Partida Rol por web

Invasión a Gea.

Capítulo 3. Un Ataque sin Precedentes.

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05/07/2017, 08:16
Director

Cuando aquella mole de piedra y fuego desapareció de su vista Ediberto se puso en marcha de inmediato. Debía hacer lo posible por salvaguardar la integridad de su ciudad y salvar cuantas más vidas mejor. Si Alejandría iba a ser borrada del mapa como aquel siniestro constructo había predicho, no lo haría sin luchar hasta el final.

- ¡Celestio, corre al  templo, que resuenen las campanas! – Ordenó a un joven que de inmediato salió corriendo seguido por cuatro guardias.

Hacía siglos que Alejandría no era atacada por ejércitos enemigos. Su potencial naval y su infantería eran temidas por cualquier enemigo, aunque lo cierto era que Chcath no era un enemigo cualquiera y sus armas no tenían rival en Gea, no al menos de momento. Ediberto sólo esperaba que el repiquetear de las campanas, la señal de alarma que llevaba sin resonar más de doscientos cincuenta años, cumpliera su objetivo avisando a la población civil para que se refugiara y a los soldados de todas las casas para que formaran listos para el combate.

- ¡Narcisi, ves a palacio y avisa a las autoridades del inminente bombardeo! – Le mandó a un oficial algo más veterano que el resto de soldados que le rodeaban.

Algunos de los mandatarios de gea ya habían partido de la ciudad nada más percatarse de la llegada de aquellas naves. Los más valientes y aguerridos esperaban en el interior de palacio a la espera de noticias. Junto a ellos se encontraban algunos de los más cobardes que sintiéndose seguros tras aquellos muros habían decidido esperar a que pasara el temporal.

- ¡El resto seguidme! – Decretó finalmente Ediberto Dolfini rey de Catán y acto seguido se encaminó hacia el interior de las calles de Alejandría.

En un abrir y cerrar de ojos las campanas del templo de la Gran Madre empezaron a sonar en señal de alarma. En un principio la población no le hizo demasiado caso, pues dichas campanas sonaban cada hora como algo habitual. Sin embargo el ritmo con el que golpeaban era más rápido que el habitual y cuando pasados algunos minutos continuaron sonando, supieron que tan solo podía deberse a dos cosas, a que el campanero se había embriagado o a que se estaba produciendo un ataque inminente. Si se sumaba el repiquetear de las campanas a los extraños acontecimientos de la última hora con la llegada de aquellos ingenios voladores y la aparición de aquel enorme gólem, sólo podía querer decir una cosa y esa era que las hostilidades estaban a punto de comenzar.

Notas de juego

En tu regreso a la nave podrías describir como suenan las campanas y como cunde el pánico a tu paso.

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05/07/2017, 11:46
Chcath

Chcath apareció en la cubierta del Puño de Acero. Inmediatamente Gabol, el capitán de la nave, se acercó hasta él para saber como había ido todo y si tenía alguna orden que cumplir. El trasgo formaba parte de un pequeño grupo con los que el golem había experimentado para dotarlos de una disciplina militar. Experimento que había tenido éxito y ahora estaba replicando en Chugo. La locura trasga echa un ejército. Podían servir hasta como suicidas si se daba el caso.

¡Ordena a todas las naves que se preparen para el combate!—le ordenó el golem en cuanto Gabol estuvo a su altura—Reducid esta ciudad a escombros, que no quede piedra sobre piedra. Quiero que treinta naves, incluida ésta, concentren el fuego en el castillo. ¡Ahora!

Mientras las órdenes se transmitían de nave a nave, Chcath se dirigió hacia uno de los extremos de la cubierta para contemplar la ciudad. Qué lástima que tantas personas tuvieran que morir por la estupidez de un rey. Sí, habría supervivientes, muchos magos harían usos de sus capacidades para abandonar la ciudad, pero poco importaba. El mensaje estaba mandado.

