Partida Rol por web

Colchón perfecto, sábanas perfectas... y un sueño profundo como hacía tiempo que muchos no disfrutaban. Qué buena idea fue venir aquí ¿verdad?

Sin embargo, al despertar este día todos sienten que algo no está como debería. La sensación sigue siendo familiar, terriblemente familiar. Pero puede ser ¿Allí? ¿En el refugio?

Unos apresuradamente, otros con más calma, van saliendo de los lugares que han escogido para descansar. Es difícil dar crédito a lo que están viendo.

¡Alguien ha roto la fuente de chocolate!

Imperdonable.

A, si... y han matado a alguien. En realidad la noche anterior no dijo nada, así que no estás seguro de si te caía bien o no. ¡Pero alguien ha roto la fuente de chocolate! Es tan ofensivo que duele mirarlo.

De hecho, es raro... porque el muerto... ¿Alguien se acuerda de su nombre?

- ¡Era Alexander, capullo! ¡Y era mi amigo!

Bueno, parece que alguien SÍ lo va a echar de menos.

El esbirro de Alexander está sobre el cuerpo, llorando a moco tendido, pero antes de que nadie se pueda acercar para comprobar el estado y la causa de la muerte, la imagen del cuerpo tendido comienza a descomponerse, siendo tragado por el entorno, como si el escenario se alimentase con los restos del caído, hasta dejar sólo al desconsolado Pete, quien mira con asombro sus manos vacías.

Entonces se levanta de golpe - ¿No! ¿Dónde se ha ido? ¿¡Qué voy a hacer sin él!? ¿Alexander? ¡Te encontraré! ¡Una sobredosis de azúcar no puede acabar contigo así como así!

Echa a correr, agitando un palo de manera aleatoria... y peligrosa para sí mismo.

Desapasionadamente, dos maniquíes hacen aparición y comienzan a limpiar el estropicio que hay regado por el suelo de chocolate... y restos de sangre.

Si esto lo ha hecho una sobredosis de azúcar, fue una MUY bestia.

El contraterrosita llega a la escena en calzoncillos, pero sí con su casco y una rama que coge como si se tratase de un subfusil de asalto.

- ¿¡Dónde!? ¿Dónde está la bomba? - Deja caer los hombros - ¿Otra vez llego tarde?

-¿¡En serio, sobredosis de azúcar!? ¡He visto muertes estúpidas pero esta…!- Suelto como puedo mientras intento con todo mi esfuerzo parar de reír (es de mal gusto reírse de un muerto).

Cuando al fin logro recuperar la compostura casi en su totalidad finalizo- Bueno al menos ha tenido una muerte dulce y….- mi frase se ve cortada por otro punzante ataque de risa.

El dueño del complejo llega a la escena. Si su expresión parecía ayer graciosa, hoy da miedo.

- Creo que todos sabemos lo que esto significa... - Nuevamente, era imposible ignorar su voz, que se hace eco en cada piedra y cada rincón de aquellas salas.

Cuando pasea la mirada entre los presentes, éstos pueden sentir que les taladra. la presencia arcana de este hombre no sería tan imponente si conservasen todas sus armas y poderes, pero ahora, indefensos, es imposible permanecer indiferente.

En su mano, una pequeña llave de plata. Cierra el puño y se desmigaja. Podría no haber sido nada, pero el simbolismo es transparente para todos.

- Nadie saldrá hasta que el pecado que se ha cometido en MIS dominios quede resuelto. - Sonríe ahora con una mueca llena de dientes - Esto será interesante. Pensaba que no quedaban lobos blancos, pero me equivoqué. Pocas veces celebro equivocarme. Eso significa que disfrutaremos de una agradable cacería...

Abre las manos una vez más, como burlándose de su propio gesto de la noche antes - Y ahora, jóvenes invitados... Diviértanse.

Un nuevo día, y un merecido descanso entre agradecidas comodidades. Sin duda, al joven le sigue pareciendo atractiva la estancia en un complejo de tal calibre. Abandona la estancia escogida con el objetivo de llenar el estómago, pero todo cambia al llegar a la zona principal. Un cuerpo que se desvanece, la fuente de chocolate destrozada, y un individuo gritando un nombre que Virgil no reconoce, ¿estaba entre los presentes? Poco importa.

Alza una ceja y de soslayo observa la escena, pero una pequeña carcajada se le escapa de la boca al escuchar ciertos comentarios jocosos por parte de otros recién llegados. Tapa su propia boca con la mano con la esperanza de refrenarse. Sin duda, sí, tiene que admitirlo, es absurdo. Cuando por fin puede intervenir, aclara su voz. Observa a su compañera de pelo rubio. - ¿Ves Blanca? Por eso prefiero las manzanas, son más saludables. – Dice de forma despreocupada. - Dicen que el chocolate es un excelente sustituto de ciertos placeres. Tal vez estuviese muy necesitado. – Añade con mordacidad y una media sonrisa burlona.

Aparece el respetuoso maligno, y deja claro las reglas disipando la comicidad del asunto. – Por lo visto, debe ser una actividad de grupo. ¿Jugar a detectives quizás? – Comentario destinado al aire.

