Partida Rol por web

Una preguntilla, master: Imagino que mi prólogo ya se acabó ¿No? Porque pusiste en el off que probablemente empecemos hoy de noche. Pero como habías dicho esto y a mi no me dijiste nada:

Un aviso para todos. Si no os he dicho que habéis acabado el prólogo es que no lo habéis acabado

Tal como quedó mi último post parece que si, pero era por asegurarme :P

El rostro de Keyla permaneció imperturbable. Aquello demostraba aún más la teoría de que Atlas no era lo que parecía y sólo jugaba con ellos, pero era una opinión que guardaría para ella, dadas las circunstancias.  

Cogió el cuchillo y asintió.  Si Noah y Carol también estaban en el ajo tendría que acabar con ellos tarde o temprano. Al fin y al cabo.. sólo podía ganar uno. Pero era algo que se plantearía más adelante, paso a paso, muerto a muerto.

Había hecho daño a gente antes, pero nunca había matado a sangre fría. ¿Podría hacerlo? Le importaba una mierda la vida de los demás, así que podría y lo haría.

Solo debemos de acabar con los participantes o también debo eliminar a mis compañeras?.-La pregunta era sencilla y ante todo vital, asi que mientras esperaba la respuesta recogió el cuchillo y lo escondió en la parte trasera del pantalón mientras sonreía.-Me pienso cobrar en sangre cada cicatriz y cada humillación sufrida.-Dice mientras se encoge de hombros.-Señor, señora....benefactor...lo importante es que pienso unirme al bando ganador. ¿Algo mas que deba saber? ¿Recibiremos apoyo desde fuera? comida, medicinas o armas mas efectivas? la verdad es que un chaleco antibalas sería un precioso objeto con el que sellar este trato.-Se encoge de hombros de nuevo y rie.-Pero creo que no colará esa petición.

Una sonrisa apareció en el rostro de Reina cuando la mujer terminó de hablar. Cogió el cuchillo y miró el filo de mismo mientras le daba vueltas en sus manos. Parece que esto será divertido... No la defraudaré, encontraré a esos dos sujetos y no dejaré que me maten. Al fin y al cabo soy la más experimentada, no dejaré que ningún crío de tres al cuarto acabe con mi vida.

Se levantó y se dio media vuelta después de guardarse el cuchillo en una zona no visible a ojos ajenos, aquel objeto podía ser tanto su salvación como su condena. Tomó aire y sus ojos brillaron impacientes antes de salir de aquel cuarto.

Pantera se fijó en el mendigo en cuanto lo vio al girar una esquina. No era algo que se viera con frecuencia y eso era suficiente para llamar su atención. Enarcó una ceja cuando el hombre se acercó a él y se dispuso a esquivarlo sin prestarle demasiada atención cuando sus primeras palabras lo hicieron detenerse y mirarlo con más atención mientras hablaba.

Escuchó todo lo que tenía que decirle y cuanto más escuchaba más le gustaba la propuesta que le estaban haciendo. Una sonrisa felina de medio lado se colocó en sus labios y un brillo centelleó en sus ojos cuando el hombre terminó de hablar. Un puesto de poder. Por fin una posición con la que se reconociera su valía. ¿Quién había mejor que él para ocupar un lugar así? Y por otra parte, estaba la oportunidad de hacer explotar la base de esos malditos burócratas podridos de pasta. Eliminar a los que siempre había envidiado y ponerse en su lugar. En el lugar que le correspondía. 

Pantera nunca había tenido muchos escrúpulos a la hora de arrebatar a otros lo que deseaba para sí. Aunque probablemente este golpe sería el mayor desde que consiguió su nombre. 

Tras un par de segundos asintió con la cabeza en dirección al hombre. - Suena bien. - Dijo, con voz grave y modulación vibrante, asintiendo finalmente con la cabeza. - Estoy dentro. - Matizó, confirmando su intención de participar del golpe que si salía bien prometía pasar a la historia. - Cuéntame todos los detalles. - Añadió, apoyando el peso en una pierna para ponerse cómodo, disponiéndose a escuchar todo lo que el hombre le pudiera contar para llevar a cabo esta extraña y nueva misión. Este encargo que no era más que un nuevo atajo para obtener el poder y la posición que siempre había merecido tener. La mente de Pantera ya viajaba a un futuro en que las masas reconocerían su inteligencia y su astucia. Un momento en que tendría toda la vida solucionada y con apretar un botón un montón de camareros atenderían todas sus necesidades.

Desorientado, Lucas titubea cuando la profunda voz le ordena que tome asiento. Mira alrededor, buscando la fuente del sonido, pero no ve altavoces ni nada semejante. Tampoco encuentra cámaras, aunque las busca con la mirada en todas las esquinas. Al fin obedece y se sienta en el que se le antoja un cómodo trono, mientras la voz le juzga y reprende para luego tratar darle esperanza. El violento golpe del cuchillo contra el suelo hace que vuelva a la realidad.
Un cuchillo para un manco. Le parece irónico, en cierta medida. Se levanta y camina hasta el cortante objeto, se pone en cuclillas y lo toma con su única mano. Espero no acabar clavándomelo por accidente se dice mientras lo enfunda en su cinturón, para luego taparlo como puede con su raída sudadera verde.
Ante el silencio absoluto y la falta de instrucciones, vuelve caminando lentamente hasta el trono, para sentarse y tratar de hacerse a la idea de que quizás tenga que usar la fuerza contra un desconocido y quién sabe qué otras cosas le depararán estas frías instalaciones. La recompensa es grande, piensa mientras su pesada respiración se agita aún más de lo habitual, debo sacrificar lo que sea necesario...

-¡Incluso la otra mano! -grita, y entonces estalla en una carcajada extraña, una carcajada violenta y desesperada. Una carcajada llena de amargura. Es la risa del desheredado, la risa del payaso triste.