Partida Rol por web

Invasión a Gea.

Capítulo 14. Rumbo a lo Desconocido.

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12/12/2017, 14:27
Director

Yssil, Lessil y Cucuil marchaban a la cola de la expedición junto con Shiata y Thayi, el hechicero que el instigador de aquella investigación había demandado. El vida era de todos el más anciano. Shatis le había elegido por sus conocimientos y su experiencia alejado de los territorios de los Antiguos utupari. Pero no eran esos sus únicos motivos, pues su selección había estado condicionada por varios motivos.

El primero era muy simple. Les desvelaría los descubrimientos de Shiata a los otros dos Sumos Sacerdotes, sin embargo no le contaría los pormenores de la misión que habían emprendido los tres los Altos Sacerdotes encabezados por el que a punto estaba de designar como su sucesor. Uno de sus hermanos de rango no estaría de acuerdo con la aventura que Shiata estaba a punto de emprender, el otro no votaría ni a favor ni en contra. La indecisión ocasionaría un conflicto entre los Sumos Sacerdotes que podía acarrear un cisma. Shatis debía evitarlo.

Otro de los motivos por los que la elección no podía ser la óptima, era que debido al secretismo de la misión y los peligros que entrañaba, tan solo se podía confiar el puesto de hechicero a alguien lo suficientemente loco y lo suficientemente alejado de la vida cotidiana de los utupari, como para no levantar sospechas por su repentina marcha. Ese era Thayi el chamán, o Thayi el loco como muchos le conocían.

Era un ser que poseía grandes conocimientos, pero cuya mente difusa empezaba a perderse en el entramado que éstos conformaban. Se trataba de un vetusto Antiguo tan encorvado que parecía medir no más que un niño. Su apariencia era la de un pordiosero, siempre ataviado con pieles de animales y un sinfín de amuletos, ya fueran huesos colgando de cuerdas, pequeñas calaveras, ramas u hojas de árboles para él protectores, pelo de animal o incluso frutas desecadas que pendían de su retorcido bastón de poder acabado en una rutilante gema desgastada por el uso.

Thayi no se lo pensó demasiado cuando alguien le ofreció la posibilidad de no acabar sus días exiliado en su cabaña en mitad del bosque. Aceptó sin pensar la oferta que Shiata y Shatis le hicieron sin realizar pregunta alguna. Le bastó con saber que a donde iban le aguardaba un gran conocimiento oculto y que ese mismo conocimiento le podría causar la tan esperada y deseada muerte que le reuniera al fin con sus ancestros.

Los soldados elegidos para la misión marchaban al frente de la expedición abriendo camino con sus afilados machetes. Cotys y Pa’a eran dos poderosos guerreros. Dos fieles y cercanos guardaespaldas del Sumo Sacerdote, que si bien pocas veces hacían las funciones a las cuales estaban destinados, pues rara vez Sahtis salía del templo, estaban asignados a él desde su nombramiento. Así lo decía el código por el que se regía el templo de Ella, siete guerreros que velarán en todo momento por la integridad de los Sumos Sacerdotes. Siete como eran los miembros de aquella expedición hacia la montaña sagrada.

¿Dime Shiata, a dónde nos dirigimos? – Preguntó el chamán mientras acariciaba la calavera de lo que parecía un pequeño roedor. – Sacia mi curiosidad y los poderes arcanos que atesoro tratarán de conferirte una mayor fortuna.

Lo cierto era que llevaban horas caminando a través de la extenuante y sofocante selva. Sin duda todos ellos ya empezaban a intuir la dirección que estaban tomando. Era conocido por prácticamente todo el mundo donde se hallaba el lugar prohibido y sin duda ya se habían alejado suficiente de su civilización como para entender que la montaña sagrada algo tenía que ver con la misión a la cual habían sido convocados. Igual era el momento de parar a descansar y saciar no sólo la curiosidad del excéntrico arcano, sino la de todos y entre todos trazar un plan para cuando por fin se encontraran frente a la montaña.

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04/01/2018, 18:45
Director

Así empezaba un viaje en el que un grupo de prácticamente desconocidos se enfrascaba en una misión sin precedentes. Una misión en que la vida de todos y cada uno de los integrantes de aquella expedición peligraba y no obstante ninguno de ellos tenía miedo. La especie por la que luchaban era una raza en la que por encima de todo prevalecía el bien común. Se trataba de una raza en la que los individuos valían más bien muy poco y que por el contrario el colectivo lo valía todo.

La montaña Sagrada, aquel lugar temido por todos durante generaciones era su destino. Un destino funesto para todos aquellos que intentaron desenmascarar sus secretos antaño. Nada hacía indicar que en aquella ocasión la misión que los intrépidos antiguos iniciaban fuera a tener un resultado diferente, un resultado que no contemplase por fuerza la muerte de todos ellos. No obstante, una sola razón, un solo motivo les invitaba al optimismo.

Con ellos viajaba un ser de gran relevancia. Un ser único y casi mágico. Un ser que había logrado alcanzar lo que ningún otro de sus congéneres había soñado nunca. Ese ser no era otro que Shiata, el que mudó tres veces. Uno de los Altos Sacerdotes de la religión de Ella, quien se había erigido como el heredero de la máscara de Shatis. El Sumo Sacerdote, pese a que aún no lo había promulgado, como tampoco se lo había dicho a Shatis, ya lo había escogido como su sucesor.

La máscara de Shatis le sería entregada tras la muerte del actual portador. Su personalidad cambiaría, adoptando la de la propia máscara y su ser dejaría de existir para siempre. Shiata, el que mudó tres veces pasaría a ser no más que una mera especulación, una leyenda. A cambio el conocimiento acumulado por la máscara, el conocimiento de todos sus antiguos portadores le sería entregado en custodia junto con el honor de portar la máscara.

Esperaba poder estar a la altura que se esperaba de él y marcar una época en la que el Sumo Sacerdote Shatis destacara por encima de sus dos análogos. Una época de prosperidad para su raza y por qué no, de acercamiento a sus hermanos del desierto e incluso a los hermanos que se ocultaban bajo la llamada Montaña Sagrada.

Sin embargo, para que todo eso sucediera como a Shiata le gustaría, antes debía concluir con éxito la misión que él mismo se había encomendado. No debía defraudar al Sumo Sacerdote que había confiado en él y quizás lo más importante, debía regresar con vida para contar todo lo que había visto, todo lo que había experimentado y todo lo que había logrado cambiar tras su contacto con los descendientes de los llamados Primeros. 

Fin.

Notas de juego

Dado que la partida se ha estancado bastante en todas las tramas y al elevado número de partidas que tengo/tenemos en marcha, he decidido concluir con ésta de forma algo precipitada.

No es un adiós ni mucho menos. No cierro la partida sin un final, tan sólo cierro lo que creo que es la primera parte de la misma.

Es posible, muy posible de hecho, que en un futuro reemprendamos la partida en éste punto, aunnque con un grupo de pj's más amplio que adopten los papeles de algunos de los pnj's que viajan con Shiata. Creo que la aventura que empieza ahora da para una partida entera y no para un mero hilo secundario de otra partida superior (como es el caso).

Por eso, creo que lo mejor es concluir ahora y reemprender la historia más adelante con más fuerza y más pj's.

Una última intervención por tu parte sería un final perfecto para la partida, así que la dejo abierta unos cuantos días!

Postea en epílogos si así lo deseas!

Un saludo y hasta muy pronto!