Casi totalmente exhausta, caigo al suelo, sentándome, contemplando con horror cómo de la nada, el sincorazón vuelve a alzarse. No... N-no puede ser...
Era el fin, no estaba segura de que pudieramos debilitarla de nuevo, pero en ese instante un sujeto familiar hace escena derrotándolo con suma facilidad en apenas un sólo golpe. - ... - Le miro con asombro, por todo lo ocurrido, pero no soy capaz de abrir la boca, ni moverme apenas.
-Uhm... ¡no ha estado mal! - dice Eiko con orgullo. - Pero nosotros podíamos con él.
-Nos ha salvado... - dice Vivi dirigiéndose hacia Amarant. - Gracias...
- ... El enemigo estaba en mi camino... así que le pegué. No intentaba salvaros. - dice Amarant, y comienza a irse de ahí.
Me levanto del suelo, con un poco de esfuerzo por el cansancio que empieza a acentuarse, y comienzo a caminar en dirección a Amarant, que se aleja de vuelta a la tienda imagino. Tenía que ser... precisamente... él. Pero a pesar de su carácter y la mala impresión que me llevé de él en un principio, nos ha salvado a todos.
Tras ponerme a su lado a la par que camino, le pongo la mano en uno de sus brazos. -Te... agradezco que vinieras, como dice Vivi, nos salvaste. Gracias... - Dicho esto separo mi mano, y le dejo seguir antes de que me de un empujón o algo por el estilo. Me giro, volviéndome hacia los demás y me fijo en algo que se me ha pasado por alto. ¿Una cerradura?
Me acerco unos pasos y la contemplo con una curiosidad extraña, alzo el brazo que sujeta la espada y un haz de luz brillante sale despedido del arma hacia la cerradura de luz. Me quedo fascinada mirando las luces que flotan y emiten pulsos de energía. Parece cosa de magia...
-¿Qué ha sido eso? - Me quedo mirando el arma extrañada, y miro a los demás intentando buscar un significado a todo lo que acaba de ocurrir. ¿Es una llave? Aunque no estoy segura de que ponerme a pensar ahora en esto, sea adecuado. Les pregunto llevándome una mano al costado. Estoy cansada y seguro que ellos también, pero, ¿qué está ocurriendo? Necesito respuestas...
Tu brazo se mueve por la fuerza de la llave espada. No podrías explicar por qué ni cómo, pero lo sabes y lo notas. De pronto, una luz surge del extremo de la llave espada y sale disparada hacia la cerradura, rellenándola por completo y produciendo una luz todavía más fuerte. Sabes que, en cuanto te dirijas a esa luz, viajarás a otro mundo.
Me quedé paralizada en el suelo, dejando caer paulatinamente el brazo que sostenía aquella arma tan extraña. En el fondo sabía lo que sucedería si me acercaba a esa luz, pero... No quería ir, aún no. Quedaban algunas preguntas por responder y, bueno, no me gustaba la idea de irme sin más. Le había cogido mucho cariño a Vivi, y alejarme de ellos, era algo doloroso para mí.
Me dí la vuelta, suspirando profundamente mientras les miraba a cada uno de ellos, con cierta tristeza en los ojos, pero sin perder mi sonrisa, pues tampoco quería apenarlos.
-Chicos... - Comenzé a decir, buscando las palabras. -Siento que todavía no quiero marcharme de aquí, pero tendré que hacerlo. No entiendo nada de lo que está pasando, pero algo en mí, afirma que tras cruzar esa luz viajaré a otro mundo. - Les dije con cierto tono de pesar, podría ser mi intuición, pero ¿por qué yo?
-No quiero irme aún... - Susurré a media voz. Me quedé mirando a Vivi, aunque con la mirada algo perdida. Por otro lado estaba deseando encontrar a mi hermano y mis amigos. Ellos habían encontrado a Eiko, significaba eso que ¿ya no tenía nada más que hacer allí?
-Eri... ¡vuelve a visitarnos! - sonríe Yitán. - Te estaremos esperando.
Eiko se cruza de brazos.
-Supongo que no estaría mal que nos visitaras.
Amarant, todavía de espaldas y haciendo ademán de irse del Distrito 3, gruñe al escuchar tus palabras y alza su brazo derecho, y también su mano. ¿Es eso un gesto de despedida?
-Eri... - dice Vivi mientras se acerca a ti despacio y ajustándose el sombrero mientras lo hace. - ... vuelve pronto, ¿vale? Ah... y hay algo que quiero darte.
Vivi alza sus manos hacia ti, y tú entiendes que quiere que le des las tuyas, así que lo hace. Cuando os cogéis de las manos, Vivi cierra los ojos y una luz violácea os rodea a ti y al pequeño mago. En pocos minutos, durante los que notas que la energía fluye de Vivi a ti, el pequeño termina la operación y ríe, feliz.
Les miro sonriendo tenuemente, en parte, algo triste. Cuando Vivi se acerca a mí, mi sonrisa se ensancha un poco más y obedeciendo a su petición me quedo en silencio, notando como una energía nueva fluye, ahora, en mi interior. Al abrir los ojos y oir su risa, no puedo evitar reir un poco también.
-Vivi... - Digo sin dejar de sonreir y me arrodillo, para achucharle cómo hice apenas unas horas antes. -Gracias. - En ese instante caigo en la cuenta de las palabras de los demás, que hasta entonces no había caido. ¡Seré torpe! Puedo... ¡Puedo volver!
-¿De veras puedo? Quiero decir, sí, claro que sí, vendré. - Y de la emoción fui hasta Eiko y Mogu y los abrazé a ambos, riendo de felicidad, luego fui corriendo hasta Yitán he hice lo mismo, tras separarme, miré a Amarant, su gesto no había pasado desapercibido, y algo me dice, que no es habitual en él.
Sin pensarmelo mucho más, corro hasta él, feliz. -¡Amarant! - Exclamo tras darle un rápido abrazo, pues quizá le incomode, pero no me importa, no sabía cuando podría volver, ¿no? -Gracias por todo. Me haré muy fuerte. - Le dije en voz baja y volví sobre mis pasos, de nuevo, hasta la luz.
Sin evitarlo, se me saltaron algunas lágrimas mientras sonreía y me despedía de ellos agitando el brazo, mientras me adentraba en aquella luz tan brillante. -¡Cuidaos mucho amigos! - Fue lo último que les dije.