Partida Rol por web

Invasión a Gea.

Capítulo 1. Un Desastre Aereo.

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01/07/2017, 13:50
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El Desenterrador se mantenía en los cielos gracias a una enorme bolsa de aire caliente que se producía en el interior de una caldera siempre controlada por los carboneros y el maquinista principal. Para controlar la dirección hacían falta unos motores que tras violentas explosiones provocaban que la nave virara en una dirección u otra. Sin duda no era una máquina precisa a la hora de trasladarse y dependía mucho de la capacidad de sus maquinistas para administrar la potencia explosiva de las naves. Tan sólo un loco o un trasgo sería capaz de viajar a bordo de una de aquellas máquinas sin temer por su vida a cada momento, pero lo cierto era que los tripulantes del Desenterrador cumplían ambos requisitos.

La nave del capitán Angwraj sobrevolaba las Llanuras Centrales pertenecientes al vasto imperio del Sol. Esa mañana las nubes más bajas se encontraban a casi dos mil metros de altura y el Desenterrador se ocultaba sobre ellas mientras sus tripulantes descansaban tras una noche de borrachera abordo. Tan solo el maquinista, varios carboneros y el vigía se mantenían despiertos, pues de ellos dependía que su nave se mantuviera en lo alto del cielo. La misión que el jefe Nagaz les había encomendado era muy sencilla, sobrevolar aquellos territorios con tal de cartografiar la zona.

Era evidente que para una labor tan técnica como aquella no eran los trasgos los más indicados, por ello junto a ellos viajaban tres topógrafos gnomos, los cuales se habían arrepentido de subir a bordo de la nave del capitán Angwraj desde el primer momento en que la pisaron. Gelbco, Robgnosh y Ginbag eran los nombres de aquellos valerosos científicos que se habían prestado para un suicidio como aquel en pro de la ciencia y el descubrimiento.

Llevaban dos semanas sobrevolando la zona y casi habían acabado el trabajo de cartografiar toda aquella zona.  Chcath había decidido enviar exploradores a ras de tierra. Su misión no era otra que la de contactar con los lugareños y aprender de ellos el nombre de los principales accidentes geográficos. Sería mucho más práctica durante la conquista llamar a los diferentes rincones por el nombre que conocían los nativos que renombrarlos y tener luego que enseñar de nuevo geografía a quienes quedaran adheridos a sus filas. Según los informes de aquellos exploradores el océano que bordeaba la costa de aquella zona de la que estaban copiando el relieve, era llamado por los lugareños Océano Occidental. Los límites en la región en la zona más meridional eran la cordillera Narthar y el bosque Golpemadera, al este el bosque Fungon y el río Sierpe y al norte el Col Shkar una enorme formación montañosa que prácticamente cruzaba de costa a costa por la mitad del continente de Harvaka.

Vokett y Ayraw llenaban paladas de carbón que arrojaban al interior de la caldera. Vokett sudaba a mares como siempre, aquel trasgo melenudo y gordo como una cerda preñada bufaba con cada palada minetras Ayraw, un ser escuchimizado y de piel paliducha sonreía viendo el sufrimiento de su compañero. Kekgrar, Ikkyutt y Srunzug se mantenían algo alejados de la caldera. Eran tres trasgos de mediana edad, cercanos a las veinticinco primaveras y ya eran unos veteranos abordo, por lo que solían delegar sus funciones en los reclutas más jóvenes. Sabían disimular y aunque a veces les llevaba más trabajo el hacer parecer que estaban ocupados que el llevar a cabo sus labores, disfrutaban con engañando a su oficial maquinista y al resto de sus compañeros.

Hanjuj un esbelto trasgo de piel verduzca y ojos morados le daba al fuelle para avivar las llamas de la caldera, mientras a su lado el oficial maquinista Zazgar contemplaba divertido como Vokett y Ayraw trabajaban mientras los veteranos se reían de él. El oficial era un regordete trasgo de una treintena de años. Poco pelo le quedaba sobre la cabeza y miraba con su único ojo a Vokett que aunque pesaba sólo unos kilos más que él no dudaba en burlarse de su obesidad. Zazgar no dejaba de golpear con el codo a Hanjuj, para acto seguido señalar al pobre Vokett a quien entre todos tenían habían convertido en un ser sumiso debido a las múltiples descalificaciones y burlas de las que era víctima de forma habitual.

- Ez como una cuba llena de eztiercol. – Rió Zazgar de forma ahogada con una risa que se asemejaba al chillido de un cerdo al ser degollado. - ¿No creez Hanjuj?

- Dezde luego, mi oficial. – Respondió el de los ojos morados con cierta resignación, pues de los que allí se encontraban era en el único que Vokett podía considerar como algo parecido a un amigo. Al menos él no se reía abiertamente de él o al menos no era quien solía iniciar las burlas.

Fue durante el turno de guardia de Robgnosh cuando se percató de que algo no iba como debería. Se encontraba copiando el relieve del terreno en uno pergamino en la llamada cúpula de cristal, una habitación totalmente construida en cristal que se encontraba en la parte baja de la nave y que daba una visión de trescientos sesenta grados del paisaje bajo sus pies, cuando notó que la nave empezaba a descender.

Al principio no le dio demasiada importancia, pues aquel hecho aislado era habitual en una nave como aquella ideada y construida enteramente por trasgos. Sin embargo cuando tras algunos minutos la nave no dejó de perder altitud se preocupó e inmediatamente dejó su puesto de trabajo y encaró la escalinata que le llevaba de nuevo de vuelta al interior de la cabina.

