La Roca

Roca de Durgis era un viejo pueblo alrededor de una aún más vieja fortaleza enana situado en la superficie, el cual, entre otras cosas, era el asentamiento más occidental del clan Durgis. Se trataba de un pequeño pueblo que antiguamente había sido un puesto clave en las rutas comerciales entre los enanos, los humanos dornitas y los gnomos. Como la mayoría de las ciudades enanas en la edad oscura, Roca de Durgis estaba casi vacía, y hasta la fecha, solo alberga a unos 273 residentes, a lo cual habría que sumarle una serie de inesperados invitados especiales. Antaño, la poderosa fortaleza y la ciudad en los alrededores había alcanzado a coger a una cifra muy superior a los 1000 habitantes.

La Roca, que era como la mayoría de los residentes llamaban a aquel lugar, estaba rodeada por un formidable muro difícil de ser sometido ante el ataque tempestuoso de múltiples enemigos. Aunque poseía muchos edificios en la periferia del poblado, también disponía de un amplio complejo subterráneo lleno de múltiples galerías construidas muchos años atrás. Lamentablemente, dada su reducida población, muchos edificios de la periferia de la ciudad y algunas partes del subsuelo de la fortaleza estaban deshabitados y en desuso por lo que habían tenido que ser sellados a efectos defensivos.

El muro que rodeaba a Roca de Durgis era una excelente muestra de la mampostería enana. La mayoría estaba tallada y excavada a partir de los peñascos originales que rodeaban la ciudad, mientras que unas pocas secciones eran más recientes. El muro media unos 30 pies de altura y estaba bien conservado, con una base amplia que se estrechaba hasta llegar a los 5 pies de anchura en su parte de más alta. Desafortunadamente, la escasa población del pueblo también había causado mella en los muros impidiendo que el muro se mantuviese bien protegido, tal como debería estarlo para ser eficiente en batalla. Muchos decían de hecho, que Roca de Durgis pagaría el precio de no haber abandonado su muro refugiándose en la fortaleza subterránea. Los muros contaban con una gran puerta en la parte sur del pueblo sumamente fortificada y generalmente bien defendida; y otra más pequeña hacia el norte algo olvidada por su poco utilidad. Obviamente, ambas puertas estaban construidas al tradicional estilo de los enanos.

La ciudad fortaleza era gobernada por el Dorith Woden del clan Durgis, un guerrero duro y temible pero ya algo viejo, de quien se contaban muchas historias, que iban desde gloriosas batallas hacia el final de la antigua era, como sobre el nacimiento de su estúpido y aventurero hijo, al que le apodaban, de forma irónica “el heredero de Roca de Durgis”. Se decía, que si aquel enano llegaba a gobernar sobre la Roca, esta se tornaría en arcilla en no mas de tres días, siendo engullida por la oleada salvaje de los orcos.

Noche del 12° de Obares (El arco del Otoño) del año 101 de la edad oscura

Los héroes habían sido llamados apenas llegar, a ya altas horas de la noche, ante el salón de los héroes en la fortaleza de Roca de Durgis. Una importante reunión se gestaba allí pues al parecer, los héroes se encontraban ante el consejo de la ciudad, presidido, como era de esperar, por su Dorith, cuyo nombre, como la todas sabían era Woden del clan Durgis.

Valtarn, el comandante de la compañía del trueno también se encontraba allí. Tal como se había rumorado, había sido convocado a la ciudad, aunque el motivo aún daba mucho a la especulación. Con el habían llegado seis guerreros, dos era claramente veteranos enanos que fungían como escuderos de Valtarn, mientras que los otros cuatro parecían más bien ser miembros nuevos de la compañía pues no portaban ningún distintivo de la misma. A la par, poca coherencia había en ver a un ereño, junto a un enano, junto a un gnomo y junto a un dornita, y más aún cuando había clara camaradería entre ellos, como si hubiesen ya pasado varias batallas luchando uno junto al otro.

Se encontraba también allí un grupo de enanos que no eran del consejo y que también habían sido llamados. Uno era una enana de apariencia peculiarmente distinta a la del resto de los enanos del lugar, otro era un viejo enano que tenía la apariencia de ser un veterano explorador o guía, mientras que los otros cuatro eran ni más ni menos que Gror, “el heredero de Roca de Durgis” junto con sus dos escuderos, un par de gemelos enanos que no se le separaban en ningún momento y un muy conocido montaraz originario de la ciudad y cuyo nombre al parecer era Dunkan. Finalmente, había otros cuatro invitados en aquella noche, los cuales encajaban aún menos pues no solo no eran enanos, si no que habían llegado recientemente a la ciudad convocados para unirse a la compañía del trueno, o al menos eso es lo que se decía en la ciudad. Sumado a los ya largos mitos de que la compañía estaba formada por poderosos héroes cuya sangre había sido tocada por Aryth dándoles la facultad de enfrentar a la sombra, y que de hecho solo ellos podrían lograr vencerla y liberar al mundo de su dominio. Realmente nadie, o casi nadie, salvo Valtarn, creían tal tontería.