Rhoda se alisó las trenzas y puso cara de suficiencia al escuchar lo que había dicho el dueño, como dando a entender que no estaba nada amedrantada. Luego repasó al resto arrugando la nariz y acabó fijando la mirada en el hombre que había soltado la broma y se reía.

-Ja, ja- le espetó la niña.

Puso los ojos en blanco y volvió a tocarse las trenzas.

-Bueno, pues... ¿pobre, no?

Me deslizo entre las sabanas con un agrio sabor en los labios, con los dedos escondidos bajo la almohada blanca, y un ruego silencioso al mundo por unos cinco minutos más de sueño pacifico.

Por unos ínfimos segundos guardo silencio y me imagino escondida allí hasta que las ganas de explorar el complejo vuelvan, pero no... un grito atraviesa el aire y salto de la cama como una bala, la sensación de deja vu viniendo con fuerza, pero no... imposible.

Imposible porque todos somos lobos y porque en el contrato me aseguraron que este lugar era seguro... miro alrededor de la cama y tomo la bata de seda azul que me coloco encima del camisón del mismo color que llevo encima, ni tan siquiera me miró en el espejo, después de todo siempre amanezco guapa, pongo los pies en las pantuflas y salgo corriendo en dirección al grito al más puro estilo "me acabo de despertar y soy demasiado cotilla para demorarme en arreglarme"

Llego sin mirar a nadie más que al muchacho que grita, escuchando comentarios agrios alrededor, la tensión me devora y miro en derredor solo para escuchar la voz de los otros, de nuestro anfitrión, riendo
de tal modo que es casi una sentencia.

Porque de aquí no sale nadie hasta descubrir al culpable o hasta que acaben con todos nosotros, porque si han matado a un lobo pueden matar más, observo al muerto y apenas logro reconocerle del día anterior, desde luego no hable con él... pero igual.

Mis dedos se cierran alrededor del cinturón de mi bata apretándolo contra mi cuerpo y retrocediendo un par de pasos.

-¿Divertirnos? -pregunté al aire con cierta exclamación en la voz antes de darme cuenta de como estoy vestida, miro abajo, miro la bata, las pantuflas y los dedos de manicura cara, tomo aire "que vergüenza, señor" gimo internamente y doy media vuelta... volviendo a paso apurado de vuelta a mi cuarto a vestirme esta vez de manera decente y poder salir a enterarme que harán los otros una vez hecho eso -Divertirnos y una mierda, si hay lobos blancos...

La chica con cara de muerta tiene razón. No es momento de divertirse...Dice con solemne seriedad. Hay que encontrar a ese Pete i mandarlo al otro barrioexpresa casi alegre. Luego ya podremos ir todos a esa habitación roja a pasarlo en grande! acaba como si de la mejor idea del mundo se tratara!!!

- No es una caída demasiado carismática. Ayer ya parecía medio muerto... pero en fin. ¿Qué proponen sus señorías para encontrar al/los que han cometido semejante crimen?

Miró a Lianne, era una chica interesante. - Seguro esto no es. Ha quedado claro. 

-Propongo que busquemos al idiota ese(Pete) antes de que la lie, ademas, el a sido el primero en llegar quizas vio algo...

Girándose hacia atrás – No Virgil, más bien estamos jugando a ser agentes de la perrera.

Rave Maxwell se desesperezo en la cama, molesto con el ruido que se había producido afuera. Se puso un batín y unas suaves sandalias de seda, ambas a juego de un brillante color azul, y salió a observar que estaba pasando.
La visión de unos maniquís limpiando el suelo no le resulto excesivamente molesta, pero al escuchar las conversaciones pudo darse cuenta de lo que estaba pasando. Alguien había muerto, aunque nadie acertó a decir su nombre, pero había resultado ser algo molesto que alguien muera y que el anfitrión exigiera una cacería humana.

Bueno, yo ayer dormí de seguido y profundamente. Así que no me enteré de nada, ni sé aún quien ha muerto. ¿Alguien tiene alguna propuesta? ¿Alguien se ofrece para morir? Es por ir abreviando un poco esto, que aun no he desayunado.

La mañana despertaba con la muerte de uno de los reunidos, uno que ni siquiera se había manifestado en aquel brindis... uno que no había ni siquiera dicho nada antes de que la luna llegase a brillar. Pero de igual manera, era uno de los invitados, y como era lógico nuestro anfitrión exigía un precio a aquel ultraje a su honor.

Miraba la cara de todos, y el silencio de algunos que hablaban sin parar pero sin embargo la muerte de un desconocido lo embriagaba, a pesar de una lista ancha a nuestras espaldas... una muerte que era una carta reconocida a nuestro pasado.

Demasiado dulce, como si quisieran reclamar la autoría a alguien especial o en verdad era demasiado obvio su ejecutor...

No dude que restableceremos su honor... Señor... La palabra de este corsario nunca se ha perdido ni en tierra ni en altamar...

Un nuevo amanecer... una nueva punzada en el estómago.