Esparcidos por el suelo de la sala se encontraban decenas de aquellos malolientes y beodos trasgos. Le daba vergüenza ver a todos aquellos seres durmiendo la mona tras haber ingerido grandes cantidades de alcohol la noche anterior. ¿No eran soldados? Era evidente que no, como mucho se les podía considerar como piratas de los cielos. Si su abuelo levantara la cabeza para ver aquello. ¿Cómo era posible que aquellas inmundas ratas contra los que sus antepasados lucharon durante generaciones ahora estuvieran en su mismo bando? Desde luego iba a informar de todo aquello a su superior gnomo una vez regresara a Patark.

Avanzó hasta la parte trasera del puente de mando tratando de esquivar los cuerpos de los pieles-verdes que roncaban con codicia. Cuando a punto estaba de llegar hasta la maciza puerta de hierro que separaba el puente de mando del cuarto de calderas, la nave sufrió una agresiva turbulencia que provocó que la nave se inclinara noventa grados hacia la superficie de Gea.

La carga de la nave se desplazó de golpe lanzando objetos al aire que golpearon violentamente contra las paredes de la cabina. Muchos de los trasgos también salieron despedidos hacia la parte delantera de la nave golpeándose contra objetos y paredes. La gran mayoría de ellos despertó asustado y sin saber a qué atenerse, pero algunos mantuvieron su letargo aún anestesiados por lo que habían consumido la noche anterior.

Robgnosh había logrado agarrarse a un pasamanos y luchó con todas sus fuerzas por avanzar hacia el cuarto de calderas. Le costó mucho esfuerzo mantener el equilibrio pero finalmente alcanzó la manivela circular de la puerta del cuarto de calderas y tras hacerla girar logró por fin abrir la puerta y echar un vistazo a su interior.

Lo que vieron sus ojos le aterrorizó. La caldera no tenía llama en su interior. Los trasgos allí presentes permanecían inertes en el suelo. Se habían despedazado los unos a los otros. Tenían heridas de armas blancas en todo el cuerpo y ni uno de ellos había quedado vivo para mantener en funcionamiento la caldera. Ahora la nave descendía con virulencia hasta en dirección al suelo y aunque la primera intención de Robgnosh fue la de acceder al cuarto de calderas para volver a ponerlas en marcha no tenía tiempo y aunque lo hubieras tenido la velocidad que había implementado la nave y el ángulo en el que descendía no hubieran podido ser corregidos de todas formas.

Robgnosh cerró los ojos pocos segundos antes de impactar contra la dura piedra de la montaña contra la que se estrellaron. Intuyó que iba a morir en escasos segundos y tan solo pudo recordar a su familia en un último intento de reconciliarse con el universo. La explosión hizo volar por los aires la nave y a sus ocupantes. Ninguno de ellos logró sobrevivir y de haberlo hecho, Robgnosh hubiera aprendido la lección: nunca más volar con trasgos en aparatos construidos por trasgos.

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04/07/2017, 13:25
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Hacía ya algunas horas que se había extinguido el incendio. Los restos de la nave se esparcían entorno a varios kilómetros a la redonda. Parte del cuerpo del puente de mando se encontraba incrustado contra la dura roca del Col Shkar. Innumerables restos se agolpaban alrededor de las paredes montañosas y prácticamente no quedaba ni rastro del globo, el cual había ardido tras la explosión. Se intuía claramente la trayectoria que había llevado la nave antes de su colisión final. A su paso por tierra había arrasado con decenas de árboles que habían sido arrancados literalmente del suelo marcando un camino en la vegetación de la montaña.

Entorno a los restos se habían congregado un sinfín de criaturas de una raza de apariencia humanoide y de procedencia reptiliana. Se trataba de unos seres algo más bajos que los humanos, de largos y delgados brazos aunque musculosos que caminaban erguidos aunque ligeramente acuclillados sobre sus patas. Arrastraban una delgada y larga cola y su cabeza parecida a la de un lagarto lucía una cresta ósea que comenzaba en la frente y acababa en la base del cuello. Aquellos seres escasamente vestidos a excepción de algunas piezas diseminadas de armadura miraban los restos de la tragedia con sus pequeños ojos negros y brillantes mientras golpeaban con sus lanzas algunos de los elementos de la nave.

Aquellos seres conversaban entre ellos en un primitivo y gutural idioma. Se miraban los unos a los otros con gestos de asombro y discutían acerca de lo que veían sus ojos. Se trataba de seres nocturnos, criaturas de la noche que sólo salían al exterior cuando Maahn reinaba en el firmamento, pero ese día el chamán de la tribu había predicho que del cielo caería una bola de fuego y aunque normalmente erraba en tales predicciones, no fue así en esa ocasión.

Aquel hecho podía llegar a ser muy relevante para unas arcaicas criaturas como aquellas. Se trataba de seres primitivos anclados en eras remotas que evitaban hacerse eco de cualquier modernidad existente, pues su civilización era antigua, más antigua que muchas de las más vetustas y si habían sobrevivido hasta la fecha no iban a cambiar su estrategia ahora. Que un ingenio como aquel se hubiera estrellado en sus adoradas montañas podía tener muchos significados para ellos, pero sin duda se trataba de un hecho alarmante que debían comunicar de inmediato al chamán y a su cacique.

La decisión recaía sobre el jefe de aquella partida que era reconocible por su característica resta roja, que había adquirido cierta coloración a diferencia de la del resto de componentes del grupo. Mientras el jefe daba las instrucciones pertinentes algunos de sus subordinados, curiosos como eran rebuscaban entre el casco de la nave. Habían visto cadáveres calcinados de trasgos. Conocían bien a los trasgos. Se trataba de enemigos ancestrales de los sauriones, pues durante siglos habían luchado contra ellos por el control de las tierras bajo el Col Shkar.