Mientras que el grupo iba entrando al salón, los miembros del consejo ya discutian acaloradamente vociferando a gritos sin que se les lograran entender del todo. – No son suficientes – dijo un viejo y duro enano que aparentaba ser un fiero guerrero. – Son los que se necesitan – exclamó otro enano de vestiduras menos aguerridas y voz algo más tranquila. – De cualquier modo no tenemos otra opción – exclamó otra voz siendo interrumpida por el fiero enano guerrero – No son suficientes. No pasarían una línea de orcos si fuese necesario – soltó sumamente enojado, – solo causarán un desastre – resaltó.

– No tienen que romper ninguna línea de enanos, ese no será su deber, solo deben traer – una dura voz interrumpió al segundo enano con firmeza y decisión. Se trataba de un corpulento enano que en aquellos momentos bestia una imponente armadura y que de reojo miraba a Gror con orgullo. El Dorith de La Roca habría de tomar la palabra.

– Es lo que tenemos y ya está. No voy a malgastar a mi ejercito por "ellos", tal como "ellos" tampoco lo harían por nosotros. Fin de la discusión – ante sus palabras el fiero guerrero enano quiso hablar de nuevo pero un sonoro puñetazo en la mesa de roca le hizo callar. Sus palabras no eran claras, pero parecía querer decir que no iba a invertir a muchas tropas en alguna misión importante que hacia para alguien o quizá para algún otro clan o pueblo.

– Michani del clan Gorand, se bienvenida a la Roca, tu llegada nos honra – exclamó a la mujer enana dándole una respetuosa bienvenida que el resto del consejo imitó. – Valtarn, viejo amigo. Agradezco que hallas aceptado el llamado. Se que ha sido repentino, pero contamos con que tus tropas puedan apoyarnos en la tarea – exclamó acercándose al comandante del compañía del trueno estrechándolo con firmeza y amistad. Sus pasos sonoros retumbaron en el salón a medida que se alejaba de los recién llegados para ubicar de nuevo su posición al frente del consejo. Y no hubo más bienvenidas, claramente los demás no tenían importancia, salvo quizá Dainn, pero a el ya le había dado la bienvenida y otras tareas mucho tiempo atrás, y no iba a hacer gala de un enano que no lograba enseñarle bien a su hijo algo sumamente simple.

– Michani del clan Gorand, Dainn del clan Durgis – el Dorith hizo una pausa dudando, ante lo cual uno de los miembros del consejo se acercó a él hablándole al oído, tal como si le dictase lo que tenía que decir. – Ulfrin del clan Durgis, Adam Grend, Barich, Pel, Keg y Wendell del pueblo caído de Eren, Durghall de los Dornitas y Girolamo de la compañía del Trueno – concluyó, no muy seguro de si había entendido bien y dicho bien todo.

– Tengo una misión para ustedes de suma importancia. Como héroes que son, esperamos que la cumplan con éxito y sin contratiempo. Deberán marchar hasta las cascadas Kurgun, donde encontraran un viejo puesto comercial. Allí se encontraran con un paquete… bueno, un grupo de viajeros que necesitamos que escolten hasta aquí. Viajen hasta allá y esperen al comerciante gnomo Rendel Vendaval, el les entregará el paquete, tráiganlo hasta aquí sin demora. ¿Dudas?, más vale que no – exclamó el Dorith invitando a los héroes a simplemente aceptar la misión y callarse la boca.

Los días que trascurrieron en el poblado de Koln me hicieron recordar tiempos de mis abuelos, donde nos contaban cómo la gente reía, hablaba, comía y bebía. Fueron unos días ciertamente felices. Tras la victoria contra la sombra, y la eliminación del legado, quizás les dejaran tranquilos durante unos años, olvidándose de las sospechas que tenía el legado y la desaparición de su astirax. Por primera vez en mucho tiempo había comida y bebida suficiente y las gentes estaban  contentas.

Aún con pesar, sabíamos que debíamos de partir. Habíamos iniciado un viaje de un solo camino, por lo que nuestro destino estaba sellado. Con todos los pertrechos del batallón orco, nos dirigimos hacia las montañas, al encuentro de mis parientes enanos. No tenia claro todavía las razones por las que Ulfrin era reacio a volver, pero si lográbamos hablar con mi familia, ellos sabrían cuáles serían los siguientes pasos a dar, sobre todo si lograba dar con Korrigan, que se había unido a la rebelión.

