AGRABAH
Cueva de las Maravillas (Exterior)
Tras una buen rato de viaje por el desierto, y tras dejar a Jasmín en Agrabah con la promesa de volver con Aladdín sano y salvo, la alfombra voladora sobre la que os encontráis empieza a descender frente a una formación rocosa que sale de entre la arena. Cuando os fijáis, veis que tiene la forma de la cabeza de algún tipo de felino, seguramente un tigre o una pantera, con la boca abierta. Dicha boca parece ser una entrada a una cueva...
-¡Hermanito, mira eso! - Dijo Eri señalando la abertura tan peculiar de la cueva. -La Cueva de las Maravillas hace honor a su nombre... - Añadió con los labios entreabiertos totalmente asombrada.
En cuanto baja de la alfombra, pasa la mano por la misma, para sacudirle suavemente dónde estuvo sentada, en señal de agradecimiento. -Muchas gracias por traernos, dime, ¿podrías hacernos otro favor? - Pregunta mientras observa fascinada todo a su alrededor. -Ayúdanos a encontrar a Aladdín, seguro que contigo es más fácil. - Asiente reafirmando sus palabras y una pequeña sonrisa. Siempre fue una chica cálida, aunque eso no significaba que no supiera que posiblemente aquel chico estuviera en apuros. Sabía que tenía que darse prisa. Y por eso, tomaba la iniciativa antes que Kamikoro dijera algo.
-Por favor alfombra. - Añade y acto seguido, se gira para inspeccionar la entrada con forma felina de la cueva.
La alfombra "asiente" repetidamente y señala con sus extremos al interior de la cueva.
Bajo de la alfombra de un pequeño salto justo después que mi hermana. Me quedo asombrado mientras Eri habla con la alfombra. Con el movimiento de ésta reacciono y hago aparecer la llave-espada en mi mano. -Vamos, no hay tiempo que perder. -digo, serio, mientras empiezo a correr hacia la boca de la cueva. Era casi seguro que Aladdín estuviese en problemas así que, lo único que podía hacer, era correr...
Mientras Eri miraba la entrada de la cueva, su hermano pasó veloz por su lado portando un arma parecida a la suya. Ah sí, llave-espadas. Tenía que irse acostumbrando a todo esto, asintió ante las palabras de este y echó a correr tras él.
-¡Alfombra guíanos hasta Aladdín! - Pidió mientras intentaba alcanzar a su hermano. Ojalá no esté en problemas... Pensaba la chica, aunque desgraciadamente, era lo más probable.