Que los cadáveres que allí habían hallado carbonizados fueran de trasgos era motivo de alegría para los sauriones que vitoreaban alzando los brazos en señal de victoria con cada hallazgo de un trasgo muerto. Algunos de los reptilianos comenzaron a amontonar los cuerpos inertes de los tripulantes y buscaban algo de utilidad entre los escombros. Armas, herramientas o cualquier tipo de objeto metálico, pues al parecer ese material era el más preciado para aquella primitiva raza.

No fue hasta Siythxi, el jefe de los crestados dio la orden de regresar a su caverna cuando los ojos que les habían estado vigilando hasta entonces se desvelaron ante ellos. Los guerreros enanos de Thardul cargaron sin piedad contra ellos portando portentosas hachas que descargaron con dureza contra los sauriones sin dar oportunidad alguna de que sus rudimentarias armas pudieran contrarrestar aquel ataque. Se trataba de guerreros expertos que tomaron totalmente por sorpresa a los sauriones. Fue una incursión rápida y coordinada que resultó letal para los que habían llegado primero a aquel lugar. En poco menos de tres minutos los apestosos cuerpos de aquellos seres reptilianos yacían inertes esparcidos entre los restos del accidente aéreo.

Los reptilianos no habían sido los únicos en reconocer la trayectoria de aquel extraño objeto volador al estrellarse contra la montaña. Desde el observatorio de Atarite se captó como aquella nave empezaba a descender de forma violenta precipitándose contra el muro natural que conformaban aquellas montañas. Tras la explosión el príncipe enano de Atarite mandó un abundante grupo de exploradores para sondear el terreno. Thardul era un avispado explorador que junto a su grupo de batida tardaron menos de seis horas en recorrer la distancia entre el lugar del impacto y la ciudad de donde partieron, una gesta digna de admiración al haber una distancia no inferior a sesenta kilómetros entre ambos puntos.

Ya desde hacía algunos meses las noticias sobre extraños ingenios surcando los cielos se habían hecho eco del grueso de la población. Las autoridades de toda Gea empezaban a ponerse nerviosas pues era evidente que los avistamientos de naves aerotripuladas eran cada vez más frecuentes. ¿Estaban ante una invasión? No lo podían saber a ciencia cierta pero esa era la razón más evidente y la principal preocupación era saber cómo combatir al enemigo una vez se iniciaran las hostilidades.

Thardul ordenó asegurar el perímetro y ocho de sus batidores se encargaron de apostarse alrededor del lugar del accidente mientras el resto comprobaba los restos de la nave. Los enanos se repartieron la zona y empezaron a analizar todos los elementos allí presentes buscando una explicación al porqué de que una máquina como aquella pudiera surcar los cielos, esa y recuperar cuanto fuera útil para una posible defensa de Gea eran sus principales misiones.

Se trataba de un aparato similar a un barco. Estaba fabricado en madera y en metal y la razón por la que se elevaba, aquella bolsa o globo que lo sostenía había prendido casi en su totalidad. Algunos fragmentos de la tela con la que estaba fabricado el globo aún estaban enteros y fueron recogidos por la expedición. En el interior del fuselaje de aquella nave encontraron lo que parecía ser un enorme horno, una caldera que aún se mantenía a una elevadísima temperatura y también observaron dos extraños ingenios mecánicos de gran tamaño. Se trataba de dos elementos parecidos a cañones pero infinitamente más complejos.

- Buddur, Margali. – Thardul llamó la atención de dos de los enanos. – Debemos esconder los elementos principales de la nave. Volveremos con suficientes hombres como para transportalos hasta la capital.

- Si, mi señor. – Respondieron ambos al unísono.

- ¡Sheti! – Thardul pronunció el nombre de otros de sus hombres. - ¿Se han encontrado supervivientes? – Preguntó cuándo aquel enano de corto tamaño pero de robusta envergadura se cuadró frente a él.

- No, mi señor. – Respondió rotundo.

- ¿Qué apariencia tienen? – Se interesó el jefe de la partida de exploradores.

- Trasgos mi señor. – Respondió Sheti para sorpresa del jefe enano. – A excepción de dos cuerpos con aspecto diferente el resto son pieles-verdes.

- ¿Trasgos? – Thardul no daba crédito a lo que oía. - ¡Lo que me quedaba por escuchar! ¡Trasgos voladores, habrase visto!

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21/07/2017, 08:52
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La noticia de la caída de aquella nave voladora aparentemente tripulada por trasgos había llegado a todos los confines de la región centrooeste del continente de Harvaka. No era la primera vez que uno de aquellos extraños artilugios voladores se estrellaba en algún punto de Gea, sino que era por lo menos el tercer de aquellos buques en acabar su trayecto de una forma violenta.

El primer accidente aéreo del que se tenía noticia de aquellos artilugios, tuvo lugar en la región del noroeste. Concretamente una nave capitaneada y enteramente ocupada por pieles verdes se accidentó a pocos kilómetros de Karkaba junto al mar Interior de la Sierpes cuando seguramente buscaba realizar un aterrizaje de emergencia en esas aguas. Sin embargo, se estrelló a pocos metros de la orilla muriendo en el acto todos sus ocupantes.

De forma inmediata el rey Coldoveo III ordenó recuperar los restos y sus hombres así lo hicieron. Dos meses estuvo dirimiendo con sus consejeros lo que debía hacer y aunque éstos eran partícipes de investigar la tecnología que hacía volar a aquellas naves, finalmente el rey ante una demostración de responsabilidad y generosidad sin precedentes envió emisarios a los reinos cercanos con tal de poner en conocimiento suyo la noticia del hallazgo y pronto recibió respuestas.

Las grandes naciones de Harvaka se unieron por primera vez en pos de un bien común ante un inesperado e inusitado enemigo del que poco o nada sabían, pero que sin duda no traía consigo muy buenas intenciones. Que los trasgos surcaran el cielo en barcos voladores nunca era una buena noticia y menos sin saber aún hasta donde alcanzaba su potencial militar.