Y me sabe mal decirlo, pero mi intuición no falló, y allí me reencontré con mis tios, Krommar e Idara. Gracias a ellos pudimos encontrarnos con Korrigan. Con mi primo, y los rebeldes, anduvimos un tiempo, entregando parte de lo que habíamos encontrado para reforzar las defensas. 

A los no muchos días de estar allí, ya eran conocedores de nuestra historia, y pronto nos llegaron noticias de la Fortaleza de Roca Durgis para algo importante. 

Gracias a los dioses, el trayecto no había sido demasiado largo, pues nada más llegar ya nos habían hecho llamar para acceder al gran salón. No pude evitar mirar arriba y abajo, admirando la arquitectura de los enanos, haciendo esos salones enormes, con una resistencia titánica la verdad es que no se puede negar que sabéis hacer las cosas le decía a Ulfrin, intentando animarlo. 

Una vez allí, comenzaron todos a hablar. Lo cierto es que el grupo reunido era bastante variopinto, sobre todo por la gran cantidad de humanos. Era de sobra conocido que, los otrora aliados, ahora se encontraban separados, cada uno luchando en sus guerras de guerrilla y preocupados cada uno por sus cosas.

Tras la discusión inicial, todo finalizó cuando el Dorith habló, y todos escucharon y asintieron. Eso era poder, y eso era lealtad.

Intenté recordar ese viejo puesto comercial, al igual que a ese comerciante, Rendel. No éramos muchos, y era bueno conocerlos, sobre todo para saber de quién te podías fiar.

Parece sencillo ¿no? murmullo para el resto, antes de levantarme y, tras atusarme la incipiente barba Dorith Woden, agacho un poco la cabeza en señal de respeto, honorables miembros de la cámara, continuo con el resto, de todos es sabido que los hilos de la sombra son largos y llegan a donde muchos no creemos. De esta forma, creo que sería necesario algo más de información al respecto. Ahora mismo no creo recordar ese nombre, Rendel y mucho me temo que si nadie le conoce, fácilmente podríamos caer en una trampa de la sombra.

Además, supongo que ese paquete tendrá sus necesidades ¿podremos ocuparnos en el puesto comercial de esas necesidades? intenté recordar a qué distancia estaban las cascadas kurgun de Roca Durgis, pues habría que llevar provisiones. 

El viaje desde Calador hasta la Roca de Durgis ha sido peligroso y apresurado, pero la llamada era urgente y siento en mi interior que ha llegado el momento de hacer algo mas que ser una simple ayuda.

Para cuando llego al conclave parece que este ya ha comenzado y me he perdido el principio. Intento dilucidar que es lo que quieren hacer durante un rato hasta que el Dorith Woden toma la palabra recibiendome a mi y a otros.

-A mi me honra vuestra llamada, que los espiritus de Arith velen por estos salones-

Tras adelantarme un paso y hacer una reverencia tradicional vuelvo a retroceder y me mantengo a la escucha. Al presentar a los no enanos los miro con disimulada curiosidad "¿Son estos los tocados por Arith?"

Quedo pensativa mientras el Dorith explica nuestra misión y me pregunto brevemente si me incluye en el término heroes

El gnomo es el primero en hablar, no consigo recordar su nombre pero parece que sabe usar las palabras. Yo añado simplemente una pregunta

-¿de cuantos viajeros hablamos?-

Desde que se unió a la rebelión Adam no había parado quieto. Era normal pues la sombra estaba siempre al acecho, pero lo cierto es que poca cosa importante había logrado hacer, al menos no para él ya que lo único que quería era matar legados y orcos.
Cuando fue admitido en la Compañía del Trueno creía que la cosa cambiaria, de hecho ir a una de las fortalezas enanas de la superficie era casi indicativo de que habrían peleas contra el enemigo. O al menos eso esperaba.
El viaje fue interesante y no falto de peligros, aunque eso no era una novedad en Eredane. Y una vez allí incluso una persona tacirturna como era en la actualidad Adam pudo contemplar las maravillas de las construcciones enanas. Incluso sus creaciones eran robustas y fuertes, si alguien tenía una posibilidad de derrotar a la sombra seguramente serían los enanos.

Les trataron con diligencia y amabilidad pese a que varios de su grupo eran humanos, y lo cierto es que el defensor se sorprendió mucho cuando fue llevado en presencia del señor y sus lugartenientes. Creía que tan solo el capitán iría y luego él les explicaria lo que tenían que hacer, o contra quién tenían que pelear. Adam esperaba aquello último.