Pese al ruido de las naves en movimiento, el golem escuchó el sonido de campanas que provenía de la ciudad. Un aviso de todo lo que estaba por venir. Sin embargo la ciudad se mantuvo tranquila al menos durante diez minutos.

Narki, presente también en El Puño de Acero, se acercó también a su amo. Los jinetes podrían apoyar en un bombardeo si se daba el caso, pero con más de doscientos navíos lanzando bombas, su participación no era recomendable.

No creo que tengan ningún arma capaz de hacerle daño a nuestra flota, pero de ser así quiero que tus hombres se encarguen de protegerla, ¿entendido? Y una cosa más, quiero que envíes mensajeros a todas y cada una de las ciudades y pueblos del reino de Catán. Si se unen a mi serán recompensados. Si no… sufrirán el mismo destino que Alejandría.

El kobold se marchó también a cumplir las órdenes cuando en la ciudad, la alarma comenzó a propagarse. Pero ya era tarde, muchos ni siquiera tendrían la oportunidad de buscar un inútil refugio que al menos les hiciera sentir seguros. El Puño de Acero, como era de esperar, fue la primera nave que disparó, haciendo diana en la torre más alta del castillo.

Y tras ese disparo, una violenta tormenta de fuego, cenizas y humo se desató sobre Alejandría.

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06/07/2017, 08:20
Director

Con el repicar de las campanas los chillidos de pánico no se hicieron esperar. Los habitantes de Alejandría corrían a refugiarse al interior de sus casas. Humanos, elfos, enanos, medianos y toda clase de seres estaban aterrados por igual. Se repitieron avalanchas de gente en las altamente transitadas calles del puerto y del centro de la ciudad. La gente que tropezaba no podía ponerse en pie debido a que el resto de ocupantes de la vía no tenían miramientos en pisarles con tal de salvar su propio pellejo. Muchos fueron los que murieron aplastados mucho antes de que comenzara el bombardeo.

Los que vivían en las afueras cogieron lo imprescindible y huyeron por carretera. Los que se encontraban en el puerto salieron a alta mar a bordo de sus embarcaciones. Pero lo cierto era que la mayor parte de la población se encontraba sin posibilidades reales de abandonar la ciudad a tiempo. Los que lograron llegar a sus casas se sintieron protegidos hasta cierto punto. Al no saber la naturaleza del ataque, el encontrarse tras cuatro paredes y un techo parecía en principio la opción más viable de conservar la vida y aunque en algunos casos podía ser así, sin duda sería en los menos.

La guardia se había desplegado alrededor de las calles de la ciudad. Su objetivo no era el de combatir a aquellas naves que surcaban el firmamento. Sus armas de fuego no podían alcanzar la altura a la que se encontraba aquella flota y mucho menos servirían sus habilidades de combate cuerpo a cuerpo. Su máxima prioridad era el de salvaguardar la vida del máximo número de ciudadanos. Salir de la ciudad era una prioridad, pero para aquellos que dicha opción era imposible tan solo quedaba el guarecerse en las profundidades de la ciudad.

Las cloacas de Alejandría se abrieron para que el mayor número de viandantes pudiera acceder a su interior. La guardia llevó a cabo una labor contrarreloj conduciendo a miles de ciudadanos hasta las entradas a aquel submundo de desperdicios y ratas en el que tendrían más opciones de conservar la vida. Ediberto Dolfini rey de Catán encabezó a sus hombres en aquella misión y para cuando Chcath dio la orden de bombardear sobre Alejandría eran muchos los que se pudieron aunque sólo fuera a priori, a salvo.

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17/07/2017, 09:33
Chcath

Después de que el primer cañonazo impactara sobre el castillo, una lluvia de obuses se precipitó sobre la ciudad. Durante las siguientes dos horas, lo único que iba a escucharse en Alejandría era el sonido del tronar de las bombas. La piedra se quebró, el fuego devoró los restos y las grandes edificaciones colapsaron incapaces de soportar tal ataque.