Los reyes que no acudieron en persona a constatar la información y a ver los restos del accidente de primera mano, enviaron emisarios y a sus más sabios consejeros e ingenieros y pronto se formó una comisión de sabios e inventores que empezaron a examinar aquellos restos buscando replicar de alguna forma la tecnología que dotaba de la habilidad de elevarse hasta el cielo a aquellas pesadas embarcaciones.

Todo el material fue trasladado hasta un emplazamiento secretos en las próximas montañas Sangrientas y allí cerca de un centenar de sabios e ingenieros de todas las naciones del continente empezaron los estudios junto a casi un millar de empleados a su servicio entre cocineros, ayudantes, porteadores y mozos.

Durante casi tres meses no se extrajeron demasiadas conclusiones pues los restos estaban en muy mal estado, pero entonces llegó la noticia de la caída de una segunda nave. En las cercanías de Messià. Éstas fueron rápidamente interceptadas y conducidas hacia las montañas Sangrientas escoltadas por un centenar de soldados los cuales se ocuparon de ocultar lo máximo posible los restos durante el traslado y de hecho por mayor seguridad viajaron sólo de noche.

Los soldados que realizaron el traslado se componían de una serie de guerreros de élite de diferentes naciones. Para realizar tal viaje fueron dotados de un salvoconducto que les permitió acceder sin oposición al reino de Messià y desplazarse posteriormente hacia el oeste cruzando Altos Montes, Mariendul, el Imperio del Sol y finalmente internándose en el reino de Ulbar con destino al lugar secreto de estudio de dichos elementos voladores.

Se habían escuchado rumores de que un tercer barco volador había caído en el norte, en territorio vovit, pero los pueblos del norte de Arthanis no pusieron en conocimiento de nadie el hallazgo. También surgieron rumores de que el Imperio Rojo en alianza con el Imperio Nazcan habían iniciado una investigación conjunta y secreta sobre una cuarta nave que habría perdido el control durante una tormenta de arena cuando sobrevolaba el Gran Desierto Austral y que habría caído en algún lugar perdido entre sus arenas. Dicha nave habría sido recuperada y se hubiera comenzado un estudio de los restos sin dar conocimiento alguno del hecho al resto de naciones.

Otras naves habrían caído al mar, pero aquello también eran rumores y finalmente la segura caída del último buque volador en las llanuras Centrales fue una gran noticia para las investigaciones. Pues aunque la nave había quedado muy maltrecha algunos componentes estaban casi intactos y gracias a los estudios efectuados hasta la fecha y añadiendo los avances que podrían darse tras el estudio de los componentes de la última nave, casi daban por seguro que en menos de medio año podrían empezar a replicar aquellas ingenios y con ello podrían tener alguna defensa si se desataba finalmente un ataque a gran escala por parte de los supuestos invasores.

 

 

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06/09/2017, 13:32
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Coldoveo III se miró al espejo con sus penetrantes ojos azules y se arregló su fino cabello rubio. Estaba orgulloso de su decisión y tenía que dar buena impresión a sus invitados; ya era suficiente ser considerado un inexperto monarca como para también parecerlo. Convocar a los diferentes reyes del mundo entero para hacerles partícipes de su descubrimiento había sido una lección de generosidad política sin precedentes. Gracias a su altruismo y a su fe en las distintas razas podía ser que por primera vez en la historia todos los habitantes de bien que moraban en Gea se unieran con un propósito común. Lo cierto era que de no hacerlo muy posiblemente las consecuencias llegaran a ser alarmantemente destructivas.

Aquel rey, el rey de Ultar tenía el convencimiento de que aquella tecnología no era de ese planeta. Ninguno de sus maestres encontró en las bibliotecas de la capital ninguna referencia hacia tecnología capaz de surcar los cielos. Ninguno de los más sabios de su reino recordaba haber escuchado historias de trasgos ingenieros y mucho menos de trasgos capaces de crear ingenios superiores a los vistos hasta la fecha en cualquier rincón de Gea.

Sus consejeros fueron partidarios de creer en que aquella raza de seres destructivos habían logrado construir máquinas voladoras. Máquinas capaces de cruzar el firmamento y de transportar en su interior a muchos de aquellos seres de pieles verdes y grisáceas. Los consejeros de Coldoveo III acordaron por unanimidad que nada ultrageano era responsable de aquellos avistamientos.

- No ha habido noticias de seres alienígenas en eones, majestad. – Dijeron.

- No hay motivo para pensar que procedan del espacio. – Defendieron.

- Es imposible, majestad. No puede ser que vengan de planetas tan distantes al nuestro. – Repitieron.

Fuera así o no, estuviera equivocado el rey o estuvieran equivocados sus consejeros, la amenaza era evidente. Fueran seres de otro planeta o no, si los trasgos poseían una tecnología capaz de movilizar tropas a grandes distancias en cortos espacios de tiempo y una tecnología capaz de atacar emplazamientos desde el aire, los reinos libres e independientes tendrían serias dificultades para defenderse de la nueva amenaza. Tarde o temprano se revelaría la verdad. Tarde o temprano los trasgos, fueran geasianos o fueran ultrageasianos, alienígenas, vinieran de otra dimensión o pertenecieran a otra realidad entremezclada con la suya, atacarían. Atacarían porque si eran trasgos la violencia estaba en su sangre. El trasgo era un ser movido por el odio, regido por la ira y que utilizaba la crueldad como modus vivendi.