No lograba seguir bien bien la conversación, pero el señor de la Roca parecía querer que le fueran a buscar un paquete. O algo parecido. Adam tuvo la buena sensatez de callarse lo que pensaba sobre hacer de recadero para nadie, y escuchó hablar a un gnomo que estaba junto a su grupo. Al parecer también iba a ir con ellos.

Supongo que al no ser enanos no nos consideran lo suficientemente dignos de pelear junto a ellos. Puedo llegar a enteder eso, pero degradarnos a simples mensajeros...

En eso que una enana también habló y le pareció entender que decía algo de viajeros. Se acercó un poco más a uno de sus compañeros y le susurró.

¿Qué es lo que vamos a buscar realmente? ¿Un paquete o gente?

Si unos meses atrás a Wendell le hubieran dicho que se encontraría dentro de una fortaleza enana escuchando como el Dorith les daba instrucciones para cumplir una misión para el pueblo de las rocas, no lo hubiera creído. Sin embargo, aquí estaba. Contra todo pronóstico, parecía que realmente allí estaba.

Agradeciendo que era capaz de entender algo del idioma enano, el defensor se concentró en lo que oía, esperando que realmente lo poco que estaba entendiendo coincidiera con lo que el líder enano estaba intentando explicar.

Por lo que parecía, su nuevo compañero, Adam, el mismo que para su sorpresa utilizaba un estilo de combate similar al suyo lo que le permitía entrenar sin armas, tenía las mismas dudas que el en cuanto al objetivo del pedido que les estaban haciendo. Tras pensarlo un momento le contestó en la lengua del comercio, que le resultaba más sencillo para expresarse - Creo que es un grupo de viajeros que traen un paquete. Un paquete que tiene en su poder un gnomo de ese grupo - 

Tras una pausa volvió a la lengua de los enanos - Cuantos distancia son hasta comerciantes de cascada? - articuló trabajosamente - para conocer equipo llevar cuanto - añadió esperando que sus palabras fueran suficientemente claras como para ser entendidas.

Nunca había visto tan de cerca las montañas de Kaladrun. Siempre las había contemplado como una silueta recortada en el lejano horizonte, como un bastión de la naturaleza que todavía soportaba el mal que azotaba el mundo. Así lo atestiguaban las historias de la heroica resistencia de los enanos y de sus imponentes fortalezas. Pero lo que nunca llegó a sospechar Barich, es que algún día sería llamado a una de ellas. Hacía ya mucho tiempo que el joven montaraz dedicaba su vida a combatir a la Sombra, pero siempre de manera discreta. Ésta vez tendría la oportunidad de marcar la diferencia junto a la Compañía del Trueno.

Moverse por Eredane era tarea difícil para cualquiera y llegar hasta las Kaladrun supondría algo casi imposible. Pero Barich tenía experiencia evitando al enemigo y también dispuso de la ayuda de aquellos que vieron algo en él. En el camino pudo conocer a otros compañeros con el mismo destino y juntos recorrieron en último tramo hasta la última parada: Roca de Durgis. Barich no pudo contener su asombro al ver la imponente muralla que la defendía y la poderosa fortaleza que albergaba. Seguramente aquel lugar había tenido tiempos mejores, pero todavía existía cierta magestuosidad en semejante obra de roca tallada. Pero no habría tiempo de contemplar reliquias del pasado pues a penas según llegaron, fueron llamados al interior de la Roca. Barich no pudo evitar sentirse observado y juzgado. No conseguía entender ni una palabra de lo que se hablaba allí, pero no necesitaba conocer el idioma para saber cuando existía alguna muestra de desacuerdo o algún tipo de discusión. No fue hasta que Adam planteó una duda que Barich se atrevió, también en susurros, a articular una palabra. -¿Puedes entenderlos?*- Le preguntó en su lengua natal, un tanto sorprendido ante la idea de que un Ereño fuese capaz de comprender un lenguaje como aquel. Las palabras sonaban igual de duras que la piedra que los guarecía y su fuerza retumbaba como la de un martillo en la forja. Fue Wendel quien amplió un poco más la información para también demostrar su soltura con la lengua enana, o al menos así le pareció a Barich. Sea como fuere, y ante la imposibilidad de comunicarse o el temor de ofender al Señor enano si lo hacía en otra lengua que no fuese la suya, Barich se mantuvo expectante y con la esperanza de que les pudiesen dar más detalles en otro momento antes de iniciar la misión.