A los veinte minutos, la ciudad estaba cubierta por un denso humo y sólo el fuego y las llamaradas de las deflagraciones eran capaces de atravesarlo. Pero eso no le importó al ejército invasor que continuó disparando. La orden era clara, su amo había ordenado que no quedase en pie ni los cimientos y así sería.

Chcath, observó impávido como la ciudad era arrasada. El constructo pensó en la naturaleza humana, bastante diferente a la de los gnomos que de los habitantes de Chnobium eran los que más se parecían a ellos. Orgullosos e ignorantes. Dispuestos a luchar una batalla que sólo traería muerte y desolación. Lo único que iban a conseguir con el sacrificio de las miles de almas que vivían en la ciudad era que el mundo conociera el poderío de Chcath. Pero eso sólo significaba que tenía que ser rápido. Sólo tenía que impedir que ninguna gran urbe se preparase para responder a sus ataques.

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17/07/2017, 18:42
Director

La devastación había alcanzado hasta las capas más profundas de la ciudad dejando a la luz los cimientos de Nirgovanen, la primera ciudad que se construyó milenios atrás en aquel emplazamiento. La urbe urbana que fuera Alejandría hasta hace pocas horas atrás se había convertido en un amasijo de escombros, cascotes y polvo. Ya ni las calles ni las plazas se distinguían. Allí donde estuvieran los grandes palacios de las familias más adineradas de Catán tan solo quedaban ruinas.

Chcath había demostrado su poder de una forma cruel y despiadada. Había roto la vida de miles de familias abocándolas a la desaparición de su linaje. La destrucción que había generado en tan poco tiempo era una amenaza en toda regla hacia todas las naciones de Gea. ¿Si Alejandría, la que era considerada como la mayor y más importante ciudad del globo había sido totalmente aniquilada y borrada del mapa sin poder oponer siquiera algún tipo de resistencia, qué les sucedería al resto de ciudades y al resto de naciones menos poderosas?

Pocos eran los afortunados que habían logrado sobrevivir a la lluvia de fuego procedente de los cielos. Ediberto Dolfini, rey de Catán había ganado algo de tiempo para que sus súbditos pudieran tratar de abandonar la ciudad. Pero sobretodo había intentado que los reyes y mandamases de las naciones que se habían reunido con motivo del Sínodo, tuvieran una oportunidad de regresar junto a los suyos.

Muchos habían intentado la huida por mar. Eran cientos los barcos que se habían alejado de la bahía en dirección a otros puertos cuyas costas estaban bañadas por el mar de Tildas. Pero muchos otros no habían tenido la misma suerte, pues un ejército de dracos provistos de unos seres menudos con el cuerpo cubierto por escamas se habían preocupado en impedir aquella evasión. Otros lo habían intentado por tierra y algunos habían logrado alejarse lo suficiente para cuando el fuego cayó desde el cielo desbastándolo todo, pero no todos lo habían conseguido.

Lo que era cierto era que muchos, la mayoría habían perecido en aquel ataque y que los afortunados que habían conservado la vida lo habían perdido todo. Ya poco importaban las castas, nobles, burguesas, plebeyos o esclavos eran ahora miembros de una misma ralea, almas en pena que buscaban protección allí donde se les ofreciera cobijo. Mendigos de techo y comida que podían acabar por sucumbir al hambre y a la enfermedad haciendo de su supervivencia al ataque de Chcath fuera más una maldición que una bendición.

Gea necesitaba estar unida y también necesitaba a aquellos que podían conseguir tal proeza. Gea necesitaba a sus líderes más que nunca. De ellos dependía el futuro de todos, de ellos dependía la defensa de todo aquellos que durante milenios se había construido sobre aquel planeta que ahora se veía amenazado por un tirano. Necesitaban tiempo y necesitaban nuevas armas para el contraataque y eso era lo que el Rey había intentado ganar.

Ediberto abrió los ojos. Sentía un profundo dolor en el costado derecho. Se habían desmoronado sobre él los muros de una vivienda de dos plantas. Sangraba por la boca y casi ni podía moverse. Estaba cubierto de polvo y hasta su nariz estaba llena de tierra. Le costaba abrir los ojos, pues la densa humareda que se había levantado a su alrededor provocaba que centenares de partículas suspendidas penetraran en sus ojos y los irritasen con saña.