Salgo de mi habitación, completamente despejada, bien vestida, y calmada... pese a esa sensación angustiosa.

Y en efecto, un cadáver, y en mi cara se dibuja el hastío... que es roto por el chiste del cazador... y el melodrama de nuestro anfitrión. Ambos consiguen que ría levemente.

O tal vez se hayan colado... ¡Aldeanos!

En ese instante, algo resuena en la sala.

Y al girarme veo a un maniquí gracioso con un gramófono... un maniquí que es desintegrado con sólo una mirada.

Carraspeo, recobrando la compostura, y observo cuidadosa a los presentes.

Es... algo que hemos vivido, pero desde el otro lado. ¿Alguien tiene una pista... un nombre... o algo? Por que el silencio es lo que suele ayudar a los asesinos, como bien sabemos prácticamente todos los presentes.

Miro hacia la fuente de chocolate con cierta lástima, el chocolate no estaba malo.

Eso, bien dicho Edd! dándole una palmadita condescendiente en el hombro.
Vamos a cargarnos a ese mamón!... Está claro,... desde mi huesudo Willy al profesor bujarra de Yoga y pasando por el tío que les hacia la acupuntura a las prostitutas londinenses, todos besan el suelo bajo nuestros pies! Si es inocente, algo habrá visto... y si no, torturamos ese cabroncete hasta que suelte algo!

Estando en duermevela, oigo un grito que me hace sonreir aún en la cama. Pero al notar ajetreo de otros ilustres invitados, decido desperezarme y ponerme en pie. Jack ya está allí preparado para ponerme un batín de seda negra. Decido dejar la máscara y otros utensilios, considerando que es un lugar para no necesitar de "extras" para vivir plenamente. La gente está alrededor de Alexander DeLarge fallecido. No puedo sentir un deje de pena por un compatriota de la pérfida Albión, sobretodo por lo interesante que fue observar el fenómeno de la ultra-violencia. Nada más relajante que poder ocuparte de brujería y alquimia en el salón de tu casa, con alaridos de locura de fondo, y poder ver algo más retorcido y salvaje con sólo sacar la cabeza por la ventana.

Entonces llega nuestro anfitrión, quien reconozco que define con absoluta satanidad su nombre. Desafortunadamente, las noticias que trae no son nada buenas. - No. No. Pero que muy mal. - Lobos blancos. Arcángeles. Las mayores atrocidades del Omnipresente. Empecé a sudar por toda mi resplandeciente y mortecina calva, y agradecí enormemente no haber cogido mi máscara. - Jacky, parece que ya hemos postergado demasiado la visita a la biblioteca. Hay que empezar a documentarse, el tiempo es nuestro enemigo, y no quiero acabar mi existencia cómo un cuadro de Goya.

Tras secarme con un pañuelo, me dirijo sólo hacia la biblioteca. Jack se podía quedar allí con el resto, desambulando, siendo también una fuente de información por si ocurría algo que fuera de mi digno interés.

Blanca se ha quedado mirando a Virgil con expresión de no comprender. - ¿Un sustituto de...? - Entonces abre los ojos de golpe, y se tapa la boca con la mano, cayendo en la cuenta de algo y mira a su... ¿Acompañante? ¿dueño? era difícil saber exactamente qué clase de relación tenían esos dos... mira al demonio con aspecto de hombre, y con un tono entre la dudoso y molesto, prosigue - Virgil ¿Por qué siempre me regalas chocolate?

La mujer, siempre encapuchada, mira a unos y a otros. Las palabras especialmente crueles las responde con una mirada más larga, hasta que final suspira, acercándose al lugar en el que desapareció el cuerpo de Alexander.

- De una forma o de otra, este hombre era parte de nuestra hermandad. Rezaré por su alma - deja caer una mirada ahora sobre su hermano cargada de significado - y porque las palabras de los justos lleguen a buen puerto.

Junta las manos frente a sí y cierra los ojos, elevando una plegaria que bien podría ser por el caído o por conseguir otra fuente de chocolate.

Unko salió de su habitación sin importarle ir en pijama, acompañada de Morden. El pobre tejón no paraba de bostezar, al igual que su dueña.

Pero cuando llegó a la escena del crimen se quedó helada en el sitio, olvidando el sueño, con los ojos ojipláticos relucientes por las lágrimas que no tardaron en desbordarse cual cascada. -¡¡¡BUUUUAAAAHHH!!!- ¡¡HABÍAN ROTO LA FUENTE DE CHOCOLATE!! La pequeña sorbía los mocos e intentaba hablar, pero apenas le salían las palabras entre los hipidos y berridos.

Un maniquí se acerca a la pekeña Unko, tendiéndole un helado de chocolate.

No era lo mismo, pero aparentemente tardarán en arreglarla.

El gran lobo gruñe por lo bajo, como reafirmando las palabras de su dueño, Guips. No necesitaba más indicaciones. Le habían señalado una presa.

Sin esperar que nadie lo siguiera, echa a correr en la dirección por la que había desaparecido Pete. No tarda demasiado en escucharse el eco de un quejido y un forcejeo...