Pisar los salones donde viven hermanos de mi raza causa una serie de sentimientos encontrados que no soy capaz de entender del todo. Ellos luchan contra la Sombra día a día mientras yo intentaba tener una vida normal en una aldea de la superficie. Luego, al perder a mi familia, no pensé en venir acá a poner mis armas al servicio de mi pueblo sino que decidí irme a morir solo, allá donde me pille el momento, sin importarme nada. Si no fuese por los azares del destino, no habría jamás vuelto a ver a mi gente.

"Por eso ahora siento alegría de pensar que estoy donde debería pero a la vez, vergüenza de haber llegado hasta ahora."

Pero no puedo arrepentirme de lo que he hecho pues han sido cosas buenas. Ayudamos a una gente, salvamos vidas y acabamos con agentes de la Izrador, por lo que hicimos de este un mundo mejor. No es algo de lo que deba avergonzarme, sino todo lo contrario.

Miro a los enanos que permanecen en este salón, especialmente al Dorith de este lugar. Cuando me nombra, me siento un poco extraño pues yo realmente no pertenezco al Clan Durgis, sino que mi padre era de él. Yo, realmente, nunca me he sentido miembro de ese clan a pesar de hablar su lengua como materna. De todas formas, sin una manera apropiada a los enanos de clan para decir a quien sirvo, mejor dejarlo así.

Al preguntarnos si tenemos alguna duda, mi respuesta es categórica: Muevo mi cabeza lentamente de un lado a otro, negando y con un rostro imperturbable. Girolamo y Wendell han preguntado cosas pero la verdad es que esas preguntas para mí son irrelevantes pues solo me importa hacer algo para apoyar a mi pueblo. Me siento muy en deuda y eso es algo que debo corregir.

Dainn permaneció silencioso y mascullando para sí quedamente unos números, pensativo. No le había sorprendido en absoluto la llamada a él ni la convocatoria de aquellos héroes; el rumor de su venida había circulado en Roca de Durgis el tiempo suficiente. Tampoco la misión le revestía nada extraño en un principio, ya que entraba perfectamente en su repertorio de trabajo. Mucho más a decir verdad que la ingrata tarea que venía cumpliendo hacía meses en el asentamiento. Asintió ante el pedido sin la menor vacilación.

Con todo, no dejaba de ser extraño. ¿Por qué necesitaban de unos héroes para esa tarea? Él mismo y una escolta de buenos guerreros podían hacer aquel encargo… si fuera algo de rutina lo que transportasen. Evidentemente había algo más, y el hecho de que el Dorith no lo expresara claramente hablaba de su importancia. Aunque tenía sus fallas como padre, no era así como líder; debía pues tener una buena razón para callar ese dato.

Sin embargo no exteriorizo esas dudas, dejando que fueran los otros quienes se llevaran las réplicas del líder de la ciudad, y mientras calculaba la distancia y el tiempo que invertirían en el viaje*, observo al variopinto grupo que debería guiar. Con los enanos no había problema en organizarse, pero el resto era una mezcla como pocas veces se veían en las Karadun… El ceño de por si arrugado de Dainn se frunció aún más; anticipaba problemas.

Había sido en verdad un largo viaje. A cientos de kilómetros hacia el oeste se encontraba su lugar de procedencia, y los kilómetros se habían sucedido bajo las suelas de sus botas (eran las terceras que gastaba ya) en su inefable camino hacia el este. No se podía explicar, un sueño con la mujer que aparecía en sus lecciones le había impulsado en su búsqueda hacia el este, siempre hacia el este.

Pel había recorrido todo Eren central ganándose la vida como guía, explorador o guarda. Incluso había ejercido de buhonero, comprando bienes para venderlos en otras poblaciones, o reparando pequeños objetos de uso común gracias a su habilidades especiales. Cuando no había negocio la vista para sus habilidades de artesanía, cazaba y viajaba; eso hasta que topó con las Kaladrum y aquel grupo de compatriotas ereños que parecían tocados por el espíritu de Aryth. Le habían hablado de destino y de la Compañía del Trueno, a los que acababa de conocer.

Aún buscando su lugar en todo este embrollo, había sido llevado a la Roca de Durgis, donde la cúpula de mando del lugar parecía dirigirse a ellos con cierta importancia, pero que le matasen si entendía una palabra de las que salían de la boca de todos aquellos Enanos. Su hogar cercano a Erethor no era tierra de paso de Enanos, y si bien había visto alguno en sus recientes viajes cuanto más se aproximaba a las Kaladrum, apenas había intercambiado tres o cuatro palabras con alguien de esa raza en toda su vida. Algo le decía que eso iba a cambiar y no las tenía todas consigo de que eso fuera algo que le fuera a ser agradable del todo. Había un Enano en la Compañía del Trueno, pero parecía tan hosco y callado como el resto de sus parientes presentes en Roca Durgis. Un lugar curioso por cierto.