Aquello sí que lo tenía claro Coldoveo. No fue por su postura ante aquella crisis que Coldoveo III se ganó el sobrenombre de el rey Conspiranoico. No era la primera vez que aquel joven monarca hablaba de asuntos esotéricos o míticos frente a sus consejeros o su pueblo. Muchos eran lo que le tomaron por loco y muy pocos los que creyeron en sus inverosímiles teorías. Lo cierto fue que aquel joven monarca con cara de niño y de no haber roto un solo plato a solo veinticuatro años ya se había ganado un sinfín de motes a cual más ofensivo. Pero era el rey por derecho y eso era algo incuestionable.

Pese a sus locuras, a sus misteriosos temas de conversación y a sus enigmáticas preocupaciones era un buen rey. Gobernaba con sabiduría y trataba de que nada le faltara al pueblo, respetando los viejos privilegios de los nobles de su nación. Sólo encontrando el equilibrio entre ambas cosas lograría que su reinado fuera tranquilo y sobre todo que fuera largo. De no ser por su gran conocimiento en el campo de la diplomacia su extraña visión de la realidad ya le habría conducido a alguna revuelta o a la incapacitación de sus funciones a cargo del mismo consejo que debía servirle.

La decisión real de que Ultar compartiera con el mundo el hallazgo de aquella nave no fue algo con lo que el consejo comulgara. De hecho casi le costó el trono al joven rey. La traición y la sedición estaban preparadas, pero Coldoveo III también lo estaba. Era joven, pero no engreído, era rey pero no estúpido. Aquellas cualidades le sirvieron para darse cuenta de que pese a lo que su figura representaba, todo podía variar de la noche a la mañana si los poderes más fuertes de su nación se unían contra él.

Una mañana convocó a su consejo. Tenía un anuncio importante que dar. Un concilio lo llamó Coldoveo III. Era evidente que no se trataba de una reunión cualquiera, pues quería que todos y cada uno de sus leales consejeros estuvieran presentes en aquel evento. Aquellos que no acudieron por su propio pie a la cita acordada por el monarca fueron acompañados por guardia real, la cual acudió en su búsqueda a sus moradas o a sus aposentos en palacio.

Una vez convocados todos los consejeros sin excepción alguna el monarca les comunicó el motivo de su llamada. No confiaba en ellos. Sabía que algo tramaban contra su persona y no estaba dispuesto a permitir que acabaran con él o con su reinado. Dijo considerarse a sí mismo como un buen servidor del pueblo y dijo no merecer el destino que habían planeado para él. Pese a que trataron de desmentir las acusaciones la guardia real restaba presente en la sala del trono donde tuvo lugar el concilio.

Aquel concilio pasó a llamarse el Concilio Rojo. Pues ninguno de aquellos consejeros salió con vida del salón real. Fueron acuchillados uno a uno y su sangre derramada por todo el lugar. El rey observó desde su trono la macabra escena sin moverse ni un ápice y para cuando cesaron los agudos chillidos similares a los de los cerdos durante la matanza, el silencio volvió a reinar.

Coldoveo III nombró a un nuevo consejo integrado, por sabios, místicos, mago y adeptos que serían de mayor utilidad que una panda de agnósticos y traidores burócratas. Aquellos hombres extraordinarios de los que el rey se rodeó le servirían como mentores. Indagarían en lo más profundo del conocimiento oscuro para que la verdad le fuera revelada. Serían sus mentores en aquellas disciplinas en las que la nobleza y los dirigentes de la actualidad habían dejado de creer. Serían su única manera de conocer la verdad y de llegar a la raíz de aquel asunto.

Fue así como antiguos secretos fueron desenterrados. Fue de esa forma como el rey Coldoveo supo de la existencia de seres más antiguos que la propia humanidad. Seres más antiguos que el enano o que el elfo, o más antiguos que el trasgo, el ogro o las malignas criaturas del submundo. Conoció entonces que no sólo Gea estaba poblada y que muchos eran los portales que unían los diferentes mundos y universos. Portales que podían trasladar a seres de otra dimensión hasta la suya en un solo instante. Portales que podían unir mundos como si de puentes se trataran.

Coldoveo III creyó desvelado entonces el origen de aquella extraña nave. Un clarividente experto en psicometría desveló al tocar la nave tripulada por aquellos extraños trasgos, que ésta no pertenecía Gea. En sus visiones vio un extraño mundo en el que su núcleo podría ser descrito como una gran masa de hierro pesado envuelto en una vorágine de gases ardientes. Dicho núcleo creaba un gran campo magnético que atraía a millones de asteroides que orbitan el planeta en el interior de una atmósfera en la que se hacía posible la vida describiendo una alegoría de la ley de la gravedad en todo su esplendor.

Aquel mundo estaba poblado por razas muy diferentes que moraban sobre aquellos asteroides que giraban en una danza eterna alrededor de aquel núcleo ardiente. Unos eran seres similares a lagartos de gran tamaño, pero bastante más menudos que los hombres o enanos. Otros no era mucho más grandes que los pequeños reptilianos, pero sus rasgos eran similares a los humanos, aunque con facciones más redondeadas y por último había trasgos.

De ese mundo procedían aquellos trasgos, aunque los sabios creyeron que muy posiblemente el origen de sus ancestros estaba en Gea. Por tanto, muy posiblemente los ancestros de aquellos que ahora invadían el planeta de todos, fueron nativos de éste. Viajeros planares o interestelares que por alguna razón abandonaron Gea colonizando aquel planeta tan diferente al suyo. Ahora regresaban con un objetivo y ese objetivo a razón del rey y de su nuevo consejo, no era desde luego amistoso sino hostil.De ser así y de esa certeza Coldoveo III de Ultar no albergaba duda alguna, combatirían y lo harían con las armas del enemigo.

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07/09/2017, 13:08
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Sólo para el director

Que los científicos que habían enviado desde todos los rincones de Gea hasta ese lugar, hubieran convocado a los máximos mandatarios de aquella alianza, era sin duda buena señal. Una señal que además le garantizaba que no se había equivocado con su decisión.

