonai... los dragones blancos os fijais mucho en el exterior pues si fuerais tan frios...

Cojo fuertemente la cadena de hielo con mis manos y digo: ¿Porque el contacto con el hielo puro quema?... Hasta el más frio de los hielos puede llegar a calentar... y hasta en la más oscura de las cuevas siempre se encuentra una luz...

Abro mi mano y enseño la marca roja que el hielo ha dejado enmarcada por gotas de agua, que surgieron al derretirse parte del hielo...

Escucho las palabras de ella y me acerco, mientras veo cómo sostiene el gélido látigo con sus manos, con un rostro impasible dibujado en mí. Me acerco a su mano y la tomo, besando cortésmente su herida.

Tienes razón, el hielo quema... Y también la electricidad. -mis ojos la miran directamente- Ojalá tengas razón, Laia, ojalá... Y pronto encontremos la luz.

Le sonrío ténuemente, pero al contrario de las sonrisas anteriores, hay un matiz extraño e indescifrable en esta, quizá irónonico y peligroso, o quizá sincero y protector. Imposible de comprender, pero sin duda presente.

otro hermano nos abandona ...ahi que buscar al culpable ya .

Las horas pasaban y Bicefalo solo esperaba paciente a que la noche terminara para ver amanecer un día mas.