Se aproximó un tanto al pequeño Girolamo, que con tan buen acento había hablado la lengua de los Enanos, y le comentó en voz baja.

— Espero que luego nos hagas un resumen de lo que aquí se habla, amigo. No está entre mis virtudes el hablar el idioma Enano. Si bien con su abundancia en estos lares, parece que el aprenderlo es una opción. —

Miró de manera cómplice a Barich cuando preguntó en ereño a Adam, el cual sí parecía tener alguna noción del idioma predominante en el lugar. Por un momento un conato de enfado sacudió a Pel. ¿Acaso no les habían llamado ellos? ¿Porqué no se dirigían a ellos en un idioma extendido comúnmente para comunicarse entre diferentes razas, como el comercial o el ereño? Puede que pensaran que sus asuntos estaban por encima de las opiniones de los humanos, puede... Pel se forzó a tranquilizarse. Ese tipo de pensamientos eran los que daban fuerza a la Sombra, lo que causaban disensión entre lo que deberían ser aliados de un enemigo común. Decidió dar espacio a los enanos con sus asuntos. Ya se enteraría luego de lo que se les pedía en la reunión. Se consolaría si al menos hubiera donde sentarse o algo que llevarse a la boca, pero ambos supuestos eran negativos, así que Pel dedicó su atención a lo que la vista le ofrecía, allá donde el oído no le decía nada. Dedicó su tiempo a observar a todos los presentados en aquella reunión, prestando atención a sus rostros, modos, atuendo y comportamiento. Al menos sí había entendido sus nombres en la arenga del jefe del lugar.

Dejar su tribu había causado al principio dudas en Keg, pues desde que formara parte de ella no se había separado jamás de lo que consideraba su familia. Pero la anciana matriarca y el resto de las mujeres de la tribu le habían dicho que debía escuchar el llamado en forma de sueño que había sentido en ella. Así había partido, guiándose por lo que la ereña creía que era su instinto, una corazonada de que estaba en el lugar correcto. El tiempo que estuvo sola la hacía sentir un peso sobre sus hombros, por lo que cuando se encontró con aquellos hombres no tardó en entablar conversación amistosa con ellos... quizás en exceso. Les contó de su tribu, de su viaje hasta allí, de las cosas que había visto, y de ese impulso que la movía hacia la misma dirección que ellos.

Fue así como llegaron a La Roca, sitio que ella conocía por encima ya que su tribu aprovechaba para hacer trueque con los enanos de Dulgris cuando sus errantes pasos los llevaban por el lugar. Sin embargo nunca había estado ante la presencia del Dorith. Mientras los enanos hablaban, se hacían las debidas presentaciones, y se explicaba las razones por las que estaban allí, Keg escuchó la conversación susurrada de quienes habían viajado con ella. Movió la cabeza asintiendo cuando el hombre del otro grupo habló, antes de dirigirse a sus compañeros de viaje.

-*Como dice el hombre, ir a las cascadas Kurgun, encontrarnos a un grupo, entre los que está un gnomo con un paquete, traer al grupo y dicho paquete.- Luego fue señalando. -*La enana de allá se llama Michani, luego aquel de allá se llama Dainn...- Luego dijo el nombre del resto de los mencionados, intentando discernir cual de los enanos era el tal Ulfrin, aunque el resto de los llamados a esa aventura destacaban por no ser enanos.

Valtarn pidió al Dorith permiso para hablar con sus hombres y explicarles lo que se les pedía, a lo que Woden accedió, aunque no muy alegremente. Valtarn entonces pidió atención, tanto a aquellos que habían ya marchado con él por largos días, como era el caso de Wendell y Girolamo, como a aquellos se incorporarían pronto a sus filas, que era el caso de los ereños Keg, Pel, Adam y Barich.

– El Dorith de Roca de Durgis, señor de esta fortaleza y voz del clan Durgis en este consejo solicita el apoyo de la compañía asignándonos una importante misión. Aunque no marcharemos todos, solo algunos de ustedes, aún no se quien los liderará, probablemente un enano del clan Durgis – exclamó Valtarn en la lengua del comercio, para que todos le entendiesen sin problema.