Estaba vivo y eso era lo que importaba en ese momento. No sabía cómo había sobrevivido a aquello ni tampoco sabía si seguiría con vida por mucho tiempo. Pero el antes que soberano había sido soldado. Había combatido en innumerables batallas y sabía lo que era el dolor. Sabía lo que era el sufrimiento y conocía los secretos para la supervivencia.

Su deber era el de ayudar a su nación y aunque eran incontables los heridos que reclamaban su ayuda en las calles, moribundos, amputados, conmocionados, huérfanos que buscaban a sus madres, sabía que no podía salvarlos a todos y que le resultaría imposible en esas circunstancias. Su objetivo ahora era el de viajar a la capital del reino y empezar a planear la defensa si Chcath le daba la oportunidad que necesitaba para ello.

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20/07/2017, 12:53
Chcath

Tras treinta minutos de cañonazos sin respuesta de los alejandrinos Chcath entró en la nave hasta lo que se podía considerar "su camarote". Allí se sentó en su trono y continuó escuchando los arrítmicos sonidos de las explosiones. Tres horas después, el ruido de los morteros cesó y Gábol entro en la sala para darle las noticias del ataque.

 —No es necesario que me cuentes lo ocurrido—le cortó el golem antes de que hablara—. Tengo órdenes para ti. Apunta porque no quiero que se te olvide ninguna. Todos los barcos que han participado en el combate volverán a Chnobium para reaprovisionarse. Enviarás un mensaje al magistrado Jebeddo. Liderará un grupo de colonos que construirán aquí nuestra nueva capital, Nueva Cathonia. Acogerá y tratará como es debido a todos los nativos que se quieran unir a nuestra causa. 

Chcath se levantó. Realmente estaba malhumorado. Alejandría podría haberse rendido pacificamente y haber gozado de una era dorada. Y sospechaba que esa situación iba a continuar repitiendose. Pues si muerte es lo que quieren, muerte tendrán.

El resto de la flota se trasladará de Chnobium hasta aquí. La mitad defenderá la otra posición y la otra mitad viajará con este barco hasta Duartala. Y que estén preparados para otro bombardeo.

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21/07/2017, 09:38
Director

- A sus órdenes, mi amo. - Gábol afirmó con la cabeza antes de salir por la puerta y dejar a Chcath en soledad.

Nueva Cathonia sería muy pronto una nueva realidad que supondría el punto de partida de su conquista sobre Gea. Pocos serían los habitantes supervivientes de Alejandría que se opondrían a su nuevo reinado. No les quedaba nada y el les ofrecía una nueva vida, un nuevo inicio, aunque eso sí bajo su mandato. En pocas semanas la ciudad resurgiría bajo una nueva bandera y con un nuevo nombre y el gólem sería su amo y señor.

se sería el campamento base de sus tropas y desde donde dirigiría la invasión. Estaba casi seguro de que muchos pueblos se rendirían ante la clara superioridad tecnológica que poseían sus tropas y muchos se unirían a su causa. También sabía que muchos pueblos se opondrían a él y que por desgracia deberían ser aplastados como cucarachas emulando lo que acababa de suceder a Alejandría, aunque esperaba que no fueran mayoría. Todo hombre, mujer o niño que pudiera blandir una espada o utilizar una arma de fuego era imprescindible para sus planes futuros.

Conquistar Gea no parecía una tarea difícil, pero estaba convencido de que los Antiguos, aquellos que le habían creado en el albor de una era pasada, no se abrían quedado cruzados de brazos y sin duda alguna sus ingenios habrían evolucionado y posiblemente alcanzando un grado tecnológico superior al existente en Patark por lo que la superioridad numérica sería algo imprescindible si realmente quería tener opciones de vencer a aquellos que le crearon y que posteriormente le traicionaron.