Puede que el concilio que tendría lugar en Alejandría en unas semanas fuera de una importancia clave para vislumbrar el futuro discurrir de Gea y el nuevo orden geasiano. Al ser una reunión un tanto secreta y sobretodo improvisada fueron pocos los reinos, imperios o naciones que pudieron ser avisadas para que enviaran representantes al aquel encuentro. De hecho tan solo acudieron embajadores de los reinos vecinos de Shalt en representación del rey Bras Sephner, y del rey Anroc Anorian de Mariendul, así como del emperador Haràld Drudod'u de Umnia y el Emperador de Sol Cladinus de la casa Drunis en persona. Además también les brindó con su presencia el mismo emperador rojo Nabim Jaffir, quien de todos los dirigentes de Gea parecía el más interesado en aquel asunto desde el primer momento.

La reunión tuvo lugar en la el gran teatro de Ultar. Un lugar con un anfiteatro suficiente como para albergar un evento al que se tenía prevista la asistencia de hasta un centenar de líderes de las diferentes naciones de Gea y de sus principales consejeros, lacayos y guardaespaldas, aunque lo cierto fue que una vez visto el aforo congregado aquel teatro quedó ridículamente grande. No obstante, entre dirigentes, consejeros y guardias personales sumaron un total de casi unas cincuenta personas que para nada pudieron acabar con el abundante aperitivo que Ultar había dispuesto.

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29/09/2017, 10:53
Coldoveo III
Sólo para el director

- Bienvenidos a mi casa. - Dijo al fin el rey de Ultar. Sin duda alguna de los allí presentes Coldoveo III era el más joven de los monarcas y de hecho con casi toda probabilidad también el más joven de los presentes salvo a alguno de los más precoces soldados de las personales de aquellos líderes. - Para los que no me conozcáis soy Coldoveo III, hijo de Coldeoveo II, rey de Ultar y vuestro anfitrión hoy aquí. Si os he convocado con tanta premura es por el hecho de que la reunión que debe tener lugar en unas pocas semanas en Alejandría no tendría sentido sin los descubrimientos de los que quiero haceros partícipes a todos. Gracias a mi indudable generosidad compartí hace más de un año el descubrimiento de una nave capaz de surcar los cielos y vosotros y muchos de los que no están hoy aquí mandasteis a algunos de vuestros más sabios y mejores ingenieros para que realizaran un estudio de dicho artefacto. Gracias a esa generosidad de la que hice gala hoy tenemos alguna oportunidad de combatir a esos seres que surcan los cielos y que podrían resultar una amenaza para todo el orden establecido sobre Gea.

El tono de aquel joven monarca no les hacía mucha gracia a los embajadores y dirigentes allí congregados. Para ser un monarca de reciente ascensión al trono hablaba como si llevase mucho tiempo en dicho cargo. Se atribuía demasiado protagonismo, le atribuía demasiado protagonismo a su generosidad. Era un monarca arrogante bajo su punto de vista y esa arrogancia había ido en aumento tras el ya famoso Concilio Rojo en el que su majestad acabó con todos los potenciales traidores arrancando dicho problema de raíz.

Lo cierto era que Ultar era una nación grande en tamaño pero con unas fronteras fácilmente franqueables. Esa nación era quizás una de las menos poderosas sobre toda Harvaka y una de las más empobrecidas tras las guerras vividas contra Shalt a favor de Umnia y posteriormente contra Umnia al no haber satisfecho sus promesas. Aunque lo cierto era que la paz reinaba en esos momentos entre las tres naciones y Coldoveo III tenía gran parte de culpa, aunque esa historia no iba al caso de lo que se debía tratar durante aquella reunión semi clandestina.

- Debo presentaros a Bundrin Thak, jefe de ingenieros del proyecto que se esta desarrollando en un lugar secreto y seguro bajo el amparo y la protección del reino que gobierno y con el consentimiento explícito de todas las naciones que hará un año firmasteis el tratado de Lurbier. - Expuso Coldoveo III antes de dar paso y la palabra al ingeniero enano.

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29/09/2017, 11:01
Cladinus Dunris
Sólo para el director

- Antes de dar paso al tema que nos pertoca debo hacer una pregunta. - Intervino de forma inesperada el Emperador de Sol. - Me veo en la obligación de preguntar dónde están el resto de invitados a esta reunión. ¿No han tenido la decencia ni de enviar a un solo emisario, un representante a ésta importante reunión? ¿O es acaso que esta reunión no es tan importante?

El emperador Cladinus era un personaje un tanto oscuro. Su cabellera rubia se había oscurecido algo con el paso de los años, al igual que su piel se había ido destiñendo de forma progresiva. Para ser el Emperador de Sol, poco gustaba de su compañía. Se puso de pie y caminó varios pasos por aquella amplia sala perteneciente al anfiteatro; parecía algo aireado. Era evidente que no le gustaba que tan pocos dirigentes se hubieran personado en Ultar tras el llamamiento del rey Coldoveo con quien guardaba muy buenas relaciones desde su ascensión al trono.

- ¿Cómo es posible que ante un asunto de tal importancia no se dignen a enviar a nadie? - Cladinus goleó la mesa junto a la que permanecía de pie. - ¡Recibí las noticias hará dos semanas! ¡Tiempo de sobra ha habido para acudir a la cita! - Estalló en un grito fruto de la ira aquel emperador de sangre caliente.