– Viajaran hasta las cascadas Kurgun, a unos tres días de aquí si no mal recuerdo. Los detalles se los dará el encargado de la misión seguramente. Tendrán que llegar hasta allí y recoger un paquete de un comerciante gnomo de nombre Rendel Vendaval que encontrarán allí en un puesto comercial. El paquete podría tratarse de un grupo de personas por lo que probablemente trabajarán como escoltas de alguien importante. Sea como sea, su misión es ir hasta allí, recogerlo y traerlo aquí en una pieza. Si estamos claros, entonces dad un paso al frente y jurad que llevarán a cabo la misión en nombre de la compañía y al servicio del Clan Durgis. El Dorith espera a que juren antes de hablar más del tema. Respondan en la lengua del comercio, él Dorith la habla bien, aun cuando no guste usarla en su salón  – resaltó Valtarn dejando que sus hombres preguntasen o bien jurasen. Aunque esperaba que jurasen primeramente y preguntasen luego lo menos posible.

Wendell observó al que, durante el último tiempo se había convertido en el jefe del grupo. De sus palabras se desprendía que el, personalmente, no estaría a cargo de la misión, lo que le llamó la atención. Sin embargo, había aprendido a confiar en el. Si el les decía que la misión era importante, probablemente lo fuera. Y si no tendrían información antes de jurar, entonces juraría. 

- Mi, Wendell, jurando de honor cumplir tarea - expresó en su trabajoso enano mientras daba un paso al frente y se golpeaba el pecho con su mano derecha, tal como había visto hacer a los enanos cuando se comprometían a una tarea - Defender paquete que traer tener - agregó en el mismo idioma antes de volver a la lengua del comercio con la que era capaz de expresarse con más soltura - Solo necesitamos un guía hacia esas cascadas y algunas provisiones. Contad con mis puños para defendernos de la sombra si intentan detenernos - 

La explicación de Valtarn había despejado algunas dudas, pero no tantas como quisiera. Realmente se trataba de un paquete o un grupo de personas? El defensor se encogió de hombros, fuera uno u otro caso ya se había comprometido y pensaba cumplir con su promesa.

Tras sus palabras observó a su alrededor para descubrir quienes lo acompañarían en la misión que estaba comenzando. A algunos los conocía bastante bien, a otros no tan profundamente, y algunos otros, sobre todo algunos de los enanos, le resultaban completos desconocidos. Sin embargo, si debían compartir el camino durante tres días, y otros tanto de vuelta, sería importante que tratase de descubrir sus habilidades y debilidades. En un mundo donde la sobrevivencia dependía de la habilidad de escapar de las sombras, saber con quienes compartiría los campamentos podría resultar la diferencia entre seguir viviendo o no.

La inquietud de aquellos que todavía no terminaban de asimilar la situación no pasó inadvertida para Valtran pues, ante la interrogativa del Dorith, solicitó explicar la misión en la lengua de comercio. Barich centró su atención en escuchar cada palabra de su comandante. Entonces comprendió la confusión de Adam al confundir el objetivo real de la misión pues realmente sí que existía un paquete pero no en su significado más literal. No obstante, lo único que estaba fuera de duda es que su cometido final es el de proteger. -Gracias por la explicación, comandante.- Le dijo a Valtran acompañando sus palabras con una ligera inclinación de su cabeza.

Una vez conocido al detalle su cometido, Barich dio un paso al frente y llevó su puño derecho al pecho, dando un ligero golpe contra él y manteniéndolo a la altura de su corazón. -Yo, Barich, juro por mi propia vida cumplir con la misión y con mi deber con la Compañia.- Dijo con total sinceridad y aplomo. Ahora tan solo debía preocuparse de estar a la altura del honor que le están brindando poniendo su vida en juego si hacía falta. Hasta ahora había conseguido luchar y esquivar a la muerte a veces sin mucho problema, otras pagando un alto precio. Pero a pesar de las complicaciones, su voluntad nunca flaqueó. Ya fuera por habilidad o por suerte, el destino lo trajo hasta aquí. Y aquí es donde realmente se pondrá a prueba su determinación.

No tardo en darme cuenta de que la curiosidad se ha interpuesto entre mi deber, es un raro honor que me hayan pedido mi participación en esta empresa, y cuando se me muestra mi tarea me pongo a hacer preguntas tontas

Levanto mis manos en modo de ofrecimiento ritual

-Yo Michani, del Clan Gorband, Maestra del Saber, juro por el espíritu de la Roca cumplir con esta tarea. Vuestra confianza me honra-

Elevo una ceja al escuchar el juramento del tal Wendell en enano, puede que viajar con estos humanos sea mas complicado de lo que parece, y una vez mas me pregunto cuanta verdad habrá en los rumores

La ereña observó como uno de los enanos, que parecía liderar al otro grupo poco usual, daba una explicación un poco más específica sobre cuál sería la misión a realizar. Apoyó su peso sobre una pierna, y luego sobre la otra, manteniendo una gran sonrisa en el rostro. Cuando llegó el momento de hacer el juramento, esperó a ver quienes eran los primeros en hacerlo. La sorprendió que el primero fuera uno de los humanos del otro grupo y no un enano, pero fue al escucharlo comenzar su juramento que Keg soltó una alegre carcajada. Mientras otros se presentaban, la mujer dio un paso adelante posicionándose junto al llamado Wendell, y habló en el dialecto del comercio.

