Partida Rol por web

¿No te sacrificas pues por la causa? Está bien...

Me giro y miro al resto de mis compañeros, mientras continúo hablando.

Siempre soy consecuente, espero que sea realmente importante lo que tienes que hacer. Si tú no lo haces, me entregaré yo. Salvo que nuestros compañeros decidan no matar hoy a nadie...

Miro impasible a Negro y Latón.

-Sugiero que no matemos a nadie, si nos sacrificamos uno para matar a otro acabaremos perdiendo por culpa de nuestra minoría.

Si es tu deseo, compañero...

Sonrío ligeramente agradecido a Negro. Me siento y miro hacia el cielo brillante.

Hoy no podemos matar sin unanimidad. Yo ya dije que me sacrificaría si era pertinente. Parece que cobre ha nacido con una maldita estrella en el culo... No hay modo dracónico de matarlo. 

-Puede que sí que haya un modo, pero de eso me encargo yo - digo con una ligera sonrisa.

Inclino mi cabeza con una amplia sonrisa.

Sea así pues, compañero. Retiro mi voto, ya que confío en tí.

Miro a Bicéfalo y tuerzo el gesto.

Y si nos confiases tu tarea... Podríamos cumplirla. Somos un equipo, no lo olvides.

-Os digo una cosa, ahora mismo lo más fácil es que perdamos, si no empezamos a confiar entre todos para conseguir nuestro objetivo lo tendremos crudo... - digo relamiéndome al pensar en carne cruda.

Me encojo de hombros, dejando entender que yo no puedo hacer más.

Te comprendo.

Es cuanto digo. Mis ojos se clavan en los de nuestro líder, pero no menciono palabra alguna.

-Y propongo que cambiemos de líder, Blanco se ha ofrecido para arriesgarse por la causa - digo mirando furiosamente a Bicéfalo.

-Nosotros no nos expondremos por una muerte que ni siquiera deseamos.

-Cobre no fue nuestra elección.

-Si no deseáis descubriros ninguno de vosotros, entonces que nadie muera por nuestra culpa esta noche.

-Somos muchos y apenas sospechan de alguno de nosotros. Sera fácil continuar nuestra avariciosa tarea otro día.

-Os lo he anunciado. Si no deseáis matar a nadie que así sea, si queréis sentenciar a uno de nosotros.

-No seremos quien se ofrezca.

Tranquilo.

Respondo a Negro.

Como ves, él tiene un motivo coherente, nos guste o no. Y ciertamente no sospechan, por ahora, de nadie de nosotros. Aguardemos, y confío en tí para encargarnos de Cobre. Al fin y al cabo... -sonrío muy tenue y confiado- La paciencia es una virtud de cazador.

-Entonces a falta de la respuesta de Laton, esta noche no habrá victima, para evitar ser alguno descubierto.-Dijo tajante.

-Y si negro dice poder encargarse el mismo de Cobre, no me cabe duda que todos y cada uno de nosotros tenemos un poder escondido que aun no hemos revelado. ¿O nos equivocamos?-Observo al resto pero izquierda mantuvo la mirada en blanco.

¿De veras necesitas una respuesta a eso?

Pregunto, mi tono de voz es ligeramente divertido, pues es algo tan obvio que no merece la pena ni responder, salvo que de veras desee saberlo y corroborarlo.
 

-Pedis confianza pero sois los primeros en ocultar vuestro poder, ya veo como funciona la confianza en esta caverna.

-Es cierto que la avaricia es unicamente para una persona.

Le miro y me encojo de hombros.

Perdona, dual compañero... Creo que me perdí en algún momento, quizá debido a mi juventud.

Asiento con la cabeza, reafirmándome a mí mismo.

Acabo de darte mi apoyo frente a Negro y ahora tildas de desconfianza... ¿No? Quiero decir, la confianza no es hablar de nuestras capacidades, las cuales es más que evidente que tenemos. Confié en Negro cuando dijo que se haría cargo de Cobre y por ello retiré mi voto y me negé a que cazásemos hoy. ¿No es eso confianza? -le miro suspicaz- Hay tesoros más que suficientes para enterrarnos a los cuatro, yo deseo los de mi brillante hermano, pero... Todos los demás serán para aquellos de nosotros que sobrevivan. Y para ello tenemos que estar juntos.

Me acerco a él aún en mi forma humana e hinco mis rodillas, ofreciéndole mi pequeño cuerpo humano para que haga lo que desee sin temor alguno, sin duda.

-Y si nos confiases tu tarea... Podríamos cumplirla. Somos un equipo, no lo olvides.-Una de las cabezas repite sus palabras.

-Como confiar mi tarea de que la cumpliréis si no demostráis que sois merecedores.

-Estamos aquí por un interés común, no por una causa común.

Me encojo de hombros, sin deshacer mi posición en absoluto, hablando francamente.

Mi tarea es conseguir el tesoro. Para ello, llegar vivo hasta el final.

Reconozco del modo más sencillo y sincero que soy posible.

-No tenemos duda que tus palabras son una mentira como vuestra forma y actuación.

-Pero eso no nos importa si con ello logramos el objetivo común, guárdate tus secretos, pues no nos interesan.

Alzo mis ojos para mirarle fijamente.

Juro, por todos los presentes, y por mi sangre de dragón, que mis palabras no mienten en momento alguno.

Me pongo en pie y le miro, quizá ligeramente desafiante.

-Dejadlo ya.

-No convenceréis a ninguno de los dos.

-Mientras vuestro poder no se interponga en las decisiones, no importa que no os sinceréis.

-Como no es necesario la sinceridad en ninguno de nosotros.

Resoplo un tanto molesto por su actitud.

Como desees, líder.

Son las últimas palabras antes de caer en un silencio un tanto, quizá, infantil.