 

 

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29/09/2017, 11:17
Ediberto Dolfini
Sólo para el director

En ese momento se escuchó como en lo alto del graderío se abrían las puertas que daban acceso al anfiteatro. Todas las miradas fueron dirigidas hacia allí y se tranquilizaron ante la idea de un posible sabotaje al ver que eran los guardias ultarianos con sus cascos decorados con penachos azules los que facilitaban el acceso a un nutrido grupo de personas. Coldoveo III había dejado muy claro que no deseaba interrupciones de no ser estrictamente necesarias, quizás por ello le sobresaltó aquella inesperada llegada.

- Tranquilo, mi querido Caldinus. - Dijo una voz procedente de lo alto del gradería, una voz conocida que el emperador reconoció pese a que la luz que penetraba desde el exterior hacía imposible distinguir el rosto de su propietario. - Por suerte encontré en mi camino a la reina Olennah de Altos Montes, quien viajaba en representación de su marido el rey Grunik VI y lo hacía en la misma dirección que yo, camino de este secreto encuentro. Suerte porque ha hecho mucho más ameno así el viaje.

 

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29/09/2017, 11:36
Coldoveo III
Sólo para el director

No muchos esperaban la representación de Altos Montes en aquella reunión. El rey Grunik VI no destacaba por su inteligencia y mucho menos por su diplomacia. Se trataba de un vetusto anciano que poco razonaba de joven y que mucho menos lo hacía ahora que la vejez atenazaba su mente. Fue uno de los pocos monarcas que no se interesó ya desde un principio en aquel proyecto, uno de los pocos que restó importancia al hallazgo.

- Los enanos nos refugiaremos en lo más profundo de las montañas si la invasión es inminente. - Coldoveo III recordó esas palabras en su mente, la respuesta que obtuvo de aquel monarca intransigente. - Lo haremos como hemos hecho siempre. - Dato que evidentemente no era cierto, pues en la historia había centenares de casos en los que enanos habían luchado valerosamente junto a aliados de otras razas y en pos de un bien común. - Sobreviviremos sin la ayuda de nadie, como hemos sobrevivido desde que Nugo se proclamó Kark de Todos los Enanos y venció a sus enemigos en el noroeste.

Era extraño pues que Olennah, la reina consorte de Altos Montes hubiera acudido a aquella cita. Aunque lo cierto era que por todos, o casi todos los presentes era sabido que la progresiva pérdida de capacidades mentales del legítimo rey de aquellas tierras iba aparejada a un aumento en la responsabilidades que asumía la reina regente, quien en las últimas fechas había asumido una gran relevancia en cuanto a las decisiones que se tomaban en el reino enano.

- Bienvenido seas, Ediberto rey de Catán y por supuesto lo mismo te digo a ti Olennah, reina de Altos Montes. - Pronunció Coldoveo de forma solemne. - ¡Pasad, tomad asiento y comed si gustáis de los aperitivos que he dispuesto! -  Se notaba que la presencia de aquellos dos nuevos invitados y en especial la del rey catanés hacían feliz a aquel monarca. Siempre era interesante la presencia de Dolfini, pues regentaba el trono de una de las más importantes y poderosas naciones cde toda Gea.

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29/09/2017, 13:06
Nabim Jaffir
Sólo para el director

- El buen Ediberto Dolfini primero de Catán. - Pronunció el Emperador Rojo, quien lucia una pañuelo azul sobre la cabeza y una barba bien recortada sobre su tez bronceada por el viaje. Pese a ser un hombre del desierto y de piel oscura, trataba de mantenerse alejado lo más posible de los rayos de Seyran. Era signo de belleza entre los suyos una piel clara, lo más clara que era posible para aquel pueblo del desierto. - ¿Cómo iba a faltar su majestad real a una cita como ésta?

Se denotaba cierta tirantez en el tono con el que el Emperador se había dirigido hacia Ediberto. Bien conocida era la rivalidad entre ambas naciones, pues aunque no compartieran fronteras comunes ambas se consideraban a si misma como a la patria más poderosa sobre Harvaka y por ende también sobre Gea. Lo cierto era que sus potencias navales eran la envidia de muchas de las naciones costeras de aquel planeta y tan sólo podían compararse de alguna forma con las flotas de Gaizkan y Rintor y en menor medida con la amaranthiana.

Otra de las causas de aquella confrontación era el origen de Ediberto. Pese a que su linaje era noble, era el primero de su estirpe en ostentar la corona de rey en Catán. Fue en una fiesta celebrada en la villa de Peregasto por el mismo Ediberto, cuando el legítimo rey de Catán fue asesinado. Hido Dyano Laurenti Cheiro de Arioc y Primero de Catán, más conocido como Hido IV, rey de Catán fue asesinado entre extrañas circunstancias que finalmente acabaron provocando una guerra contra la nación subterránea de Angarkok y que concluyó con la victoria de Catán y la coronación de Dolfini como nuevo rey.

Un hombre que nació como hijo menor de muchos en una casa noble pero de baja estirpe y que dedicó su vida a guerrear y saciar sus más básicos instintos hasta que la providencia le convirtió en el heredero de su casa, no podía ser un gran dirigente. Aunque a la postre demostró que aquella teoría estaba equivocada, pues se convirtió en un buen rey que abolió la esclavitud en su reino y una gran fuente de ingresos para el Imperio Rojo. Quizás eso era lo que más le dolía al emperador Jaffir.

- No obstante, llegas tarde. - Añadió Nabim Jaffir. - Como es costumbre catanesa. - Le lanzó una mofa tratando de romper el buen ambiente reinante hasta el momento, aunque Nabim sabía en el fondo, que Ediberto no respondería poniéndose a su altura.

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29/09/2017, 13:13
Olennah
Sólo para el director

- Aún no tengo el placer de conocerle, Emperador. - Habló Olennah de improvisto. - Pero en los escasos segundos que le conozco ha sido más impertinente de lo que Ediberto ha tenido ocasión de ser en la semana que llevamos de trayecto. - La enana descendió varios escalones hasta que Nabim pudo al fin ver el rostro salvando la contraluz que penetraba por el portón. - No trate de sabotear la reunión antes de que empiece. ¿Vamos a llevarnos bien, no? ¿De eso se trata, verdad?