-Yo, Keg, de la tribu Pahunko, hija de Ikan Ganude, juro por mi honor que cumpliré con la misión encomendada.- Dicho esto, dio una alegre palmada al brazo de Wendell con una sonrisa, hablándole en ereño. -*¡Eres valiente! Aún no sé si los enanos admirarán tu valor por intentar comunicarte en su idioma, o si por el contrario querrán patearte por haber destrozado el lenguaje.- Dijo con franca sonrisa.

Valtarn explica a los presentes que no entienden la lengua de mi pueblo lo que se pide de ellos. Me parece que es una misión tan fácil o difícil como la suerte nos lo indique pues, puede ser un camino simple y sin contratiempos como puede ser una odisea a través de filas enemigas. Solo el tiempo lo dirá pues yo solo puedo decir una cosa ahora:

 - "Yo, Ulfrin, juro por mis ancestros que cumpliré la misión que se me ha otorgado."

Pongo mi puño sobre mi pecho y doy un paso al frente mientras pronuncio las palabras en el idioma enano antiguo, tal como se ha hablado hasta ahora, a pesar de que estamos en propiedad del clan Durgis y hablar su dialecto también sería apropiado. De todas formas, he aceptado y pronunciado mi juramento, con lo que ya estoy dentro.

Escucho lo que la humana que se presentó como Keg le habla a Wendell, que está al lado mío y le respondo en la lengua del comercio:

 - "Nadie lo pateará sin patearme primero a mí."

Sonrío a Wendell y le hago un asentimiento con la cabeza. No soy de hablar demasiado en general, pero Wendell es un buen amigo con el que ya hemos pasado varias cosas, sin considerar que varias de las palabras de enano antiguo que usa fui yo mismo quien se las enseñó. Yo tampoco hablaba la lengua del comercio mejor de lo que él habla ahora el enano antiguo cuando nos conocimos y fui justamente gracias a él y al resto que ahora puedo hablarla con mucha más fluidez. 

Wendell observó a la bárbara y su sonrisa y no supo si reír con ella u ofenderse.

Tras agradecer a Ulfrin por sus palabras  se encogió de hombros y le contestó a Keg, en Ereño y con una soltura envidiable, recordando los ejercicios de dicción y gramática que había recibido de niño por parte del viejo sabio que oficiaba de maestro en su poblado - Es posible que así sea, pero incluso si alguno de nuestros interlocutores destrozara nuestra bella lengua de la misma forma en que yo lo hago con la suya, agradecería de su parte el intento de dominarla. Es solo un detalle, pero quiere ser, respetuoso. No hace mucho que lo practico, pero puedo asegurar de que se trata de un idioma extraño, podría definirlo como duro, o incluso correoso. Lo cierto es que es difícil de aprender para quien está acostumbrado a las formas más flexibles de nuestro idioma natal - 

Tras una pausa agregó - Y la pronunciación es aún más dificultosa, no creo que con ningún tipo de práctica los humanos seamos capaces de producir esa extraña vibración que hacen con la garganta para enfatizar algunas de sus palabras -

Tras un un nuevo guió volvió a dirigirse a Ulfrin, en la lengua del comercio que ahora dominaba bastante mejor que antes - Solo  le explicaba que el idioma enano es complicado de aprender, pero que intentar hablarlo es un muestra de respeto -

Adam agradeció que el tal Wendell le ayudase a aclarar cual era la misión. Pero cuando Dorith tradujo todo a la lengua del comercio la cosa quedo ya del todo clara, lo cual consiguió calmar un poco la molestia que había sentido hacía unos momentos al creer que les menospreciaban.

Supongo que el escoltar a unas personas y asegurarse de que lleguen vivas es mejor que escoltar un simple paquetito.

No le acababa de gustar el hecho de tener que hacer un juramento para aquello. El ya había jurado lealtad a la causa rebelde cuando se unió a la lucha contra la Sombra. Pero al ver que todos lo hacían supo que no había más remedio que seguir la corriente. Avanzó unos pasos y habló en la lengua comercial.

Yo, Adam Grend, juro por la tumba de mi familia que realizaré la misión encomendada o moriré en el intento.

Después volvió a su sitio donde los demás tenían una agradable charla en un idioma que al menos coprendia bien. Aunque no quiso unirse, prefirió seguir simplemente la conversación mientras estaba atento a los gestos del señor de la Roca.