Partida Rol por web

La enorme criatura te lanza un puñetazo del que intentas apartarte... con relativo éxito.

El miedo que inspiraba aquel monstruo la había dejado paralizada durante unos preciados instantes que éste aprovechó para tratar de asestarle un puñetazo. Afortunadamente, pudo despertar a tiempo para evitar un golpe directo que probablemente la habría dejado desmadejada en el suelo.

- ¡Maldito seas! - siseó, acariciándose el brazo dolorido. Aunque exteriormente no parecía afectada, su interior bullía de rabia contenida. Parecía que le estaban tomando el pelo, que jugaban con ella como si de una marioneta se tratase sin tener en cuenta como se sentía ante tanta vuelta de tornas. No estaba dispuesto a tolerarlo, odiaba sentirse impotente ante cualquier situación y, desde el comienzo, aquel sueño estaba convirtiéndose en una de ellas. Aquello tenía que acabar. Y rápido.

El tamaño de la criatura ponía difícil propinarle un buen escudazo en la cabeza, por lo que tendría que aprovechar cualquier situación que se le presentase para tratar de darle un golpe directo en el entrecejo, o bien tratar de desestabilizarlo para hacerlo caer, arrodillarse o tropezar. Comenzó por la segunda opción, encaminándose con rapidez hacia su talón de aquiles para hostigarlo las veces que fuesen posible con la punta del filo del escudo. 

La enorme criatura recibe tu ataque... y se tambalea un poco. Por suerte, logras medio esquivar el siguiente puñetazo que te lanza.

Por muy poco, las manos que se cernieron sobre ella estuvieron a punto de lograr su objetivo. Quizás fue por el hecho de la criatura de tambaleó cuando lanzó el puñetazo sobre ella, pero fue suficiente para que no impactase de lleno. Esta vez fue su espalda la afectada, a la altura del abdomen, lo que provocó que Tsubaki boquease varias veces mientras rodaba para no ser aplastada por los pies del gigante sombrío. Cuando se recuperó, volvió a la carga tras comprobar que su ataque había surtido efecto. En el mismo lugar, suponía que más o menos en el mismo punto. Allí volvió a dirigir con todas la fuerza que le fue posible el filo más puntiagudo de su escudo.

La criatura recibe tu siguiente ataque y gruñe claramente de dolor, para después lanzarte otro puñetazo que, esta vez, logras esquivar.

El gruñido de dolor fue como música para los oídos de la chica. Tras haber logrado evadir su último ataque, prosiguió en su afanosa tarea de hacer que se postrase ante ella. Con renovadas energías, volvió a lanzarse contra el talón de la misma manera que las anteriores.

La criatura esta vez no solo gruñe, sino que ruge. Te golpea directamente con su enorme puño oscuro y te hace bastante daño, pero está claro que está a punto de caer.

Se había confiado demasiado, aunque no se percató de su error hasta que no atisbó una gran masa negra dirigiéndose velozmente hacia ella. Sus intentos por protegerse con el escudo fueron inútiles a causa de su lenta reacción, por lo que se vio disparada varios metros hacia atrás mientras su escudo salía disparado hacia otra dirección. Recibió el impacto contra el suelo cerrando los ojos y mordiéndose los labios para evitar que el dolor que se expandió por su cuerpo fuese incapaz de salir al exterior. Lanzando una mirada asesina al oscuro, escupió algo de la sangre que se había hecho en la boca por apretar los dientes con tanta fuerza. El sabor a hierro le recordó que debía recuperar el escudo, y lo descubrió a unos pocos metros de su posición, cerca del borde de la plataforma.

Una vez volvió a sentir su peso entre sus manos, volvió a acometer contra el monstruo a pesar de que lo que necesitaba era dar un buen traigo de aire puro y descansar un poco. Tsubaki tenía que arriesgarse, pues notaba que su cuerpo iba perdiendo fuerzas y sabía que no podría permitirse más golpes como aquel. Una vez situada frente al talón, colocó firmemente su pie izquierdo en el suelo y, con las dos manos, tomó el escudo con la intención de clavarlo en los puntos que había atacado con anterioridad.

Embistes a la enorme criatura oscura, la cual empieza a rugir de dolor una vez más. El lugar donde acabas de atacarle empieza a brillar intensamente y la criatura a deshacerse. La pequeña criatura restante, por su parte, estalla en sombras. Caes al suelo con cansancio después de la lucha y, de pronto, notas que te estás hundiendo en el suelo.

"... Pero no tengas miedo.

Tienes el arma más poderosa de todas."

Miras hacia abajo y ves un remolino de sombras que te está engullendo.

"Así que no lo olvides:

Tú eres la que abrirá la puerta."