Nadie respondió a las palabras de la reina regente de Altos Montes, sin embargo todo el mundo se dio por aludido y no hubo más comentarios controvertidos ni agudas y espinosas palabras. Para cuando todos hubieron tomado asiento el rey de Ultar cedió de nuevo la palabra al ingeniero jefe, pues lo que tenía que decir era el verdadero motivo de aquella furtiva reunión.

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29/09/2017, 13:20
Bundrin Thak
Sólo para el director

- Mi nombre es Bundrin Thak. - Dijo al fin un enano de barba blanca que vestía de forma estrafalaria y con unos anteojos oscuros sobre el gorro que cubría su cabeza. - Aunque no creo que eso importe... - Miró al suelo mientras susurraba esa última parte. Se le veía nervioso, era evidente que no estaba acostumbrado a hablar en público y menos para un público como ese. - Verán, hemos hechos avances en la investigación de los artefactos voladores. Los artefactos trasgos que surcan los cielos. Los que se encontraron en distintas localizaciones y... - Gruñó para sí mismo, se estaba delatando como un sobrenado idiota. – Ves al grano Bundrin, ves al grano. - Dijo en voz alta aunque no quiso hacerlo. - Saben de que hablo, no hace falta que lo explique. De lo contrario no estarían aquí. Pues bien, hemos comprendido el sistema por el cual esas pesadas naves sobrevuelan los cielos. Sabemos ya las leyes de la aerodinámica y las leyes físicas que... - Hizo una nueva pausa. - ...bueno no me gustaría abrumarles con tantos datos innecesarios. Lo importante, lo verdaderamente importante es que ehm... que estamos en disposición de reproducir una de esas máquinas voladores en menos de un mes y posiblemente en un periodo de dos meses iniciar su fabricación masiva.

Notas de juego

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29/09/2017, 13:22
Director
Sólo para el director

Un murmullo generalizado se generó entre la mayor parte de los asistentes, aunque fueron los consejeros y no los líderes quienes más parecieron comentar lo que se les acababa de desvelar. Los reyes y emperadores allí presentes trataron de guardar la compostura y parecer poco asombrados y casi decepcionados. No era bueno mostrar debilidades en público ante sus aliados, menos ante otros dirigentes que aunque ahora estuvieran de su parte, podían no estarlo en el futuro.

Tras unos segundos de asombro colectivo se dio paso a una rueda de preguntas. Se consultó acerca del lugar donde iba a tener lugar la construcción de las naves, si el acceso a los planos de los aparatos sería común a todas las naciones firmantes del acuerdo de Lurbier o del coste en materiales que suponían cada un de esos buques de guerra voladores. Todas las preguntas fueron respuestas de forma satisfactoria para los asistentes. Se habían preparado doce gigantescos hangares secretos para la construcción de las primeras naves. Una vez estuviera probadas con éxito se enviarían copias de los planos y los materiales necesarios al resto de naciones firmantes. Esa era una certeza para todos, pues los mejores científicos y sabios de cada uno de los reinos tenían acceso a aquella información y pasaban informes semanales a sus líderes.

Tras aquella primera batería de preguntas, fue Nabin Jaffir quien tomó la palabra y a través de varios de sus consejeros comenzó a lanzar una serie de preguntas técnicas acerca de las calderas, la sala de máquinas y la aerodinámica necesaria para que aquellas naves pudieran alzar el vuelo. Coldoveo III no esperaba ninguna pregunta en ese aspecto, quizás había subestimado al Emperador, pero si el Imperio Rojo había alcanzado a Catán en poder militar, económico y político en menos de veinte años y a punto estaba de superarle si no lo había hecho ya, era sin duda gracias a aquel astuto mandatario, mucho más inteligente y pragmático que su predecesor, su propio padre.

Brundin tampoco esperaba preguntas técnicas pero supo responder con eficacia. Algunas más simples las resolvió casi sin pensar, pero hubo otras que le dejaron atónito. Parecía que los conocimientos de Jaffir sobre aquella tecnología eran muy superiores a lo que se podía esperar. Thak dudó antes de responder a alguna de aquellas cuestiones y tuvo incluso que razonar la respuesta en su mente antes de pronunciarla en voz alta. Los consejeros de Jaffir llegaron incluso a rebatir alguna de las afirmaciones de Burdin y el enano llegó a retractarse sobre alguno de aquellos asuntos hasta en dos ocasiones dándoles la razón a aquellos a priori bisoños personajes.

Más parecía que aquellos consejeros fueran expertos ingenieros que contrastados políticos y eso provocó cierto recelo en el rey de Ultar. ¿Cómo sabían tanto sobre una maquinaria que ni tan solo habían visto nunca? Coldoveo quiso suponer que los informes que los ingenieros y sabios que el Imperio había enviado a Ultar, que por otra parte eran muy numerosos, enviaban informes detalladísimos a Duartala y que aquellos consejeros habían hecho un buen trabajo estudíandolos.

Coldoveo no había prohibido dicha práctica, de hecho había incidido en que éstos informes fueran remitidos a las distintas naciones, pues pensaba que todos los líderes debían estar informados de los avances que se realizaban en el recinto secreto de Ultar e incluso si algún sabio que no se había desplazado hasta Ultar decidía estudiar aquellos informes y aportar algo mucho mejor. No obstante, su intuición le decía que Nabim Jaffir, emperador Rojo les ocultaba algo y que podía ser incluso que estuviera realizando un estudio paralelo en su propio territorio.