AGRABAH
Desierto
Las afueras de Agrabah son puro desierto. Está lleno de arena, hace calor, viento... y esa maldita nube que no deja de moverse, dando vueltas, acercándose y alejándose de ti. Es una nube muy extraña, con forma de alfombra.
Espera...
Al salir de la ciudad no puedo evitar taparme con el brazo por la fuerte luz. Realmente eso era un desierto, costaba respirar de la calor asfixiante que me rodeaba. Aunque, de vez en cuando, una pequeña nube me tapaba los rayos del sol.
-Espera... -digo entrecerrando los ojos. -¡Es la alfombra! -grito de alegría. -¡Ven alfombra, Aladdin te está buscando!
La alfombra te "mira" o algo parecido, ya que parece que se ha girado hacia ti, pero no podrías asegurarlo. Poco a poco, la alfombra desciende hasta el suelo y se pone "de pie" sobre dos de sus extremos, acercándose a ti dando pequeños "pasos". Finalmente, se enrolla sobre sí misma.
Arqueo una ceja al ver como se me acerca y se enrolla en mis pies. Será que puede entenderme... Tampoco sería extraño, sabe volar... pienso mientras me agacho y la cargo al hombro.
No pesa demasiado pero espero no tener que andar mucho, el esfuerzo físico no está echo para mi... pienso mientras deshago mis pasos hacia la plaza de la ciudad.
-¡Kamikoro! - dice Aladdín corriendo hacia ti. - ¡La has encontrado!
-Estaba fuera de la ciudad dando vueltas. -digo mientras me paro delante del chico y dejo la alfombra en el suelo. -¿Eri aún no ha vuelto? Deberíamos ir hacia la plaza, debe estar esperándonos allí. -añado mientras hago ademán de seguir andando.
-No... no hay tiempo. - dice, poniendo las manos sobre la alfombra. - Debemos ir a la Cueva de las Maravillas.
-No quiero separarme de mi hermana otra vez. Solo nos tomará un par de minutos. -digo forzándolo un poco para ir hacia la plaza. Realmente no quería dejar a mi hermana otra vez, no se lo que hay en la cueva esa pero es mas importante mi hermana.
No me hagas esooo T.T
-... Tienes razón. No tengo derecho a hacerte esto. - dice, extendiendo la alfombra, la cual queda flotando en posición horizontal. - Si no quieres venir, no puedo obligarte. Poneos a salvo, ¿vale?
-Maldita sea... -susurro par amis adentros. Sabía que, posiblemente, en esa cueva se encontraba la cerradura de ese mundo. ¿Dónde sino? Pero... no podía dejar a Eri atrás.
-Gracias, me alegra que lo entiendas. -digo mientras me empiezo a alejarme a la carrera. -Ves con cuidado y no hagas locuras. -añado despidiéndome con la mano levantada. Bueno, volar con una alfombra ya es una locura...
Vuelo a entrar a la ciudad y, pasando por la casa donde le tocaba inspeccionar a Eri, me dirijo hacia la plaza.